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jueves, 13 de junio de 2019

Capellán de la Orden de Malta denuncia que el veto a la misa tradicional dañará su carisma (Carlos Esteban)



La prohibición de celebrar misas por el Rito Extraordinario en la Orden de Malta, comunicada esta semana por el Gran Maestre a sus miembros, es un error que pone en peligro el carisma de la orden, asegura uno de sus capellanes, el padre Edmund Montgomery en el Catholic Herald.

“Escribiré respetuosamente al Gran Maestre para pedirle que lo reconsidere”, escribe en una tribuna publicada en el Catholic Herald el padre Edmund Montgomery, capellán de la Soberana Orden de Malta, en relación a la carta dirigida por Frey Giacomo dalla Torre a los miembros prohibiendo la celebración de misas de Rito Extraordinario o tridentino en actos de la orden. “No es porque quiera repetir los viejos argumentos sobre la “Misa antigua” y la “nueva Misa”, sino porque esta decisión pone en grave riesgo el carisma de la orden”.

Montgomery alega que “la directriz del Gran Maestro exige de los capellanes que nieguen atención pastoral a aquellos a quienes el carisma de la Orden nos obliga a servir: los enfermos, los pobres y los moribundos. Si están apegados al Rito Extraordinario, tendremos que negarles el consuelo y la gracia que recibirían a través de un rito más antiguo”.

Además, alega el capellán, esta instrucción “podría acentuar las divisiones, llevando a algunos jóvenes a considerar que dentro de la Iglesia en general, como en la Orden de Malta, no son bienvenidos a menos que elijan un rito u otro”.

Y continúa: “En medio de la renovación y la reforma de la Orden de Malta ahora en curso, debemos posicionarnos como un modelo de unión entre los ritos más antiguos y los más nuevos. El lema de la Orden es ‘Tutio fidei et obsequium pauperum’, “la defensa de la fe y el servicio a los pobres”. Si un caballero o una dama o un capellán descuidara lo uno en beneficio de lo otro, o sencillamente suprimiera la expresión de lo uno o de lo otro, estaría subvirtiendo completamente el carisma. Una defensa estridente de la Fe que descuide a los pobres es hipócrita; una simpatía por los pobres, si no está animada por las Bienaventuranzas, convertiría a la Iglesia en una ONG, en expresión del Papa Francisco”.

Concluye Montgomery asegurando que no se puede construir la comunión prohibiendo una de las dos formas lícitas de la Misa. El rito tridentino vivió una situación anómala y provisional desde la aprobación por Pablo VI del Novus Ordo Missae hasta la promulgación por Benedicto XVI del motu proprio Summorum Pontificum, en el que se recordaba la validez perpetua de la llamada Misa de San Pío V y decretaba que esta podría celebrarse libremente sin necesidad de solicitar al ordinario un permiso especial.

Carlos Esteban