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martes, 24 de julio de 2012

CARTA ENCÍCLICA PASCENDI DE SAN PÍO X (Algunos párrafos: 1/3)


Al oficio de apacentar la grey del Señor que nos ha sido confiada de lo alto, Jesucristo señaló como primer deber el de guardar con suma vigilancia el depósito tradicional de la santa fe, tanto frente a las novedades profanas del lenguaje como a las contradicciones de una falsa ciencia.


En los últimos tiempos ha crecido, en modo extraño, el número de los enemigos de la cruz de Cristo, los cuales, con artes enteramente nuevas y llenas de perfidia, se esfuerzan por aniquilar las energías vitales de la Iglesia, y hasta por destruir totalmente, si les fuera posible, el reino de Jesucristo...

Hoy no es menester ya ir a buscar los fabricantes de errores entre los enemigos declarados: se ocultan, y ello es objeto de grandísimo dolor y angustia, en el seno mismo de la Iglesia... traman la ruina de la Iglesia, no desde fuera, sino desde dentro... han aplicado la segur no a las ramas, ni tampoco a débiles renuevos, sino a la raíz misma; esto es, a la fe y a sus fibras más profundas... 

Por fin, y esto parece quitar toda esperanza de remedio, sus doctrinas les han pervertido el alma de tal suerte, que desprecian toda autoridad y no soportan corrección alguna; y atrincherándose en una conciencia mentirosa, nada omiten para que se atribuya a celo sincero de la verdad lo que sólo es obra de la tenacidad y del orgullo. 

Si sólo se tratara de ellos, podríamos tal vez disimular; pero se trata de la religión católica y de su seguridad. Basta, pues, de silencio; prolongarlo sería un crimen. Tiempo es de arrancar la máscara a esos hombres y de mostrarlos a la Iglesia entera tales cuales son en realidad.


Según la doctrina y maquinaciones de los modernistas, nada hay estable, nada inmutable en la Iglesia. En la cual sentencia les precedieron aquellos de quienes nuestro predecesor Pío IX ya escribía: «Esos enemigos de la revelación divina, prodigando estupendas alabanzas al progreso humano, quieren, con temeraria y sacrílega osadía, introducirlo en la religión católica, como si la religión fuese obra de los hombres y no de Dios, o algún invento filosófico que con trazas humanas pueda perfeccionarse»

Según el agnosticismo [filosofía que siguen los modernistas] la historia, no de otro modo que la ciencia, versa únicamente sobre fenómenos. Luego, así Dios como cualquier intervención divina en lo humano, se han de relegar a la fe, como pertenecientes tan sólo a ella.

Por lo tanto, si se encuentra algo que conste de dos elementos, uno divino y otro humano — como sucede con Cristo, la Iglesia, los sacramentos y muchas otras cosas de ese género —, de tal modo se ha de dividir y separar, que lo humano vaya a la historia y lo divino a la fe. De aquí la conocida división, que hacen los modernistas, del Cristo histórico y el Cristo de la fe...

... Afirman que en la historia que llaman real Cristo no es Dios ni ejecutó nada divino; como hombre, empero, realizó y dijo lo que ellos, refiriéndose a los tiempos en que floreció, le dan derecho de hacer o decir.

...oponen la historia de la fe a la historia real en cuanto real. De donde se sigue que hay dos Cristos: uno, el real, y otro, el que nunca existió de verdad y que sólo pertenece a la fe; el uno, que vivió en determinado lugar y época, y el otro, que sólo se encuentra en las piadosas especulaciones de la fe. Tal, por ejemplo, es el Cristo que presenta el evangelio de San Juan, libro que no es, en todo su contenido, sino una mera especulación. (Continuará)

lunes, 23 de julio de 2012

LA HEREJÍA MODERNISTA

Tras un tiempo sin escribir en el Blog, lo retomo de nuevo. En los próximos "post" continuaré hablando sobre el misterio de la Santísima Trinidad, aunque alternando, a veces, con otros temas de menor extensión. En este post, en concreto, hablaré acerca del modernismo, tomando como referencia un artículo de Ramón García de Haro, prestigioso profesor de Teología Moral, ya fallecido (1996) y la encíclica Pascendi del Papa S. Pío X.

El modernismo, en sentido teológico, se entiende como una corriente de pensamiento promovida por algunos pensadores católicos de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, que dio lugar a una fuerte crisis religiosa.

El tema de las relaciones de la fe con las corrientes subjetivistas y naturalistas del pensamiento moderno había sido objeto de especial atención por parte del Magisterio, ya desde hacía más de medio siglo, dando lugar a una serie de manifestaciones que culminaron con la publicación por Pío IX en 1864 del Syllabus y con la convocatoria, en 1868, del Concilio Vaticano I, cuya constitución Dei Filiis declara y define ampliamente la doctrina cristiana sobre la Revelación, la fe y la razón humana.

La Iglesia se opuso a la adaptación de la fe a la llamada "filosofía moderna", porque ésta situaba el origen de la verdad en el hombre, en su certeza de conciencia, en lo que se ha venido a llamar filosofía de inmanencia. Cuando se comenzó a juzgar la fe desde la aceptación previa e incondicionada de esa filosofía es precisamente cuando nació la crisis modernista, que condujo a muchos a la pérdida de la fe. Ocasión definitiva para esta crisis fue L'Evangile et l'Eglise (París, 1902) de Loisy, obra que produjo un inmenso revuelo en los medios católicos por lo peligroso de las ideas propuestas, claramente tendentes a negar la divinidad de Jesucristo y la institución divina de la Iglesia y de los sacramentos.

La Santa Sede se vio obligada a intervenir, condenando los graves errores cometidos por un gran número de escritores católicos "modernistas", con el Decreto Lamentabili sane exitu (3 julio 1907) que recoge 65 proposiciones tomadas en su mayoría de las obras de Loisy, algunas de Tyrrell y otras de Le Roy. Se pueden agrupar en cuatro apartados de errores:

1) Referentes a la Revelación: negación de la inspiración divina de las Sagradas Escrituras; independencia de la crítica respecto del Magisterio; negación de la verdad histórica de los evangelios, que narraría sólo la experiencia religiosa de sus autores, etc.
2) Respecto a la Iglesia: negación de su institución divina; su estructura y sus dogmas serían mudables, como en cualquier sociedad humana; el catolicismo actual no sería conciliable con la ciencia, etc.
3) Relativos a Cristo: no resucitó propiamente, ni es cierta la concepción virginal, ni su divinidad, a menos que se entiendan como hechos del sentimiento religioso, es decir, creación posterior de la conciencia cristiana.
4) Sobre los sacramentos: no son de institución divina sino disciplinar de la Iglesia, a veces bastante tardía, como la confesión y el matrimonio, etc.

Dos meses después del Decreto anterior se publicaba la encíclica Pascendi (8 de septiembre de 1907), que no se limita sólo a denunciar unos errores, sino que hace una síntesis de todo el movimiento modernista, poniendo de relieve la actitud desde la cual se había llegado o se podía llegar a esos errores: "El primer paso lo dio el protestantismo; el segundo corresponde al modernismo; muy pronto hará su aparición el ateísmo".

El modernismo, señala la encíclica, se caracteriza por dos rasgos esenciales: el agnosticismo, que anula todas las pretensiones de demostración racional de la existencia de Dios; y la inmanencia vital que hace buscar todas las explicaciones de la verdad religiosa en el sujeto y en las necesidades de la vida: la fe sería una percepción de Dios en los más íntimo del hombre en virtud de la ley de la inmanencia. El desarrollo de esta fe, mediante el trabajo de la inteligencia, daría lugar al dogma. Así los libros de la Sagrada Escritura serían una recopilación de experiencias hechas por los primeros creyentes de Israel y los primeros apóstoles del cristianismo. El crítico, al estudiar la Sagrada Escritura, ha de "excluir todos los añadidos que la fe ha hecho" y " todo lo que no está en la lógica de los hechos". Para los modernistas, el Cristo real fue el hombre que mejor ha intuido el sentimiento religioso de la humanidad, pero sólo un hombre. Cristo no sería Dios según la historia, sino sólo por la fe.

Nada cuenta para ellos la autoridad del Magisterio -del que no soportan ningún tipo de corrección- ni de los Padres y Doctores de la Iglesia: "sus doctrinas- señala la Pascendi- les llevan al desprecio de toda autoridad... y nada omiten para que se atribuya a celo sincero de la verdad lo que no es más que obstinación en el propio juicio". Obstinación que les conducirá, en la mayor parte de los casos, a romper con la Iglesia, pero manteniendo siempre la pretensión de que lo hacen por defender la verdadera faz de la Iglesia.

En el choque de la fe con las nuevas corrientes de pensamiento, el modernismo considera que la Revelación está obligada a expresarse continuamente según las perspectivas y términos que la historia le impone: un expresarse que no es hacerse inteligible a su tiempo, sino adaptarse a cualesquiera exigencias de la filosofía dominante. La función de la Iglesia, según Loisy, es "adaptar la verdad histórica contenida en la Escritura a las necesidades de los tiempos". En definitiva, los modernistas confían antes en la ciencia que en la fe: el Magisterio -a su juicio- no goza de seguridad ante las afirmaciones del "pensamiento moderno". Si hay que revisar algo, por falta de acuerdo, debe ser el Magisterio el que lo revise.

Otro elemento observable en todos los modernistas es un humanismo antropocéntrico, que desplaza a Dios. Bajo la pretensión de dar una construcción "menos extraordinaria y más humana" que el cristianismo tradicional, borran, en realidad, todo elemento sobrenatural. La Iglesia, los sacramentos, los dogmas son tan solo un producto de la evolución del pensamiento religioso y de la conciencia humana, pero no son sobrenaturales.

Loisy, ya en el seminario, comenzó a acariciar el proyecto de un cambio radical del cristianismo. Antes de cumplir los 30 años, entre 1883 y 1886, ya había abandonado todas sus creencias teológicas. Sin embargo, se incrustó insinceramente en la Iglesia para reclutar compañeros en su empresa de reformarla, cuando en realidad opina que la Iglesia es irreformable y que ha de ser exterminada como el más grande enemigo del progreso.

Cuando en 1902 publica L'Evangile et l'Eglise hace cerca de 20 años que no tiene fe; aun a los más íntimos oculta su incredulidad fundamental y mantendrá esta postura hasta abandonar su sacerdocio y salir de la Iglesia (1908). Resulta duro leer las frases que anotaba Loisy en su diario: "Desde hace tiempo no puedo rezar a Dios como uno rogaría a una persona de quien se espera un favor. Mi oración consiste en recogerme en mi conciencia para decidir lo que yo creo bueno y lícito... me parece evidente que la noción de Dios no ha sido jamás otra cosa que una suerte de proyección ideal, un desdoblamiento de la personalidad humana, y que la teología no ha sido ni podrá ser jamás otra cosa que una mitología más y más depurada" (Choses passées).

Después de la publicación del Motu propio Sacrorum antistitum (1910) podría decirse que la crisis había sido resuelta, pero el problema que la suscitó -tensiones entre la fe y el llamado "pensamiento moderno"- continúa vivo y susceptible, por tanto, de replantearse.

domingo, 22 de abril de 2012

FELIZ 7º ANIVERSARIO DE PONTIFICADO


Mis deseos de felicidad a Su Santidad, el Papa Benedicto XVI, con motivo de su séptimo aniversario como Papa, para que el Señor lo ilumine en todas sus decisiones y cumpla la misión que le ha sido encargada con fidelidad al depósito de la fe que ha recibido.

Una carta semejante a la que sigue le escribí el 24 de abril de 2005, hace siete años, al comienzo de su Pontificado, y he vuelto a escribirle ahora, de nuevo, la misma carta que entonces, aunque con algunos retoques (los problemas siguen siendo básicamente los mismos, aunque agravados):

Su Santidad: España va mal. Necesitamos ideas claras, ilusión, alegría... Necesitamos fe. Hay mucha confusión. Necesitamos buenos pastores, fieles a la Iglesia y enamorados de Jesucristo.

Pienso en el pasaje evangélico que habla de Jesús cuando “vio una gran muchedumbre y se llenó de compasión, porque estaban como ovejas sin pastor” (Mc 6, 34). Es cierto que Él mismo nos señalaba el remedio: "Pedid al dueño de la mies que envíe obreros a su mies" (Mt 9,38). Sí, eso es verdad, pero para pedir es preciso un mínimo de fe, y ésta es hoy muy débil: cada vez es menor la gente con fe, cada vez hay menos vocaciones al sacerdocio... ¡justo, precisamente, cuando más falta hace! Y nosotros, los que decimos llamarnos cristianos, ¡qué lejos estamos de serlo!

Necesitamos de su oración a Dios, para que recobremos nuestra fe y nuestra ilusión; para que no perdamos la esperanza, al ver tanta maldad y tanto cinismo; para que el Señor signifique "todo" para nosotros y no nos avergoncemos de ser llamados cristianos y de vivir como tales, con la alegría que proviene de saber que Jesús nos quiere personalmente a cada uno: "Yo soy el buen Pastor" (Jn 10, 11), dice el Señor. No dice "un" buen pastor, sino "el" buen pastor, porque no hay ningún otro pastor bueno más que Él, ni hay otro Nombre sobre la Tierra por el que podamos ser salvos. ¡Si nos creyéramos estas cosas!

Yo le ruego que pida por mí de un modo especial. Pídale tan solo una cosa: que caiga en la cuenta, algún día, de que el Señor me quiere (¡a mí!) de un modo exclusivo y único. No deseo nada más. ¡Que me crea (de verdad, de corazón) esta realidad del Amor que Dios me tiene! Esto que pido para mí lo pido también para todos los cristianos.

Si hasta este momento no lo he hecho de una manera consciente y decidida, a partir de ahora (¡desde este mismo momento!) voy a tener presente a S.S.todos los días, en mi oración, a fin de que el Señor lo ilumine y le dé fuerzas para cumplir fielmente con su misión, sin importarle lo que "el mundo" diga o deje de decir, recordando las palabras del Señor: “¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros” (Lc 6, 26).

Necesitamos (me voy a atrever a decirlo, aunque se me quemen los labios), necesitamos ver en S.S. al mismo Jesús, necesitamos oír salir de su boca las palabras que Jesús diría en las circunstancias actuales, aunque ello arrecie las persecuciones del “mundo” contra los cristianos. Me da miedo hablar así, pero es precisamente por mi falta de fe. Sí, S.S., porque necesitamos conocer y amar a Jesús, a este Jesús que parece que se ha escondido. Él es el Único que puede dar "solución"  (¡la única, la verdadera solución, no hay otra!) a todos los problemas que padece hoy el mundo.

Sé que estas cosas que digo a S.S. soy yo el primero que debo vivirlas. Pero también es verdad que soy sencillamente (¡nada más y nada menos!) una pobre oveja de este rebaño "maravilloso" que es la Iglesia, y que ha sido encomendado a S.S., como "pastor supremo" de todos los que componemos este redil. Y yo estoy necesitado, como lo estamos todos los cristianos, de "pasto fresco y puro", para poder así ayudar también, de un modo eficaz, a aquellos que se nos acerquen en busca de consejo o de ayuda.

Dios le ha elegido como Papa. Es una "carga" difícil, sobre todo en estos tiempos postcristianos y anticatólicos. Sepa que cuenta con mi oración, con mi pequeña contribución. Muy poca cosa, es cierto. Aunque son muchos los cristianos que hacen lo mismo. S.S. cuenta con la oración de muchos cristianos. Y me consta que quien ora posee la fuerza del mismo Dios, porque así Él lo ha establecido.

Que el Espíritu Santo lo ilumine en todo momento, y S.S. se deje iluminar dócilmente por Él; y actúe en conformidad con Su Voluntad. Que Él le conceda la fortaleza necesaria para llevar a buen término la misión que le ha sido encomendada, y la seguridad en su Palabra: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mt 24, 35)

Y no tenga miedo, porque los cristianos "no hemos recibido un espíritu de servidumbre para recaer en el temor, sino el Espíritu de hijos adoptivos, con el que clamamos: Abba, Padre" (Rom 8,15); aunque no soy yo, precisamente, quien debería decirle esto, porque me considero completamente indigno.

         Reciba un abrazo de éste su hijo en el Señor.

Un cristiano que desea ser siempre fiel a la Iglesia

viernes, 20 de enero de 2012

CARTA BREVE A MARIANO RAJOY

Esta carta es, en realidad, un comentario que he hecho en facebook a D. Mariano Rajoy. Y que reproduzco a continuación, con algún matiz en la forma de expresión, que no en el contenido:

Espero que lea usted este comentario. No entiendo cómo es posible que hayan llegado a las altas esferas del PP personas que apoyan claramente el aborto, como es el caso de la Secretaria de Estado de Investigación y Ciencia, Carmen Vela, o  que están encantadas con el matrimonio homosexual, como ocurre con CristinaCifuentes, la nueva Delegada del Gobierno en Madrid, o bien que consideran  que la ostentación de figuras blasfemas contra Jesucristo en el Teatro Español de Madrid es sencillamente un respeto a la libertad de expresión, como declara el responsable del Gobierno de Arte, Fernando Villalonga, etc...

Yo siempre he votado al PP. En una carta, que posiblemente no recordará, si es que acaso ha llegado a leer, le comentaba que iba a darle un voto de confianza, con el único objeto de contribuir a que el PSOE saliera del poder (lo que se podría llamar el voto útil, aunque no convencido).

Pero visto lo visto, y si esto no cambia, observo que desde un punto de vista moral no hay gran diferencia entre el PSOE y el PP, por desgracia.

Es una pena, porque vamos marcha atrás. Una sociedad  moralmente enferma, acaba destruyéndose a sí misma. Ni siquiera el aspecto económico va a mejorar si las personas que nos gobiernan no son personas íntegras, moralmente hablando. El hecho de colocar a determinadas personas afines al PSOE en el gobierno del PP es arrojar piedras sobre el propio tejado. Es una incongruencia... Y eso es lo que está ocurriendo. Bueno, y esto apenas si acaba de empezar (aún no lleva usted en el Gobierno ni siquiera un mes). A este ritmo, puestos a continuar la política devastadora del PSOE en materia social ¿qué será lo siguiente? ¿Legalizar la eutanasia? A mí ya no me extrañaría.

Está cometiendo un tremendo error; y no le quepa la menor duda de que le pasará factura, no sólo a su partido, lo que no es muy relevante sino a la nación española en su conjunto. 

Recuerde que tiene que responder ante Dios de su cometido como Presidente de la Nación; todos tenemos que hacerlo, cada uno en función de la tarea que tiene asignada en esta vida... Pero, en su caso concreto, la responsabilidad es mucho mayor. De usted dependen muchísimas cosas muy importantes. Yo le rogaría que fuese valiente. No consienta que haya personas en su partido que aboguen por lo mismo que aboga el PSOE. ¿Qué diferencia hay entonces entre ambos partidos?

Yo tengo muy claro que en las próximas votaciones mi "voto" será la ABSTENCIÓN. No encuentro alternativa católica a su partido. Y tengo el convencimiento de que esta postura la tomarán todos los españoles que intenten vivir como católicos coherentes.Y no sólo los católicos.

Porque estas cuestiones relativas al aborto, al "matrimonio" entre homosexuales y a la persecución contra los católicos (por más que se hable de un estado laico), son auténticas aberraciones del derecho natural. Ninguna persona que actúe con un mínimo de sentido común puede admitirlas. 

Hoy se están admitiendo, lo que significa que estamos entrando en una etapa de gran decadencia humana: pérdida del sentido común, pérdida de los valores morales, pérdida del conocimiento y del valor de las personas como personas, etc... Y ya se sabe que se recoge según lo que se siembra.

Deseo con toda mi alma que sea usted valiente y que actúe  con rapidez y contundencia, "también" en estos temas; y no solo en el aspecto económico. Ojalá que así sea, por el bien de España y de cada uno de los españoles. Un afectuoso saludo.


Como se puede observar estamos en una situación realmente preocupante. El PP es una mezcla de ideologías, pero se decanta, de hecho, por lo mismo que el PSOE. Recién llegados al poder se excusan diciendo que es demasiado pronto que se les pida la derogación (¡ya mismo!) de las leyes del aborto y del "matrimonio" entre homosexuales... Que todo irá llegando... En cambio, se han dado mucha prisa en colocar a partidarios de la muerte y del "matrimonio homosexual" en puestos importantes del Gobierno.

Si nos atenemos a los hechos que son los que realmente cuentan, la conclusión a la que se llega es lamentable, porque son los hechos los que indican aquello que verdaderamente se piensa, las verdaderas intenciones. Es para echarse a temblar en lo que concierne al futuro moral de este país que llamamos España... Es una pena muy grande y una desgracia para todos los españoles.

Porque, yo me pregunto: Si el señor Rajoy permite todos estos nombramientos de personas de muy dudosa reputación moral, ¿no será porque, en el fondo (y también en la superficie) él piensa de la misma manera? No encuentro otra explicación. Por lo tanto, como aquel que dice: ¡Que Dios nos pille confesados!

jueves, 8 de diciembre de 2011

EL SOCIALISMO O LA NUEVA “RELIGIÓN” (III)

Evidentemente, hace falta un consenso; pues de lo contrario la convivencia sería imposible. Para lo cual es necesario relativizar el bien y relativizar la verdad: No hay ningún bien absoluto ni hay ninguna verdad absoluta.Cada uno se fabrica su propio bien y su propia verdad; esto a título individual. Y, a título colectivo, la "verdad" o el "bien" lo decide la mayoría. Debe haber consenso: de ahí que se den unas normas, más o menos arbitrarias (algunas incluso razonables) para hacer posible la coexistencia. Y esas normas son la nueva ley, una ley cambiante según quien esté en el poder.

Podría continuar con la lista de "logros" sociales, entendidos por el socialismo como tales logros, aunque sólo diré algunas palabras acerca de otro "logro" dentro de la llamada política de "igualdad", una política absurda porque no se puede igualar lo que, de por sí, es diferente. Un simple ejemplo, obvio por otra parte, puede servir de aclaración con relación a la famosa "igualdad",  tan proclamada  hoy en día, entre el hombre y la mujer.

Ciertamente, que el hombre y la mujer son iguales, en cuanto que son personas humanas (un auténtico logro, real en este caso, debido a la influencia del cristianismo); y poseen, por lo tanto, la misma dignidad. Pero son diferentes en cuanto a su función, una función que les viene dada por naturaleza (es de tipo genético). La maternidad, sin ir más lejos, es una función de la mujer, exclusiva de ella, una función que la engrandece como persona y que la hace, en cierto sentido, superior al hombre. La mujer no es, en absoluto, el sexo débil. Más bien es lo contrario. ¿Debería sentirse el hombre indiscriminado por no ser mujer? Si lo hiciera, habría que recomendarle un buen psiquiatra.

Darse cuenta de que una mujer es una mujer y de que un hombre es un hombre es algo tan elemental que no se puede acabar de entender cómo tal realidad puede ponerse en duda. Esto es así y no constituye ningún tipo de discriminación, ni hacia el hombre ni hacia la mujer. Sencillamente, son lo que son, porque así han nacido: personas humanas ambos, pero con funciones diferentes. La ideología de género, que está hoy tan en boga, es algo demencial.

El que siendo hombre siente atracción sexual por otros hombres y no por las mujeres, sigue siendo un hombre. Y lo mismo ocurre con las mujeres que sienten atracción sexual hacia otras mujeres y no hacia los hombres: siguen siendo mujeres. Esa atracción es una anomalía, no es normal, no es conforme a su naturaleza, desde un punto de vista objetivo; por supuesto. Aunque lo primero de todo es reconocerla como tal anomalía. Es un grave error el de quien, para defender y promover al homosexual, defiende la homosexualidad como un valor. En este revuelo quienes más salen perdiendo, en realidad, son los propios homosexuales, sobre todo aquellos que, aun con tendencia homosexual, logran dominar, en parte, esa tendencia. Si se declara la homosexualidad como otra forma natural de la sexualidad, sólo se consigue desalentar, como inútil, el esfuerzo de aquellos homosexuales normales que luchan contra esa tendencia desordenada (a la cual reconocen como lo que es).

En la declaración "Persona humana" de la Iglesia (sobre algunas cuestiones de ética sexual) en su número 8 habla de que "las relaciones homosexuales están condenadas en la Sagrada Escritura como graves depravaciones e incluso presentadas como la triste consecuencia de una repulsa de Dios. Este juicio de la escritura no permite concluir que todos los que padecen esta anomalía son del todo responsables, personalmente, de sus manifestaciones; pero atestigua que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y que no pueden recibir aprobación en ningún caso". ¡Ojo, no debemos olvidar que también son gravemente inmorales la fornicación y el adulterio, y estas anomalías (que también lo son) no se refieren a los homosexuales!

El Catecismo enseña que "las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y de la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana" (CIC 2359).

Además, no sólo las personas homosexuales tienen su lucha, sino que esta llamada a la castidad y a la perfección, con su correspondiente lucha, es para todas las personas. También las personas solteras heterosexuales están llamadas a vivir la castidad en la abstinencia; y deben luchar, y a veces muy intensamente, cuando sienten la atracción heterosexual.  Y lo mismo ocurre con las personas casadas cuando se sienten atraídas sexualmente por alguien que no es su cónyuge.

San Pablo no distingue, en ese sentido, entre aquellos que no proceden conforme al querer de Dios, no hace distinciones especiales entre ellos. Todos son culpables: "ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros,..., ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos,.., heredarán el Reino de Dios" (1 Cor 6, 9-10).

La lucha, y la cruz, es para todos, independientemente de cual sea nuestra orientación sexual. Todos tenemos que poner de nuestra parte. Eso no es suficiente, pero sí necesario. Lo decisivo es la gracia de Dios, y sabemos que esa gracia nos nos va a faltar si la pedimos con humildad y confianza en la Palabra de Dios que nos viene revelada en la Biblia y, de un modo más completo, en el Nuevo Testamento:   "Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, con la tentación, os dará también el modo de poder soportarla con éxito" (1 Cor 10, 13) .  

Bien, pero ¿qué ocurre, entonces, si somos débiles y caemos en la tentación? Todo está pensado por Aquel que nos conoce y que nos ama y que desea que nos salvemos y que estemos a su lado, el Señor Jesús, quien instituyó el sacramento de la Penitencia, al que podemos acercarnos confiadamente, para recibir el perdón, con la condición de que estemos de verdad arrepentidos y de que luchemos sinceramente contra aquellas tentaciones que pretenden alejarnos de Dios.

Cada persona tiene su cruz, la que Dios le ha dado, aquí y ahora. Si vivimos unidos a Jesucristo y a lo que Él nos enseña a través de la Iglesia Católica, podemos estar absolutamente seguros de que nuestra vida, con todos sus avatares, habrá tenido sentido. Todo habrá merecido la pena. Al fin y al cabo, no lo olvidemos, esta vida es tan solo el comienzo de esa otra vida, junto al Señor, que nunca tendrá fin. "No tenemos aquí morada permanente, sino que vamos en busca de la venidera" (Heb 13,14)

Seamos fieles a la doctrina que enseña la Iglesia. Recordemos aquellas palabras que el Señor dirige a todos: "El que a vosotros oye, a Mí me oye; el que a vosotros desprecia, a Mí me desprecia; y quien a Mí me desprecia, desprecia al que me ha enviado" (Lc 10, 16). Si rechazamos a la Iglesia, estamos rechazando a Jesucristo. Esto debemos de tenerlo  muy en cuenta y no echarlo en el olvido. Pensemos en las palabras que Jesús le dirigió a San Pedro, el primer Papa: "Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que ates sobre la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desates sobre la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16, 19). De ahí la "necesidad" de vivir conforme a las normas que la Iglesia católica nos enseña para no errar en nuestro camino hacia Dios.


Para acabar con el tema de las personas homosexuales, sería conveniente primero que recordáramos estas palabras que el Señor pronunció cuando los judíos intentaban apedrear a una mujer adúltera: "El que de vosotros esté sin pecado, que tire la piedra el primero" (Jn 8,7).  No justificó Jesús el adulterio. De hecho, cuando se fueron todos, sin que ninguno se atreviera a condenarla, y quedaron solos, dijo Jesús a la mujer: "¿Nadie te ha condenado? ... pues tampoco yo te condeno; vete y a partir de ahora no peques más" (Jn 8,11). Jesucristo condena el adulterio pero perdona a la mujer adúltera arrepentida. Ese es el camino a seguir por todos aquellos que somos cristianos, por la gracia de Dios: el reconocimiento de la verdad (por dura que sea), como paso inicial; y luego la comprensión y el perdón.

En el caso concreto de los homosexuales, imagino que habrá muchas asociaciones para ayudar a personas con ese problema. Yo he buscado en Internet y he encontrado una página web que pienso que puede ser útil a personas con esa orientación sexual, con vistas a vivir su castidad y a ser santos, pues la llamada a la santidad es para todos los hombres, "porque ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación" (1 Tes 4, 3) 

Me he extendido demasiado en este punto que, en principio, no había pensado tocar. En todo caso, pienso que viene a cuento con el tema que nos ocupa, aunque de ello seguiremos hablando en otro post.

jueves, 24 de noviembre de 2011

EL SOCIALISMO O LA NUEVA "RELIGIÓN" (II)

¿Qué entiende el señor Zapatero por libertad?
La expresión, por él pronunciada: "La libertad os hará verdaderos" parece indicar que, según él, sólo hay una verdad; y que esta verdad es la libertad. El que es libre ése es el que se hace verdadero.

 ¿Libre? ¿Libre en qué sentido? ¿Libre para qué? ¿A qué se está refiriendo, en realidad, el señor Zapatero, si es que se refiere a algo, cuando hace uso de esa palabra tan hermosa como es la libertad? No nos lo dice de un modo expreso, pero podemos adivinar rápidamente lo que nos quiere transmitir; y, además, sin temor a equivocarnos. No tenemos más que analizar, aunque sea muy por encima, lo que ha ocurrido aquí en España, desde que él ha estado como Presidente del Gobierno. Y encontraremos la respuesta.

Puesto que sería una labor ingente el análisis riguroso, contrastado con la realidad, del enorme número de disparates, contrarios al sentido común, que han tenido lugar en estas dos legislaturas del señor Zapatero, me voy a limitar sólo a aquellos que considero más significativos, por su enorme trascendencia: las mal llamadas políticas sociales, consideradas por los socialistas como un gran progreso, como lo más importante que ha ocurrido durante su mandato.

Y por desgracia,  es verdad que ha sido lo más importante, pero no para bien, sino para hundir moralmente a la Nación española. Estos señores socialistas, con repetido cinismo, con un cinismo increíble, repiten una y otra vez, machacona e hipócritamente, que gracias a estos siete años y medio de mandato socialista, se han conseguido auténticos logros sociales, verdaderos avances en política social.

En honor a la verdad hay que reconocer su gran habilidad en este sentido. Lo primero de todo ha sido el creerse sus propias mentiras (convenciéndose a sí mismos de que son verdad). Una vez que han logrado engañarse a sí mismos (¡supuestamente!) viven en ese ambiente de mentira con toda naturalidad, hablan con tal "sinceridad" que engañan fácilmente a muchas personas; y se quedan más anchos que largos.

Porque, en efecto, todavía hay mucha gente que piensa que socialismo es sinónimo de progreso y de avance. Los hechos lo desmienten, pero ¿qué importan los hechos? En esto, como en tantísimas otras cosas, los socialistas son "fieles discípulos" de sus maestros, Lenin y Stalin, quienes aseguraban que si los hechos estaban en contra de sus teorías, peor para los hechos. Pero veamos algunos de lo que ellos consideran grandes logros sociales:

1. Se ha legalizado el aborto considerado ahora como un "derecho" de la mujer. Razonamiento: la mujer es dueña de su cuerpo y puede hacer con él lo que quiera. Ya está bien de tanta opresión y discriminación contra la mujer.

Este "razonamiento" no resiste un análisis científico acerca de aquello en lo que consiste realmente el aborto: el óvulo fecundado por el espermatozoide (o zigoto) es ya un ser humano, una persona, con toda la dotación genética que tiene cualquier ser humano adulto. 

Científicamente, no existe la menor duda de que esto es así. Se trata de un hecho verificable y fácilmente contrastable experimentalmente: un nuevo ser humano, en su primera fase de desarrollo, como embrión, ha comenzado a existir. Se trata de una vida humana diferente a la de la madre. NO es un apéndice del cuerpo de la madre. Es SU hijo que, si nadie lo impide, se irá desarrollando paulatinamente en su vientre, hasta que que su madre dé a luz.

¡Por supuesto que es dependiente de su madre! Eso ocurre también con los niños recién nacidos, con los niños pequeños en general, con personas con determinado tipo de enfermedad, con algunos ancianos que no se pueden valer por sí mismos, etc. ¡Pero ser dependiente no significa dejar de ser persona!  Nadie tiene derecho a disponer de la vida de otro ser humano y eliminarlo porque su existencia le es "molesta": en el caso del embrión humano, que anida en el vientre de su madre, su único "delito" (¿?) es el haber sido concebido, operación en la que él no ha tenido nada que ver, puesto que antes de eso no existía. Es imposible concebir una inocencia mayor que ésta. 


A mí me asombra que muchos de los que están en contra de la pena de muerte estén, en cambio, a favor del aborto. La vida es un don que se ha recibido de Dios y sólo Él, que la da, puede poner fin a esa vida, cuando y como quiera. Y, sin embargo, el hombre (el gobernante, que lo permite o incluso lo proclama como un derecho) se toma esa prerrogativa y, además, para más inri, lo hace sólo en el caso de los más débiles e indefensos, de aquellos que son completamente inocentes; respetando, por otra parte, en clarísima incoherencia, la vida de aquéllos que, éstos sí culpablemente, han asesinado a otras personas. Inaudito, pero cierto.

¿Cómo se puede proclamar el "derecho" al aborto, el "derecho" a matar impunemente a un ser humano inocente; y quedarse tan panchos? Es más, ¿cómo se puede llamar a ese "derecho" una "liberación" de la mujer? ¿Liberación? Tal vez, pensándolo "bien", (o mal) sí que lo es, pero en un sentido nefasto: la mujer "se libera" de su hijo, se "deshace" de él; por cierto, con el consejo de aquellos que debieran ayudarla a no abortar, enseñándole lo que tal acción significa, a saber, un auténtico crimen contra un ser indefenso que, además, es su propio hijo. Esto no se le dice. No se le habla de las consecuencias psicológicas graves que se van a derivar para ella, en el caso de que aborte. No se le advierte que va a ser una "desgraciada" si consiente en abortar; que tal acción no le va a reportar ningún bien. No se le comenta que va a vivir, en adelante, con la conciencia de culpabilidad por haber consentido en asesinar a su propio hijo ... Los que así la “aconsejan” son todavía más culpables que ella. Y tendrán que responder ante Dios (y también ante la justicia humana, si ésta existiera) por haber colaborado en la muerte de un ser humano inocente.

¿Cuáles son las razones ocultas de estos “consejos”? ¿Por qué proceden así? A mí sólo se me ocurre una cosa: y es que si se le dijera la verdad (pura y dura) a la mujer que, por las razones que fuere, ha decidido abortar, entonces –con bastante probabilidad- cambiaría de opinión y dejaría de abortar… ¡con lo que el negocio del aborto se iría a pique! ¡Y eso no les interesa! (intereses bastardos) ¿Qué deben hacer entonces? 

Pues lo que están haciendo: engañarla. Se le dice que, en realidad, lo que tiene en su vientre no es más que un conjunto de células que hay que extirpar, como cuando se extirpa un tumor; que, como no se ve al niño, ni siquiera en la ecografía, es que aún no existe... y así un montón de mentiras más.

Se trata, en definitiva,  de imponer la "libertad" del hombre sobre los hechos, no importa que éstos estén verificados de modo inequívoco: "Señora, usted no está matando a nadie; sólo está interrumpiendo un embarazo no deseado. Si sigue adelante, el niño que nazca será un desgraciado, porque es un niño no querido. Es mejor interrumpir el proceso y que éste no prosiga. Y quédese tranquila, que no pasa nada". 

Con "buenas" palabras se engaña a la mujer para que aborte, aprovechándose de su situación psicológica anormal. Según el señor Zapatero, y con él los socialistas convencidos, si la mujer ejerce "libremente" su "derecho" a matar a su hijo, se está haciendo verdadera. Su acción, "realizada con libertad", convierte la acción en buena (¡Qué disparate, Dios mío!).

Eso sí: debe querer abortar. Si así lo quiere, está en su derecho. Y este querer de la mujer justifica que aborte. Y debe quedarse tranquila, que lo que ha hecho está muy bien hecho, porque hay una causa que lo justifica: su libertad. Nadie le ha coaccionado a abortar. Por lo tanto, su decisión “libre” convierte en bueno el aborto. (A todo esto, y a más, es capaz de llegar el hombre cuando se aparta de Dios).

El razonamiento anterior, que parece perfecto, adolece de un error fundamental; y es que mi libertad no es causa de la verdad. Si lleváramos este razonamiento a cualquier campo de la existencia humana, ésta sería inviable. El disparate y el caos serían mayúsculos. 

Se pueden poner infinidad de ejemplos: supongamos que yo, libremente, decido robar, o pegar a alguien que me cae antipático, o insultar a cualquiera que se cruce en mi camino; incluso matar a los que me fastidian o se meten conmigo. Y, "en justicia", según el “razonamiento” anterior, habría actuado bien, porque mi acción ha sido realizada libremente. (¡Ojo!: MI libertad. ¿Y la libertad de los OTROS?) 

Por otra parte, no deja de ser bastante incoherente e ilógico, el modo de actuar de nuestro gobierno socialista, aquí en España. Si la libertad me hace verdadero, como pretende Zapatero, entonces, como se ha visto, siempre que haga uso de mi libre albedrío, sin coacciones, será verdad y será bueno lo que haga.

Pues bien: si eso es así, no entiendo a cuento de qué vienen toda esa cantidad ingente de prohibiciones, absurdas, por otra parte, la mayoría de ellas: no se puede fumar, no se puede circular a más de 110 km/h, no se pueden comer golosinas, etc... ¿Y por qué no? Si yo actúo libremente puedo hacer lo que quiera, según esta filosofía del señor Zapatero; es más: es que si no lo hiciera así, sería un mentiroso, no me haría "verdadero" (¡Qué majaderías, Dios mío!).

Y es que parece que hay un matiz que no hemos tenido en cuenta, un matiz que explicaría todas esas "aparentes" incoherencias: "esa libertad, que hace verdaderos", es solamente para unos cuantos; entre ellos, por supuesto, los políticos. Ellos, los políticos socialistas, son los que tienen que decidir, con SU libertad, lo que es bueno, bello y verdadero para el resto de los mortales.

lunes, 14 de noviembre de 2011

EL CRISTIANO ANTE LAS ELECCIONES GENERALES DEL 20-N


Lo primero de todo, y lo lógico, en un cristiano y, sobre todo, en un católico, es conocer bien los consejos que nos dan nuestros pastores acerca de cómo debemos proceder. Esto viene recogido en la Nota ante las elecciones generales de 2011 de la Conferencia Episcopal Española.

Son diez puntos. Haré referencia en este artículo tan solo a los puntos 5 y 7 que, en mi opinión, son los más concretos; y los que hacen referencia a situaciones especialmente graves, que conciernen a temas tan debatidos como los del aborto, el “matrimonio” homosexual y la “Educación” para la ciudadanía.

Al actuar así, la Iglesia no se está entrometiendo en cuestiones políticas. Es todo lo contrario: El Estado se ha arrogado a sí mismo un poder que no le corresponde, inmiscuyéndose en temas morales, que no son de su competencia. Y es un grave deber, por parte de la Jerarquía Eclesiástica el de orientar a sus fieles, de modo que si votan no lo hagan a favor de aquellos partidos que se oponen claramente a la ley de Dios.

Resumiendo, nos dicen nuestros obispos lo que escribo a continuación en letra cursiva (lo que va entre paréntesis y con letra azul es mío):

Son peligrosos y nocivos para el bien común:

a) Determinadas opciones legislativas que no tutelan adecuadamente el derecho fundamental a la vida de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, o que incluso llegan a tratar como un derecho lo que, en realidad, constituye un atentado contra el derecho a la vida. (Oposición rotunda, pues, al aborto y a la eutanasia)
b) Ordenamientos legales que no reconocen al matrimonio en su ser propio y específico, en cuanto unión firme de un varón y una mujer, ordenada al bien de los esposos y de los hijos, (oposición total al mal llamado “matrimonio” homosexual),…, en un matrimonio estable, que no quede a disposición de la voluntad de las partes ni, menos aún de una sola de las partes (oposición al divorcio y, en particular, al divorcio “express”)
c) Las imposiciones ideológicas del Estado que lesionen el derecho de los padres a elegir la educación filosófica, moral y religiosa que deseen para sus hijos. (oposición clarísima a la llamada “educación” para la ciudadanía)

Estos consejos serán mejor o peor recibidos por la gente, pero eso es lo que los obispos, en comunión con el Papa, nos dicen acerca de la postura que “debe” tomar un católico, si actúa con recta conciencia, a la hora de votar en las elecciones generales del 20-N.

En un artículo de Infocatólica (no recuerdo ahora exactamente cuál) se hacía un poco de historia rápida y se decía lo que viene a continuación:

En treinta años la situación de la familia en España ha cambiado de modo vertiginoso. En 1981 se legaliza el divorcio y en 1985 se despenalizó el aborto en tres supuestos. Lo que ha venido después, particularmente en los últimos años, se ha calificado de auténtico “tsunami” contra la familia y la vida. 
Desde 2004 se han intentado promover diecinueve leyes o directivas que introducen la ideología de género, la agilización del divorcio, la supresión de los conceptos de paternidad y maternidad, el vaciamiento del concepto de matrimonio y la destrucción de la vida naciente o terminal
Al mismo tiempo este proyecto de ingeniería social ha promovido la anticoncepción, la esterilización masculina y femenina, y la  equiparación de la unión de personas del mismo sexo al matrimonio. Todo este bagaje ha entrado de lleno en el campo de la educación con un conjunto de leyes y directivas que violentan el derecho de los padres a la educación de sus hijos.
El resultado de todo este cambio legislativo, unido a una cultura relativista y laicista, está resultando devastador para la sociedad española: ha descendido la tasa de nupcialidad, aumentan los divorcios y por tanto crece el número de familias rotas; la natalidad en España ha decrecido peligrosamente (1.38 % por pareja) y aumentan los abortos quirúrgicos, la dispensación de la PDD, etc. 
Todos estos datos se exacerban cuando los relacionamos con el número de parados (4.978.300 personas), el incremento de las drogas, el alcoholismo, la frecuencia de la prostitución, la pornografía, etc.

A la vista de lo cual, si hay algo que queda claro es que un católico no puede votar al Partido Socialista ni a Izquierda Unida o a partidos afines a éstos, por razones evidentes. Es más: un católico socialista es una contradicción. No se puede ser católico y socialista al mismo tiempo. Y si alguien afirma tal cosa o bien es un ignorante (que no sabe lo que significa ser católico, ni lo que es el socialismo; y me consta que hay muchas personas así); o bien, que es lo más grave, es un cínico, que pretende “nadar y guardar la ropa”.

El socialista convencido no es ya que sea ateo, sino que es antirreligioso (o mejor, anticatólico) y, además, descaradamente. ¿Cómo puede un socialista coherente pedir el voto católico o, lo que es peor, afirmar tranquilamente que es católico, como el que más, o acusar a la Iglesia de que se mete en política y de que lo mejor que podía hacer es quedarse calladita?

Pues sí que puede. Por una razón muy sencilla: porque la mentira es el ambiente propio en el que se desenvuelve el socialismo (desgraciadamente); se maneja en ella como pez en el agua. No se rigen por la razón, sino por sentimientos de odio y de resentimiento contra todo lo que se les opone. Utilizan la razón sólo si les conviene, cuando les conviene y mientras les convenga, en una extraña mezcla de buenas palabras y de intenciones torcidas para engañar al mayor número posible de gente.

¿Y qué diremos del PP, el Partido Popular? De momento sólo podemos decir que es el principal partido de la Oposición. No está en el poder; por lo tanto no se le pueden pedir responsabilidades sobre actos que no son suyos. Durante los ocho años que estuvo en el Poder (de 1996 a 2004) España prosperó bastante en lo económico. ¿Que ha habido gente en el PP (y la sigue habiendo) que deja mucho que desear? Eso es un hecho. Pero son casos contados. Sería deseable que pudiéramos votar a personas concretas, en lugar de listas cerradas; pero todo se andará (eso espero).

¿Qué dice el PP en su programa, en particular en aquellos temas que, como cristianos, nos interesan de un modo especial? Ciertamente, no se define claramente en todos ellos (sí en algunos); pero deja la puerta abierta a una solución. Mi opinión personal (ojalá que esté en lo cierto) es que, como buenos políticos, actúan con cierta mano izquierda, al objeto de conseguir un mayor número de votos por parte de todos los españoles; y conseguir la mayoría absoluta, de modo que luego puedan hacer y deshacer, sin necesidad de contar con el apoyo de partidos minoritarios, que hagan casi imposible que pueda cumplir luego sus promesas electorales (en el caso de que llegue al Gobierno).

Entre esas promesas he leído algunas que me han parecido bien:

Con relación a la Educación para la Ciudadanía se cambian los contenidos por otros relativos al aprendizaje de los valores constitucionales y el conocimiento de las instituciones españolas y europeas… evitando los contenidos adoctrinadores.
Con relación al tema del aborto  se cambiará  el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida
Con relación al tema del matrimonio homosexual, aunque no aparece explícitamente en su programa (que yo sepa), sin embargo sí habla de la importancia de las familias como un sustento esencial de la sociedad, a las que apoyará, en especial a las que tienen hijos menores y a las familias numerosas. Por otra parte, en el debate del 7 de Noviembre entre Mariano Rajoy y Alfredo P. Rubalcaba, si mal no recuerdo, salió a relucir que Mariano ha interpuesto ya un recurso contra la denominación de “matrimonio” en el caso de personas del mismo sexo, un tema sobre el que ya había hablando antes con Zapatero, indicándole que deberían llamarse “uniones de hecho” o algo así.

En fin, hay un programa del PP que no está en contradicción con la nota de la Conferencia Episcopal. Otra cosa es que luego lo cumpla. Y que sea más concreto en algunos puntos. Pero para eso es necesario que gobiernen. El votante observará entonces lo que hacen en realidad. 

Por otra parte, no podemos tampoco juzgar todo el "futuro" del PP por aquellas acciones u omisiones de las que adoleció en el pasado.  

Yo espero que, si gana las elecciones, y las gana con mayoría absoluta, y es un partido honrado, actúe en consecuencia. Y que no engañe a quienes les han votado. 

Espero que cumpla pronto y bien el compromiso adquirido en su programa.

Espero que el próximo curso escolar la EpC  sea ya historia; y que el diseño de esa nueva “educación cívica” que sustituirá a la EpC no se convierta en un nuevo intento adoctrinador, aunque sea de otro signo. Las imposiciones ideológicas no son buenas nunca.

Espero que suprima de las leyes el mal llamado “derecho” al aborto, lo más pronto posible (puesto que tal “derecho” no existe, es una falacia).

Espero también que suprima la palabra “matrimonio” en lo que concierne a la unión entre homosexuales (no hay tal “matrimonio”, no puede haberlo por más que se empeñen: un hombre no es una mujer, y viceversa; y entre dos personas del mismo sexo no puede haber prole ni familia, por lo tanto).

Mi intención personal  es la de votar al PP, darle un voto de confianza y ver luego cómo actúa, en relación a sus promesas electorales. De un modo muy expreso, Vidal-Quadras pide a Rajoy que derogue el aborto, el matrimonio homosexual y EpC en sus primeros cien días de gobierno.

Este voto al PP no está reñido con la nota de los obispos respecto a las elecciones: En el programa del PP se indica claramente que “se cambiará  el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida”. ¿En qué sentido? No lo especifica con claridad. Pero pienso que se les puede dar un voto de confianza y ver qué ocurre. Es cierto que el famoso tercer supuesto, que hablaba del aborto permitido en caso de  “grave peligro para la vida o la salud física o psíquica de la embarazada” en cualquier momento de la gestación, era “de hecho y, por desgracia”,  un coladero para el aborto; aunque no tendría por qué ser así. Aquí entra en juego la conciencia de los médicos y el buen asesoramiento a la mujer para que no aborte. De ahí la enorme importancia de la moral en éste como en tantos otros aspectos de la vida social.

Podría ocurrir que ese tercer supuesto desapareciera. Lo ideal sería volver a la ley anterior a 1985, lo que parece bastante difícil, pero no imposible: como poder ser, puede ser. Otra cosa es que llegue a ser.  No podemos saberlo. Se trata de “futuribles”, lo que significa que también puede ocurrir que todo siga igual, e incluso es lo más probable, viendo cómo está el mundo (esto no lo pongo en duda). Pero no es seguro: siempre cabe la posibilidad del cambio (aunque éste sea menos previsible). Esta es la razón, pienso yo, por la que hay católicos que han decidido no votar, o bien votar en blanco.

Yo mismo pensaba hacerlo. Y así lo escribí en este blog en la “segunda carta a Mariano Rajoy”. Pero también en dicha carta especificaba que mi actuación a la hora de votar dependería mucho de lo que leyera en su programa, y estaría en función, también, de lo que fuera viendo durante estos días previos a la votación. He optado finalmente por votar PP. Por supuesto que es posible que me equivoque; es posible que mi decisión no sea la mejor, aunque eso sólo Dios lo sabe. Yo me atrevería a decir, con San Pablo: “En cuanto a mí ni siquiera yo mismo me juzgo. Quien me juzga es el Señor” (1 Cor 4, 3.4).

En cualquier caso, hay algo que es completamente cierto. En la situación actual en la que vivimos ahora no nos estamos enfrentando a “futuribles”, sino a hechos comprobados y muy concretos, elevados a la categoría de ley; es el caso de aberraciones tales como el “derecho” al aborto o el “derecho” al “matrimonio” entre personas del mismo sexo.

Y es preciso, con necesidad de urgencia, poner todos los medios a nuestro alcance para salir de esta situación lo más pronto posible. Votar al PP “puede” ser un primer paso en ese proceso, aunque no sea “la solución”. Lo deseable (es mi opinión personal) sería que el PP consiguiera una mayoría absoluta; de ese modo no dependería de ningún otro partido para llevar a cabo sus propuestas electorales.

Comprobaríamos, entonces, sobre hechos concretos, hasta qué punto son sinceras las palabras que el Sr. Rajoy nos está diciendo ahora. Y en qué medida piensa llevarlas a cabo. Pero si no le damos ninguna oportunidad de llevar a cabo sus proyectos y nos basamos sólo en conjeturas… creo que nos estamos jugando demasiado y que no deberíamos desentendernos. Acudamos, como siempre, a las palabras que decía el Señor: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 16). Porque así es: un árbol se conoce por sus frutos. Cierto. Pero dejemos que se haga un árbol. Dejemos que se planten primero las semillas. Y después, sólo después, estaremos en condiciones de emitir algún juicio; y -esta vez sí- en base a hechos comprobados y no a meros “futuribles” o suposiciones.

Por otra parte pienso que la crisis actual que padecemos en España (en particular) y en toda Europa (en general) no es sino la consecuencia de una crisis muchísimo más profunda, que es causa y raíz de todas las demás crisis: el rechazo de Dios. Nos estamos avergonzando de nuestras raíces cristianas, negándolas cínicamente y actuando contra la verdad de los hechos históricos y contra toda evidencia. Y eso es grave: “A quien me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mt 10,33)

En el Nuevo Testamento podemos leer lo siguiente (y esto es Palabra de Dios): “No os engañéis: de Dios nadie se burla. Lo que el hombre sembrare, eso cosechará” (Gal 6,7).
Estas palabras no deberían caer en saco roto, sino que deberíamos meditarlas, muy seriamente, en nuestro corazón. Nos va en ello la vida; no sólo esta vida terrena (que también: separados de Dios somos “ya” unos infelices; tanto más infelices cuanto menos conscientes somos de nuestra desgracia) sino también, y sobre todo, nos va en ello la vida eterna.

De nosotros depende, porque aunque “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4) también ha querido que trabajemos por nuestra salvación: “Con temor y temblor, trabajad por vuestra salvación” (Fil 2, 12). Él ya ha puesto todo de su parte. Y ya sabemos qué es lo que Él quiere y lo que Él espera: nuestro corazón.

Ahora es nuestro turno. Ahora nos toca a nosotros el mover pieza. No lo pospongamos. “Hoy es el día de nuestra salvación” (2 Cor 6,2). Y tengamos confianza siempre, porque el Señor nunca nos desampara, si somos humildes, y amamos la verdad: “un corazón quebrantado y humillado, Señor, Tú no lo desprecias” (Sal 51, 19).

lunes, 7 de noviembre de 2011

EL SOCIALISMO O LA NUEVA “RELIGIÓN” (I)

Recuerdo aquí aquellas palabras que pronunció José Luis Rodríguez Zapatero: “La libertad os hará verdaderos”, parafraseando y adulterando las palabras de Jesucristo: “La verdad os hará libres” (Jn 8,32). Se me ocurre algún comentario acerca de estas palabras del señor Zapatero:

En principio, si se las considera superficialmente, aparecen como una solemne tontería, sin sentido,  y cuyo único objetivo es el de dárselas de gracioso. Pero, por otra parte, si bien se piensa, no cabe duda de que se trata de un enfrentamiento, sin ningún tipo de remordimiento de conciencia por parte del señor Zapatero, al parangonarlas con las palabras de Jesucristo, intentando colocarse a su misma altura. 

Nadie que creyera que Jesucristo es el Hijo de Dios haría esa comparación; y menos aún, siendo presidente del Gobierno de España, y manifestándose públicamente sin ningún tipo de recato. Contradiciendo a Jesucristo, está contradiciendo a Dios (en quien obviamente no cree), haciéndole mentiroso. No es verdad lo que decía Jesús. La verdad es la que él expresa en su frase, una frase que está en perfecta concordancia  con el pensamiento socialista que él representa en España en este momento.

Como sabemos, “a Dios nadie lo ha visto jamás; Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, Él mismo es quien lo ha dado a conocer” (Jn 1, 18). Ese Dios Unigénito, que "se hizo hombre y habitó entre nosotros” (Jn 1,14) es Jesucristo, quien dijo de Sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6). Verdadero Dios: “Felipe, el que me ve a Mí ve al Padre” (Jn 14,9). “El Padre y yo somos uno” (Jn 10,30)…y verdadero hombre, con una misión: “Yo soy Rey. Yo para esto he nacido y para eso vine al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz” (Jn 18,37).

¿Cuál es la gran verdad que nos revela Jesucristo? Nos revela a Dios en Sí mismo. No tenemos más que observar qué hizo Jesús a lo largo de toda su vida. Él mismo nos lo dice: “Yo no hago nada por mí mismo, sino que hablo lo que me enseñó mi Padre. Y el que me ha enviado está conmigo; no me deja solo, porque Yo hago siempre lo que le agrada” (Jn 8, 28-29)

Viendo a Jesucristo, conocemos cómo es Dios. “En Cristo estaba Dios reconciliando consigo al mundo, no tomándole en cuenta de sus pecados” (2 Cor 5, 19). El mensaje que nos trae Jesús es el del Amor personal y único que Dios Padre tiene por cada uno de nosotros, que se expresó viniendo Él mismo, en la Persona de su Hijo, para salvarnos y que pudiéramos estar con Él algún día. En palabras de San Pablo, hablando de Jesucristo dice: "me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2,20). 

Y dice San Juan en otro lugar: “Ved qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, y que lo seamos” (1 Jn 3,1). Esta es la gran verdad acerca de la vida que Jesucristo nos ha enseñado (nos ha revelado) para que lleguemos a ser auténticamente libres: “Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discípulos míos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8,32). Palabras éstas que son Palabra de Dios, quien no puede cometer ningún error.

Sigue diciendo San Juan que, como siempre, es muy claro cuando habla: “¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Éste es el Anticristo, que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo también posee al Padre” (1 Jn 2, 22-23). Y más adelante: “Todo espíritu que confiesa que Jesucristo vino en carne, es de Dios; pero el espíritu que no confiese a Jesús, no es de Dios” (1 Jn 4, 2-3). “Quien tiene al Hijo tiene la vida; quien no tiene al Hijo, no tiene la vida de Dios” (1 Jn 5,12). Las citas se podrían multiplicar, pues están por todo el Evangelio y el Nuevo Testamento.

Pues bien, frente a estas palabras de Jesucristo acerca de la libertad que proviene de vivir en la verdad (o mejor, de vivir en Él, que es la Verdad) tenemos las palabras del señor Zapatero contradiciéndolas, de un modo irónico y descarado  “La libertad os hará verdaderos”.

En principio, no merecerían ningún tipo de comentario, por la sandez que suponen. Pero dado que han sido pronunciadas por el presidente de España, representante máximo del socialismo, a modo de simulacro, voy a tomármelas en serio y a realizar un pequeño análisis acerca de ellas. Intentaré averiguar, teniendo en cuenta los hechos acontecidos durante esta etapa de gobierno socialista, si obedecen realmente a algo más que a simples palabras. Mi intención es llegar así a algún tipo de conclusión acerca del pensamiento socialista, “encarnado” en este momento histórico en la persona del señor Zapatero y en su equipo de Gobierno.

Como método de trabajo, usaré como referencia “inequívoca” las conocidas palabras: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7,16),   pronunciadas por Jesús, palabras que, como todos sabemos, son de sentido común, aunque por desgracia, éste brille por su ausencia en la época en la que nos ha tocado vivir.