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viernes, 26 de septiembre de 2025

El futuro de La Sacristía de La Vendée (por el padre Francisco José Delgado) Con fecha 7 de marzo de 2024




Queridos amigos, seguidores y miembros de La Sacristía de La Vendée.


Hace más de tres años a un par de amigos sacerdotes se nos ocurrió comenzar un proyecto que, sin ninguna ambición, pretendía crear algo más o menos nuevo en el mundo católico hispano de Internet: un grupo de sacerdotes católicos hablando con libertad de distintos temas, política, historia, arte, literatura y, claro, Iglesia. Tratando de dar una opinión desde una perspectiva siempre católica y además contrarrevolucionaria.

Siempre pretendimos que fuera algo añadido a nuestro ser y ministerio sacerdotal. Es decir, que siempre estaba por encima el ministerio que se nos había encomendado por parte de nuestros obispos, y después, en nuestro tiempo libre, dedicar algunos ratos a algo que la Iglesia lleva pidiendo mucho tiempo: que haya una presencia católica en lo que algunos han llamado el «sexto continente». Aunque esta iniciativa no surgía de nuestra misión pastoral, es decir, nadie nos había mandado hacerlo, tengo que decir públicamente que yo contaba con el beneplácito explícito de mi obispo. No sólo eso, sino que hasta ahora siempre me ha animado a desarrollar esta tarea, aunque, como algunos se pueden imaginar, no resultaba lo más cómodo para la política diocesana en estos tiempos revueltos.

Como digo, siempre pusimos por delante el ser curas, y en el caso de todos nosotros, curas de pueblo. De ahí que nuestros programas los tuviéramos por las noches, a horas a veces intempestivas. Horas en las que los sacerdotes se dedican a cosas diversas: algunos echan un rato de lectura, otros aprovechan para algún momento más de oración, otros eligen algún otro tipo de descanso… Nosotros decidimos emplear ese tiempo, más o menos libre, a esta tarea. Es necesario entender esto, que para nosotros siempre fue primero la dedicación a la pastoral y sólo quisimos renunciar a nuestro tiempo libre, nunca a la atención a nuestros fieles directos.

Esto es importante, porque nunca quisimos otra cosa que ser curas y, aunque esto escandaliza a muchos de nuestros enemigos, siempre nos hemos presentado como sacerdotes ante las cámaras. Las renuncias directas que hemos tenido que asumir, ustedes las pueden imaginar. La actividad del canal en muchos casos nos ha hecho renunciar a proyectos personales legítimos o a otros gustos que podríamos habernos concedido.

Ustedes han sido testigos de la dimensión que ha tomado este pequeño proyecto. Nosotros seguíamos la estela de otros grandes sacerdotes, que tiempo antes de nosotros y con mucho más alcance, han llenado de fe y piedad los espacios, a veces tan sórdidos del Internet. Algunos nos han acompañado en nuestras tertulias y se lo agradecemos enormemente. Por señalar algunos: el P. Javier Olivera Ravasi, el P. Juan Razo, el P. Jorge González Guadalix, el P. Raúl Sánchez, el P. Santiago Martín o Mons. Isidro Puente Ochoa. Y espero no olvidarme de ninguno. La novedad que podíamos ofrecer nosotros, ante tan magnas figuras sacerdotales, era formar un equipo de sacerdotes en el que pudiéramos complementarnos para ofrecer algo distinto. A este equipo se han incorporado eventualmente más de treinta sacerdotes, a los que también agradecemos su apoyo. Además ha habido sacerdotes que, por distintos motivos, no podían unirse a nuestra tertulia, pero también han estado apoyándonos y ayudándonos de distintas formas.

Nunca pensamos que la cosa pudiera crecer tanto, así que no puedo más que agradecerles a ustedes el apoyo extraordinario que nos han prestado durante estos últimos años. Pero, sobre todo, hemos de dar gracias a Dios por los dones y favores que ha concedido sirviéndose de este pobre e indigno instrumento que ha sido nuestra tertulia. Ustedes nos han hecho llegar sus testimonios de conversión, de fortalecimiento en la fe, de consuelo. Y, a través de esos testimonios, nosotros hemos visto fortalecido nuestro deseo de ser buenos sacerdotes y de estar a la altura de las expectativas que nos manifestaban.

Claro, junto a tantos amigos, también nos hemos ganado unos cuantos enemigos. Enemigos que no han dudado en atacarnos a veces a cara descubierta y otras veces desde la cobardía del anonimato. Lo cierto es que nos habría gustado tener enemigos de más categoría, porque esos te pueden hacer crecer, y no lo seres envidiosos y viles a los que nos hemos tenido que enfrentar. Quizá lo más triste es que hemos tenido que contar como enemigos a algunos que deberíamos haber tenido por hermanos o padres.

Algunos de estos enemigos han obrado con malas artes, pero con buena intención. Han pensado que hacíamos daño a la Iglesia de algún modo, interpretando que nuestra opinión crítica hacia muchas de las cosas que pasan buscaba alejar a los fieles de la Verdad, amargarlos o frenar su camino de santidad. Nunca fue nuestro deseo y creo que, aunque tal cosa pueda haber pasado en algún caso particular, el efecto que hemos producido no ha sido ese en absoluto.

La realidad es que muchísimos católicos están hartos de que tantos pastores y responsables en la Iglesia traicionen la Verdad de Cristo y se entreguen a los gustos del mundo de forma tan servil. Muchos católicos están hartos de no escuchar en la Iglesia más que el catecismo de lo políticamente correcto, y de que se oculten bajo estudiadas ambigüedades las verdades de la fe que nos ha legado la Tradición. Creemos sinceramente que a esos católicos les hemos mostrado que en la Iglesia todavía es posible un mensaje que elija a Cristo antes que el mundo y que no se pliegue a las exigencias de la moderna constitución civil del clero que se nos quiere imponer.

Ante esa situación, muchos cristianos han alzado el grito de guerra vandeano: «queremos nuestros buenos curas». Y nosotros hemos respondido diciendo: «no somos tan buenos, pero intentaremos serlo lo más posible para el servicio de Cristo y de los cristianos».

Otros de nuestros enemigos, además de tambier usar malas artes, han tenido las intenciones perversas de los que no sólo han renunciado a Cristo, sino que buscan por todos los medios que todos renuncien a él. Estos enemigos ciertamente son tan indignos, que nos daría vergüenza que pudieran ganar en esta guerra que hacen a la Iglesia, y nosotros estamos dispuestos a hacerles frente. Lamentablemente, como afirmábamos en el programa de la semana pasada, nosotros mismos hemos sido los que les hemos entregado un arma para poder atacarnos.

Nosotros, a pesar de las informaciones falsas que se han difundido, hemos querido pedir disculpas voluntariamente. Disculpas que reiteramos a todos los amigos a los que hemos defraudado. A la vez nos declaramos inocentes ante los que nos han condenado sin pruebas y sin juicios, basados sólo en la mentira de los que han afirmado que hemos deseado algún tipo de mal al Papa Francisco o que de alguna manera nos hemos apartado de la comunión con él. Todos los que nos siguen saben que esto es mentira, pero la mentira es el arma del diablo, que a la vez es el príncipe de este mundo y, claro, en este falso mundo es en el que vivimos mientras no llegue el verdadero.

Desde el programa de la semana pasada han llegado cientos de correos a nuestros obispos, respondiendo a la petición que les hacíamos a ustedes. No hay palabras para expresar nuestra inmensa gratitud. Algunos nos han hecho llegar sus correos y sus testimonios, que a mí particularmente me han emocionado, a la vez de haberme entristecido por no haber sido capaz de defender mejor esta labor que tanto bien estaba haciendo.

El problema es que los enemigos que el P. Gabriel citaba en el programa pasado, como astutas serpientes, han entendido que habían mordido la presa y no están dispuestos a soltarla. Estos días pasados hemos visto cómo nuestros nombres eran injuriados en televisiones y medios de todo el mundo, siempre bajo la falsa premisa de que nosotros hubiéramos deseado un mal al Papa o que nos apartábamos de él. Además, los que podrían habernos defendido han elegido no hacerlo, sino que más bien se han unido a nuestros acusadores.

La situación es tal que tenemos temores fundados de que, si persistimos en el empeño de resistir, los enemigos puedan al final conseguir su objetivo y apuntarse una presa que no les podemos conceder: nuestro sacerdocio. Comenzaba diciendo que La Sacristía de La Vendée siempre fue algo adicional a nuestro ser sacerdotes y que, por tanto, siempre fue un medio útil, pero no un fin en sí mismo. Creemos que sería una grave imprudencia empeñarnos en salvar un medio de tal forma que lleguemos a sacrificar el fin. Es decir, que estamos dispuestos a darlo todo por Cristo, pero no por un medio opinable y prescindible, por más bueno que sea, como La Sacristía de La Vendée. Dios, en su Providencia dará mucho más fruto sin nosotros, evitando así que nos enorgullezcamos y pensemos que nos corresponde a nosotros una gloria que únicamente es del Él.

Por eso, después de mucha reflexión y por nuestra propia voluntad, queriendo evitar poner a nuestros obispos ante la difícil decisión de conceder la victoria a nuestros enemigos, hemos decidido hacer una retirada estratégica, quizá perdiendo una batalla, pero evitando perder la guerra. Es decir, que nadie se equivoque, nadie nos obliga a nada, como tampoco se nos obligó a pedir disculpas, sino que nosotros damos este paso libremente para que sea aún más evidente que no buscamos sino el bien de la Iglesia, a diferencia de aquellos que nos persiguen.

¿Qué significa esto en la práctica? Que suspendemos todos los programas en nuestros canales de La Sacristía de La Vendée hasta nuevo aviso. Se trata de adelantar la pausa que íbamos a hacer de todas formas para Semana Santa y alargarla por tiempo indefinido hasta que podamos ver que nuestra actividad no pone en peligro lo fundamental, por lo que hemos entregado nuestra vida hace ya muchos años, nuestro sacerdocio.

¿Servirá esto para que nuestros enemigos cesen en la persecución? Es evidente que no, porque ellos sólo quieren el mal y posiblemente nos persigan con más saña. Sin embargo, creemos que nuestro gesto puede hacer que aquellos que tienen el poder de defendernos hagan, por fin, que se imponga la justicia y la verdad, ante tanta maldad y calumnia. Ni que decir tiene que, siguiendo el mandato del Señor, perdonamos de corazón a nuestros enemigos y a los que nos han dado la espalda y rezamos por su conversión.

Como responsable último de este canal créanme que dar este paso me provoca un dolor terrible. Pienso en los bienes espirituales y el consuelo que producía esta «humilde trinchera de Cristo Rey», como le gusta llamarla al P. Gabriel. Pienso en la cantidad de horas de nuestra vida que hemos invertido en ello. Pienso en que algunos no sepan entender nuestra decisión y lo tomen como un mal ejemplo que les haga desfallecer en la lucha. Y esto último es, sin duda, lo que más sentiría.

Por eso les aseguro, poniendo mi palabra en juego, que la lucha católica contrarrevolucionaria no cesa por nuestra parte. Que vamos a seguir dando la batalla a tiempo y a destiempo, pero dentro de la fidelidad a nuestra vocación y a nuestra unión con Cristo, en fidelidad a la Santa Iglesia Católica y a su jefe visible, que ahora es el Papa Francisco, lo mismo que antes fue el Papa Benedicto XVI y, cuando Dios lo decida, lo será el siguiente que reciba el ministerio petrino.

¿Qué pueden hacer ustedes mientras tanto? Bueno, ya saben que hay muchos otros sacerdotes contrarrevolucionarios que seguirán trabajando en las redes para la difusión de la sana doctrina. He citado algunos antes y son mucho más conocidos que nosotros, aparte de más sabios y, con seguridad, más prudentes. Nuestro canal seguirá abierto y los vídeos disponibles. Yo, particularmente, emitiré en mi canal Quaerere Veritatem el comentario a la Suma Teológica y más adelante tal vez vuelva a emitir otros programas formativos como los que realizaba en este canal. Pueden suscribirse o seguirme en mis redes para estar al tanto. El P. Juan Manuel Góngora seguirá activo en sus redes (@patergongora) y desde ahí podrá informar de nuevas iniciativas. El P. Francisco Torres seguirá haciendo sus proyectos, como viene haciendo hasta ahora, en su canal de YouTube y en sus redes. Informaremos cuando el P. Gabriel retome sus programas de historia, y dónde podrán seguirse.

Por último, no dejen de rezar por nosotros. Sobre todo necesitamos eso. La fuerza de la oración y el ayuno es poderosa como para expulsar a los demonios que nos atacan en estos tiempos. Perseveren en el bien y rechacen el mal y tengan con nosotros la misericordia que nos han negado aquellos que han hecho de ese atributo divino un triste truco publicitario.

Por último, quiero pedirles un favor. Muchos me han hecho llegar sus correos electrónicos de apoyo por distintos medios, pero me es imposible reunirlos todos. Les pediría, si lo estiman oportuno, que los reenvíen a testimonios@lasacristiadelavendee.com, contándonos lo que ha supuesto para ustedes este programa y lo que está sucediendo ahora. Nos gustaría mucho tener esos testimonios para no perder de vista cuál es el objetivo y seguir decididos a dar la vida en defensa de la Verdad.

Una palabra de agradecimiento queda para nuestros patrocinadores: GCardio y Miel la Virgen de Extremadura. Ellos han confiado en nosotros y nos han apoyado. Otros mucho nos habían ofrecido apoyo, pero no hemos sido capaces de coordinar a tiempo lo necesario para hacer efectivo esos patrocinios. Gracias a todos.

Para terminar, personalmente quiero dar gracias a mis hermanos Gabriel Calvo Zarraute, Juan Manuel Góngora, Francisco Torres Ruiz, Rodrigo Menéndez Piñar y Roylan Recio. Hemos estado juntos en esta aventura, unidos por nuestra amistad y nuestro sacerdocio. Y deseo que ambas cosas sobrevivan a esta persecución y a las que vendrán más adelante.

Sin más, confiando en la Santísima Virgen María Inmaculada, les vuelvo a agradecer una vez más estar con nosotros, sus oraciones y todo el apoyo que nos brindan.

¡Viva Cristo Rey!

martes, 24 de junio de 2025

La regla de Lerins por P. Francisco Torres Ruiz | 04 septiembre, 2024





«¡Oh feliz y bendita isla de Lerins que,

aunque parece pequeña y plana,

es famosa por haber elevado hasta el cielo

montañas innumerables!…»


Con estas palabras elogiaba San Vicente la isla que le acogió hasta su muerte en torno al año 435d.C. Según refiere Gennadio en su De Scriptorisbus Ecclesiasticis llegó a aquel lugar tras varios años de ser zarandeado por “diversos y tristes torbellinos de la vida secular”.

De su obra solo nos ha llegado el Primer Conmonitorio y un resumen del Segundo. La palabra “Commonitorium” en latín significa “apuntes”, “notas” o “recordatorio”. El Commonitorium Primum se trata de una especie de vademécum en que el santo expone la regla de la fe, así como algunos ejemplos y temas donde se distinguen entre lo que es de fe católica ortodoxa y lo que es herejía.

Este libro podría estar dirigido hoy contra los protestantes y protestantizados que se empeñan en defender el axioma Sola Scriptura, el libre examen de la escritura, dado que dice el autor: «precisamente porque la Escritura, a causa de su misma sublimidad, no es entendida por todos de modo idéntico y universal… se podría decir que tanto son las interpretaciones como los lectores […] es pues sumamente necesario ante las múltiples y enrevesadas tortuosidades del error, que la interpretación de los Profetas y de los Apóstoles se haga siguiendo la pauta del sentir católico» (2) y para ello ofrece un triple criterio que se ha hecho famoso:

Universalidad: Quod ubique. Dice San Vicente de Lerins: «seguiremos la universalidad sí confesamos como verdadera y única fe la que la Iglesia entera profesa en todo el mundo».

Antigüedad: Quod semper. Dice San Vicente de Lerins: «si no nos separamos de ninguna forma de los sentimientos que notoriamente proclamaron nuestros santos predecesores y padres».

Consenso general: Quod ab omnibus. Dice San Vicente de Lerins: «si en esta misma antigüedad abrazamos las definiciones y las doctrinas de todos, o de casi todos, los Obispos y Maestros».

Estos tres principios pueden ayudarnos a discernir – palabra tan de moda en estos tiempos – lo que debemos creer y lo que debemos rechazar. En estos momentos actuales de gran confusión doctrinal, de predicaciones vagas y discursos emotivistas; donde la verdad ha sido sustituida por la autoridad, y el derecho natural arrumbado por el positivismo jurídico, conviene tener presente estas enseñanzas de San Vicente de Lerins y procurar mantener vivo el Depositum fidei su custodia y su exposición tal como no recuerda el apóstol de los gentiles “Guarda el depósito” (cf. 1Tim 6,20).

El mismo Concilio Vaticano II recordó el cuidado y mimo con que el Magisterio debe tratar la Revelación Divina de este modo “este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios (n. a. oral o escrita), sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad…» (DV10). En este sentido se entiende la advertencia de San Vicente de Lerins: «debemos tener horror, como si de un delito se tratara, a alterar la fe y corromper el dogma…» (7).

El respeto por la Regla de la fe, su escrupulosa conservación y su minuciosa exposición llevan a tocar tangencialmente, al menos, el viejo – y siempre nuevo- tema Verdad versus autoridad. 

Tema actual de la reflexión teológica fundamental, máxime teniendo en cuenta que hoy se prima el valor de la autoridad y la obediencia servil a la misma mientras se ofusca la verdad. 

La resolución es, aparentemente, sencilla: la autoridad debe someterse a la verdad y estar a su servicio. Pero no es el objeto de este artículo el afrontar este problema, aunque si lo traigo a colación es porque ya en el s. V está presente a juzgar por estas palabras de San Vicente de Lerins: 

" de todo lo que hemos dicho, aparece evidente que el verdadero y auténtico católico es el que ama la verdad de Dios y a la Iglesia, cuerpo de Cristo; aquel que no antepone nada a la religión divina y a la fe católica: ni la autoridad de un hombre, ni el amor, ni el genio, ni la elocuencia, ni la filosofía; sino que despreciando todas estas cosas y permaneciendo sólidamente firme en la fe, está dispuesto a admitir y a creer solamente lo que la Iglesia siempre y universalmente ha creído» (20). Así se entienden las palabras del papa San Esteban con las que cerró el conflicto acerca del bautizo de los herejes vueltos a la iglesia: «ninguna novedad, sino solo lo que ha sido transmitido".

San Vicente de Lerins aborda también una cuestión crucial que se planteaban aquellos católicos – y los católicos de todos los siglos – ¿Por qué permite Dios que haya herejías en la Iglesia? (cf. 10) y usando un texto del Deuteronomio, identificando a los herejes dentro de la iglesia con las divinidades extranjeras que se instalaron en medio de la fe del pueblo de Israel, viene a concluir que «si un doctor se desvía de la fe, es la providencia de Dios la que lo permite, para ver si amamos a Dios con todo el corazón y con toda el alma» (19).

Para concluir, conviene tener en cuenta esta última exhortación que San Vicente de Lerins nos hace: 

«el Depósito es lo que te ha sido confiado, no encontrado por ti; tú lo has recibido, no lo has excogitado con tus propias fuerzas. No es el fruto de tu ingenio personal, sino de la doctrina; no está reservado para un uso privado, sino que pertenece a una tradición pública… Guarda el Depósito, dice; es decir conserva inviolado y sin manchas el talento de la fe católica. Lo que te ha sido confiado es lo que debes custodiar junto a ti y transmitir» (22) y más adelante «si se concediere, aunque fuera para una sola vez, permiso para cualquier mutación impía, no me atrevo a decir el gran peligro que correría la religión de ser destruida y aniquilada para siempre…» (23).

Quod ab omnibus

Quod semper

Quod ubique


Tres palabras a retener.

Lo que por todos

Lo que siempre

Lo que en todas partes

Siempre en cuenta has de tener.

Si la Fe quieres conservar

y no quieres dejarte engañar

estás tres palabras debes conservar.

Y lo que no responda a estas tres

sácalo pronto ¡Recházalo!

o tu Fe verás perder.



Francisco Torres Ruiz

sábado, 10 de mayo de 2025

El arzobispo de Toledo castiga y silencia al padre Francisco José Delgado tras la denuncia de un satanista al Vaticano



El arzobispo de Toledo, monseñor Francisco Cerro Chaves, ha decidido mandar callar al sacerdote toledano (y ahora exiliado en Estados Unidos) Francisco José Delgado.

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Post de F. J. Delgado el 7 de mayo de 2024


«Por orden directa de mi Arzobispo, me veo obligado a interrumpir la actividad en todas mis redes y a suspender mi participación en medios de comunicación. En esta ocasión no lo hago por mi propia voluntad», ha escrito el director y moderador del programa ‘la Sacristía de la Vendée’ en su cuenta de X/twitter.

Francisco José Delgado ha relatado que no le queda más remedio que defenderse de una calumnia de la que espera algún día poder dar detalles.

«Obviamente, a pesar de la persecución, sigo manteniendo mi propósito de ser fiel a la Iglesia de Cristo y a su jefe visible, que es el Papa Francisco. Ofrezco todos los sufrimientos de esta situación por la conversión de aquellos que dañan a la Iglesia, desde fuera y desde dentro», ha confirmado Delgado.
Denuncia de un satanista ex miembro del Sodalicio

Aunque medios de tirada nacional como Europa Press relacionan esta medida con la polémica que se originó antes de Semana Santa, nada de esto tiene que ver con aquel programa de la Sacristía de la Vendée ya que que retomaron las retrasmisiones hace un par de semanas sin ningún problema.

Para entender la desorbitada decisión de Cerro Chaves, hay que remontarse meses atrás -a enero- a un intercambio de mensajes públicos a través de la red social X/twitter entre Francisco José Delgado y un ex miembro del Sodalicio de Vida Cristiana, José Enrique Escardó, que denuncia haber sufrido abusos y que ahora simpatiza con posturas satanistas.

En enero de este año, esta persona dijo sentirse «atacada» por José Francisco Delgado y el sacerdote mexicano Juan Razo tras un intercambio de mensajes entre los sacerdotes y Escardó.

En medio de la investigación del Vaticano al Sodalicio, José Enrique Escardó la emprendió contra ambos sacerdotes a quienes denunció ante el Dicasterio para la Doctrina de la Fe. En concreto, ante el obispo Charles Scicluna, uno de los dos investigadores enviados al Perú por el Papa para estudiar el caso Sodalicio.

Según relató el denunciante en sus redes sociales, el documento (un recopilatorio de tuits de ambos sacerdotes) que envió a Roma fue recibido y leído. «Me lo ha confirmado un representante del Dicasterio para la Doctrina de la Fe del Vaticano», confesó Escardó.

A través de su cuenta de X/twitter, José Enrique Escardó se jacta de haber logrado que gracias a él se haya castigado al sacerdote Francisco José Delgado. «Es la primera vez en la historia que la Iglesia católica sanciona a un cura por troll y me siento orgulloso de que haya sido gracias a mí», escribe Escardó.

Además, se atreve a acusar públicamente a Francisco José Delgado de ser «un encubridor de un sacerdote español que abusó sexualmente de una víctima que también lo denunció». Una afirmación que bien podría costarle una demanda.

El demandante también presume en sus redes sociales de posar con camisetas satanistas. Escardó también se atreve a llamar «hijo de puta y manipulador» al padre Delgado en algunos de sus tuits del pasado mes de enero.


Cientos de mensajes de apoyo

Ante la drástica medida adoptada por el arzobispo Francisco Cerro Chaves, el perfil del padre Francisco J. Delgado en la red social de Elon Musk se ha llenado de mensajes de apoyo y de ánimo.

El más contundente ha sido el páter Góngora, colaborador de la Sacristía de la Vendée. «Ante la situación provocada por insidiosas acusaciones arrojadas en altas instancias de la Santa Sede y provenientes de enemigos confesos de la Iglesia Católica, es chocante que sin tenerse en cuenta el c. 1321 del Código de Derecho Canónico, se actúe desde la autoridad eclesiástica con la severidad comunicada al Padre Francisco José Delgado», denuncia Góngora.

Además, el sacerdote almeriense denuncia que «este tipo de medidas entran en flagrante contradicción con el mensaje de misericordia y estilo sinodal que se propone como pretendida clave actual de la actuación pastoral». Otros sacerdotes como Pablo Pich o fray Nelson Medina también le han trasladado su apoyo.

Otras figuras del periodismo, política y de la sociedad civil como Enrique García Máiquez, Francisco José Contreras, Luis Felipe Utrera-Molina o Alejandro Bermúdez le han mostrado su cariño y han asegurado sus oraciones por él en este momento.

Javier Arias

viernes, 13 de octubre de 2023

Dubia y más dubia: Entrevista a Monseñor Schneider



La entrevista a monseñor Schneider (que tiene lugar al principio) dura aproximadamente 55 minutos. Es muy aconsejable escucharla, aunque sea en varias veces. Es esclarecedora y un canto a la esperanza para los católicos

Duración 54 minutos y 40 segundos (desde 7:08 hasta 1:01:48)

domingo, 8 de octubre de 2023

La Vendée. El primer genocidio de la historia contemporánea lo perpetró... la muy ilustrada y enciclopedista Revolución Francesa



Por fin una película, que todavía sigue en cartelera, Vencer o morir, cuenta la verdad de cómo se produjo el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen, porque el sistema que se presenta como el triunfo de la igualdad, la libertad y fraternidad se cobró tantos miles de vidas humanas que, sin faltar a la verdad, se puede afirmar que la Revolución Francesa perpetró el primer genocidio de la Historia Contemporánea. Los 773 municipios afectados por la Guerra de la Vendée en vísperas de la Revolución Francesa tenían 815.029 habitantes y en la década de 1792 a 1802, al menos, desaparecieron 117.257 personas.

Y esto es lo que se cuenta en Vencer o morir, lo sucedido en la región de la Vendée, evitando herir la sensibilidad del espectador con imágenes, por ejemplo, que trasmite el informe del general Westermann al Gobierno republicano de París. Esto es lo que decía el documento oficial:

“Ya no existe la Vendée, ciudadanos republicanos. Ha muerto bajo nuestros sables con sus mujeres y niños. Acabo de enterrarla en las marismas de Savenay. Siguiendo las órdenes que me habéis dado, aplasté a los niños bajo los cascos de mis caballos, exterminé a las mujeres y ya, por lo menos, estas no alumbrarán más bandidos. No tengo ningún prisionero que reprocharme. Todo lo he exterminado”.

El 3 de marzo de 1793 se produce una sublevación en la ciudad de Cholet, situada en la región del Loira, que se convertirá en una guerra de siete años, que es lo que se conoce como la Guerra de la Vendée, aunque en realidad además del departamento de la Vendée, también se sublevaron los ciudadanos de estos otros tres departamentos franceses: Loira inferior, Maine-Loira y Deux Sèvres.

Esto es lo que decía el documento oficial: “Ya no existe la Vendée, ciudadanos republicanos. Ha muerto bajo nuestros sables con sus mujeres y niños. Acabo de enterrarla en las marismas de Savenay. Siguiendo las órdenes que me habéis dado, aplasté a los niños bajo los cascos de mis caballos, exterminé a las mujeres y ya, por lo menos, estas no alumbrarán más bandidos. No tengo ningún prisionero que reprocharme. Todo lo he exterminado”

Realmente si hubo un levantamiento popular, ese no fue el encabezado por aristócratas y burgueses de París y otras ciudades, sino el de los campesinos de la Vendée que se alzaron contra lo que se estaba legislando en la capital de Francia, como la Constitución Civil del Clero (12-VII-1790) que convertía a los sacerdotes y obispos en funcionarios del nuevo Estado republicano francés y les obligaba a renegar de su obediencia al Papa, lo que aceptó un sector del clero francés, conocidos como "juramentados", frente a los "refractarios", que se mantuvieron fieles a Roma; de ahí que en los estandartes de los vandeanos se escribiera este lema: "Viva el rey y los buenos curas". Y comprendo que a algunos de mis lectores les sorprenda mi interpretación de la Revolución Francesa y eso es lógico, porque no participo de la versión oficial que se impuso hace ya más de sesenta años y que todavía sigue vigente en universidades y centros de enseñanzas secundaria.

En 1962 Albert Soboul publicó en París su Précis d’histoire de la Revolution Française, que cuatro años después también vio la luz en España en la editorial Tecnos, traducido por Tierno Galván. Y está fue la versión que se impuso entonces, y la que nos tuvimos que embaular los universitarios de la década de los sesenta, porque el libro era de lectura y compra obligatorias. Desde entonces se sucedieron las ediciones a pesar de que François Furet calificara este libro en 1971 en la revista Annales como “el catecismo revolucionario y especie de vulgata lenino-populista”. Furet afirmaba que la orientación marxista del libro de Soboul no tenía nada que ver con una interpretación social de la historia, porque sencillamente era una manipulación política influida por el leninismo.

Y a todo esto habría que añadir los graves errores de traducción de la versión española, como puso de manifiesto en su día la historiadora Cristina Diz-Lois, alguno de los cuales provocan la risa. Así por ejemplo, cuando Soboul habla de “richerisme”, para referirse a la influencia que tuvo entre los eclesiásticos franceses las doctrinas jansenistas de Edmond Richer (1559-1631), Tierno Galván lo traduce como la “doctrina del predominio de la riqueza”. “Foncièrement” (profundamente, a fondo) lo traduce por “territorialmente”, como derivado de “foncier” (bienes raíces o territorios) con lo que se podía leer en la página 252 que “este programa social se oponía territorialmente a la burguesía que dirigía la revolución”, cuando en realidad lo que Soboult decía era que la oposición era profunda.

Pero no sigamos contando las tropelías contra la Historia que se han cometido con la interpretación de la Revolución Francesa. Miremos a la realidad, que es mucho más interesante que la ficción. Y como primera providencia vayan ustedes a ver la película, y desde luego si alguno es profesor de Historia, recomiende a sus alumnos que la vean y coméntela después en clase, que resulta muy instructiva.

La película está hecha en Francia y da por conocidas ciertas referencias, como por ejemplo cuando los vandeanos hablan de los “bleus”, porque supone que se sabe que esa palabra en francés significa "azules" y que los soldados republicanos vestían casacas de ese color. Ciertamente, a mayor conocimiento histórico de lo que sucedió en la Revolución Francesa, el aprovechamiento de la hora y media que dura la película es mayor. Pero si alguien de lo que esto leyere ignorara lo que sucedió en la Vendée y hasta en la Revolución Francesa, también esta situación tiene remedio.

En español hay muy poco, casi nada, publicado sobre la Guerra de la Vendée. Sin duda el mejor libro sobre este episodio es el escrito por Alberto Bárcena, publicado por la editorial San Román, con el título La Guerra de la Vendée, una cruzada en la Revolución. La edición tiene pocas páginas, es muy clara y su lectura no solo ayuda a entender mejor la película, sino que también amplia algunos aspectos que la cinta de Vencer o morir no pude contar, lógicamente, en la hora y media que dura.



El levantamiento de los vandeanos tuvo un componente fundamentalmente religioso, sin duda por eso este episodio de la Revolución Francesa ha sido condenado al silencio. Ellos también iban a la batalla cantando la Marsellesa, pero cambiando su letra: Allons, les armes catholiques,/ le jour de glorie est arrivé./ Contre nous de la République/ l’etendard sanglant est leve (bis). (Vamos, ejércitos católicos,/ el día de la gloria ha llegado./ Contra nosotros de la República/ se ha alzado la bandera sangrienta (bis).

La Revolución Francesa fue una sectaria persecución contra la Iglesia Católica, en un intento de hacerla desparecer; e incluso, los revolucionarios creyeron que lo habían conseguido, por eso cuando el Papa Pío VI fue hecho prisionero y trasladado de Roma a Francia, donde falleció el 29 de agosto de 1799, la prensa oficial revolucionaria anunció su muerte con estas palabras: “Pío VI, y último”.

Pues bien, el busto de este papa, que se encuentra en los Museos Vaticanos, sirve para ilustrar el libro editado recientemente por la editorial San Román de Jean de Viguerie titulado Cristianismo y revolución . Su autor, recientemente fallecido, es uno de los grandes expertos en esta época de la Historia francesa, y en poco más de trescientas páginas explica las medidas que los revolucionarios franceses adoptaron para exterminar a la Iglesia católica. Es decir, los motivos por los que en buena parte se levantaron en armas los vandeanos.



Y por aquello de que no hay dos sin tres, vaya una última recomendación bibliográfica de esta misma materia, como es la brevísima biografía de doscientas páginas, escrita también por Jean de Viguerie, titulada El sacrifricio de la tarde. Vida y muerte de Madame Élisabeth, hermana de Luis XVI, y publicado, como el libro anterior, por la editorial San Román.



La vida de Madame Élisabeth es de película, por eso la lectura de su biografía escrita por Jean de Viguerie se lee de un tirón. No, no les voy a desvelar ningunas de sus acciones y se las dejo para que se sorprendan con la lectura del libro. Pero sí que les voy a contar el final, porque no descubro ningún misterio ya que, como es sabido, Madame Élisabeth fue asesinada en la guillotina.

Quiero acabar este artículo copiando la oración que ella rezaba mientras estuvo en la prisión del Temple, consciente de que en cualquier momento la sacarían para cortarle la cabeza. La oración de Madame Élisabet se hizo muy popular en Francia y muchos soldados franceses la rezaban durante la Primera Guerra Mundial. El texto de esta oración de Madame Élisabet retrata un tipo de personas que la Revolución Francesa asesinó. Esto es lo que de continuo rezaba la hermana de Luis XVI en la prisión del Temple:
“Ignoro por completo, Señor, qué me pasará hoy. Todo lo que sé es que no me pasará nada que Vos no hayáis previsto desde toda la eternidad. Esto me basta, Señor, para estar en paz. Adoro vuestros designios eternos, me someto a ellos de todo corazón. Quiero todo, lo acepto todo. Os ofrezco todo mi sacrificio, y uno este sacrificio al de vuestro querido Hijo, mi Salvador. Y os pido, por su Sagrado Corazón y mérito infinitos, paciencia en mis males y el perfecto acatamiento que Os es debido en todo aquello que Vos queréis y permitís”.
Javier Paredes
Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá