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miércoles, 3 de diciembre de 2025

Rueda de prensa de León XIV: «El Líbano muestra que cristianos y musulmanes pueden convivir y ser amigos»



Durante el vuelo de regreso de Beirut a Roma, al término de su viaje apostólico al Líbano, el papa León XIV mantuvo una rueda de prensa con los periodistas que lo acompañaban en el avión. Ante más de ochenta comunicadores, el Pontífice respondió preguntas sobre la situación en Oriente Medio, la guerra en Ucrania, el papel de Europa en las negociaciones de paz, la crisis en Venezuela y el llamado al diálogo entre religiones, especialmente entre cristianos y musulmanes.

Dejamos a continuación la transcripción completa de las preguntas y respuestas difundidas por Vatican News:

Papa León XIV: En primer lugar, quiero dar las gracias a todos los que han trabajado tanto. Me gustaría que transmitieran este mensaje también a los demás periodistas, tanto en Turquía como en el Líbano, que han trabajado para comunicar los importantes mensajes de este viaje. Todos ustedes también merecen un fuerte aplauso por este viaje.

Joe Farchakh (LBC International): Usted es un Papa estadounidense que está liderando un proceso de paz. Mi pregunta es si utilizará sus contactos con el presidente Donald Trump y con el primer ministro Benjamin Netanyahu. En el avión dijo que el Vaticano es amigo de Israel. ¿Planteará la cuestión de detener la agresión de Israel contra el Líbano? ¿Es posible una paz sostenible en la región?

Papa León XIV: En primer lugar, sí, creo que es posible una paz sostenible. Creo que cuando hablamos de esperanza, cuando hablamos de paz, cuando miramos hacia el futuro, lo hacemos porque es posible que la paz vuelva a llegar a la región y llegue a su país, el Líbano.

De hecho, ya he mantenido algunas conversaciones con algunos de los líderes de los países que ha mencionado y tengo la intención de seguir haciéndolo, personalmente o a través de la Santa Sede, porque el hecho es que tenemos relaciones diplomáticas con la mayoría de los países de la región y, sin duda, sería nuestro deseo seguir elevando este llamamiento a la paz del que he hablado al final de la misa de hoy.

Imad Atrach (Sky News Arabia): En su último discurso había un claro mensaje a las autoridades libanesas para que negociaran. Negociar, dialogar, construir. ¿Hará el Vaticano algo concreto en este sentido? Anoche se reunió con un representante chiíta. Antes de su viaje, Hezbolá le envió un mensaje, no sé si lo recibió, si lo leyó. ¿Qué nos puede decir al respecto? Muchas gracias por visitar el Líbano, era un sueño para nosotros.

Papa León XIV: Un aspecto de este viaje que no fue el motivo principal, porque el viaje surgió pensando en cuestiones ecuménicas, con el tema de Nicea, el encuentro con los patriarcas católicos y ortodoxos y la búsqueda de la unidad en la Iglesia. Pero, de hecho, durante este viaje también tuve encuentros personales con representantes de diferentes grupos que representan a autoridades políticas, personas o grupos que tienen algo que ver con los conflictos internos o incluso internacionales en la región.

Nuestro trabajo no es principalmente algo público que declaramos en las calles, sino que se desarrolla un poco entre bastidores. Es algo que ya hemos hecho y seguiremos haciendo para convencer a las partes de que dejen las armas, la violencia, y se sienten juntas a la mesa del diálogo. Buscar respuestas y soluciones que no sean violentas, pero que puedan ser más eficaces.

(El mensaje de Hezbolá)

Sí, lo he visto, evidentemente hay una propuesta por parte de la Iglesia para que dejen las armas y busquemos el diálogo. Pero más allá de esto, prefiero no hacer comentarios en este momento.

Cindy Wooden (CNS): Santo Padre, hace unos meses dijo que hay mucho que aprender para ser Papa. Cuando llegó ayer a Harissa, con una cálida bienvenida, tenía la expresión de alguien que dice: «¡Guau!». ¿Puede decirnos qué está aprendiendo? ¿Qué es lo más difícil de aprender para ser Papa? Y usted nunca nos ha dicho nada sobre lo que sintió en el cónclave cuando quedó claro lo que estaba pasando. ¿Puede decirnos algo al respecto?

Papa León XIV: Bueno, mi primer comentario es que hace solo uno o dos años yo también pensaba en jubilarme algún día. Evidentemente, usted ha recibido este regalo, mientras que algunos de nosotros seguiremos trabajando (una broma en referencia al hecho de que su colega se jubilará en diciembre, n.d.r.).

En cuanto al cónclave, creo firmemente en el secreto del cónclave, aunque sé que ha habido entrevistas públicas en las que se han revelado algunas cosas. El día antes de ser elegido, le dije a una periodista que me había parado por la calle que había ido a comer con los agustinos. Y ella me preguntó: “¡Se ha convertido en uno de los candidatos! ¿Qué opina al respecto?”. Y yo simplemente respondí: “Todo está en manos de Dios”. Y lo creo profundamente.

Uno de ustedes, que es periodista alemán, me dijo aquí el otro día: “Dígame un libro, además de San Agustín, que podamos leer para entender quién es Prevost”. Hay muchos, pero uno de ellos es un libro que se llama La práctica de la presencia de Dios. Es un libro muy sencillo, de alguien que ni siquiera firma con su apellido, el hermano Lorenzo, escrito hace muchos años. Pero describe un tipo de oración y espiritualidad en la que uno simplemente entrega su vida al Señor y permite que el Señor lo guíe.

Si quieren saber algo sobre mí, sobre lo que ha sido mi espiritualidad durante muchos años, en medio de grandes desafíos, viviendo en Perú durante los años del terrorismo, siendo llamado al servicio en lugares en los que nunca pensé que sería llamado a servir. Confío en Dios y este mensaje es algo que comparto con todas las personas.

Entonces, ¿cómo fue? Me rendí cuando vi cómo iban las cosas y dije que esto podría hacerse realidad. Respiré hondo y dije: aquí estamos, Señor, tú eres el jefe, tú guías el camino.

No sé si dije “guau” anoche (en Harissa). En el sentido de que mi rostro es muy expresivo, pero a menudo me divierte cómo los periodistas interpretan mi rostro. Es interesante, a veces saco grandes ideas de ustedes, porque creen que pueden leer mis pensamientos o mi rostro. No siempre tienen razón.

Estuve en el Jubileo de los jóvenes, había más de un millón de jóvenes allí. Anoche había una pequeña multitud. Para mí siempre es maravilloso. Pienso para mí mismo: “Estas personas están aquí porque quieren ver al Papa”, pero luego me digo: “Están aquí porque quieren ver a Jesucristo” y quieren ver a un mensajero de paz, especialmente en este caso. Por lo tanto, solo sentir su entusiasmo y escuchar su respuesta a ese mensaje es impresionante. Solo espero no cansarme nunca de apreciar todo lo que estos jóvenes están mostrando.

Gian Guido Vecchi (Corriere della Sera): Son horas de gran tensión entre la OTAN y Rusia, se habla de guerra híbrida, perspectivas de ciberataques y cosas por el estilo. ¿Ve usted el riesgo de una escalada, de un conflicto llevado a cabo con nuevos medios como lo denunciado por los líderes de la OTAN? Y, en este clima, ¿puede haber una negociación para una paz justa sin Europa, que ha sido sistemáticamente excluida por la presidencia estadounidense en estos meses?

Papa León XIV: Este es un tema evidentemente importante para la paz en el mundo, pero la Santa Sede no participa directamente porque no somos miembros de la OTAN, ni de todos los diálogos mantenidos hasta ahora. Aunque muchas veces hemos pedido el alto el fuego, el diálogo y no la guerra. Y una guerra con muchos aspectos, ahora incluso con el aumento de las armas, toda la producción que hay, los ciberataques, la energía.

Ahora que llega el invierno, hay un problema grave allí. Es evidente que, por un lado, el presidente de los Estados Unidos cree que puede promover un plan de paz que le gustaría llevar a cabo y que, al menos en un primer momento, no cuenta con Europa. Sin embargo, la presencia de Europa es importante y esa primera propuesta se modificó también por lo que Europa estaba diciendo.

Concretamente, creo que el papel de Italia podría ser muy importante. Cultural e históricamente, Italia tiene la capacidad de actuar como mediadora en un conflicto entre diferentes partes. También Ucrania, Rusia, Estados Unidos… En este sentido, podría sugerir que la Santa Sede fomente este tipo de mediación y que busquemos juntos una solución que realmente pueda ofrecer paz, una paz justa, en este caso en Ucrania.

Elisabetta Piqué (La Nación): Gracias, Santo Padre, por este primer viaje internacional, ante todo. Después, bueno, la bandera del Líbano tiene los mismos colores de la bandera del Perú. ¿Es una señal de, se va a hacer este viaje a América Latina, teóricamente en la segunda mitad del año próximo junto a Argentina y Uruguay que quedaron pendientes? No, fuera de broma, queríamos preguntarle qué viajes está preparando para el año que viene realmente. Y después, hablando de América Latina, está preocupando muchísimo, hay muchísima tensión por lo que está pasando en Venezuela. Hay un ultimátum del Presidente Trump a Maduro para que se vaya, para que deje el poder, y una amenaza a derrocarlo con una operación militar. Queríamos preguntarle qué piensa al respecto. Gracias.

Papa León XIV: En cuanto a los viajes, no hay nada seguro, espero hacer un viaje a África. Posiblemente sea el próximo viaje.

¿A dónde?

África, África. Personalmente, espero ir a Argelia para visitar los lugares de San Agustín, pero también para poder continuar el diálogo, la construcción de puentes entre el mundo cristiano y el mundo musulmán. Ya en el pasado, en otra ocasión, tuve la oportunidad de hablar sobre este tema.

Es interesante, la figura de San Agustín ayuda mucho como puente porque en Argelia es muy respetado como hijo de la patria. Ese es uno. Luego, hay algún otro país, pero estamos trabajando en ello. Evidentemente, me gustaría mucho visitar América Latina, Argentina y Uruguay, que están esperando la visita del Papa. Perú, creo que me recibirán, y si voy a Perú también muchos países vecinos, pero el proyecto aún no está definido.

Sobre Venezuela, a nivel de la Conferencia Episcopal, con el nuncio, estamos buscando maneras para calmar la situación, buscar sobre todo el bien del pueblo porque, muchas veces, quien sufre en estas situaciones es el pueblo, no son las autoridades. Las voces que vienen de Estados Unidos cambian y con cierta frecuencia, a veces, hay que ver.

Por un lado, parece que ha habido una conversación por teléfono de los dos presidentes. De otro lado, hay ese peligro, esa posibilidad de que haya alguna actividad, alguna operación, incluso invadiendo territorio de Venezuela.

Yo no sé más, yo de nuevo creo que es, digamos, mejor buscar maneras de diálogo, quizás presión, incluso presión económica, pero buscando otra manera para cambiar, si es lo que decide hacer Estados Unidos.

Mikail Corre (La Croix): Gracias por este interesante viaje. Usted ha dicho que hay que seguir tendiendo puentes entre mundos diferentes. Me gustaría preguntarle: algunos católicos de Europa creen que el Islam es una amenaza para la identidad cristiana de Occidente. ¿Tienen razón o qué les diría usted?

Papa León XIV: Todas las conversaciones que he mantenido estos días, tanto en Turquía como en el Líbano, incluidas las que he tenido con varios musulmanes, se han centrado en el tema de la paz y el respeto por las personas de diferentes religiones. Sé que no siempre ha sido así.

Sé que en Europa hay muchos miedos, pero la mayoría de las veces son generados por personas que están en contra de la inmigración y que intentan mantener fuera a las personas que pueden venir de otro país, de otra religión, de otra raza. Y en este sentido, me gustaría decir que todos necesitamos trabajar juntos.

Una de las cosas positivas de este viaje es haber llamado la atención del mundo sobre la posibilidad de que el diálogo y la amistad entre musulmanes y cristianos sean posibles. Creo que una de las grandes lecciones que el Líbano puede enseñar al mundo es precisamente mostrar una tierra en la que el islam y el cristianismo están presentes y se respetan mutuamente, y en la que existe la posibilidad de convivir y ser amigos.

Las historias y los testimonios que hemos escuchado en estos dos últimos días son de personas que se ayudan unas a otras. Cristianos y musulmanes, ambos han visto destruidas sus aldeas, por ejemplo, y nos decían que podemos estar juntos y trabajar juntos.

Creo que esta es una lección importante que debemos escuchar en Europa y Norteamérica. Quizás deberíamos tener un poco menos de miedo y buscar formas de promover un diálogo auténtico y el respeto.

Anna Giordano (Ard Radio): La Iglesia en el Líbano también cuenta con el apoyo de la Iglesia en Alemania. Por ejemplo, hay algunas agencias de ayuda alemanas activas en el Líbano. Desde este punto de vista, es importante que la Iglesia en Alemania siga siendo una Iglesia fuerte. Como seguramente sabe, hay un camino sinodal, Synodaler Weg, un proceso de cambio de la Iglesia en Alemania, que está avanzando. ¿Cree que este proceso puede ser una forma de fortalecer la Iglesia o es al contrario? ¿Y por qué?

Papa León XIV: El camino sinodal no es el único en Alemania, toda la Iglesia ha celebrado un sínodo y la sinodalidad en los últimos años. Hay grandes similitudes, pero también algunas diferencias marcadas entre cómo se ha llevado a cabo el Synodaler Weg en Alemania y cómo podría continuar mejor en la Iglesia Universal.

Por un lado, me gustaría decir que hay espacio para el respeto de la inculturación. El hecho de que en un lugar la sinodalidad se viva de una manera y en otro se viva de otra manera no significa que tenga que haber una ruptura o una fractura. Creo que es muy importante recordar esto.

Al mismo tiempo, me temo que muchos católicos en Alemania creen que ciertos aspectos del camino sinodal celebrados hasta ahora en Alemania no representan sus esperanzas para la Iglesia o su forma de vivir la Iglesia.

Por lo tanto, es necesario un mayor diálogo y escucha dentro de la propia Alemania, para que ninguna voz quede excluida, para que la voz de los más poderosos no silencie la voz de aquellos que pueden ser muy numerosos, pero que no tienen un lugar donde hablar y ser escuchados. De este modo, se garantizará que sus propias voces y expresiones de participación en la Iglesia sean escuchadas.

Al mismo tiempo, como seguramente saben, el grupo de obispos alemanes se ha reunido en los últimos años con un grupo de cardenales de la Curia romana. También allí se está llevando a cabo un proceso para tratar de garantizar que el Camino sinodal alemán no se aleje, por así decirlo, de lo que debe considerarse un camino de la Iglesia universal.

Estoy seguro de que continuará. Creo que habrá algunos ajustes por ambas partes en Alemania, pero espero sinceramente que las cosas se resuelvan de manera positiva.

Rita El-Mounayer (Sat-7 International): Somos cuatro canales cristianos diferentes de radiodifusión en Oriente Medio y el norte de África, dos en árabe, uno en farsi y otro en turco. En primer lugar, me gustaría darle las gracias por dedicar su tiempo al pueblo libanés. Yo misma soy hija de la guerra y sé lo que significa recibir un abrazo de Su Santidad, una palmada en la espalda y que te digan que todo irá bien. Lo que me ha impresionado es su lema In Illo Uno Unum. Este lema habla de tender puentes entre las diferentes confesiones cristianas, entre las religiones e incluso entre vecinos, lo que a veces puede resultar un poco difícil. Desde su punto de vista, ¿qué don único puede ofrecer la Iglesia en Oriente Medio —con todas sus lágrimas, sus heridas, sus desafíos y su historia pasada— a la Iglesia en Occidente y al mundo?

Papa León XIV: Me gustaría empezar diciendo que hoy en día las personas han crecido en una sociedad muy individualista. Los jóvenes, que han pasado mucho tiempo (ante el ordenador, n.d.r.) durante la pandemia del Covid y que a menudo tienen relaciones personales muy aisladas, porque solo se comunican a través de pantallas de ordenador o teléfonos inteligentes, a veces se preguntan: “¿Por qué deberíamos querer ser uno? Yo soy un individuo y no me interesan los demás”.

Y creo que aquí hay un mensaje muy importante que transmitir a todas las personas: la unidad, la amistad, las relaciones humanas, la comunión son extremadamente importantes y extremadamente valiosas. Si no por otra cosa, por el ejemplo que usted ha citado de alguien que ha vivido la guerra o ha sufrido y está sufriendo, lo que puede significar para él un abrazo. Esa expresión muy humana, real y sana de cuidado personal para sanar el corazón de otra persona.

A nivel personal, esto puede convertirse en un nivel comunitario que nos une a todos y nos ayuda a comprendernos y respetarnos mutuamente, yendo mucho más allá del simple: “Tú mantente alejado, yo me quedo aquí, tú quédate allí y no interactuemos”. Significa, en cambio, construir relaciones que enriquezcan a todas las personas.

Con este mensaje, sin duda, mi lema es gracias a Cristo in Illo es “en Cristo, que es uno, todos somos uno”. Pero no es solo para los cristianos.

En realidad, es una invitación a todos nosotros y a los demás a decir que cuanto más logremos promover la auténtica unidad y comprensión, el respeto y las relaciones humanas de amistad y diálogo en el mundo, mayor será la posibilidad de que dejemos a un lado las armas de la guerra, que dejemos a un lado la desconfianza, el odio y la animosidad que tan a menudo se han desarrollado, y que encontraremos la manera de unirnos y promover la auténtica paz y justicia en todo el mundo.

Buen viaje a todos y gracias a todos.

viernes, 16 de septiembre de 2022

Alguien tiene que decírselo (Bruno Moreno)



Algunas personas no tienen la capacidad de hablar bien en público de forma espontánea y sin haber preparado el discurso. Mejor dicho, la gran mayoría de las personas no tienen esa capacidad. A estas alturas no creo que sorprenda a nadie si señalo que el Papa Francisco forma parte de esa gran mayoría de la humanidad. Hablar en público no es uno de sus dones y sus colaboradores cercanos deberían decírselo. Entiendo que a nadie le gusta que le recuerden sus defectos. Y entiendo también que a nadie le gusta tener que ser el que recuerda esos defectos a su jefe. Pero a veces es necesario y un deber.

Ser Papa no conlleva tener todas las cualidades del mundo y es normal que no se le dé bien hablar en público. Como decíamos, eso le sucede a la mayoría de la gente, obispos incluidos. Lo que no es normal es que, aparentemente, no sea consciente de que no sabe hablar espontáneamente en público, se empeñe en hacerlo a tiempo y a destiempo con desastrosas consecuencias y ninguno de sus colaboradores tenga el valor de decírselo.

Los ejemplos son tan numerosos que, literalmente, darían para escribir un libro. En multitud de ocasiones ha hecho afirmaciones asombrosas, desde que nuestra Señora no había nacido santa a que la multiplicación de los panes y los peces no había sido un milagro, pasando por llamar “conejas” a las madres de familias numerosas o “la vieja” a Santa Teresa, afirmar que hablar mal de otros es “terrorismo”, decir que la mayoría de los matrimonios son nulos o el famoso “quién soy yo para juzgar”.

Las declaraciones inconvenientes son, a menudo, de carácter teológico, como, por ejemplo, cuando afirmó que santos son los “que viven su fe, sea la que sea, con coherencia” y los que “viven los valores humanos con coherencia”, que no hay que anunciar el Evangelio más que a los que “piden que hables”, que la pena de muerte “es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”, que en las distintas religiones vemos “la riqueza de caminos distintos para llegar a Dios” y un larguísimo etcétera. Estas afirmaciones, por supuesto, tienen una gravedad especial porque su misión específica es confirmarnos a los demás en la fe y no sembrar la confusión, aunque sea de forma inconsciente.

Cuando habla de temas políticos le sucede lo mismo. Pontifica sobre temas que claramente no conoce, dice a menudo cosas inapropiadas por completo, hace simplificaciones terribles y ofende a multitud de personas sin ninguna necesidad. Quizá por el ambiente informal, las afirmaciones alcanzan cotas más altas de imprudencia cuando el Papa habla en el avión a los periodistas durante sus viajes. Ayer mismo, en el viaje de vuelta desde Kazajistán, el Papa habló, por ejemplo, de China, realizando afirmaciones asombrosas, en las que será mejor no detenerse. También habló sobre la guerra y el comercio de armas, diciendo exactamente lo contrario de lo que ha dicho otras veces acerca del tema, sin que esa contradicción parezca preocuparle. Todo ello aderezado con múltiples expresiones que simplemente no tienen sentido, de modo que, si uno hace un análisis frase por frase, se le cae el alma a los pies.

A todo esto se añade una personalidad visceral, que tiende a hablar durísimamente de los que considera sus enemigos personales (en ocasiones con fuertes insultos) y, a la vez, se deshace en elogios públicos de personalidades y regímenes diametralmente opuestos a la fe católica y a la moral cristiana. Aquí entramos en los defectos personales que todo el mundo tiene, pero es tremendamente desedificante ver a un Papa burlarse en público del cardenal Burke, por ejemplo, porque siendo “negacionista” se “contagió con el virus”.

Creo que no es necesario extendernos más, porque es algo obvio: por las razones que sea, el Papa Francisco tiende a hablar en público imprudentemente y eso es un gran problema. La prudencia es la principal virtud que deben ejercer quienes gobiernan y, debido a su papel de Vicario de Cristo, esas imprudencias públicas causan un alto grado de escándalo, confusión y descrédito para la Iglesia. El prestigio religioso y también humano que fueron acumulando los Papas durante al menos los tres últimos siglos se va gastando y derrochando sin necesidad.

La solución es sencilla: quien no tiene la capacidad de hablar espontáneamente en público sin crear confusión, no debe hacerlo. Si cuando uno no tiene tiempo para reflexionar, dice lo primero que se le pasa por la cabeza, entonces no debe hablar sin haber preparado antes lo que va a decir. Los colaboradores del Papa tienen el deber moral de hacérselo entender, aunque sea a riesgo de perder su cargo. Quizá no escuche, porque Dios sabe que todos tenemos bastante dificultad en escuchar cuando alguien nos dice que estamos actuando mal, pero es necesario intentarlo todas las veces que haga falta, por el bien de la Iglesia y por el bien de los fieles. El mismo Papa Francisco dijo que todos tenemos necesidad de un profeta que nos aparte de conductas inapropiadas que no somos capaces de reconocer: “que el Señor nos conceda la gracia de enviarnos siempre un profeta - puede ser el vecino, el hijo, la madre, el padre - que nos abofetee un poco cuando nos deslizamos en esta atmósfera donde todo parece ser legítimo”.

Y a los demás, por supuesto, nos toca rezar mucho por el Papa, que es nuestro Papa.

Bruno Moreno

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Obispo Schneider a InfoVaticana sobre el camino sinodal alemán: «Debemos pedirle al Papa que se pronuncie por la salvación de las almas»



Monseñor Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astaná (Kazajistán), habla en esta entrevista con InfoVaticana sobre dos temas de máxima actualidad.

Por un lado, la visita del Santo Padre a Kazajistán, para visitar a los católicos del país y participar en el Congreso mundial de líderes religiosos. Además, en esta entrevista Monseñor Schneider, opina sobre la grave crisis que atraviesa la Iglesia en Alemania.

P- ¿Cómo recibe la Iglesia de Kazajistán esta visita del Papa?

R-La Iglesia de Kazajistán recibe con alegría la visita del papa. Porque somos un rebaño pequeño, menos del 1% de la población de Kazajistán. La mayoría son musulmanes y hay también una fuerte presencia rusos ortodoxos, cristianos. Así que estamos en la periferia y el papa es para nosotros el sucesor de Pedro y el vicario de Cristo, el signo visible de la unidad de la iglesia. Y por eso los católicos se animan cuando el papa viene a su país. La gente pobre siente un profundo respeto hacia el cargo del papa.

P- ¿En qué situación se encuentra actualmente la Iglesia católica en el país?

R-La Iglesia católica es minoritaria y vive entre la mayoría de la población musulmana local y con una fuerte presencia de rusos ortodoxos, que viven aquí ya desde hace algunos siglos, desde la época de los zares y luego la época comunista. Pero vivimos en paz con nuestros hermanos, los rusos ortodoxos y también con nuestros conciudadanos, el pueblo musulmán. El gobierno está promoviendo una política de paz y armonía entre los diferentes grupos étnicos y los diferentes grupos religiosos y esto nos ayuda a tener respeto mutuo. Así que tenemos reuniones frecuentes con diferentes representantes de las religiones. No hacemos nada de sincretismo, sino que simplemente nos reunimos y hablamos de cuestiones sociales de su vida social, de cómo mejorarla y de conocernos mutuamente.

Y estamos en la Iglesia católica de Kazajistán, la herencia de los mártires y confesores durante los tiempos comunistas. Así que tenemos este privilegio de ser los herederos de esta iglesia mártir clandestina durante los tiempos comunistas. Y esto es también una tarea para nosotros, una obligación de continuar con esta herencia, con la seriedad de la fe católica, especialmente con el amor y la reverencia por la Santa Eucaristía. Por eso, en todo Kazajistán la Eucaristía se recibe de forma totalmente conveniente, solo de rodillas y en la lengua. Así que guardamos este tesoro de la reverencia de la Eucaristía.

En casi todas las parroquias tenemos todos los días la exposición del Santísimo Sacramento, la Adoración en la catedral de la capital, Nursultan, desde hace más de 20 años y adoración perpetua, 24 horas del Santísimo Sacramento y también apreciamos y amamos mucho el Santo Rosario. Tenemos grupos del Rosario Viviente en las parroquias y ambos, la Eucaristía y el Rosario, fueron las dos columnas durante el tiempo de la persecución. Y queremos transmitirlo al futuro.

P- ¿Tendrán oportunidad los obispos de Kazajistán de reunirse con el Santo Padre?

R-Los obispos de Kazajstán tuvieron hace tres años la visita ad limina en Roma, y por eso tuvieron un encuentro personal y largo y una reunión cordial con el papa. Y por eso supongo que antes pudo conocer un poco más en detalle la situación de la Iglesia católica en Kazajistán. Y ahora viene.

P- Recientemente la asamblea sinodal alemana aprobó pedir al Papa la ordenación de mujeres y cambiar la doctrina sobre la homosexualidad, ¿qué opinión le merece?

R-Es evidente que nadie en la Iglesia, ni un papa, ni un pecador, puede cambiar la doctrina divina revelada del sacramento de la ordenación, que por institución divina está restringida al sexo masculino y no hay otro que tenga poder para cambiar esto. Y también la doctrina de la maldad intrínseca de los actos homosexuales, que es una doctrina revelada divinamente por Dios y también revelada en la ley natural y en la razón humana y el sentido común. Y por lo tanto nadie puede cambiar esto.

P- ¿Cree que la mayoría de obispos alemanes han iniciado un cisma en la Iglesia?

R-La mayoría de los obispos alemanes que aprobaron toxinas que son evidentemente contrarias a la revelación divina en lo que respecta al sacramento del orden y la homosexualidad, están, con esto, distanciandose de la fe católica y revelándose como herejes por esta vía. Pero siguen siendo oficialmente obispos, por supuesto, no están en un cisma oficial. Y ahora correspondería al papa declararlo, primero para amonestarlos, para que renuncien a estos errores, y para llamarlos de nuevo a la fe católica. Así que todo depende ahora del papa.

P- A pesar de todos los mensajes heréticos de los obispos alemanes, ¿por qué el papa Francisco no actúa para cortarlo de raíz?

R-Tenemos que pedirle al papa, con reverencia e insistencia, que vuelva a pronunciar una doctrina clara para confirmar a toda la Iglesia y también a los católicos alemanes y a los obispos en minoría en Alemania que no aprobaron la doctrina herética sobre la ordenación femenina sacramental y la legitimidad de los actos homosexuales. Así que el papa debe pronunciarse. Debemos pedirle que lo haga por el bien, por la salvación de las almas y por la unidad de toda la Iglesia. Esta es su primera tarea.

P- ¿Cuál cree usted que es la causa por la que estas ideas protestantes se han ido metiendo dentro de la Iglesia católica en las esferas más altas?

R-La difusión de las ideas protestantes, y aún peor que las ideas protestantes, las ideas heréticas contra la revelación divina, sobre la ley moral, contra la ley moral natural, ya se está extendiendo desde hace décadas en la Iglesia. Y desgraciadamente fue una falta de atención de la Santa Sede en el nombramiento de obispos y cardenales que desgraciadamente, en nuestros días están difundiendo doctrinas heréticas abiertamente, sin ser castigados. Y por lo tanto, cuando no son castigados, continúan.

Y así, a mi parecer, es que desde hace décadas la descuidada selección de candidatos a obispos es una de las causas, y luego la descuidada falta de vigilancia en las facultades de teología, en los seminarios donde ya desde hace décadas, décadas, en tantos países, se están enseñando abiertamente herejías, o doctrinas que son contrarias a la tradición constante e inmutable de la Iglesia. Así que tenemos que implorar al Señor que, como en tiempos difíciles de la Iglesia, sería un comienzo de nuevo, una purificación, una renovación en la parte superior, en los obispos hasta el sacerdote, a los fieles.

Esperamos e invocamos que Dios nos vuelva a dar pastores de la Iglesia fuertes, valientes, claros y con mentalidad apostólica.

Javier Arias

martes, 7 de diciembre de 2021

Francisco en el altar de la hipocresía (Carlos Esteban)



Si algo llama la atención de las palabras del Santo Padre en vuelo sobre la aceptación a la renuncia del arzobispo de París, Michel Aupetit, es que contradice frontalmente todo lo que creíamos saber de Francisco con respecto a las murmuraciones y presiones de los medios.

Algo creíamos saber sobre el estilo personal del Santo Padre en este aspecto: no cede a las presiones, especialmente a las voces que piden cabezas. Por eso resulta tan sorprendente la explicación que dio en el vuelo sobre su aceptación de la renuncia de Aupetit.

Recordemos: “Con respecto al caso Aupetit, yo me pregunto, ¿qué cosa ha hecho él tan grave como para tener que darle la dimisión. Que alguien me responda, ¿qué ha hecho?”

“Y si no conocemos la acusación, no podemos condenar… Antes de responder yo diré: hagan las investigaciones, eh, porque se corre el peligro de decir: ha sido condenado. ¿Quién lo ha condenado? La opinión pública, la charlatanería… no sabemos… si ustedes saben por qué, díganlo, en caso contrario no puedo responder. Y no sabrán porque fue una falta de él, una falta contra el sexto mandamiento, pero no total, de pequeñas caricias y masajes que hacía a la secretaría, ésta es la acusación. Esto es pecado, pero no es de los pecados más graves, porque los pecados de la carne no son los más graves. Los más graves son aquellos que tienen más carácter angelical: la soberbia, el odio”.

“Así que Aupetit es un pecador, como lo soy yo – no sé si usted se siente… tal vez – como ha sido Pedro, el obispo sobre el que Jesucristo ha fundado la Iglesia. Cómo es que la comunidad de aquel tiempo había aceptado a un obispo pecador, y él tenía una pecaminosidad con tanto carácter angelical, como era ¡renegar a Cristo! Porque era una Iglesia normal, estaba acostumbrada a sentirse pecadora siempre, todos, era una Iglesia humilde. Se ve que nuestra Iglesia no está acostumbrada a tener un obispo pecador, hacemos de cuenta para decir: mi obispo es un santo… No, este pequeño birrete rojo… todos somos pecadores”.

“Pero cuando la charlatanería crece, crece, crece y le quita la fama a una persona, no, no podrá gobernar porque ha perdido su fama, no por su pecado, que es pecado – como el de Pedro, como el mío, como el tuyo – sino por el parloteo de las personas. Por esto acepté su dimisión, no en el altar de la verdad, sino en el altar de la hipocresía”.


La última frase tiene una interpretación difícil, sobre todo en los términos tan crudos en los que se expresa el Santo Padre. ¿Quiere decir que ha cedido a una decisión que cree injusta por presión de los acusadores, a los que no cree?

No es imposible. En realidad, y al margen de los personajes de este pequeño drama, puede tener sentido remover a un prelado inocente si el pueblo lo tiene por culpable y la situación le impide gobernar de manera eficaz. Después de todo, el ministerio de un pastor no es un premio para el hombre, sino un servicio a las almas de sus feligreses, por lo que tampoco sería un castigo su apartamiento del poder eclesial.

Sin embargo, como decimos, es muy distinto a lo que estamos acostumbrados en la persona del Santo Padre. No pocos de sus colaboradores cercanos -desde Maradiaga a Zanchetta- han sido acusados durante más tiempo de cosas mucho peores que las que se achacan a Aupetit, y el Papa no les ha dejado caer. En ocasiones, incluso, ha reaccionado a las críticas promocionando al criticado, casi en un gesto de desafío.

El Papa no considera que sea cosa de importancia, pecado grave, la aventura sentimental que se le adjudica al pastor, en una mitigación de los pecados de la carne -caricias y masajes, en este caso, según el Papa- que ya ha repetido en alguna otra ocasión. Ignora en su parrafada las otras acusaciones, quizá más relevantes, sobre el estilo autoritario del arzobispo, que ya provocara la renuncia de dos de sus principales colaboradores en la archidiócesis.

Las palabras del Papa podrían señalar un cambio en su política de nombramientos y ceses, prestando mayor atención a la aceptación pública del candidato. Podrían, pero se nos antoja sumamente improbable.

Carlos Esteban

viernes, 17 de septiembre de 2021

¿Quién informa al Papa sobre la crisis sanitaria?



Su Santidad hizo referencia a asuntos candentes de actualidad durante su rueda de prensa en vuelo de vuelta de su reciente viaje apostólico. Entre ellos, habló de las vacunas, y lo hizo con un discurso objetivamente desconcertante.
Que el Santo Padre defienda decididamente la vacunación contra el covid, aunque no sea exactamente asunto de su competencia, no tiene nada de raro; no hace sino sumarse a la totalidad de los líderes mundiales en este asunto. 
Lo raro, lo sorprendente, es que sus palabras delatan una información bastante defectuosa, por decirlo suave, de cuál es ahora mismo el debate en torno al desarrollo de la pandemia y la acción de las vacunas en el mercado. Habrá que pensar que quienes le rodean no le mantienen debidamente informado, porque la alternativa resultaría muy poco caritativa.

Empieza diciendo:
“Es un poco extraño, porque la humanidad tiene una historia de amistad con las vacunas. De niños para el sarampión, para otras, para la poliomielitis. Todos los niños nos hemos vacunado y ninguno decía ‘mu’”. 
Ayudemos a despejar la ‘extrañeza’ del Santo Padre.

En este caso parte de una falacia muy extendida por los medios, un caso de libro del ‘hombre de paja’, a saber: que la renuencia a administrarse estas terapias experimentales (que los fabricantes no llaman ‘vacunas’ en sus solicitudes de aprobación) se debe mayoritariamente a una desconfianza hacia la vacunación en general. Todos conocemos la etiqueta demonizadora de ‘antivacunas’ alegremente arrojada contra quienes dudan sobre la eficacia de estos productos. Sólo que no es cierto. Mayoritariamente, este grupo no solo no tiene nada que objetar a la vacunación en general, sino que suele estar vacunado y vacuna a sus hijos con las convencionales del calendario de vacunación. Es decir, sus objeciones van contra estos productos concretos, no contra la categoría terapéutica.

El mismo ejemplo que pone el Papa delata el núcleo del debate, del que pasa de largo sin mencionarlo siquiera. 
Las vacunas de la polio o el sarampión llevan muchas décadas con nosotros, conocemos sobradamente tanto su eficacia como sus efectos secundarios a largo plazo y, fundamental, en países como España, son voluntarias. Y todo el mundo (anécdotas aparte) se las pone, sin problemas. Por eso nadie decía ‘mu’, y el que ahora no nos dejen decir ‘mu’ es el eje del problema.
A continuación, el mensaje se vuelve bastante raro
“Quizás esto ha venido por la virulencia, la incertidumbre, no sólo de la pandemia, sino también por la diversidad de vacunas y también por la fama de algunas vacunas, ‘que son otra cosa’, ‘un poco de agua destilada’. Esto generó miedo en la gente”.
Llevo siguiendo muy de cerca el asunto desde el principio, he leído miles de comentarios, objeciones, explicaciones, anécdotas, desde disparatadas conspiranoias a sesudos estudios de profesionales de primera: nunca, jamás, he encontrado un ‘negacionista’ (funesto término, que empleo para que se me entienda) que explique su renuencia porque crea que la vacuna es “agua destilada”, tampoco por la variedad de las vacunas. No digo que no exista; de todo hay en la viña del Señor; pero, desde luego, no es predominante en absoluto.
La idea general que transmiten las palabras, incluso por su forma, es que sólo se opone a las vacunas un grupo ignorante, supersticioso y embrutecido que desconfía de la ciencia. Como, no sé, el inventor de la propia técnica de inoculación del ARN mensajero, el doctor Robert Malone. O el descubridor del VIH y Premio Nobel, Luc Montagnier. O el doctor Michael Yeadon, exvicepresidente de Pfizer, o… La lista, créanme, es interminable. Todos ellos puede estar absolutamente equivocados, naturalmente. Pero no son cuatro payasos indocumentados, y el problema es que ni siquiera se les deja debatir pública y abiertamente.
“Después, otros que dicen que es un peligro porque con la vacuna entra el virus dentro. Muchas discusiones que han creado esta división. También en el colegio cardenalicio hay algunos negacionistas y uno de ellos, pobre, estuvo ingresado con el virus. Ironías de la vida”. 
Corramos un tupido velo sobre esta pulla indisimulada contra el cardenal Burke, será lo mejor.

Y termina:
“Yo no sé explicarlo bien, algunos lo explican por la diversidad de donde provienen las vacunas que no han sido suficientemente experimentadas, y tienen miedo. Se debe aclarar y hablar con serenidad de esto. En el Vaticano estamos todos vacunados, excepto un pequeño grupo que se está estudiando cómo ayudarles”.
VEAMOS: Las supuestas vacunas, nos informan ya oficialmente, no evitan que la persona inoculada contagie o se contagie. Ni siquiera evita que enferme. Supuestamente hace más leves los síntomas, pero los números no justifican muchas alegrías, y el hecho de que países con un arrollador éxito de vacunación, como Israel, haya visto dispararse las vacunaciones debería, como mínimo, iniciar un debate abierto, ese “aclarar y hablar con serenidad de esto” del Papa.
En cuanto al modo de “ayudar” a ese pequeño grupo en el Vaticano, aconsejamos el remedio universal en el que siempre insiste el Santo Padre: diálogo y más diálogo. Y, sobre todo, escucha atenta.
Carlos Esteban

viernes, 12 de marzo de 2021

Desastres extramagisteriales (Bruno Moreno)



Ya sabemos que no existe el magisterio aeronáutico. Las entrevistas o declaraciones que ofrezca un Papa a los periodistas mientras viaja por los aires (o mientras está en Roma) no son ni siquiera lejanamente magisteriales. Son opiniones personales de la misma persona que, en otro contexto, puede hablar magisterialmente. Ningún católico está obligado a coincidir con esas opiniones, que solo tienen el peso de las razones o sinrazones que las acompañen y de la mayor o menor sabiduría de quien las expresa.

No obstante, el hecho de ser extramagisteriales no implica que sean irrelevantes. Del mismo modo que un Papa o cualquier otro obispo pueden hacer mucho bien con sus palabras aunque no sean magisteriales, también pueden hacer mucho mal con ellas, incluso cuando no son magisteriales. Un cargo de autoridad conlleva una gran responsabilidad, que no debe tomarse nunca a la ligera. Si de toda palabra ociosa que hablen los hombres les pedirán cuentas el día del Juicio, con mucha más razón deberán cuidar esas palabras lo que han sido elegidos por Dios para enseñar en su nombre.

Digo todo esto por las enésimas respuestas del Papa Francisco a los periodistas en su último viaje, que, con todo el respeto, son desoladoras. Podrían analizarse varias cosas, pero creo que basta con estas breves frases del Papa:
“También ocurre lo mismo con los santos que no son solamente los de los altares, son los santos de todos los días. […] Los santos, hombres y mujeres, que viven su fe, sea la que sea, con coherencia. Que viven los valores humanos con coherencia. La fraternidad con coherencia”
Es difícil expresar adecuadamente lo terribles que son estas afirmaciones desde el punto de vista de la fe católica, porque de hecho niegan la realidad de la gracia de Dios, la fe, la Revelación, la encarnación de Cristo y la redención por su muerte y resurrección, el perdón de los pecados y, en resumen, todo lo que creemos los católicos. No es nada sencillo conseguir algo así con dos docenas de palabras.

En tres frases, el Papa iguala la fe sobrenatural cristiana con las creencias religiosas más o menos disparatadas de los hombres, como si estuvieran al mismo nivel (error fundamental pero no casual, porque se repite varias veces en la declaración del Papa en unión con el imán de Abu Dhabi y en otros textos). Asimismo, parece ignorar que la santidad no es ni puede ser una cualidad meramente humana, que surge al margen de la fe católica, porque es un don sobrenatural que Dios da por medio de la fe y al hilo de los sacramentos. Reducir la santidad a la fraternidad humana es lo mismo que decir que no hacía falta que Cristo se encarnara ni que muriera por nosotros, que la salvación no era necesaria. Si cualquier religión no cristiana puede hacernos santos, ¿qué sentido tienen los sacramentos, la liturgia, la doctrina y el propio magisterio? Si la fraternidad humana basta para alcanzar la santidad, la gracia y la filiación divina que nos ofrece la Iglesia se convierten en irrelevantes.

Del mismo modo, esos “valores humanos” que procuran vivir “con coherencia” los miembros de otras religiones y que para el Papa son la única condición para alcanzar la santidad en realidad son, a menudo, profundamente inhumanos, porque no cuentan con la Revelación divina que hemos recibido en el Hijo de Dios. La coherencia con el error no es algo bueno ni deseable ni mucho menos santo, sino que, en el mejor de los casos, simplemente puede atenuar la responsabilidad de los pecados objetivos cometidos.

Si nos tomáramos en serio las palabras del Papa, en nuestras Iglesias, junto a Nuestra Señora, a los apóstoles y los mártires deberíamos colocar imágenes de Lutero, el fundador de los Testigos de Jehová, Aleister Crowley o unos cuantos Daláis Lamas, porque serían tan santos los unos como los otros. A fin de cuentas, si lo que importa es ser “coherente” con las propias creencias, por muy equivocadas y absurdas que sean esas creencias, todos ellos sin duda lo habrán sido en mayor o menor medida. Es más, si se puede ser santo siguiendo a Buda, a Confucio, a Mahoma o a Joseph Smith, ya no es cierto que solo se nos ha dado un nombre bajo el cielo que pueda salvarnos, el de Jesucristo. Si todo es santidad, nada es santidad. Si todas las religiones salvan, Jesucristo nos engañó al presentarse como el único Hijo de Dios.

Para valorar todo esto, sin duda hay que tener en cuenta, con todo el respeto y el cariño filiales, que el Papa no es un gran teólogo ni un gran pensador, ni siquiera uno medianillo. Después de varios años, resulta evidente que la mayoría de las cuestiones teológicas le superan por completo (y no pasaría nada, porque ya ha habido Papas muy poco formados en el pasado, si no fuera porque él mismo parece no ser consciente de lo que no sabe y eso resulta muy peligroso). Nuestro Papa actual, como tantos otros clérigos, es producto de la pésima formación que aqueja a la Iglesia en nuestro tiempo y que, de hecho, tiende a impedir distinguir en la práctica entre verdades y errores o incluso a olvidar que existe una distinción entre ambas cosas. A eso parece unirse, en su caso, el gusto por rodearse de personas aduladoras (y quizá faltas de fe) que, en lugar de señalarle sus equivocaciones, prefieren adularle y elogiar esas ocurrencias personales disparatadas. Por supuesto, el hecho de que sean ocurrencias en consonancia con los errores dominantes de nuestra época dificulta aún más que el interesado note que existe un problema.

Es decir, es muy posible, incluso probable, que el propio Papa no sea consciente de la gravedad de estas afirmaciones, diametralmente opuestas a la doctrina de la Iglesia y que destruirían por completo esta doctrina si se aceptasen como ciertas. No obstante, al margen de la responsabilidad subjetiva de su autor, que a los demás nos importa poco, son afirmaciones que objetivamente hacen un gran daño a los fieles y a la Iglesia. Quizá sea la hora de que los demás sucesores de los Apóstoles abandonen la estrategia del avestruz y empiecen a rechazar con claridad esos errores. Si la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero, también el error es el error, en boca de un donnadie o de un Papa. A fin de cuentas, los desastres extramagisteriales siguen siendo desastres.

Bruno Moreno