BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



Mostrando entradas con la etiqueta Reunión de febrero de 2019. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Reunión de febrero de 2019. Mostrar todas las entradas

jueves, 28 de febrero de 2019

El cardenal Brandmüller condena el "silencio" del Vaticano sobre la homosexualidad en la cumbre de abusos sexuales que tuvo lugar en Roma del 21 al 24 de febrero de 2019



ROME, February 27, 2019 (LifeSiteNews) — Organizers of the recent Vatican sex abuse summit deliberately avoided the issue of homosexuality in order to advance a “homosexual agenda” in the Church and protect homosexual networks that thrive in a “climate of complicity and a conspiracy of silence,” a cardinal has said.

In a new interview with Edward Pentin of the National Catholic Register, German Cardinal Walter Brandmüller said that “discussing the problem of homosexuality would have become dangerous for them, because it’s evident there is a network of homosexuals within the Vatican.”

“That’s the problem, there’s no question,” he said.

“This is a silence that calls out to be broken,” the cardinal added. He said the “work of journalists” plays a crucial role in breaking through this wall and therefore urged journalists to continue to “be strong, decisive, and clear” in exposing scandals, even when they meet with no concrete consequences or punitive measures.

Cardinal Brandmüller’s remarks come one week after he and US Cardinal Raymond Burke co-signed an open letter to bishops attending the Vatican summit on the protection of minors in the Church to end their silence on moral corruption in the Church and return to upholding the divine and natural law.

The two cardinals, who also signed the 2016 dubia asking Pope Francis to clarify his moral teaching in Amoris Laetitia, called on bishops to raise their voices against moral corruption in the Church.

“A decisive act now is urgent and necessary,” they said, calling for an end to the “plague of the homosexual agenda” in the Church, organized networks of protection, and a “climate of complicity and a conspiracy of silence.”

In his Feb. 25 interview with the Register, Cardinal Brandmüller said he was “very disappointed” at the outcome of the meeting, and that the root causes were not discussed.

“We’ve said all that needs to be said,” he said. “It all depends on what will be done now, but the silence about homosexuality is a real problem. We have written our letter as observers from the outside; neither Cardinal Burke nor myself are involved.”

Asked how much of the problem is due to a collapse in the Church’s moral doctrine, Brandmüller said the lack of moral doctrine is the “root” and can be traced back decades.

“In the late 1960s early 1970s, the teaching of morals at the [Pontifical] Gregorian University [in Rome] was heretical,” he said. “That was the time of [dissenting] lecturers: [Jesuit Father Josef] Fuchs, [Father Bernard] Häring, and [Father Charles] Curran. They were offering their teaching, the boys listened to these lectures, and then began practicing [homosexuality]."

“The North American College at that time was a center of homosexuality,” Cardinal Brandmüller said.

The cardinal praised lay initiatives like last week’s silent protest in Rome, which brought together 100 men and women to “oppose the Vatican’s policy of silence about homosexuality,” ahead of last week’s Vatican summit on clerical sex abuse.

“Everyone is authorized to express his opinion, and this was a good protest,” he said. “We live in hope and trust in divine Providence.”

Diane Montagna

-------

TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL USANDO GOOGLE

ROMA, 27 de febrero de 2019 (LifeSiteNews) - Los organizadores de la reciente cumbre sobre el abuso sexual en el Vaticano evitaron deliberadamente el tema de la homosexualidad para promover una "agenda homosexual" en la Iglesia y proteger las redes de homosexuales que prosperan en un "clima de complicidad y Conspiración del silencio ”, ha dicho un cardenal.

En una nueva entrevista con Edward Pentin del National Catholic Register, el cardenal alemán Walter Brandmüller dijo que "discutir el problema de la homosexualidad se habría vuelto peligroso para ellos, porque es evidente que hay una red de homosexuales dentro del Vaticano".

"Ese es el problema, no hay duda", dijo.

"Este es un silencio que llama a romperse", agregó el cardenal. Dijo que el "trabajo de los periodistas" desempeña un papel crucial para romper este muro y, por lo tanto, instó a los periodistas a continuar "siendo fuertes, decisivos y claros" al exponer los escándalos, incluso cuando no tienen consecuencias concretas o medidas punitivas.

Los comentarios del cardenal Brandmüller se producen una semana después de que él y el cardenal estadounidense Raymond Burke firmaron una carta abierta a los obispos que asisten a la cumbre del Vaticano sobre la protección de los menores en la Iglesia para poner fin al silencio sobre la corrupción moral en la Iglesia y volver a defender lo divino y la Ley natural.

Los dos cardenales, que también firmaron la dubia de 2016 y le pidieron al Papa Francisco que aclarara su enseñanza moral en Amoris Laetitia, pidieron a los obispos que alzaran sus voces contra la corrupción moral en la Iglesia.

"Un acto decisivo ahora es urgente y necesario", dijeron, pidiendo el fin de la "plaga de la agenda homosexual" en la Iglesia, las redes organizadas de protección y un "clima de complicidad y una conspiración de silencio".

En su entrevista del 25 de febrero con el Registro, el cardenal Brandmüller dijo que estaba "muy decepcionado" por el resultado de la reunión, y que no se discutieron las causas fundamentales.

"Hemos dicho todo lo que hay que decir", dijo. “Todo depende de lo que se hará ahora, pero el silencio sobre la homosexualidad es un problema real. Hemos escrito nuestra carta como observadores desde el exterior; Ni el cardenal Burke ni yo estamos involucrados.

Al preguntarle qué parte del problema se debe a un colapso en la doctrina moral de la Iglesia, Brandmüller dijo que la falta de doctrina moral es la "raíz" y que se remonta a décadas.

“A fines de la década de 1960, a principios de la década de 1970, la enseñanza de la moral en la [Pontificia] Universidad Gregoriana [en Roma] fue herética”, dijo. “Ese fue el momento de los [disidentes] profesores: [el padre jesuita Josef] Fuchs, [el padre Bernard] Häring y [el padre Charles] Curran. Estaban ofreciendo su enseñanza, los niños escucharon estas conferencias y luego comenzaron a practicar [la homosexualidad] ".

"La universidad norteamericana en ese momento era un centro de homosexualidad", dijo el cardenal Brandmüller.

El cardenal elogió iniciativas laicas como la protesta silenciosa de la semana pasada en Roma, que reunió a 100 hombres y mujeres para "oponerse a la política de silencio del Vaticano sobre la homosexualidad", antes de la cumbre del Vaticano de la semana pasada sobre el abuso sexual clerical.

"Todos están autorizados a expresar su opinión, y esta fue una buena protesta", dijo. "Vivimos en esperanza y confianza en la divina Providencia".

Diane Montagne

miércoles, 27 de febrero de 2019

Nicola Bux: “La fórmula de ‘tolerancia cero’ es anti-evangélica”



Lo dijo Don Nicola Bux, el que fuera consultor de la Congregación de la Doctrina de la Fe, en una entrevista publicada en La Verità, cuya traducción nos ofrece Secretum Meum Mihi.

Don Bux, la interpretación que da el Papa de los abusos es clara: la culpa no es de los sacerdotes homosexuales, sino del clericalismo. ¿Qué piensa?


El clericalismo es un término insuficiente para explicar la cuestión del abuso.

¿Por qué?

El Centro para la Protección de Menores de la Pontificia Universidad Gregoriana explicó que no se necesita hablar de pedofilia, es decir, de atención no saludable hacia los niños prepúberes, sino de efebofilia, es decir, de atracción por los jóvenes en la edad de pubertad o en la postpubertad.

Entonces, ¿la homosexualidad tiene que ver con eso?


Los autores del estudio agregan que este tipo de atracción concierne, en el 80% de los casos, a personas homosexuales. Por lo cual, hablar de clericalismo y pedofilia significa esparcir una cortina de humo.

Entonces, ¿por qué en los 21 puntos de reflexión distribuidos en la cumbre del Vaticano, no aparece la palabra «homosexualidad»?


Considere que el actual pontificado comenzó en la era de Barack Obama, aquello love is love, de los homosexuales libres de amarse como lo deseen, frente a lo cual está prohibido hablar de terapia….

Disculpe: ¿los sacerdotes homosexuales necesitan terapia?


Durante la conferencia de prensa del viernes pasado, monseñor Charles Scicluna dijo que generalizar sobre una cierta categoría, como la de los homosexuales, no es legítimo. Y que la homosexualidad no predispone al pecado, la cual sobre todo, inclina a la concupiscencia.

¿Qué tiene que ver con esto?


La concupiscencia es la inclinación al mal de la naturaleza humana. A causa de esto, el amor utiliza al otro para su propio placer.

De acuerdo. ¿Entonces?


En el caso de la homosexualidad, la persona objeto de tal tipo de amor no es verdaderamente amada, sino deseada en función del amor que el sujeto prueba para sí mismo. Aquí está el problema moral.

¿El amor homosexual no es amor?


Es un amor desordenado.

Entonces vuelvo a la primera pregunta: ¿cómo comportarse con un sacerdote o un seminarista homosexual?


Se necesita evaluar la etapa de lo que el Catecismo llama “desorden”. En cualquier caso, está prohibida la admisión al Seminario de personas con tal tendencia.

Dígame si lo he entendido bien: ¿el test psicológico que propone la cumbre del Vaticano debería servir para individualizar a los seminaristas homosexuales por excluir?


Al menos según la Ratio de los Seminarios de 2016….

En su libro, Sodoma, Frédéric Martel sostiene que en la Iglesia el lobby gay está tan extendido, que ahora se tolera la homosexualidad, al menos mientras no conduzca a la pedofilia.

De acuerdo con los estudios realizados, por ejemplo por el psicólogo holandés Gerard van den Aardweg, las personas homosexuales son mucho menos de lo que la propaganda afirma para la normalización de la homosexualidad.

¿Hay menos homosexuales de lo que pensamos?


Sí. Y por lo tanto, incluso los clérigos homosexuales son mucho menos de lo que se cree. Hace unos años, la Congregación para el Clero estimó que los clérigos homosexuales no llegaban al 2% del total.

¿Martel está equivocado?


La tesis de Martel es profundamente falsa, pero tiene un objetivo preciso: demostrar que la homosexualidad está tan difundida, que es inútil combatirla. Por el contrario, es necesario legitimarla, un poco como se busca hacer con la drogas.

Una de las palabras al orden en la cumbre del Vaticano es la «tolerancia cero». ¿No existe el riesgo de que la presión de la opinión pública lleve a juicios sumarios?

La fórmula de ‘tolerancia cero’ es anti-evangélica. Si el Señor usara este criterio con la humanidad, habría desaparecido de la faz de la tierra….

¿Dice que está mal ser demasiado severos con los abusadores?


‘Tolerancia cero’ es un eslogan políticamente correcto y repetido como los loros —bajo la presión de la opinión pública— para demostrar que la Iglesia ha empuñado la espada y está haciendo limpieza.

En cambio, ¿qué debería hacer la Iglesia?


La Iglesia debe tener paciencia y prudencia. No debe derogar la verdad: tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento presentan las relaciones homosexuales como graves depravaciones, porque son contra natura. El padre Reginald Garrigou-Lagrange decía que se necesita ser inflexible por lo que reguarda a la doctrina, porque se cree, pero inclusive en la justa medida, porque se ama. E ironizaba, «la Iglesia absuelve a los pecadores, los enemigos de la Iglesia absuelven los pecados”.

¿Inclusive? ¿Le parece posible?


Hoy se usan muchas expresiones como ‘acoger”, ‘acompañar’… ¿Qué quiere decir? Quiere decir salvar a la persona del desorden en el que ha vivido, y si ha cometido delitos castigarlo con una pena justa. Por eso la terapia es importante….

Ah, ¿ve que la terapia tenía que ver con eso?


Sí. Me sorprende que nunca se hable de la terapia. Es porque si la agenda de Obama ha sido aceptada, la homosexualidad ha sido normalizada.

Por lo tanto, por un lado se quiere normalizar la homosexualidad, que es el caldo de cultivo de los abusos. Por el otro lado, se piden penas severas para los abusadores mismos.


Exactamente. Monseñor Scicluna debería explicar por qué, si las relaciones homosexuales no son pecaminosas, el Vaticano ha llegado a tanto con el ex arzobispo Theodore Edgar McCarrick.

McCarrick fue castigado después de las investigaciones de The New York Times.


De hecho ….

¿Se mueve el Papa según cómo sopla el viento mediático?


Me parece a merced de las presiones contradictorias de la opinión pública, que por un lado se horroriza —quién sabe por cuánto tiempo más— cuando se hace algo a los niños, pero por otro lado no quiere considerar inmoral las tendencias homosexuales.

Entre tanto, mientras McCarrick estaba siendo reducido al estado laical, el Papa Francisco nombraba nuevo Camarlengo a un protégé suyo, Kevin Farrell. Que es muy cercano al jesuita pro Lgbt, James Martin.

Esta contradicción ha sido detectada por muchos. El punto es que diferentes pastores de la Iglesia han abandonado la verdad del Evangelio, tal vez por miedo. Este es el origen de la crisis.

¿Realmente el Papa hará limpieza?


No se hacen procesos a las intenciones. Pero no entiendo por qué no se abre la confrontación con esa parte del mundo católico que, sobre la cuestión, intervino metiendo un dedo en la herida. Aquí está el verdadero clericalismo.

¿En qué sentido?

Evitar la confrontación y el debate. Hacer como las avestruces, que meten sus cabezas bajo la arena.

¿Usted se refiere a la confrontación con los cardenales conservadores, quienes atribuyeron la causa del abuso a la homosexualidad?

No son cardenales conservadores, sino que “custodian la fe católica transmitida por los apóstoles”, manteniendo juntas, de manera católica, la doctrina, la moral y la praxis, sin ceder a las modas. Una cosa viene a la mente…

Diga.

Usted piensa que, a propósito de la homosexualidad, también en la Iglesia esté de moda la palabra ‘orientación’.

¿No debería?

¡Pero esta no es una expresión de la moral católica! ¡Es una expresión de los lobbies homosexualistas!

¿Eso es?

No existe una orientación sexual.

¿No existe?

Dios creó el macho y la fémina. O Dios es el ordenador supremo de lo creado, mientras el pecado del hombre crea desorden; o el orden objetivo no existe y cada uno lo construye como le parece. Si en la Iglesia se renunciare a enseñar que Dios ha creado una naturaleza bien precisa, hecha del masculino y femenino, y si se reduce a hablar de ‘orientación’, cae un principio de fondo de la verdad católica.

¿Qué piensa del «político» Francisco, el que se fotografió con el pin «Abramos los puertos»?

Es folklore. La cuestión es otra.

¿Cuál?

Si en la Iglesia debe prevalecer la política o la fe. Si la fe debe prevalecer, la Iglesia también deberá aceptar ser perseguida, para reafirmar la verdad del Evangelio.

Entonces, ¿el Papa se equivoca al pedir acogida para todos?


En realidad, si se pone cuidado de todas sus intervenciones, no se encuentra la invitación a la acogida indiscriminada. Digamos que sus frases son un poco peronistas….

¿Peronistas?


Sí. Usted sabe que el peronismo es la capacidad de armar una cosa y su opuesto, según las circunstancias.

Un disparo al círculo y otro al barril.


En relación con el consenso para no perder. El punto es entender cuán vigente está ahora esta impostación. Viendo lo que está pasando en Italia, en Europa, en América Latina, diría que no está.

¿Y qué piensa del giro ambientalista de la Iglesia?


Otra de esas cosas que funcionan para la agenda Obama. A este paso, la Iglesia terminará encontrándose en un caso Galileo al contrario. Los científicos están divididos. Y la Iglesia no tiene competencia en el asunto.

El padre Antonio Spadaro dice que se necesita un «catolicismo democrático».


Poner juntos el catolicismo y la democracia es un oxímoron.

¿Completamente?


Ciertamente. ¿Qué quiere catolicismo democrático? Cuando se habla de Iglesia Católica, se habla del pueblo de Dios jerárquicamente ordenado. La Iglesia no es en lo mínimo una democracia….

Artículo publicado en Secretum Meum Mihi de una entrevista realizada por La Verità

lunes, 25 de febrero de 2019

domingo, 24 de febrero de 2019

21 de febrero, fiesta de san Pedro Damián, un profeta para la Iglesia de hoy

(SANDRO MAGISTER)


Increíble pero cierto. Precisamente hoy, 21 de febrero, día en el que el Papa Francisco inaugura la cumbre sobre los abusos sexuales con los líderes de la jerarquía católica mundial, la Iglesia celebra la memoria litúrgica de san Pedro Damián, gran reformador del siglo XI, después proclamado Doctor de la Iglesia, autor de un libro con un título emblemático: Liber Gomorrhianus.

La coincidencia, aunque involuntaria, no podía ser más apropiada. Porque en ese libro, redactado en forma de carta, san Pedro Damián lanzaba un dramático llamamiento al Papa y a los obispos de su tiempo, para que liberaran a la Iglesia de la “inmundicia sodomítica que se insinúa como un cáncer en el orden eclesiástico, más aún, como una bestia sedienta de sangre y rabiosa en el redil de Cristo”. Sodoma y Gomorra, en el libro del Génesis, son las dos ciudades que Dios destruyó con fuego, a causa de sus pecados de sexo contra natura.

Pero hay más. Porque el historiador de la Iglesia, el alemán Walter Brandmüller, que recientemente ha resaltado aún más las extraordinarias similitudes entre la crisis de la Iglesia en el siglo XI y la crisis actual, es también el cardenal que en la vigilia de esta cumbre ha firmado, junto al cardenal Raymond Leo Burke, una
 carta-llamamiento a los obispos de todo el mundo, para que rompan su silencio y finalmente enfrenten, a rostro descubierto, la plaga de la práctica homosexual entre los ministros sagrados.

El pasado 5 de noviembre, en coincidencia con la salida del ensayo del cardenal Brandmüller sobre la actualidad de la historia de san Pedro Damián, Settimo Cielo había publicado un amplio resumen, con referencias al texto íntegro en alemán e italiano.

Lo que sigue a continuación es, precisamente, esa entrada de Settimo Cielo, cuya relectura es más que instructiva hoy, en el día de la fiesta litúrgica de ese gran santo y reformador.


Gomorra en el siglo XXI. El llamado de un cardenal e historiador de la Iglesia

(Settimo Cielo, 5 de noviembre de 2018)

“La situación es comparable a la de la Iglesia en los siglos XI y XII”. Como notable historiador de la Iglesia y como presidente del Pontificio Comité de las Ciencias Históricas, desde 1998 al 2009, el cardenal Walter Brandmüller, de 89 años, no tiene dudas cuando ve a la Iglesia actual “sacudirse hasta en sus fundamentos”, a causa de la propagación de abusos sexuales y de la homosexualidad, “en forma casi epidémica entre el clero e incluso en la jerarquía”.

“¿Cómo se ha podido llegar a este punto?”, se pregunta el cardenal. Su respuesta está en un amplio y fundamentado artículo publicado en estos días en el mensuario alemán “Vatican Magazin”, dirigido por Guido Horst:


> Homosexualität und Missbrauch - Der Krise begegnen: Lehren aus der Geschichte

En versión italiana integral:
> Omosessualità e abusi - Affrontare la crisi: le lezioni della storia

Brandmüller remite a los siglos en los que los obispados y el mismo papado se habían convertido en tal fuente de riqueza, que por esto “se combatía y se comercializaba tomar posesión de ella”, con la pretensión de los gobernantes temporales de atribuirse ellos mismos los cargos en la Iglesia.

El efecto fue que ocuparon el cargo de pastores personajes moralmente disolutos, ocupados en el patrimonio más que en el cuidado de las almas, para nada inclinaos a llevar una vida virtuosa y casta.


No sólo el concubinato, sino también la homosexualidad estaban cada vez más difundidas entre el clero, en tal forma que san Pedro Damián, en 1049, entregó al neo-electo papa León IX, conocido como celoso reformador, su libro ‘Liber Gomorrhianus’, redactado en forma epistolar, y que en esencia era un llamado para salvar a la Iglesia de la “inmundicia sodomítica que se insinúa como un cáncer en el orden eclesiástico, más aún, como una bestia sedienta de sangre y rabiosa en el redil de Cristo”. Sodoma y Gomorra, en el libro del Génesis, son las dos ciudades que Dios destruyó con fuego, a causa de sus pecados.

Pero lo más digno de destacar, escribe Brandmüller, fue que “casi contemporáneamente se constituyó un movimiento laico dirigido no sólo contra la inmoralidad del clero, sino también contra el apoderamiento de los cargos eclesiásticos por parte de los poderes laicos”.

“Lo que surgió fue el vasto movimiento popular llamado ‘pataria’, conducido por miembros de la nobleza de Milán y por algunos miembros del clero, pero apoyado por el pueblo. Colaborando estrechamente con los reformadores próximos a san Pedro Damián, y luego con Gregorio VII, con el obispo Anselmo de Lucca, importante canonista que posteriormente llegó a ser el papa Alejandro II, y con otros también, los ‘patarinos’ solicitaron, recurriendo también a la violencia, la realización de la reforma que a continuación tomó a partir de Gregorio VII el nombre de ‘gregoriana’: por un celibato del clero vivió fielmente y contra la ocupación de diócesis por parte de poderes seculares”.

Ciertamente, a continuación la “pataria” se dispersó en corrientes pauperísticas y antijerárquicas, al filo de la herejía, sólo en parte después reintegradas en la Iglesia “gracias a la acción pastoral con visión de futuro de Inocencio III”. Pero el “aspecto interesante” sobre el que Brandmüller insiste es que “ese movimiento reformador explotó casi en forma simultánea en los máximos ambientes jerárquicos en Roma y entre la vasta población laica lombarda, en respuesta a una situación considerada insostenible”.

Ahora bien, ¿qué hay de semejante y de diferente en la Iglesia de hoy, respecto a entonces?


Semejante, advierte Brandmüller, es que entonces como hoy quienes expresan la protesta y reclaman una purificación de la Iglesia son sobre todo estratos del laicado católico, especialmente norteamericanos, en el surco del “maravilloso homenaje al rol importante del testimonio de los fieles en materia de doctrina” sacado a la luz en el siglo XIX por el beato John Henry Newman.

Al igual que entonces, también hoy estos fieles encuentran a su lado a algunos pastores celosos. Pero hay que reconocer – escribe Brandmüller – que el apasionado pedido a las altas jerarquías de la Iglesia y en definitiva al Papa de unirse a ellos para combatir la peste de la homosexualidad entre el clero y los obispos no encuentra hoy respuestas igualmente adecuadas, a diferencia que en los siglos XI y XII.
También en las luchas cristológicas del siglo IV – hace notar Brandmüller – “durante largos períodos el episcopado se mantuvo inactivo”. Y si también hoy permanece de la misma manera, respecto a la difusión de la homosexualidad entre los ministros sagrados, “puede depender del hecho que la iniciativa personal y la conciencia de la propia responsabilidad de pastor del obispo individual se han tornado más difíciles por las estructuras y por los aparatos de las conferencias episcopales, con el pretexto de la colegialidad o de la sinodalidad”.

En cuanto al Papa, Brandmüller imputa no sólo al actual, sino también en parte a los predecesores, la debilidad de confrontar las corrientes de teología moral según las cuales “lo que ayer estaba prohibido hoy puede ser permitido”, actos homosexuales incluidos.
Es verdad – reconoce Brandmüller – que la encíclica “Veritatis splendor” de 1993 de Juan Pablo II – “en la que la contribución de Joseph Ratzinger no ha sido todavía reconocida debidamente” – ha reconfirmado “con gran claridad las bases de la enseñanza moral de la Iglesia”. Pero ella “ha chocado con el amplio rechazo de teólogos, quizás porque ha sido publicada sólo cuando la decadencia teológico-moral ya había avanzado demasiado”.

Es verdad también que “algunos libros sobre la moral sexual han sido condenados” y “a dos profesores les ha sido revocada la licencia para enseñar, respectivamente en 1972 y en 1986”. “Pero – prosigue Brandmüller – los herejes verdaderamente importantes, como el jesuita Josef Fuchs, que desde 1954 a 1982 fue docente en la Pontificia Universidad Gregoriana, y Bernhard Häring, quien enseñó en el Instituto de los Redentoristas en Roma, al igual que el más que influyente teólogo moral de Bonn, Franz Böckle, o el de Tubinga, Alfons Auer, han podido esparcir, sin ser perturbados, a la vista de Roma y de los obispos, la semilla del error. La actitud de la Congregación para la Doctrina de la Fe en estos casos es, visto en retrospectiva, simplemente incomprensible. Se ha visto llegar al lobo y se permaneció mirando mientras irrumpía entre la grey”.

El riesgo es que a causa de esta falta de iniciativa de las altas jerarquías también el laicado católico más comprometido, abandonado, pueda “no reconocer más la naturaleza de la Iglesia fundada sobre el Orden Sagrado y se encamine, al protestar contra la ineptitud de la jerarquía, hacia un cristianismo comunitario evangélico”.

Y por el contrario, más se sientan los obispos, desde el Papa en adelante, sostenidos por la activa voluntad de los fieles para renovar y revivir la Iglesia, mucho más se podrá hacer una verdadera limpieza.

Concluye Brandmüller diciendo: “Es en la colaboración de obispos, sacerdotes y fieles, en el poder del Espíritu Santo, que la crisis actual puede y debe convertirse en el punto de partida de la renovación espiritual – y, en consecuencia, también de la nueva evangelización – de una sociedad post-cristiana”.

Brandmüller es uno de los cuatro cardenales que en el 2016 presentó al papa Francisco sus
 Dubia sobre las variaciones de hecho de la Iglesia, sin que nunca haya recibido una respuesta.

¿Esta vez el Papa lo escuchará y lo tomará seriamente en consideración, como hizo León IX con san Pedro Damián?



Sandro Magister

Publicado originalmente en italiano el 21 de febrero de 2019, en magister.blogautore.espresso.repubblica.it/…/21-febbraio-fes…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

sábado, 23 de febrero de 2019

SPECOLA, del 15 al 23 de febrero de 2019

INFOVATICANA



Los santos, sabios y mártires sacerdotes del Vaticano, el nuncio molestón, el Papa Francisco y los hijos de McCarrick.

El Vaticano y la ‘operación Sodoma’, Viganò y su encuentro, la denuncia al nuncio de París, los bomberos del papa.

El Sr. McCarrick y los macarristas, puertos abiertos y puertas cerradas, el ausente Pueblo de Dios, Viganò de nuevo.

Semana decisiva para el pontificado de Papa Francisco, Sodoma y el Vaticano, Viganò presente, políticos italianos.

El sínodo Viganó, silencios y nervios en Vaticano, arde París, la religión universal, los hijos secretos.

Extraña rueda de prensa Vaticana, jesuitas al poder, los dubia aumentan, discernimientos y preferencias universales.

El encuentro Vaticano, Viganò presente, víctimas ausentes, Papa Francisco y los primos del diablo.

Condenas, recomendaciones, víctimas, Zanchetta, Viganò, ausencias, olvidos, algo que agoniza, vida que nace.

Caos, confusión, desconcierto, silencios, buenos deseos, lágrimas de cocodrilo, se termina sin empezar, otra ocasión perdida.

Selección por José Martí

Vuelve la ‘sinodalidad’, ahora con nuevas aplicaciones (Carlos Esteban)



“Sinodalidad”. Es la palabra de moda en la minicumbre de los abusos, como acabó siéndolo en el sínodo supuestamente dedicado a la juventud. Un término tan vago como “clericalismo” y con la misma función.

¿Quién podría pensar que el problema de los abusos sexuales de sacerdotes y su encubrimiento en la Iglesia tenía como solución la ‘sinodalidad’? Y, sin embargo, esa está siendo la palabra más repetida en la cumbre, obligada en las presentaciones de quienes han hablado públicamente hasta ahora. Parece el Bálsamo de Feriabrás, capaz de curar las cosas más inverosímilmente distintas, de ser lo que anhelan los jóvenes y, al mismo tiempo, el remedio específico para atajar los abusos.

Lo explicó el cardenal arzobispo de Bombay Oswald Gracias, al decir en su presentación que “el abuso sexual de menores y adultos vulnerables” revela “una compleja red de factores interrelacionados”, entre los que citó “la psicopatología, las decisiones morales pecaminosas, los entornos sociales que permiten que se produzca el abuso y, a menudo, respuestas institucionales y pastorales inadecuadas o sencillamente inicuas, o falta de respuesta”.

No, la homosexualidad no aparece por ninguna parte entre los factores, ni siquiera su desconcertante incidencia en los abusos y, por tanto, presumiblemente, entre el clero. Y de ese discurso relativamente razonable, pese a la clamorosa omisión, Gracias da un salto en el vacío para concluir que, para encarar todos esos factores nocivos, son vitales “la colegialidad y la sinodalidad”.

Es un tanto antiintuitivo. Si la ‘colegialidad’ significa algo, ha sido precisamente un exceso de colegialidad lo que ha llevado a los obispos a taparse las vergüenzas unos a otros y a desanimar poderosamente toda denuncia. Nadie quiere aparecer como el aguafiestas que estropea la hermosa fraternidad colegial denunciando a un ‘hermano en el episcopado’. Porque pensar que en toda la Conferencia Episcopal de Estados Unidos nadie había oído una palabra de que el todopoderoso cardenal McCarrick acostumbraba a llevarse seminaristas guapos a su casita de la playa exige una credulidad que, afortunadamente, la Iglesia no nos exige.

También el organizador de la cumbre por encargo del Papa, el cardenal arzobispo de Chicago Blaise Cupich, demostró que había entendido la consigna y remachó en su discurso, a continuación de Gracias, el aspecto ‘sinodal’ de todo este asunto. Cupich hizo un intento de definición de este lábil término, explicando que “representa la participación de todos los bautizados a todos los niveles -en parroquias, diócesis, organismos nacionales y regionales- en un discernimiento y reforma que penetra a través de toda la Iglesia”.

¿Han entendido algo? Lo suponía. La cosa va de descentralización de poder en la Iglesia pero, paradójicamente, como en el caso al que nos referíamos antes, la propia insistencia unánime en la sinodalidad, en una cumbre dedicada a los abusos, demuestra su absoluta ausencia

Porque si todos repiten idéntico mensaje en una cumbre que, reconozcámoslo, tiene poco que ver, cuesta pensar que sea por una feliz y universal coincidencia en lugar de responder a un deseo de complacer al Santo Padre en sus directrices.

Carlos Esteban

Actualidad comentada׃ La lección de Caín y Abel (Padre SANTIAGO MARTIN FM)


Duración 12:03 minutos


viernes, 22 de febrero de 2019

Caso Zanchetta: el Vaticano conocía los abusos sexuales (Carlos Esteban)



El Tribuno, el diario argentino que desveló el caso del dimisionario obispo Gustavo Zanchetta, insiste en que el Papa conocía las denuncias de abusos sexuales contra él antes de darle un cargo de campanillas en el Vaticano.

El Tribuno, el diario de la provincia de Salta que soltó la liebre sobre el obispo emérito de Orán, no ha podido elegir peor momento para hacer públicas sus últimas revelaciones: el Vaticano, el propio Papa, estaban enterados de las denuncias por abusos sexuales contra Gustavo Zanchetta antes de que Su Santidad le acogiera en Santa Marta y creara ‘ex nihilo’ para él un cargo de difusa responsabilidad en la APSA, la ‘inmobiliaria’ de las propiedades de la Santa Sede.

Resumimos telegráficamente el caso: hace unas semanas, el diario local argentino El Tribuno publicó que la verdadera causa de la renuncia del joven obispo de Orán, Gustavo Zanchetta, no era la enfermedad que alegaba, sino las denuncias por abusos de poder y sexuales contra él. Zanchetta había sido uno de los primeros y sorprendentes nombramientos episcopales de Francisco, no solo porque era relativamente joven, sino porque no parecía reunir las condiciones habituales para tan alto cargo y, sobre todo, porque el Papa actuó directamente, saltándose el procedimiento ordinario de atender las propuestas de la Conferencia Episcopal Argentina y la opinión de los vicarios diocesanos. Sencillamente, era su amigo de cuando Zanchetta trabajaba en la Conferencia Episcopal.

Zanchetta se marchó bruscamente, sin siquiera despedirse de los fieles o de sus propios sacerdotes, alegando una enfermedad indefinida. Una extraña enfermedad, porque fue a sestear a la diócesis de Corrientes, invitado por su obispo, y en pocas semanas disfrutaba en Madrid de la hospitalidad del cardenal arzobispo Carlos Osoro. Y al poco estaba viviendo con el mismo Papa y disfrutando de un puesto creado ex profeso para él.

El bombazo de El Tribuno obligó al Vaticano a reaccionar, y el interino portavoz Gisotti se presentó ante los medios diciendo que a) Zanchetta había sido suspendido de sus funciones en la APSA, b) que el Vaticano solo conocía el asunto del ‘malestar’ de sus sacerdotes y los abusos de poder (reconociendo así que le dejaron colar la mentira de la enfermedad, por cierto), y c) que de los abusos sexuales se acababan de enterar por las noticias de la prensa.

Cuando, poco después, salieron voces asegurando que habían enviado a la Curia fotos obscenas de Zanchetta, Gisotti se reafirmó: Roma no sabía nada de todo eso.

Pero ahora El Tribuno publica que documentos internos de la Iglesia “demuestran que autoridades de la institución, incluido el papa Francisco, conocían las denuncias de abuso sexual y desmanejos económicos que pesaban contra el ahora exobispo de Orán Gustavo Zanchetta, antes de darle un alto cargo en el Vaticano y trasladarlo a Roma. El religioso envió fotos íntimas desde su celular, acosó a seminaristas, no registró la venta de un importante inmueble y manejó fondos discrecionalmente”.

Cuenta el diario que “las sospechas contra Zanchetta surgieron en el seno de la Iglesia desde 2015, según se describe en la denuncia interna. Luego de que un secretario del Obispado descubriera fotos sexuales que Zanchetta había enviado y recibido desde su celular, sacerdotes alertaron a las autoridades. De acuerdo a lo que relata el texto, luego de eso el Papa llamó al entonces obispo para hablar sobre el tema, pero no fue separado del cargo. Después en el 2016, tres de sus vicarios generales y dos monseñores hicieron una denuncia interna formal ante la nunciatura, insistiendo en “actitudes extrañas” de Zanchetta con los seminaristas como “vigilarlos de noche paseando por sus habitaciones a altas horas con una linterna, o pedir que le hagan masajes, o meterse en sus habitaciones y sentarse en sus camas, o incitarlos a tomar bebidas alcohólicas, o ciertas preferencias por algunos más agraciados”.

Hubo una segunda denuncia, esta en 2017, después de que la primera fuera completamente ignorada. En esta “ya se explicitan supuestos casos de abuso sexual a seminaristas. Entonces, Zanchetta tuvo que salir de la diócesis. Sin embargo, no se inició investigación eclesiástica, no lo denunciaron a la Justicia ni lo apartaron sino que le terminaron dando un cargo en el Vaticano y se mudó a la misma residencia que habita el Papa”.

Ahora, los representantes de la cumbre sobre los abusos pueden seguir hablando de ‘transparencia’.

Carlos Esteban

Francisco y la Declaración conjunta sobre la fraternidad humana: un público rechazo a la fe católica



El 4 de febrero del 2019, el Papa Francisco y Ahmad Al-Tayyeb, el gran imán de la mezquita Al-Azhar, firmaron un “Documento sobre la Fraternidad Humana”. El documento y la firma fueron actos públicos. El documento contiene el siguiente pasaje:

“La libertad es un derecho de todas las personas: cada individuo disfruta de la libertad de credo, de pensamiento, de expresión y de acción. El pluralismo y la diversidad de religiones, de color, sexo, raza e idioma son queridos por Dios, en Su sabiduría, mediante la cual Él creó a los seres humanos. Esta sabiduría divina es la fuente de la que emana el derecho a la libertad de credo y a la libertad para ser diferentes”.

Tomado en su significado normal, la declaración de que el pluralismo y la diversidad de religiones es querida por Dios, en Su sabiduría, es directamente contraria a la fe católica. El pluralismo y la diversidad de religiones son males y, como tales, no pueden ser queridos por Dios. Estas religiones discrepan entre sí en temas doctrinales y morales. Por lo tanto, al menos algunas de estas religiones están erradas en los puntos en los que no concuerdan y es un grave mal sostener falsas creencias, dogmáticas y morales. Además, la doctrina cristiana es que sólo existe una religión verdadera, la religión que adora a la Santísima Trinidad. Las religiones que no la adoran son falsas y, por sí mismas, causan un daño a sus creyentes. En tanto que falsas, son males.

Muchos católicos son reticentes a ver en esta aseveración un acto de herejía o apostasía del Papa Francisco. Para obrar así, deben interpretar estas palabras en un sentido que puede ser reconciliado con la doctrina Católica. El Padre John Zuhlsdorf ha propuesto semejante interpretación comentando lo siguiente:

Cuando hablamos de Dios, haremos distinciones. Dios tiene una “voluntad activa o positiva” y una “voluntad permisiva”. La “voluntad activa” de Dios tiene que ver con lo que es bueno, verdadero y hermoso. Por otra parte, Dios tiene una “voluntad permisiva”, por la cual permite que sucedan cosas que no están de acuerdo con el orden que Él ha establecido. Por ejemplo, Dios creó a Adán y a Eva para vivir de una cierta forma, acorde con su naturaleza y Su voluntad. Sin embargo, previó que caerían y les permitió caer. Por Su voluntad activa ellos iban a vivir de un cierto modo. Por su voluntad permisiva, se extraviaron y cayeron. Al final, todo lo que Dios ha permitido que marche equivocadamente será en definitiva enderezado.

Aplicando la distinción entre la voluntad activa y la permisiva de Dios a las palabras del Papa Francisco, e interpretando las palabras como aseverando que la pluralidad de religiones es objeto de la voluntad permisiva de Dios, en lugar de Su voluntad activa, es la única forma de entenderlas en un sentido cristiano. La pregunta es si estas palabras pueden ser entendidas en dicho sentido.

Es útil explicar brevemente esta distinción. Hay algunas cosas que simplemente Dios no quiere. Por ejemplo, Él no quiso un universo que contuviese solo objetos inanimados. Lo único indudablemente correcto acerca de esta posibilidad es el hecho de que no lo quiso, no es claramente cierto decir que no quiso que sucediera. El mal, por otra parte, no es sólo algo que Dios no quiere; es algo a lo que Su voluntad se opone siempre, puesto que Él es ilimitada y perfectamente bueno. Sin embargo, podemos distinguir entre dos formas en las cuales Su voluntad puede oponerse al mal. En una forma Su voluntad se opone al mal, no permitiendo que ocurra, a causa de su propia condición de mal. No obstante, Él pudo haber impedido cualquier mal existente y Él determina cada aspecto de la creación, por medio de Su voluntad. Un mal existente no puede suceder porque Él fue incapaz de impedirlo o porque, sencillamente, no quiso impedirlo. Así, si Él no impidió un mal, debe ser que, aunque no quiso su existencia, Su voluntad fue permitir su existencia. Su sabiduría y bondad significa que no sólo permitirá un mal si el mal permitido es parte de un bien mayor.

Por lo tanto, la pregunta es si podemos entender las palabras del Papa Francisco como queriendo decir que la pluralidad de religiones es el objeto de la voluntad permisiva de Dios, en lugar de algo que Él realmente quiera que ocurra. Hay varias razones por las que esto no puede ser así.

Decir que algo es querido por Dios y decir que es el objeto de la voluntad permisiva de Dios son expresiones mutuamente excluyentes

Los objetos de la voluntad permisiva de Dios son cosas que Él no quiere. Para entender las palabras del Papa Francisco como significando que la pluralidad de religiones es objeto de la voluntad permisiva de Dios, tendría que declararse explícitamente que la voluntad de Dios debe ser entendida, aquí, como Su voluntad permisiva; de lo contrario, el contexto tendría que aclarar que esto fue lo que se quiso decir. Ninguna de estas condiciones se cumple. Así, el significado normal de la declaración de que Dios permite la multiplicidad de religiones- o sea, que Él considere buena esta multiplicidad y que, por esta razón, causa su existencia- debería ser entendido como el significado de las palabras del Papa Francisco.

El contexto deja en claro que las palabras del Papa Francisco declaran que Dios quiere el pluralismo religioso. Éste es clasificado junto a otras diferencias, tales como el color, el sexo, la raza y el idioma, que no son males en sí y que son positivamente queridos por Dios.

El documento es conjuntamente firmado por el Papa Francisco y por el gran imán de la mezquita de Al-Azhar. Como tal, expresa una convicción compartida por ambos firmantes. Razonablemente, no podemos atribuir al gran imán el punto de vista de que las religiones diferentes del cristianismo son sencillamente objetos de la voluntad permisiva de Dios.

Se podría preguntar qué significado deberíamos atribuir a la declaración, si el gran imán la firmó y estuvo de acuerdo con ella. Es posible que el gran imán haya adoptado una forma de pluralismo religioso post moderno, pero es probablemente injusto entenderla en tal sentido. Es más probable que su aceptación de la declaración sea el resultado de creer en el determinismo, que es una característica del islam sunita. Según este determinismo, todo cuanto sucede es directamente querido y causado por Dios y no podría ser de otra manera. Sin embargo, a Dios no se le puede culpar por el pecado de los hombres y por otros males, y Él castiga justicieramente a los hombres por sus pecados. Tal determinismo sostiene que el pluralismo religioso es, en efecto, directamente querido y causado por Dios; pero no concluye que este pluralismo sea un bien, que todas las religiones son buenas o que los hombres no serán justicieramente castigados por pertenecer a las falsas religiones (que, para el imán, serían todas las religiones, salvo el islam). No se trata de decir que este determinismo es una componente de la declaración firmada por el papa y el imán; más bien sería una presuposición sostenida por el imán, que le permite concordar con el Papa Francisco, de que Dios quiere la multiplicidad de religiones, aunque no dudan en diferir en el por qué Él las quiere.

Esta declaración del Papa Francisco es, de este modo, un claro y público repudio de la Fe Católica. Es la continuación de una serie de públicos repudios, más o menos claros, de este tipo. Bastante ya se ha dicho de este rechazo de la fe; es tiempo de que se haga algo al respecto.

(Traducido por Valinhos. Artículo original)
Por el Dr. John Lamont

jueves, 21 de febrero de 2019

También la cumbre sobre los abusos crea serios “Dubia”. La carta abierta de dos cardenales



> Todos los artículos de Settimo Cielo en español

*

Hasta hace un mes la doble finalidad de la cumbre que, desde el 21 al 24 de febrero, reunirá alrededor del Papa a los jefes de la jerarquía católica mundial, era la “la protección de los menores y adultos vulnerables», como escrito en la “carta al pueblo de Dios” difundida por Francisco el 20 de agosto.

Prueba de ello, “L’Osservatore Romano” del 11 de enero que, al final de la primera página de Andrea Tornielli, director editorial de todos los medios de comunicación vaticanos y portavoz del Papa, dejaba clara esta doble finalidad incluso en el título:

> Incontro tra Pastori…

Sin embargo, más tarde los “adultos vulnerables” desaparecieron de la agenda oficial de la cumbre. Y con ellos la cuestión de los abusos homosexuales contra jóvenes y muy jóvenes, a pesar de que estos constituyen estadísticamente la gran parte de los abusos cometidos por el clero.

En la abarrotada rueda de prensa del 18 de febrero, con la que se presentaba la cumbre (ver foto), el cardenal Blase Cupich, número uno de la comisión organizadora, insistió más bien en negar que la práctica homosexual sea la causa de los abusos, a pesar de haber dicho que la disminución de estos delitos en los últimos años en Estados Unidos ha sido también fruto de una investigación detallada de los aspirantes al sacerdocio, excluyendo los que eran “de riesgo”.

Es un hecho que se ha prohibido no sólo la cuestión de la homosexualidad en el clero, sino también la misma palabra “homosexualidad”, que no aparece en la mole de información sobre la cumbre que se ha puesto a disposición de todos los medios de comunicación del mundo:

> Incontro: La protezione dei minori nella Chiesa. Vaticano, 21-24 febbraio 2019

La eliminación de la cuestión de la homosexualidad de la agenda de la cumbre es claramente fruto de una decisión del Papa Francisco, el cual no ha escondido que está más que convencido que no se trata de abusos sexuales, sino de abuso de poder; no de personas individuales, sino de la casta, la casta clerical.

Pero muchos en la Iglesia dudan que todo deba reducirse al “clericalismo”.

No es la primera vez que Francisco hace surgir “dubia” en la doctrina, en la moral y en la praxis. Siguen siendo memorables los que denunciaron cuatro cardenal después de la publicación de “Amoris Laetitia”, y a los que el Papa nunca dio respuesta.

Y ahora, de nuevo, dos de esos cardenales, el alemán Walter Brandmüller y el estadounidense Raymond Leo Burke, han creído que era su deber salir a la luz pública con la carta abierta que publicamos a continuación, dirigida a los obispos que tomarán parte en la cumbre sobre “la protección de los menores”.

El suyo es un llamamiento urgente a no permanecer callados ante esa otra “plaga [que es] la agenda homosexual”, que ha invadido la Iglesia y que, en su opinión, es un abandono de la “verdad del Evangelio” y, por consiguiente, también está en el origen de la crisis de fe actual. En la cumbre de los próximos días se comprobará en qué medida será escuchado este llamamiento.

*

CARTA ABIERTA A LOS PRESIDENTES DE LAS CONFERENCIAS EPISCOPALES

Estimados Hermanos, Presidentes de las Conferencias Episcopales:


¡Nos dirigimos a vosotros con profunda aflicción!

El mundo católico está desorientado y se plantea una pregunta llena de angustia: ¿hacia dónde está yendo la Iglesia?

Ante la deriva que está en marcha, parece que el problema esté reducido al de los abusos de menores, un crimen horrible sobre todo cuando quien lo perpetra es un sacerdote pero que, sin embargo, es sólo parte de un crisis mucho más amplia.

La plaga de la agenda homosexual se ha extendido dentro de la Iglesia, fomentada por redes organizadas y protegida por un clima de complicidad y silencio. Las raíces de este fenómeno se encuentran, es evidente, en esa atmósfera de materialismo, relativismo y hedonismo en la que la existencia de una ley moral absoluta, es decir, sin excepciones, es puesta en discusión abiertamente.

Se acusa al clericalismo por los abusos sexuales, pero la responsabilidad primera y principal del clero no es el abuso de poder, sino el haberse alejado de la verdad del Evangelio. La negación, también pública, con palabras y hechos, de la ley divina y natural, es la raíz del mal que corrompe a determinados ambientes de la Iglesia.

Ante esta situación, hay cardenales y obispos que permanecen en silencio. ¿También vosotros permaneceréis en silencio con ocasión de la reunión convocada en el Vaticano el próximo 21 de febrero?

Formamos parte de quienes, en 2016, interpelaron al Santo Padre sobre los “dubia” que dividían a la Iglesia tras las conclusiones del Sínodo sobre la familia. Hoy, esos “dubia” no sólo no han recibido aún respuesta, sino que son también parte de una crisis de fe más general. Por tanto, os animamos a elevar vuestra voz para salvaguardar y proclamar la integridad de la doctrina de la Iglesia.

Rezamos al Espíritu Santo para que ayude a la Iglesia e ilumine a los pastores que la guían. Es urgente y necesario un acto resolutorio.
Confiamos en el Señor, que prometió: “Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 20).

Walter Card. Brandmüller
Raymond Leo Card. Burke

----------

La carta está disponible, además, en italiano, inglés, francés, alemán y portugués:

> Offener Brief an die Präsidenten der Bischofskonferenzen

> Carta Aberta aos Presidentes das Conferências Episcopais

*

Ante la trascendencia de la cumbre vaticana del 21 al 24 de febrero, han publicado llamamientos análogos al de la carta de los cardenales Brandmüller y Burke los cardenales Gerhard Müller y Wilfried Napier, los arzobispos Charles Chaput y Carlo Maria Viganò y otros exponentes católicos de relieve, en un Simposium online promovido por el National Catholic Register:

> What Can We Expect From the Vatican Summit?

El portal español InfoVaticana ha publicado tres de estos llamamientos y en los próximos días publicará dos más:

https://infovaticana.com/2019/02/18/superando-una-crisis-de-credibilidad/

https://infovaticana.com/2019/02/18/una-mezcla-apropiada-de-indignacion-y-confianza/

https://infovaticana.com/2019/02/16/vigano-por-que-la-palabra-homosexualidad-no-aparece-en-los-documentos-recientes-de-la-santa-sede/

*

Entre los organizadores de la cumbre asombra la ausencia de uno de sus creadores, el cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston y presidente de la comisión pontificia comisión para la protección de menores instituida en 2013 por el Papa Francisco.

Entre los participantes a la cumbre, O’Malley figura sólo como miembro del consejo de los cardenales que asisten al Papa en el gobierno de la Iglesia universal.

La frialdad entra el cardenal y Francisco ha sido el tema de un artículo de Francis X. Rocca en “The Wall Street Journal” del 14 de febrero.

Viganò: “¿Por qué la palabra ‘homosexualidad’ no aparece en los documentos recientes de la Santa Sede?”



El exnuncio apostólico en Estados Unidos, Mons. Carlo Maria Viganò, ha expuesto sus dudas acerca de la próxima cumbre para los abusos en un sugerente artículo publicado por el National Catholic Register:

“Os agradezco que me hayáis invitado a tomar parte del simposio ‘Abuso y la forma de curar’ en anticipación de la próxima cumbre de obispos en el Vaticano. Mi contribución se basará en mi experiencia de 51 años como sacerdote.

Es evidente que la primera causa de la actual y terrible crisis de abusos sexuales cometidos por clérigos ordenados, incluidos obispos, es la carencia de una formación espiritual adecuada de los candidatos al sacerdocio. Esta carencia, además, es sencillamente explicada por la corrupción moral y doctrinal de muchos de los formadores de seminaristas, corrupción que se incrementó exponencialmente durante los años 60

Entré en un seminario pontificio en Roma y empecé mis estudios en la Universidad Gregoriana cuando tenía 25 años. Era 1965, justo meses después del Concilio Vaticano II. Ahí me di cuenta, no sólo en mi propia facultad sino también en otras en Roma, de que muchos seminaristas eran muy inmaduros y de que las casas de formación estaban marcadas por una general y muy seria carencia de disciplina.

Unos pocos ejemplos bastarán. Los seminaristas a veces pasaban la noche fuera del seminario, pues su supervisión era lamentablemente inadecuada. Nuestro director espiritual estaba a favor de una ordenación sacerdotal ad tempus: la idea de que el sacerdocio puede ser meramente un estatus temporal.

En la Universidad Gregoriana, uno de los profesores de teología moral apoyaba una ética situacional, circunstancial. Y algunos compañeros de clase me confiaron que sus directores espirituales no dudaron en presentarse a sí mismos como candidatos a la ordenación sacerdotal a pesar de sus continuos y graves pecados – e irresolutos – pecados contra la castidad.

Ciertamente, aquéllos que sufren de una asentada atracción homosexual no deben ser nunca admitidos en el seminario. Más aún, antes de que cualquier seminarista sea admitido para la ordenación, no sólo debe esforzarse por alcanzar la castidad, sino alcanzarla efectivamente. Debe estar viviendo ya la castidad célibe en paz y por un período prolongado de tiempo; pues, si esto falta, los seminaristas y sus formadores no pueden tener la confianza requerida para la vida célibe.

Los obispos tienen la soberana responsabilidad de formar a los candidatos al sacerdocio. Cualquier obispo que haya encubierto abuso o seducción de menores, adultos vulnerables o adultos bajo un cuidado pastoral, incluidos seminaristas, no es el adecuado para esa responsabilidad o para cualquier ministerio episcopal, y debe ser expulsado de su cargo.

Estoy orando intensamente por el éxito de la cumbre de febrero. Aunque me alegraría mucho si la cumbre tuviera éxito, las siguientes preguntas revelan que no hay signos de una genuina voluntad de atender las causas reales de la situación actual:

¿Por qué la reunión se centrará exclusivamente en el abuso de menores? Estos crímenes son de hecho los más horribles, pero las crisis en los Estados Unidos y Chile que precipitaron en gran medida la próxima cumbre tienen que ver con los abusos cometidos contra adultos jóvenes, incluidos los seminaristas, no solo contra menores. Casi nada se ha dicho acerca de la conducta sexual inapropiada con adultos, que es en sí mismo un grave abuso de la autoridad pastoral, ya sea que la relación haya sido o no “consensual”.

¿Por qué la palabra homosexualidad nunca aparece en los documentos oficiales recientes de la Santa Sede? Esto no significa de ninguna manera que la mayoría de las personas con una inclinación homosexual sean abusadoras, pero el hecho es que la gran mayoría de los abusos han sido infligidos a los muchachos post-pubescentes por los clérigos homosexuales. Es una mera hipocresía condenar el abuso y afirmar que se simpatiza con las víctimas sin enfrentar este hecho con honestidad. Es necesaria una revitalización espiritual del clero, pero en última instancia será ineficaz si no aborda este problema.

¿Por qué el Papa Francisco mantiene e incluso llama como sus colaboradores cercanos a personas que son homosexuales notorios? ¿Por qué se ha negado a responder preguntas legítimas y sinceras sobre estas citas? Al hacerlo, ha perdido credibilidad sobre su verdadera voluntad de reformar la Curia y combatir la corrupción.

En mi tercer testimonio, le supliqué al Santo Padre que hiciera frente a los compromisos que él mismo asumió al asumir su cargo como Sucesor de Pedro. Señalé que asumió la misión de confirmar a sus hermanos y guiar a todas las almas en el seguimiento de Cristo en el camino de la cruz.

Lo insté entonces, y ahora lo insto nuevamente, a decir la verdad, a que se arrepienta, muestre su voluntad de seguir el mandato dado a Pedro y, una vez convertido, confirme a sus hermanos (Lucas 22:32).

Rezo para que los obispos reunidos en Roma recuerden al Espíritu Santo, a quien recibieron con la imposición de manos, y cumplan con su responsabilidad de representar a sus Iglesias particulares pidiendo firmemente e insistiendo en una respuesta a las preguntas anteriores durante el cumbre.

De hecho, rezo para que no regresen a sus países sin las respuestas adecuadas a estas preguntas, ya que fallar en este sentido significaría abandonar sus propios rebaños a los lobos y permitir que toda la Iglesia sufra terribles consecuencias.

A pesar de los problemas que he descrito, sigo teniendo esperanza, porque el Señor nunca abandonará a su Iglesia”.

El arzobispo Carlo Viganò es el ex nuncio apostólico en los Estados Unidos.

martes, 29 de enero de 2019

Cumbre de los abusos: moderen su entusiasmo (Carlos Esteban)



Después de un verano explosivo y un otoño no mejor, las esperanzas puestas en la reunión episcopal el próximo mes en Roma son exageradas, piensa el Papa, que en su vuelo de vuelta de Panamá ha pedido rebajar las expectativas.

“Yo me permito decir que he percibido una expectativa inflada”, declaró Su Santidad en el curso de la rueda de prensa habitual en vuelo, en relación a la cumbre episcopal que se celebrará el mes que viene en Roma para tratar sobre los abusos sexuales clericales. “Hay que desinflar las expectativas. Porque el problema de los abusos seguirá, es un problema humano, pero humano por todas partes”.

El propio lenguaje del Papa en su respuesta es poco esperanzador, lleno de los clichés apropiados al caso, los que se dicen y se han dicho después de cada uno de los escándalos: “Es un drama humano y debemos cobrar conciencia. También nosotros, resolviendo el problema en la Iglesia, pero cobrando conciencia, ayudaremos a resolverlo en la sociedad, en las familias en donde la vergüenza hace encubrir todo. Pero antes tenemos que cobrar conciencia, tener protocolos y seguir adelante”.

‘Concienciación’ y procesos, esa parece ser la consigna: “Primero: que cobran conciencia de esto. Segundo: que sepan qué se debe hacer, el procedimiento, porque muchas veces el obispo no sabe qué tiene que hacer. Hay que hacer programas generales, pero que lleguen a todas las conferencias episcopales. Qué debe hacer el obispo, qué debe hacer el arzobispo, que es metropolitano, qué debe hacer el presidente de la conferencia episcopal. Pero que quede claro de manera que haya, digamos en términos un poco jurídicos, protocolos claros”.

Hemos de confesar que en esta publicación nunca hemos tenido unas expectativas demasiado altas sobre esta cumbre, lastrada por demasiados indicios que hacen sospechar que todo se resolverá en un ejercicio de relaciones públicas, de lavado de cara, y unas cuantas normas que seguirán al albur de la Curia y los propios episcopados.

De menor a mayor, la primera señal preocupante fue la decisión de Roma, menos de 24 horas de iniciarse la plenaria de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos en Baltimore que iba a tener como eje el estudio de medidas prácticas contra el encubrimiento de abusos por parte de sacerdotes, de prohibirles que trataran siquiera el asunto.

Un segundo indicio, en esa misma plenaria, fue la votación por la que los propios obispos americanos decidieron por abrumadora mayoría no solicitar respetuosamente al Vaticano que contara todo lo que tenía sobre el ex cardenal Theodore McCarrick en sus archivos.

Y, en tercer lugar, la decisión del Santo Padre de encargar la organización de la inminente cumbre a uno de los ‘pupilos’ de McCarrick, el cardenal arzobispo de Chicago Blaise Cupich, que debe su elección a las presiones del prelado pederasta y que no ha hecho otra cosa que quitar importancia a los abusos desde que estalló el escándalo.

Luego está el reciente historial del propio Francisco, que no es muy animante en este aspecto. Concitó muchas ilusiones cuando, al inicio de su pontificado, decretó una política de ‘tolerancia cero’ que ha incumplido sistemáticamente.

Lo vimos con Barros en Chile, con Pineda en Honduras, con el propio McCarrick. Llegó a llamar “calumniadores” a las víctimas del padre Karadima que le alertaban contra Barros, pero ningún desastre mayor que el del obispo Gustavo Zanchetta, uno de sus primeros nombramientos episcopales como Papa. En ese caso se han mezclado absusos sexuales, abusos de poder, encubrimientos, mentiras y un favoritismo desconcertante que solo puede calificarse de ‘clericalismo’.

Pero, superando a todos estos indicios, está la negativa a reconocer el ‘elefante rosa en la sala de estar’. A veces no se consigue acabar con los problemas ni contando con su apreciación más lúcida, pero nunca se ha oído de una plaga con la que se haya acabado negándose a admitir su verdadera naturaleza.

Desde el estallido de la crisis, la relación entre homosexualidad y la incidencia de los abusos se ha evitado cuidadosamente, y el propio Santo Padre, en su primera respuesta a la crisis, la carta al pueblo de Dios, encontró un responsable alternativo: el ‘clericalismo’. Pero el ‘elefante’ es demasiado grande como para seguir pasándolo por alto, y los fríos datos plantean una incómoda pregunta. Veamos: más del 80% de los casos de abusos denunciados de sacerdotes y religiosos sobre menores de edad son de carácter homosexual, y la abrumadora mayoría afectan a varones que ya han superado la pubertad. Alguna explicación habría que dar a eso.

Carlos Esteban