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lunes, 4 de enero de 2016

La Nueva Evangelización (y 7): Sólo tenemos una única Iglesia


Es necesario, para un cristiano, tener las ideas muy claras. La Iglesia católica sólo posee un Magisterio y éste supone la fidelidad a la Sagrada Escritura y a la Tradición, que son las dos únicas fuentes de la Revelación. Los Pastores son los encargados de transmitir fielmente lo que han recibido, sin añadir ni quitar nada; la Palabra de Dios siempre es actual y nunca se queda obsoleta: sirve para todos los hombres de todos los tiempos y culturas. 

No existe cambio o evolución en los Dogmas. Se puede -y se debe- profundizar en el conocimiento de Dios, manifestado en Jesucristo: esa es la misión de la Teología, que es la ciencia de Dios ... pero, en todos los casos, debe de partirse, como verdad cierta, del Dato Revelado: éste nunca puede ser alterado ni modificado ni puesto en duda. Lo escrito en los Evangelios no es leyenda sino verdades históricas, con infinidad de testigos que han dado fe de ello ... y una infinidad aún mayor de mártires que han dado la vida como testimonio de la veracidad de los Evangelios: "Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos también a vosotros" (1 Jn 1, 3).


Si nos ceñimos al Apocalipsis allí puede leerse: "Si alguien añade algo a esto, Dios enviará sobre él las plagas descritas en este libro; y si alguien sustrae alguna palabra a la profecía de este libro, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa que se describen en este libro" (Ap 22, 18-19). Pero lo mismo cabe decir del resto de la Sagrada Escritura, como hemos visto que dice el apóstol san Juan.


Si alguno modifica un ápice del contenido de la Sagrada Biblia, y en particular del Nuevo Testamento, lo que transmitiese ya no sería la recta doctrina, sino invención humana. La fidelidad a lo que se ha recibido es fundamental.


Como sabemos las palabras de la Sagrada Escritura fueron inspiradas por el Espíritu Santo: su autor verdadero es Dios mismo. Esto es sumamente importante. La trascendencia de esta realidad queda perfectamente reflejada en la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas: "Aunque nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! Como hemos dicho, y ahora vuelvo a decirlo: si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema!" (Gal 1, 8-9). 


Es decir ... si alguien -no importa quien sea- nos explicara algo diferente a lo que está escrito y nos ha sido revelado en las Sagradas Escrituras y en la Tradición de la Iglesia (que son las dos únicas fuentes de la Revelación) los cristianos no sólo no deben de seguirlo, sino que, caso de hacerlo, se estarían buscando su propia condenación, ya que "es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29).


Es preciso recobrar la cordura, si es que la hemos perdido; y dejar de ser ingenuos, de una vez por todas, aprendiendo a discernir entre lo que es verdad y lo que es mentira. No es ésta una cuestión baladí ... pues es nada menos que nuestra salvación eterna la que está en juego. Y al decir esto estoy pensando no sólo en los sacerdotes, en los obispos y cardenales o incluso el mismo Papa, sino también en los simples fieles.  Nadie, por ejemplo, para tranquilizar su conciencia, puede admitir como excusa de su conducta o de sus creencias, el siguiente pensamiento: "Es que los pastores son los pastores ... y si ellos lo han dicho sus razones tendrán". El que así razone está olvidando algo que es de vital importancia y contra lo que Jesús nos previno durante su estancia en esta tierra ... Y es la existencia de los malos pastores ... Existen los malos pastores, aquellos a quienes no les importan las ovejas. Y esto es así no porque yo lo diga, pues mi palabra sería, sin más, una mera opinión. No. Esto ya lo dijo Jesucristo con toda claridad. Nos convendría darnos por enterados, pues éstas fueron sus Palabras: "Mirad que nadie os engañe. Muchos vendrán en mi Nombre, diciendo: 'Yo soy' y seducirán a muchos" (Mc 13, 5). "Surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes signos y prodigios para engañar, si fuera posible, incluso a los mismos elegidos. Mirad que os lo he avisado" (Mt 24, 24-25)


Sólo Jesús es el buen Pastor, Él "conoce a las suyas y las suyas le conocen a Él" (Jn 10, 14), "va delante de ellas" (Jn 10, 4) y "da la vida por sus ovejas" (Jn 10, 11), como efectivamente ocurrió. Esta misión de pastorear a las ovejas se la encomienda Jesús a Pedro cuando le dice, por tres veces, después de resucitar: "Apacienta mis ovejas" (Jn 21, 17) confirmándole así en la labor que ya antes le había prometido, cuando le dijo: "Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto ates en la tierra será atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16, 19) 


Jesús conoce perfectamente que Pedro es incapaz de llevar a cabo esta tarea por sus propias fuerzas. Por eso le va adviertiendo, poco a poco: "Simón, Simón, mira que Satanás os busca para cribaros como el trigo, pero Yo he rogado por tí para que no desfallezca tu fe. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22, 31-32). Y por eso les envió su Espíritu, a él y a los demás discípulos que estaban reunidos con él en el Cenáculo, por miedo a los judíos. Esto ocurrió diez días después de su ascensión, en cuerpo y alma, a los cielos (Hech 1, 9).


Así quedaron patentes las palabras de Jesús cuando les dijo a sus discípulos: "Sin Mí nada podéis hacer" (Jn 15, 5) y aquellas otras: "Sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20b). De no ser así, el cristianismo ni siquiera hubiera tenido un comienzo. Y si lo tuvo y se sigue manteniendo es debido al hecho de que el Fundador de la Iglesia, Jesucristo, el hijo del Hombre, es realmente Dios, Aquel por quien todo fue creado (Jn 1, 3).


El discurso de Pedro (Hech 2, 14-47), por ejemplo, posterior a la venida del Espíritu Santo, produjo el arrepentimiento y la conversión de unas tres mil personas en un solo día, las cuales fueron bautizadas (Hech 2, 41), ... , "y el Señor aumentaba cada día el número de los que abrazaban el mismo género de vida para salvarse" (Hech 2, 47). Este fenómeno así como muchos otros hechos y la propia vida de la Iglesia, que se sigue manteniendo a pesar de que tiene casi todos los poderes del mundo en contra de ella, es una señal de que, ciertamente es el Espíritu de Cristo el que guía a su Iglesia. Fue el mismo Cristo quien dijo: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis Palabras no pasarán" (Mt 24, 35). La realidad histórica muestra la veracidad de estas palabras. La Iglesia, en medio de grandes persecuciones, se sigue manteniendo ... ¡todo ello no hubiera sido posible si quien las pronunció no fuese el mismo Dios, como así lo creemos los cristianos, por la gracia que Él nos ha concedido, sin mérito alguno por nuestra parte!


De manera, pues, que es obligatorio para un cristiano el hacer un uso correcto de la razón en la búsqueda de la verdad ... lo que nos lleva a no poder admitir todo aquello que sea contradictorio en sí mismo. Los principios de la ciencia o primeros principios, verdades evidentes por sí mismas, que no necesitan demostración ... y que posee cualquier persona con sentido común, por el mero hecho de ser persona, no pueden ser negados jamás. No podemos hacer violencia a la razón, esa facultad tan maravillosa que hemos recibido de Dios y llamar negro a lo que vemos que es blanco y viceversa (por ejemplo) ... ¡Y esto se está haciendo!  


Pongamos algún ejemplo concreto para entender mejor la razón de estas aseveraciones que caen por su propio peso. Analicemos esta frase del santo Padre, que fue pronunciada en su saludo a los refugiados en la parroquia romana del Sagrado Corazón de Jesús el 19 de enero de 2014: "Los que son cristianos, con la Biblia; y los que son musulmanes, con el Corán; (...) compartir, incluso, la propia fe, pues Dios es uno solo: el mismo". Bueno, es el santo Padre quien lo ha dicho; y como tal merece nuestro respeto; pero el amor a la verdad y el espíritu de discernimiento nos dicen enseguida que aquí falla algo. Abro el Nuevo Testamento y leo lo que se dice de Jesucristo: "En ningún otro hay salvación, pues ningún otro nombre hay bajo el cielo dado a los hombres por el que podamos salvarnos" (Hech 4, 12). 


Es absolutamente imposible compaginar esta última frase, sacada del Nuevo Testamento y que es, por lo tanto, palabra de Dios, con la opinión del papa Francisco (en este caso concreto): el "dios" de los musulmanes no es el mismo dios que el de los cristianos. No puede serlo puesto que, para ellos, Jesucristo no es Dios. Y nosotros sabemos que "todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre" (1 Jn 2, 23).


Se pueden poner infinidad de ejemplos. Pongamos sólo uno más: Desde la Ciudad del Vaticano se dice que "los católicos no deberían intentar convertir a los judíos" . Bueno, esto no deja de ser una opinión. Lo que sí es cierto es que tal opinión, aunque haya salido del Vaticano, no se compagina con la verdad del Evangelio, pues en éste, que es palabra de Dios, se lee: "Id y enseñad a las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que Yo os he mandado" (Mt 28, 19-20).  ¿Acaso los judíos no tienen necesidad de conversión?


En nuestras manos está la elección: ¿Nos quedamos con lo que se invente cualquiera, aunque sea sacerdote, obispo o el mismo Papa? ¿O nos quedamos con la Palabra de Dios, que nos ha sido transmitida fielmente por el Magisterio de la Iglesia, a partir de las Sagradas Escrituras y de la Tradición, que son las dos únicas fuentes de la Revelación? ¿Nos quedamos con lo que piensa el mundo o hacemos nuestro el pensamiento de Cristo?


Así, pues: por una parte, debe de quedar claro que estamos ante la legítima Iglesia, que es una sola. No hay en ella dos Magisterios diferentes: no puede haberlos, pues sería una contradicción. Ahora bien: debemos discernir entre los buenos y los malos pastores, entre aquellos que transmiten la palabra de Dios y los que la adulteran o la niegan. Para ello es preciso que conozcamos bien nuestra fe y que vivamos vigilantes y siempre con la esperanza completamente puesta en Dios. Si quienes están a cargo de la Iglesia transmiten fielmente la verdad que han recibido, pues ¡a obedecerlos toca ... y con gran alegría! Pero, si quienes tienen la obligación de transmitir dicho Mensaje con fidelidad no cumplen con su misión sino que nos transmiten sus propias ideas y éstas se contraponen al Magisterio fiel de la Iglesia, entonces es nuestro deber, como cristianos, desobecerlos. Y vuelvo a insistir: nos va en ello nuestra salvación eterna y no podemos tomárnoslo a la ligera ...


Y no nos debe de importar, en este sentido, el cargo de la persona que ha expuesto "sus" opiniones acerca de determinados temas. Al fin y al cabo, lo ha hecho a título personal; e incluso aun cuando se trate del mismo santo Padre, sus palabras no poseen el carisma de la infalibilidad, la cual sólo tiene lugar cuando el Papa habla "ex cathedra", lo cual no lo ha hecho hasta ahora. Y si lo hiciera en algún momento, aquello que dijese no podría nunca oponerse a la Tradición recibida y a la Sagrada Escritura, que son las únicas fuentes seguras de la Revelación. 


Mientras nos atengamos a ellas, estaremos en la Verdad y en la verdadera y única Iglesia, aquella que es "Una, Santa, Católica y Apostólica", no importando demasiado que haya en ella algunos pastores que hayan perdido la fe ... porque, en definitiva, "Dios dará a cada uno según sus obras" (Rom 2, 6) y tengamos siempre presente, en nuestra mente y en nuestro corazón, las palabras de Jesús: "Mira que vengo pronto y conmigo mi recompensa, para dar a cada uno según haya sido su conducta. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin" (Ap 22, 12-13).


Me gustaría terminar estas siete entradas sobre la Nueva Evangelización con la exhortación del apóstol san Pedro a los cristianos de su época: "Queridísimos (...) estad alerta, no sea que -arrastrados por el error de esos disolutos- decaigáis de vuestra firmeza. Creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén." (2 Pet 3, 17-18)


domingo, 3 de enero de 2016

La Nueva Evangelización ( 6): ¿Nueva Iglesia o Iglesia "nueva" [4]?



Cito a continuación algunos datos de los que ya he hablado anteriormente y que son, por lo tanto, conocidos; pese a lo cual es bueno traerlos a la memoria para refrescarla. Esto nos puede servir, de paso, para hacer una breve comparativa entre la Iglesia pre-conciliar y la Iglesia post-conciliar (única que conocen la mayoría de los cristianos). Y así, se ha podido constatar lo siguiente:

- Antes los seminarios estaban a rebosar de vocaciones; hoy se encuentran desiertos, prácticamente. Lo mismo, o peor, ocurre en el caso de las Órdenes religiosas contemplativas, tanto si se trata de monjes como de monjas. 


- Antes había verdaderas colas para poder confesarse. Hoy apenas si acude gente a los confesionarios. La razón de esto es que se ha perdido el sentido del pecado y ha quedado reducido a algo que "ya no se lleva" ... algo que pertenece al pasado ... y, además, a un pasado inculto: mentira radical, pero creída por gran número de personas.


- Antes se tenía fe. Hoy, debido a las influencias modernistas que se han infiltrado en la Iglesia, esta fe en lo sobrenatural se ha perdido prácticamente ... salvando algunos núcleos pequeños que la siguen manteniendo viva, gracias a Dios.


- Nunca jamás se puso en duda que Jesucristo existiera: hay abundantísimos documentos que lo avalan. Y, sin embargo, hoy nos encontramos con el hecho de que se cuestiona, incluso, la historicidad de los Evangelios ... en contra de todo lo razonable ... y la figura de Jesucristo, suponiendo que existiera, queda reducida a la de un mero hombre: esto es lo que proclaman, sin ningún rubor los enemigos de la Iglesia; pero lo peor es que hay muchos cristianos que no saben dar razón de su fe: grande ignorancia de la propia fe es lo que se da entre los cristianos ... algo que debería de ser muy tenido en cuenta en la pastoral católica ... lo que no suele ocurrir en infinidad de casos ... no en todos, afortunadamente.


- Antes, como digo, la gente conocía mucho mejor las verdades esenciales de su fe: la existencia del pecado original, la Creación directa por Dios de un hombre y de una mujer, como nuestros primeros padres (que ha sido sustituida por las llamadas teorías de la Evolución que se imponen a la fuerza, como si fueran ciencia, siendo así que no son sino meras hipótesis), la Encarnación del Hijo de Dios y la Redención del pecado, la Divinidad de Jesucristo y su Presencia Real en la Eucaristía; el Misterio de la Santísima Trinidad; la Resurrección de Jesús y su Ascensión en cuerpo y alma a los cielos, la realidad de María como Virgen y Madre y su Asunción en cuerpo y alma a los cielos; la Salvación que tiene lugar únicamente en el seno de la Iglesia, etc... Muy pocos son los cristianos que conocen su fe: ¿Y cómo puede querer a Jesucristo aquél que no lo conoce? ¿Y cómo lo conocerán si no se les predica? ¿Y quién les predicará si apenas hay vocaciones? 


-Antes había fallos, por supuesto ... pero, aun cuando la conducta de muchos sacerdotes o jerarcas de la Iglesia dejara bastante que desear, uno sabía a qué atenerse. Y se predicaba doctrina, esto es, la Palabra de Dios no adulterada. Hoy no ocurre siempre así, por desgracia. Y cada vez menos, pues los nuevos sacerdotes que se van incorporando (y que son, por otra parte, bastante escasos), en términos generales, no reciben una formación ortodoxa en los Seminarios, pues éstos se han impregnado también de las ideas modernistas.


- Casi nadie cree ya en los milagros, a los que se considera productos de la imaginación o leyendas propias de la piedad de gente antigua. El mismo papa Francisco no considera que hubiese multiplicación de los panes y los peces sino que "sencillamente", siempre había panes y éstos no se consumían.

A todo esto hay que añadir, por si alguno no lo sabe, que la nueva misa, la de Pablo VI, el novus ordo, que es la única que conocen la mayoría de los fieles cristianos católicos, la que se celebra en lengua vernácula, tiene unos orígenes de clara influencia protestante: en su confección hubo diez miembros, de los cuales siete eran protestantes; y de los tres católicos que había, parece ser, como se supo más tarde, aunque no está completamente demostrado, que el Secretario de dicha comisión, el padre Annibal Bugnini, era masón. El propio Bugnini aseguró que dicha misa (la nueva misa) era distinta de la misa tradicional. 

De todos modos, como dice el padre Alfonso Gálvez, en la introducción de su libro El invierno eclesial:

Sea como fuere, debe quedar claro que todo católico debe de profesar obediencia y respeto hacia la legítima Jerarquía de la Iglesia, sin que nadie pueda creerse capacitado para establecer otra por su propia cuenta. Si los Pastores han sido legítimamente elegidos, aun en el caso de que sean acusados de corrupción o de no ejercer los deberes derivados del ministerior que les ha sido encomendado, han de ser considerados como los auténticos Pastores llamados a regir la Única y Verdadera Iglesia, fuera de la cual no hay salvación. Pues es cierto que puede suceder, con respecto a una Jerarquía legítima en un momento histórico determinado, que las enseñanzas doctrinales impartidas por ella a los fieles contradigan claramente al Magisterio tradicional de la Iglesia. No obstante lo cual, los fieles deben atenerse, en cuanto al juicio que les merece y el acatamiento que han de prestarle, a lo que se desprende de las orientaciones de ese mismo Magisterio.

Y continúa diciendo más adelante:

Queda claro, después de lo dicho, que si el Magisterio no se propone a sí mismo como infalible, ni compromete la Autoridad de la Iglesia, ni tampoco pretende ejercerla, los fieles quedan en libertad para atenerse a las enseñanzas doctrinales esta vez expuestas con autoridad y proclamadas por el Magisterio de siempre. Por lo demás, jamás permitirá el Espíritu Santo la coexistencia en la Iglesia de dos doctrinas contrarias que pretendan poseer, a la vez, el sello de autenticidad que otorga la Autoridad del Espíritu. De donde no se va a tratar de una elección entre dos Magisterios, puesto que solamente puede haber uno, y los fieles acatarán al único que se propone a sí mismo como verdadero y compromete su Autoridad. Al mismo tiempo, por supuesto, que continuarán respetando a la Jerarquía legítima, aun en el caso de la corrupción de alguno o algunos de sus miembros. En este sentido, ningún católico deberá sentirse confundido jamás, en cuanto que Dios no va a permitir que existan en la Iglesia dos Magisterios legítimos y, al mismo tiempo, distintos, con la pretensión de enseñar doctrinas contradictorias o diferentes, cada uno por su cuenta y exigiendo ambos entero asentimiento (...) No pueden los fieles, bajo ningún pretexto ni acogiéndose a cualesquiera enseñanza, poner en duda doctrinas como, por ejemplo, la Presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía, la Suprema Autoridad del Papa como Cabeza visible de toda la Iglesia o la veracidad de las Escrituras y la realidad histórica de la Persona de Jesucristo (que son algunas de las verdades de Fe que niega expresamente el Modernismo hoy vigente dentro de la misma Iglesia).

Acaba el padre Alfonso la introducción a su libro con estas palabras:

No leería este libro con mentalidad cristiana quien recorriera sus páginas con el espíritu atormentado por el desaliento. Porque el discípulo de Jesucristo, como hemos recordado tantas veces, vive de la Esperanza, se conforta en la Alegría y cree firmemente en las promesas de su Señor. Al cristiano le corresponde vivir en la seguridad de la victoria, como único final posible de una existencia transcurrida en la fidelidad. Por más que, como decía san Agustín, así como no puede haber corona sin victoria, tampoco son posibles los laureles del triunfo si no ha existido la previa lucha o no han sido superadas las pruebas: Y el mundo es pasajero, y también sus concupiscencias; pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre (1 Jn 2, 17)

En la actualidad observamos una auténtica claudicación de la Iglesia frente al mundo, una especie de complejo de inferioridad ... complejo absurdo, por otra parte, pues no hay ninguna institución humana que haya aportado a la Humanidad lo que ha aportado la Iglesia. Los mejores logros de los seres humanos, en todas las ramas del saber y del obrar, han sido debidos a fieles cristianos comprometidos con su fe. 

No todos los miembros de la Iglesia han sido fieles a las consignas de su Maestro y en ese sentido se puede hablar de errores en la Iglesia ... errores que, por cierto, han sido esporádicos y ocasionales y son, además, la excepción que confirma la regla ... sin olvidar -y esto es muy importante- que, propiamente hablando, no son errores de la Iglesia, en cuanto Institución fundada por Jesucristo, sino -insisto, errores de algunos de sus miembros que no se han comportando en conformidad con lo que la misma Iglesia les exigía. Insisto en esta idea, pues considero que es esencial tenerla en cuenta y no perderla de vista.

Acabo esta serie de entradas sobre la Nueva Evangelización mediante un enlace a un audio de una homilía del padre Alfonso en donde se habla, precisamente, de esta nueva Iglesia modernista. Su duración es de 14:53 minutos.

El truco del referendum revocatorio de Podemos (Yael Farache)

Un vídeo muy ilustrativo acerca de las verdaderas intenciones de Podemos

Duración 11:24 minutos

Pablo Iglesias: todo tú eres una gran mentira (Eulogio López)


  • El comunista Pablemos intenta convertir a España en una tiranía mientras Rajoy baila con música de Raphael.
  • El referéndum revocatorio -propuesta estrella de Podemos- no es sino una peligrosa estafa.
  • La puso en marcha Hugo Chávez para identificar y perseguir a sus enemigos políticos.
  • Una forma de Estado policial con posteriores venganzas sobre el adversario.
  • Es lógico, cantando la Internacional no se llega al Gobierno. Pero es el mismo comunismo de siempre.
El comunismo es, ante todo, una gran mentira. Pablo Iglesias (en la imagen) es comunista aunque no se identifique como tal. Pablemos, como los comunistas de siempre, repite que cantando la Internacional no se llega al Gobierno. Pero esa es una mera cuestión formal, claro. Y así,Podemos se disfraza de solidaridad hasta que toma las riendas de la economía, pretende ser el arquetipo de demócrata hasta que alcance el poder y se cargue la democracia, pregona la libertad e expresión hasta que pueda imponer la mordaza, dice respetar todas las creencias hasta que se siente con fueras para el ataque frontal. Entonces empezará a quemar templos (en el caso de Podemos, todavía no ha asaltado Iglesias. Sólo las profana Rita Maestre, concejal de Podemos en el Ayuntamiento de Madrid).
Y mientras todo esto ocurre, el amigo Rajoy, hombre sereno donde los haya, mata el interregno bailando canciones de Raphael, la nueva revelación de la canción española. Mariano, no lo dudes, ésta puede ser tu gran noche.
Ejemplo de comunismo podemita, lo tenemos en la página web Acapulco70, disidentes de los bolivarianos Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Merece la pena ver el vídeo entero. Yo he aprendido mucho. La cosa empieza con una de esas promesas rompedoras, revolucionarias, a las que tan aficionados son los comunistas -es decir, Podemos- para estafar al electorado: el referéndum revocatorio. Es decir, si usted lo quiere, a mitad de legislatura, el Gobierno se someterá a un referéndum y si la gente no le ratifica, el gobierno dimite.
¡Qué democrático!, afirman todos los ingenuos. Sólo que no resulta tan democrático cuando te enteras de que se trata de una idea de Hugo Chávez, que jamás se sometió a tamaño juicio popular -el pueblo es muy voluble- y que, además, utilizaba esa petición para obtener información de todos sus adversarios políticos… a quien posteriormente se dedicó a perseguir en la medida de sus enormes posibilidades tras la ocupación del Palacio de Miraflores. De verdad, no se pierdan el vídeo ni los testimonios adjuntos de los damnificados.
Pero el engaño más pérfido, aunque menos siniestro, es el primero: que, con iniciativas de este jaez, hoy hay muchos españoles convencidos de que Iglesias, ese aprendiz de tirano, es el más demócrata de todos los demócratas que en el mundo han sido y que muchos que no votarían jamás a un estalinista, votan a este estalinista llamado Iglesias.
El mismo día de las elecciones generales hablé de que los españoles deberían prepararse para luchar contra el comunismo… una vez más. Ahí tienen otra prueba. Sólo que el lobo llega ahora disfrazado de cordero: los soviéticos eran más bestias pero también más sinceros, acerca de sus pretensiones.
Pablo: eres una mentira con patas.
Y en el entretanto, el señor Rajoy baila con Raphael. Al son de su música, quiero decir. Y con poquísimo estilo. 
Eulogio López

viernes, 1 de enero de 2016

La Nueva Evangelización (5): ¿Nueva Iglesia o Iglesia "nueva" [3]?



Son ya varias las generaciones de cristianos en las que, paulatinamente -al principio- y descaradamente -en la actualidad- están siendo manipuladas; y de modo tal que se les hace pensar que no lo están siendo. La capacidad de pensar ha disminuido, de modo alarmante, en los colegios -sobre todo en España-; al menos eso afirman las últimas estadísticas que se han realizado en este sentido. 

Hoy en día -y desde hace ya bastante tiempo- la gente "piensa" lo que los medios de comunicación de masas quieren que la gente piense. Está todo muy bien orquestado y organizado por aquellos que quieren acabar con la influencia del cristianismo en la sociedad, una influencia que -todo hay que decirlo- se ha manifestado altamente positiva en lo que concierne al verdadero desarrollo y progreso de la Humanidad.


Claro está: es necesario acudir a las fuentes y a aquellos historiadores que han sabido interpretarlas de modo objetivo sin dejarse llevar por ideologías de ningún signo: por ello mismo han sacado a relucir también los fallos humanos de ciertos cristianos que han abusado de su condición de tales, pero han dejado patente, al mismo tiempo, que se trataba de una minoría y que tal minoría no era representativa del sentir de la Iglesia, a la cual se oponían, en realidad, con su "modus vivendi". Nunca se debe de juzgar el todo por una parte. Ésta es una máxima filosófica que debe de tenerse en cuenta a la hora de dilucidar o de reflexionar acerca de una determinada época histórica ... hecho lo cual el balance que resulta para la civilización cristiana ha sido -y sigue siendo- de una importancia fundamental y decisiva para el progreso bien entendido, aquél que abarca a toda la persona humana.


Sin embargo, hoy en día se rechaza -en términos generales- tal influencia, hasta el extremo de que Europa entera ha renegado de sus raíces cristianas. El proceso de descristianización de la sociedad está ya muy avanzado y la apostasía generalizada es un hecho que va en aumento. 


En todo ello, no cabe la menor duda, ha tenido mucho que ver aquél cuya existencia se niega, pero que es quien está llevando las riendas de todo este proceso ...; digámoslo sin subterfugios, puesto que es así, por más que se niegue y se mire para otra parte: el diablo. Éste no es un personaje ficticio ni inventado, sino que es muy real. En palabras de Jesucristo, el diablo es, por una parte, el padre de la mentira y de todos los mentirosos, y por otra es también el "príncipe de este mundo" ... Ya sabemos a qué atenernos.


Porque así es: es el diablo, de todas todas (ése en quien no se cree y que, precisamente, por ello, realiza su labor con tanta eficacia) el que está gobernando hoy el mundo ... y tiene muchos y muy fieles servidores, contando entre ellos -por supuesto-, a socialistas, comunistas y masones ... aunque también -y esto es lo más grave- cuenta con muchos servidores dentro de la misma Iglesia, en cuyo seno se ha infiltrado, cual caballo de Troya ... y está llevando a cabo un proceso de demolición como jamás se había visto hasta ahora. Y esto es sólo el comienzo de lo que está por venir.


Como digo, ya nadie cree en la existencia del diablo, lo que es para éste un auténtico triunfo, dado que así lleva a cabo su papel perverso y su obra demoledora de la Iglesia de un modo casi imperceptible, pero tremendamente eficaz. 


Es preciso, por lo tanto, volver a predicar de nuevo a Jesucristo, puesto que ya nadie habla de Él y la gente no le conoce; tenemos una gran responsabilidad: la de hacer llegar a tantísima gente que aún no conoce al Señor, todas aquellas verdades que nosotros, los cristianos, por pura gracia, hemos recibido y que nos han sido transmitidas, con fidelidad, por las Sagradas Escrituras, por la Tradición y por el Magisterio de la Iglesia de siempre, a lo largo de dos mil años de Historia. 


Para que esta misión sea efectiva, lo primero que tenemos que hacer es "rogar al Señor de la mies para que envíe obreros a su mies" (Mt 9, 38). Y rogar de modo insistente y con confianza, pues el Señor no puede abandonar a los suyos. Y luego, procurar vivir conforme a las enseñanzas de Jesús, para hacer de su Vida nuestra vida, de modo que la gente, de alguna manera, vea a Jesús en nosotros. Esto es posible. Lo ha sido hasta ahora y puede y debe de seguir siéndolo, si somos valientes y ponemos en Dios toda nuestra confianza, sin temores absurdos que no conducen a nada.

De entrada, debemos de tener muy claro que es imposible que se dén dos Magisterios en el seno de una misma y única Iglesia. Dios no puede permitir que existan en la Iglesia dos magisterios legítimos y, al mismo tiempo, distintos, enseñando doctrinas contradictorias o diferentes (donde cada uno, por su cuenta, exige un asentimiento completo)

Así lo dijo Jesús: Todo reino dividido contra sí mismo queda desolado; y cae casa sobre casa.(Lc 11, 17). Cierto que es un hecho innegable que existen grandes divisiones internas en el seno de la Iglesia entre los mismos Jerarcas, unas divisiones que no tendrían por qué darse ... pero se dan. No es ésa, por supuesto, la voluntad de Jesucristo, quien rogó a su Padre, en la misma noche en la que iba a ser apresado por los judíos para darle muerte, diciéndole: "Que sean uno, Padre, como Tú y Yo somos uno" (Jn 17, 22). 

¡Es de resaltar -y esto es muy importante-  que Jesús, en esta oración sacerdotal en la que se dirige a su Padre, poco antes de morir, está refiriendose únicamente a sus discípulos, es decir, a los cristianos; es decir, a nosotros que, por pura gracia, lo somos, sin merecimiento alguno de nuestra parte! ... No se está refiriendo el Señor al conjunto de la humanidad, a aquellos a quienes aún no ha llegado su mensaje; y menos aún a los que lo han rechazado abiertamente: ruega al Padre sólo por sus ovejas ... y entre ellas se encuentran aquéllos que creerán en Él por las palabras de sus discípulos y que se harán también, a consecuencia de ello, discípulos suyos (Jn 17, 20). 

Como se ha comentado ya varias veces en este blog son los frutos los que dirimen si una pastoral ha sido o no ha sido una buena pastoral. Y no hay más que apoyarse en las palabras de nuestro Maestro, quien dijo: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 20) ... Es un hecho indiscutible que tales frutos, en concreto aquellos que se han producido a partir del Concilio Vaticano en el seno de la Iglesia, no han sido buenos.

Si recordamos, fue el propio cardenal Ratzinger, cuando era Prefecto para la Doctrina de la Fe, quien así lo reconoció y lo expresó, al afirmar que la Gaudium Spes era un anti-Syllabus,  afirmación de la que no se desdijo al llegar a la condición de Papa, de manera tal que la que el mismo Benedicto XVI llamó "hermenéutica de la continuidad" no es tal: la Tradición de siempre, previa al Concilio Vaticano II, ha experimentado un cambio radical a lo largo de estos cincuenta años posteriores a dicho Concilio. Son ya varias las generaciones de fieles cristianos que no han conocido otra cosa y, lógicamente, no pueden percibir ningún cambio ni realizar ninguna comparativa con el Magisterio anterior. 


Sin embargo, existe una gran diferencia entre ambos Magisterios. Esto lo saben, por supuesto, todos cuantos han conocido cómo era la Iglesia antes del Concilio Vaticano II y cómo es ahora. También hay jóvenes que conocen estas diferencias, pero son los menos, son la excepción. 


De manera, pues, que lo que comenzó con la pretensión de ser una nueva Evangelización, un mejor modo de acercarse al mundo actual para que el Evangelio sea mejor conocido y llegue a un mayor número de personas, todo esto que, ciertamente, estaba bien (al menos, en teoría) ... ha degenerado: Hoy en día una inmensa mayoría de cristianos católicos no conocen las verdades fundamentales de su fe.


Y todo esto sin considerar que hay determinados textos del Concilio Vaticano II que se pueden considerar realmente irreconciliables con la Doctrina multisecular de la Iglesia, de ser tomados al pie de la letra ... en todo caso están escritos en un lenguaje tan ambiguo que pueden dar lugar, como así ha ocurrido, a interpretaciones erróneas ... o tal vez no tan erróneas, lo que sería aún más grave. Me vienen a la mente el diálogo interreligioso y el mal llamado ecumenismo (no pretendo ser exhaustivo), temas que han dado lugar a situaciones un tanto atípicas, por no expresarlo de un modo más fuerte, como es el caso de los famosos encuentros de Asís, que comenzaron con el papa Juan Pablo II el 27 de octubre de 1986 y que equiparan, de alguna manera a todas las religiones, como si dieran lo mismo tener una religión u otra ... Al menos, eso es lo que parece. Y de no ser así, la confusión está servida.


Bien es verdad que, en estos encuentros, para evitar sincretismos, se usó la fórmula: “No rezar juntos, sino estar juntos para rezar” “No hay que esperar una oración común, no es posible. Pero estaremos juntos en el mismo lugar para rezar. Hay que respetar la plegaria de cada uno, permitir a todos expresarse en la plenitud de su fe, de sus creencias”. Lógicamente todo esto suena bien al oído. 


El problema radica en que no tiene mucho sentido que cada cual rece a "su dios", como si hubiera muchos dioses ... y el Dios de los cristianos sería "un dios" más, equiparable a los demás "dioses". Si los primeros cristianos hubiesen actuado así, si se hubieran prestado a colocar a Jesucristo en el Panteón de los dioses, como "un dios" más dentro del conjunto del resto de los dioses, la Religión católica no hubiese existido jamás: afortunadamente -Dios es Providente- actuaron en conformidad con la vocación que había recibido, siendo conscientes, como lo eran, de que la salvación sólo se encuentra en Jesucristo (Hech 4, 12) : Se jugaron la vida y murieron mártires antes que renegar de su fe ... no considerando en absoluto, ni por un momento, que daba la mismo adorar a un dios o a otro dios.


Los primeros cristianos, así como todos los verdaderos cristianos que les sucedieron, se dedicaron a evangelizar los distintos lugares del mundo, entre ellos, el continente americano. De este modo cumplían el mandato que Jesucristo les dio, una vez que resucitó de entre los muertos: "Id por todo el mundo y enseñad a todas las gentes ... enseñándoles a guardar TODO lo que Yo os he mandado" (Mt 28, 19.20).


Es increíble que la Iglesia actual haya pedido perdón por haber actuado así, cuando lo que ha hecho es sencillamente limitarse a cumplir el encargo que había recibido de Jesús, o sea, cumplir con la misión de evangelizar a todos los pueblos. Cierto que hubieron excesos, por parte de algunos que se llamaban a sí mismos católicos, pero que no actuaron como tales ... Lógicamente son esos excesos e injusticias de algunos los que, en realidad, deben de ser condenados, pero tal condena no puede (no debe) realizarse nunca, como sí se ha hecho, actuando en contra de la verdad histórica: Pinchar aquíaquí


Se podrían poner miles de ejemplos, con relación a los frutos obtenidos, como veníamos diciendo, aunque nos limitaremos a señalarar sólo unos pocos, a modo de recordatario (puesto que ya nos hemos referido antes a ellos); y si nuestra mente sigue estando abierta a la verdad, si todavía seguimos llamando a las cosas por su nombre, nos será fácil llegar a la conclusión de que, efectivamente, se ha producido un cambio -de hecho- en la enseñanza de la Iglesia (y no precisamente, un cambio a mejor), hasta el punto de que podemos afirmar que nos encontramos ante una "nueva Iglesia". Esto es sumamente grave y puede tener -y tendrá, casi con toda seguridad- consecuencias gravísimas e imprevisibles, en un futuro no demasiado lejano, si es que aún siguen aplicándose las leyes de la lógica ...
 

Y esto será así (yo, al menos así lo pienso) a menos que se produzca algún tipo de cambio inesperado (¡un milagro, vamos!) que produzca una vuelta a la Tradición y a la Iglesia de siempre. Claro está: Dios no suele actuar de esa manera; por lo que dicho cambio es altamente improbable, por no decir imposible. 


Desde luego, tal y como están las cosas, no cabe la menor duda de que Dios va a intervenir ... No ni el cómo ni el cuándo lo hará, pero es seguro que lo hará. En cierto modo sí sabemos cuándo ... será cuando menos se piense, cuando nadie piense que pueda producirse. Al menos esas fueron las palabras de Jesús. 

De que las puertas del Infierno no pueden prevalecer sobre la verdadera Iglesia tenemos una certeza absoluta, puesto que son palabras del mismo Jesús quien también dijo: "el cielo y la tierra pasarán pero Mis palabras no pasarán" (Mt 24, 35). Por eso, nuestra actitud, como cristianos, ha de ser aquélla a la que nos exhortaba el autor de la carta a los hebreos, cuando les escribía: "No perdáis vuestra confianza, que tiene una gran recompensa" (Heb 10, 35).

Pero dicho lo cual, es evidente que no podemos cerrar los ojos, como el avestruz ... o mirar para otra parte; y aunque veamos que se están dando en la Iglesia situaciones anormales, ignorarlas como si no estuviese ocurriendo nada. Eso no podemos hacerlo. Si procediésemos de esa manera estaríamos actuando en contra de la voluntad de nuestro Maestro y Señor, quien dijo de Sí mismo: "Yo soy la Verdad" (Jn 14, 6) "Todo el que es de la verdad escucha mi Voz" (Jn 18, 37) ... y no podríamos ni siquiera pretender ser buenos discípulos de Jesús. 



(Continuará)

jueves, 31 de diciembre de 2015

Jesucristo no es leyenda, es historia (Eulogio López)


Original, aquí

2015, el año del virus feminista, conocido como ideología de género (Eulogio López)

Original aquí

  • Que la mujer es santa y el hombre demonio no es nuevo en el lenguaje femenino: pero antes no se lo creían.
  • El imperio de la perspectiva de género ha producido una mujer amargada, por amargada, confundida; por confundida, desgraciada.
  • Todavía hay algo más tonto que una feminista: un feministo. Y están surgiendo como hongos.
  • La ideología de género se ha convertido en la venenosa atmósfera en la que nos movemos, con media humanidad enfrentada a la otra media.
  • Y el feminismo arremete contra la Iglesia, emparedada entre la ideología de género y el ISIS.
  • Al fondo, el mayor genocidio de la historia, llamado aborto.
Escribe a Hispanidad una vieja lectora. No la conozco pero, por sus escritos, me consta que es una mujer santa y sabia. Es decir, una cristiana bien formada, de lo que hoy llamaríamos intelectual.
Y ahí viene mi pasmo. Es una carta sobre San José y la Sagrada Familia. Les resumo el contenido: ¿saben cuál fue la mayor virtud del esposo de María? Pues el no haber abandonado a su esposa, como hacen tantos hombres hoy, y no haber provocado en ella, con su fuga, soledad, desamparo, ansiedad, depresión… como hacen tantos hombres de ahora mismo.
Resumiendo, el varón es verdugo y la mujer víctima, el varón es pecador y la mujer santa, el varón es un sinvergüenza frente a la mujer, prudente y responsable… ‘quod erat demonstrandum’.
Ahora bien, el juicio no es nuevo. Todas las mujeres han dicho eso desde que el mundo es mundo. Y suelen añadir que es el hombre el que malpiensa de la mujer, frente al inmaculado juicio femenino. Sí, lo han repetido… ¡pero no se lo creían, caramba! El común de las mujeres no son tan idiotas como para atender a una generalización tan mentirosa y tan estúpida. Especialmente hoy, cuando la mujer ha igualado al hombre en deslealtad y le ha superado en su infidelidad al compromiso procreador.
Ahora sí, la ideología de género ha impuesto el tópico falso como dogma cierto. y eso es lo que me preocupa. Hasta las mejores parecen inoculadas del virus feminista, hoy disfrazado como ideología de género, y que se ha convertido, no ya en el peor desafío para la conciencia católica sino también para el sentido común.
La virtud de San José no se redujo a no abandonar a María justo antes de que se le exigiera emigrar a Egipto -algo singularmente molesto- sino en amar a Nuestra Señora y a su Hijo hasta el heroísmo, en entregar su vida al servicio de ambos y en respetarla –por eso se le venera como el hombre más viril) hasta más allá del deber… tal y como se lo había pedido Dios.
Y por las mismas, la virtud de Santa María no consistía en ser mujer, sino en ser santa y perfecta, es decir, en amar como ninguna creatura, hombre o mujer, ha amado, ni amará, jamás, con la única excepción de su Hijo, Dios encarnado.
Pero la ideología de genero se empeña en una generalización interesada. Hasta ahora, el feminismo ha logrado una mujer desamorada, por desamorada, degenerada, por degenerada, desquiciada.
Pero hasta ahí nos movíamos en el terreno del alma y del corazón. Así, otra victoria de la perspectiva de género, tan amada por todo el cuerpo parlamentario, desde el PP hasta Podemos, ha consistido en inculcar el virus también en la cabeza y entonces nos encontramos con una mujer amargada, por amargada, confundida; por confundida, desgraciada.
Pero no se apuren, señoras, todavía algo más cretino que una feminista: un feministo, un varón que ha asumido al ideología de género. No, ya no es el varón que veía en la llamada emancipación femenina la posibilidad de ligar más. No, ahora hablamos del varón que se traga los planteamientos feministas de la eterna marginación y, además, los abandera. O sea, tonto de baba. Y tengan en cuenta que los feministos cada día abundan más.
Durante 2015, el virus se ha hecho ‘viral’, como su mismo nombre indica. Ha ido el año en que la ideología de género se ha convertido en políticamente correcta y en lo único ambientalmente aceptable. Se ha convertido en la venenosa atmósfera en la que nos movemos, con media humanidad enfrentada a la otra media y, al fondo, el mayor genocidio de la historia, llamado aborto.
Y es, también, el mayor reto al que se enfrenta el cristianismo hoy. Porque la ideología de género, el último invento del Nuevo Orden Mundial (NOM) -por cierto, siempre machista- es, ante todo, cristófobo. Sonroja ver a feministas y feministos arremeter contra la Iglesia y compadrear con el Islam, una doctrina verdaderamente sexista y opresora de la mujer. Con razón afirmaba esa esperanza de la Iglesia que es el cardenal negro. Robert Sarah (en la imagen), que “nos encontramos entre la ideología de género y el ISIS”, dos formas de cristofobia. Pero que las feministas aplaudan al islam y apostrofen del cristianismo ya es de cretinas.
En resumen, durante 2015, la ideología de género ha pasado de ser un radicalismo del viejo feminismo a algo políticamente correcto, a pesar de su carácter homicida (aborto y odio a la maternidad), violento (media humanidad contra la otra media) e idiota. Pero el virus de las amazonas siempre ha existido: lo que me preocupa es que se ha colado hasta en el templo de Dios. La prueba es que todos los curas progres han adoptado la ideología de género en mayor o menor medida. Y ya conocen la gradación de la estupidez: obrero de derechas, varón feminista y cura progre, medallas de bronce, plata y oro de la memez, respectivamente.
Con todo, lo que me preocupa del estallido y asentamiento global de la perspectiva de género durante 2015 es que hasta mujeres cristianas, santas y sabias, hayan resultado inoculadas por un virus tan letal. Empiezan por cuestiones menores como las bondades de San José y, cuando se quieren dar cuenta, están cuestionando al mismísimo Dios por encarnarse en forma de varón. O pasan de adorar a Cristo a adorar a la Pachamama, la madre tierra, diosa de una fertilidad a la que aborrecen. De hecho, el feminismo acompaña esa tendencia atávica de la humanidad a convertir a los dioses en ídolos y a los ídolos en esclavos… de los propios caprichos.
¿Lo más significativo –y lo peor- del año 2015 que hoy termina? Sin duda, la entronización de la ideología de género. ¡Anda, que como llegue el Islam!
Eulogio López

miércoles, 30 de diciembre de 2015

La progresía siempre se lía con la verdad… y siempre termina en homicidio (Eulogio López)

Original aquí

  • Progres de cerebro confuso y corazón vacío empeñados en condenar a la fe por irracional.
  • Cuando para los cristianos, la razón es dogma de fe.
  • Para la modernidad, la verdad no existe. Sin embargo, impone su verdad. Eso sí es fanatismo.
  • Sobre todo, a esos débiles mentales que creen en algo. Por ejemplo, en Dios.
Es inútil. Puede ser letrado o iletrado, inteligente o incapaz, pero la cabra siempre tira al monte y el progre siempre tira a la tontuna, a través de sus dos vehículos favoritos: cerebro confuso y corazón vacío.
El reconocido escritor Vicente Molina Foix (en la imagen) escribe en El País “El Mal moderado”. Les resumo el contenido del artículo. Primero: la religión es cosa de débiles mentales. Segundo: equidistancia. Esto es, existe el fanatismo islámico y el fanatismo católico, ambos en paridad de estima e igualmente vergonzantes. Punto número tres: todas las religiones deben respetar la conciencia civil y permitir “el vivir libre”. ¿Mola, eh?
Y luego viene el verbigracia: no se puede permitir que las religiones, por ejemplo, hostiguen el “humanísimo derecho al aborto” (SIC).
¿Comprenden? Lo único que se puede imponer es el vivir libre, que significa, exactamente, lo que el progre quiera que signifique.
Pues verá don Vicente: no existe ningún derecho al aborto, porque el aborto es el asesinato del inocente.
Segundo: no hay ultracatólicos porque el catolicismo no mata a nadie. El islam, sí, pero el cristianismo no. La equidistancia ente ambos credos resulta tan molesta como la equidistancia del pasado en Euskadi, donde los vascos -tan cobardes durante la época del terrorismo etarra- equiparaban a verdugos y víctimas.
En cualquier caso, fanático no es aquel que cree en la verdad: fanático es aquel que sólo cree en su verdad. Y a lo mejor su verdad hasta resulta cierta, pero sólo es una parte de la verdad.
Tercero, don Vicente: la libertad no consiste en hacerlos “demócratas aunque tenga que fusilarlos a todos”.
Por último, respetar las religiones no consiste en no asesinar cristianos en los templos: consiste en analizar qué parte de la verdad, o toda la verdad, existe en los planteamientos cristianos o de cualquier otro credo o convicción.
No consiste tampoco en enfrentar fe y razón porque la razón, para el cristiano, es cuestión de fe. Tampoco consiste en distinguir entre dogma y libertad de pensamiento, porque sólo existen dos tipos de personas: los dogmáticos, que saben que lo son y los dogmáticos que no saben que lo son (Chesterton).
En definitiva, don Vicente, no se puede vivir bajo el dogma que le sojuzga a usted: el relativismo ramplón. Nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira.
No porque eso sea cierto sino porque, como todo dogma progre, es una contradicción en origen: si nada es verdad ni nada es mentira ya hay algo que sí es verdad, que es un dogma: precisamente ese, que la verdad no existe y que el hombre no puede encontrarlo. Y mire usted por dónde, don Vicente, justamente ese dogma del progresismo, su dogma, además de falso, es el que ha provocado las peores matanzas de la humanidad: las de la era moderna.
Eulogio López

martes, 29 de diciembre de 2015

Discurso de Clausura del Sínodo - y 13 (Análisis crítico)

A continuación los últimos párrafos del Sínodo y un breve comentario acerca de cada uno de ellos:



- En este sentido, el arrepentimiento debido, las obras y los esfuerzos humanos adquieren un sentido más profundo, no como precio de la invendible salvación, realizada por Cristo en la cruz gratuitamente, sino como respuesta a Aquel que nos amó primero y nos salvó con el precio de su sangre inocente, cuando aún estábamos sin fuerzas (cf. Rm 5,6).

Es cierto que nosotros no podemos obtener la salvación por nosotros mismos. Ésta es pura gracia. Sin embargo, la gratuidad de la salvación hay que entenderla siempre sin olvidar que ésta no será posible si nosotros no ponemos de nuestra parte, cada uno en función de lo que haya recibido.

- El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios, de llamar a la conversión y de conducir a todos los hombres a la salvación del Señor (cf. Jn 12,44-50). 


A lo largo de la historia de la Iglesia ésta no se ha dedicado a condenar sino a proclamar la necesidad de la conversión para poder así alcanzar la misericordia del Señor y ser salvos. La misericordia de Dios no es un mensaje que haya tenido lugar desde hace unos cincuenta años, a la luz del Concilio Vaticano II: La Iglesia siempre ha practicado la misericordia, tal y como hizo Jesús. El hecho de que algunos sacerdotes, obispos o incluso Papas no hayan actuado así constituye una excepción ... y desde luego nunca ha sido lo propio y específico de la Iglesia que siempre y como tal ha ejercido la misericordia con aquellos que se han arrepentido de sus pecados.

El beato Pablo VI decía con espléndidas palabras: «Podemos pensar que nuestro pecado o alejamiento de Dios enciende en él una llama de amor más intenso, un deseo de devolvernos y reinsertarnos en su plan de salvación [...]. En Cristo, Dios se revela infinitamente bueno [...]. Dios es bueno. Y no sólo en sí mismo; Dios es –digámoslo llorando– bueno con nosotros. Él nos ama, busca, piensa, conoce, inspira y espera. Él será feliz –si puede decirse así–el día en que nosotros queramos regresar y decir: “Señor, en tu bondad, perdóname. He aquí, pues, que nuestro arrepentimiento se convierte en la alegría de Dios»


"Hay más alegría en el Cielo por un pecador que se arrepiente que por cien justos que no tienen necesidad de conversión" (Lc 15, 7). Esta frase es de Jesús, proclamada por Él en la parábola de la oveja perdida. Y esto siempre ha sido proclamado en la Iglesia, que ha sabido transmitir fielmente su Mensaje. No es algo nuevo ni es invención moderna. Ahí están las palabras de Jesús que han sido pronunciadas con mucha anterioridad a las de Pablo VI. No lo olvidemos. 


 - También san Juan Pablo II dijo que «la Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia [...] y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaria y dispensadora». 

Ciertamente la Iglesia es depositaria de la Revelación y es su deber profesar y proclamar la misericordia de Dios. Siempre -insisto- ha sido así. Y es bueno -y necesario- que los diferentes Papas lo hayan recordado ... no como algo que no se practicó en el pasado, lo que sería falso, sino como algo que tiene una perenne actualidad ... y que debe de ser continuamente recordado, para no caer en la tibieza.

- Y el Papa Benedicto XVI decía: «La misericordia es el núcleo central del mensaje evangélico, es el nombre mismo de Dios [...]


Esta frase es poco afortunada, pues en la Biblia se afirma que "Dios es Amor" (1 Jn 4, 8). En todo caso, Amor sería el nombre mismo de Dios, pero la Misericordia es una manifestación de ese Amor ... no es el Amor. En la misericordia se da un mensaje de Amor a las personas para que se arrepientan y salgan de su pecado ... pero tal misericordia no llega a tener su efecto si el pecador no se arrepiente de sus malas acciones: "Yo tampoco te condeno; vete y a partir de ahora no peques más" (Jn 8, 11). Esas fueron las palabras de Jesús a la mujer adúltera. Jesús no justificó el adulterio de la mujer. La perdonó porque vio su arrepentimiento. Y, al mismo tiempo, la exhortó a que no siguiera por ese camino de adulterio, que la separaba de Dios: perfecta conjunción entre la misericordia y la verdad. Esto es lo que vemos en Jesús. Y éste ha sido siempre el mensaje de la Iglesia. Así es como se manifiesta el Amor de Dios. Perdón y arrepentimiento. Cuando se dan ambas cosas es que el Amor de Dios ha tocado el corazón y entonces la reconciliación es posible; y la misericordia, basada en la verdad, se hace realmente eficaz.
 
- Todo lo que la Iglesia dice y realiza, manifiesta la misericordia que Dios tiene para con el hombre. Cuando la Iglesia debe recordar una verdad olvidada, o un bien traicionado, lo hace siempre impulsada por el amor misericordioso, para que los hombres tengan vida y la tengan en abundancia (cf. Jn 10,10)».


Y si la Iglesia no procediera así estaría faltando a su Misión. No obstante, no debe de ser olvidado -y es necesario recordar- el Mensaje completo de nuestro Maestro y Señor: "Id y haced discípulos a todos los pueblos ... enseñándoles a guardar TODO cuanto Yo os he mandado" (Mt 28,  19. 20). Así, por ejemplo, cuando Jesús paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón y los judíos, rodeándole, le dijeron: "Si Tú eres el Cristo dínoslo claramente", Él les respondió: "Os lo he dicho y no lo creéis; las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de Mí. Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas" (Jn 10, 25-26). La misericordia de Dios para con el hombre no podrá ser llevada a efecto si el hombre rechaza a Dios. Como se ha explicado, en otras ocasiones, Dios no puede obligar al hombre a que lo ame, pues el amor es esencialmente libre.

- En este sentido, y mediante este tiempo de gracia que la Iglesia ha vivido, hablado y discutido sobre la familia, nos sentimos enriquecidos mutuamente; y muchos de nosotros hemos experimentado la acción del Espíritu Santo, que es el verdadero protagonista y artífice del Sínodo. 

"El Espíritu sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu" (Jn 3, 8). Pero no es un Espíritu cualquiera: "El Señor es Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor hay libertad" (2 Cor 3, 17). Cuando san Pablo habla del Señor se refiere a Jesucristo. El Espíritu es el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Jesucristo. Quien se aparta de Jesucristo no posee su Espíritu. Y nadie puede pretender tener su Espíritu, el cual es esencialmente libre. No se puede apresar el Espíritu. De manera que decir que "el Espíritu Santo es el verdadero protagonista y artífice del Sinodo" es una frase con unas pretensiones que van más allá de las prerrogativas que tiene el Santo Padre ... teniendo en cuenta, por supuesto, las conclusiones a las que se ha llegado tras el Sínodo y todo el proceso previo al Sínodo; todo muy discutible. No se puede encerrar al Espíritu en palabras humanas, independientemente de quien las diga ... si esas palabras no son una manifestación evidente del Espíritu de Jesucristo y de su Doctrina. En el caso que nos ocupa no queda tan claro. El clima creado tras el Sínodo es de confusión, por lo que esa frase acerca del protagonismo del Espíritu Santo en el Sínodo es, cuando menos, discutible.

- Para todos nosotros, la palabra «familia» no suena lo mismo que antes del Sínodo, hasta el punto que en ella encontramos la síntesis de su vocación y el significado de todo el camino sinodal.


Desgraciadamente, la familia no ha salido reforzada tras el Sínodo sino todo lo contrario: más facilidad para las separaciones, ignorando la importancia de la fe así como el misterio de la Cruz, que es esencial en el Cristianismo. Muchas dificultades pueden ser superadas si se cultiva la fe entre los esposos y no se pierde de vista la importancia de su participación en la Cruz de Jesucristo: su sufrimiento adquiere así un sentido, cual es el de ser corredentores con Cristo ... pero si se facilitan las separaciones, mediante la agilización de los procesos de nulidad ... ¿dónde queda la Cruz? ¿dónde el verdadero amor, que no entiende de componendas ni se arreda ante los problemas que se sabe que siempre van a surgir entre los esposos?

- Para la Iglesia, en realidad, concluir el Sínodo significa volver verdaderamente a «caminar juntos» para llevar a todas las partes del mundo, a cada Diócesis, a cada comunidad y a cada situación la luz del Evangelio, el abrazo de la Iglesia y el amparo de la misericordia de Dios.


El Sínodo ha recorrido un camino muy tortuoso, que ha durado más de dos años. Su conclusión ha sido, además, muy precipitada. Y los resultados a los que se ha llegado muy problemáticos, provocando confusión entre los fieles cristianos que continúan creyendo en la Tradición de la Iglesia y en su auténtico Magisterio transmisor fiel del Mensaje recibido ... o mejor dicho, entre estos fieles no es confusión lo que se produce sino sufrimiento, al observar cómo la Iglesia se va rigiendo por criterios mundanos y no conforme a los criterios de Cristo.

Durante dos mil años la Iglesia ha proclamado siempre la misericordia de Dios hacia todos los hombres y no se ha dedicado a condenar, como pudiera parecer de alguna de las expresiones de este discurso papal ... eso no le ha impedido el llamar a las cosas por su nombre. Misericordia y Verdad siempre van unidas; nunca, bajo capa de misericordia, debe de acudirse a la mentira: falsa misericordia sería la que así procediera y, por supuesto, no sería conforme con la voluntad de Dios.

Todo el mensaje evangélico respira de esta misericordia de Dios. Esto ha sido siempre así. No es algo nuevo que haya surgido ahora a consecuencia de las teorías modernas. En todos los versículos del Nuevo Testamento descubrimos la Bondad y la Misecordia de Dios:  "Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aunque estábamos muertos por nuestros pecados, nos dio vida en Cristo" (Ef 2, 4-4), de manera que "donde abundó el pecado sobreabundó la gracia" (Rom 5, 20), puesto que "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2, 4). "Dios no quiere que nadie se pierda sino que todos se conviertan" (2 Pet 3, 9), etc...

Estas verdades forman parte del Tesoro multisecular de la Iglesia y no son ningún invento de ninguna nueva Iglesia ... pero deben de ser entendidas dentro del contexto en el que fueron escritas, pues como dice san Agustín: "Dios ama al pecador ... y odia el pecado". ¿Para qué vino, si no, a este mundo, sino para librarnos del pecado y hacer posible nuestra salvación? ... una salvación en la que nosotros debemos de intervenir. Como tantas veces se ha repetido en este blog es imposible que Dios pueda salvar a aquél que no quiera ser salvado. 

Jesucristo ha hecho la voluntad de su Padre y nos ha amado hasta el extremo de hacerse hombre y de dar su vida por nosotros. No hay una expresión mayor de amor que ésta de dar la vida, como así nos lo hizo saber Jesús ... y así actuó, en obediencia a la voluntad de su Padre, puesto que, como se dice ya en el Antiguo Testamento: "¿Acaso me agrada la muerte del impío -oráculo del Señor Dios- y no que se convierta de sus caminos y viva?" (Ez 18, 23). Y más adelante: "Convertíos, convertíos de vuestros malos caminos. ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel" (Ez 33, 11). Las primeras palabras de Jesús, cuando comenzó su predicación fueron éstas: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está al llegar; convertíos y creed en el Evangelio" (Mc 1, 15)

¿Qué sentido hubiera tenido, si no, la venida de Cristo, que ya estaba anunciada en el Antiguo Testamento? Ciertamente deseaba nuestra salvación, porque -de modo incomprensible- nos amaba y nos ama. Pero este Amor de Dios requiere, de nuestra parte, una respuesta también de amor, sin la cual, tal relación de amor entre Dios y cada uno de nosotros se hace imposible ... e imposible, por lo tanto, nuestra salvación.

No es esto, sin embargo, lo que se desprende del Sínodo, por desgracia; pero es necesario que aquellos que deseen vivir conforme a las enseñanzas de Jesucristo y el sentir de la Iglesia de siempre, actúen conforme a las palabras de san Agustín, quien hizo suyos los sentimientos de Cristo, cuando dijo aquello de que "es preciso odiar el pecado y amar al pecador". Esto es doctrina perenne de la Iglesia ... Ésta es la Tradición de la Iglesia. Y si aparece algo que contradiga estas ideas debe de ser rechazado, tal y como reza el lema de este blog: "Si alguno os anuncia un evangelio diferente del que habéis recibido, ¡sea anatema!" (Gal 1, 9)


José Martí

El hombre y la mujer son distintos: Obispo Omella (Eulogio López)

(Original aquí)

Duración 1:58 minutos