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Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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lunes, 5 de mayo de 2025
viernes, 2 de mayo de 2025
¿Al papa lo elige el Espíritu Santo o no? (BRUNO MORENO)
Vuelvo a publicar, a petición de un lector y con algunas modificaciones, este artículo antiguo, porque la pregunta de si al Papa lo elige el Espíritu Santo tiende a despertar intensas pasiones. Para algunos, es evidente que sí, porque “así se ha dicho toda la vida", hasta el punto de que quien afirme lo contrario no es católico. Para otros, la respuesta forzosamente es negativa y decir que al Papa lo elige el Espíritu Santo es poco menos que una blasfemia. Pocas preguntas recibirían respuestas tan dispares y contradictorias de católicos ortodoxos, deseosos de profesar la fe católica en su totalidad y sin rebajas.
A riesgo de desilusionar a los que deseen que les dé la razón de forma simplista en uno u otro sentido, me temo que la respuesta adecuada es: ambas cosas. O, mejor dicho, la respuesta correcta depende de lo que quiera decir la pregunta.
Como dice el principio escolástico, pensar es distinguir. Para dar una buena respuesta a la pregunta, primero tenemos que entenderla bien y precisar su significado, que no es unívoco. De otro modo, nos perdemos en cuestiones de verbis, es decir, de mero lenguaje, y no llegamos a ninguna conclusión.
¿Al Papa lo elige el Espíritu Santo?
1) No, en el sentido de que Dios actúe coartando la libertad de los cardenales electores para elegir a “su candidato”. Dios respeta profundamente nuestra libertad. De hecho, su Hijo se hizo hombre y murió en la cruz precisamente como consecuencia de ese amor respetuoso de Dios. Los cardenales tienen una gracia especial de estado, concedida por el Espíritu Santo, para cumplir bien su misión de electores, pero esa gracia no suprime su libertad. Por lo tanto, los purpurados pueden resistirse a la gracia de Dios (y es de suponer que, en muchos casos, así lo han hecho a lo largo de la historia de la Iglesia), emitiendo su voto por razones mundanas.
En ese sentido, el cardenal Ratzinger dijo que, mirando la historia, “hay muchos Papas que el Espíritu Santo probablemente no habría elegido". Se refería, obviamente, a los diversos Papas desastrosos y pecadores que ha habido en la historia, como una demostración de que Dios no obliga a los cardenales a elegir al mejor candidato. Aun así, conviene entender bien lo que dijo Ratzinger, porque lo cierto es que no sabemos a quién elegiría Dios. Sus caminos no son nuestros caminos. La demostración es muy sencilla: Dios, directamente y sin intermediarios, eligió como Apóstol a Judas, a pesar de que era un ladrón e iba a traicionar a Cristo y en ese sentido era evidentemente peor que los típicos “malos Papas” de la historia. No sabemos quién o a quién no elegiría el propio Espíritu Santo en cada caso, pero podemos hablar con seguridad de que algo malo que haga un Papa no es querido por Dios y de que unos cardenales que usan criterios mundanos para su elección actúan de forma no querida por Dios.
Los cardenales eligen a quien quieren y pueden actuar mal al hacerlo, rechazando la Voluntad de Dios y eligiendo a un candidato poco apropiado, ya sea por buscar su propio beneficio, por usar criterios del mundo, por dejarse llevar por amistades o enemistades o por cualquier otra causa. Nada hay de extraño en eso y de ahí la grandísima responsabilidad de los cardenales electores, de la que deberán dar cuentas a Dios en el día del Juicio.
Consciente de que para elegir bien hace falta la inspiración del Espíritu de Dios y de que esa inspiración no es automática, la Iglesia prevé que, antes de comenzar las votaciones, los cardenales recen el Veni Creator, para pedir que la dureza de sus corazones no obstaculice la iluminación del Paráclito. El resto de los católicos, por su parte, rezan también intensamente esos días, mientras esperan la fumata blanca, rogando que los cardenales elijan bien y se dejen guiar por el Espíritu Santo.
2) Sí, en el sentido de que es Dios quien confiere la misión de pastorear la Iglesia. Un Papa válidamente elegido no recibe su misión de manos humanas, sino del Espíritu Santo. Es el mismo Cristo quien le dice apacienta a mis ovejas. El Sucesor de Pedro no es un “representante” de los cardenales ni de los obispos ni de los fieles, sino que ha recibido una llamada especial de Dios.
En este sentido se expresa la liturgia tradicional de la Iglesia: Deus, omnium fidelium pastor et rector, famulum tuum N., quem pastorem Ecclesiae tuae praeesse voluisti, propitius réspice… Es decir, “Dios, pastor y gobernante de todos los fieles, mira propicio a tu siervo N., al que quisiste poner al frente de tu Iglesia como pastor…”. Esta misma afirmación se repite en multitud de lugares, en los textos litúrgicos relacionados con el Papa: “Oh Dios […] da a tu Iglesia un pontífice” (Ordo rituum conclavis 18), “tú que lo has elegido como sucesor de Pedro” (ORC 70), “nuestro Papa N., al que encomendaste el cuidado pastoral de tu rebaño” (Ordo exsequiarum Romani Pontificis, 39), “que [Dios] ha establecido como Obispo de Roma sucesor de Pedro en el gobierno pastoral de la Iglesia” (OERP 33), “tú que lo pusiste como fundamento visible de la unidad de la Iglesia” (OERP 135).
Como consecuencia de esa misión dada por Dios, “tiene en la Iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad” (Lumen Gentium 22) y “goza de […] infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral” (LG 25). Es decir, su autoridad viene de Dios y no de los hombres, por lo que no depende de los cardenales electores, del buen o mal discernimiento que mostraran esos cardenales al elegirlo, de sus propias cualidades humanas o del apoyo que tenga entre los fieles.
Así pues, el Papa merece siempre un gran respeto, como Vicario de Cristo. Lo mismo sucede con tu padre terreno, porque, incluso si fuera un desastre, permanecería en vigor el cuarto mandamiento: honrarás a tu padre y a tu madre. De hecho, el deber de respetar y honrar al Papa es parte de ese cuarto mandamiento. Conviene que no nos engañemos: si no guardamos el respeto sobrenatural debido al Papa, estamos faltando a nuestro deber como católicos.
3) No, en el sentido de que, por obra del Espíritu Santo, sea elegido como Papa el más prudente, el más sabio o el más santo de los posibles candidatos. Basta leer los libros de historia para darse cuenta de ello. Ha habido Papas santos, buenos, mediocres, malillos y desastrosos.
Tampoco significa que el elegido se vaya a convertir mágicamente en santo, bueno y piadoso. El Papado no es un octavo sacramento, en el que Dios garantice la transformación del que lo recibe como en el Bautismo. La impecabilidad papal nunca ha formado parte de la fe católica: el Papa se confiesa regularmente como todos, porque lo necesita. Al día siguiente de ser elegido, el Papa es el mismo que era el día anterior, pero con una misión especial de Dios.
Tampoco es cierto que el Papa acierte en todo lo que dice por obra del Espíritu Santo. La infalibilidad papal, como estableció el Concilio Vaticano I, sólo actúa en situaciones muy concretas y limitadas (temas de fe y moral definidos de forma solemne y ex cathedra). En lo demás, el Papa puede equivocarse y de hecho se equivoca. Un Papa con conocimientos teológicos mediocres seguirá teniendo esos conocimientos mediocres después de ser elegido para regir la Iglesia y uno que haya sido un gran sabio continuará siéndolo tras sentarse en el trono de Pedro.
Igual que decíamos en el punto 1, la Iglesia es muy consciente de todo esto y por eso hace que recemos a menudo por el Papa. Especialmente en todas las Misas, que incluyen una oración “por tu servidor el Papa N.”. Constantemente, en toda la tierra, los católicos elevan sus plegarias a Dios para que ilumine al Papa, lo guíe, lo conforte, le dé discernimiento y lo ayude a guiar a la Iglesia. Como ya señalé hace mucho tiempo, el Papa cuenta con muchas ayudas, humanas y divinas para cumplir su misión, pero permanece siempre el hecho escandaloso (en el buen sentido) de su fragilidad humana: mi fuerza se manifiesta en la debilidad.
4) Sí, en el sentido de que el Papa que haya en cada momento es el que Dios te ha dado a ti y forma parte del designio amoroso de su Providencia para tu vida.
Esta cuarta respuesta nos resulta muy complicada de entender, porque la gracia, por su propia naturaleza, supera nuestro entendimiento. Además, no terminamos de creernos lo que dice la Escritura: Todo sucede para bien de los que aman a Dios. Y todo es todo. No sólo el nombramiento de los Papas santos y maravillosos, también el de los Papas desastrosos que ha habido. ¿También el del Papa aquel que tuvo no sé cuantos hijos y el de aquel otro que vendía o repartía los cargos como si fueran chocolatinas? También. Cristo es el Señor de la historia y nada escapa a su poder. El plan del Señor subsiste por siempre. Los cardenales pueden meter la pata hasta el fondo (y tendrán que dar cuenta de ello en el día del Juicio), pero, de alguna forma que supera nuestra limitada inteligencia, Dios tiene en cuenta esos fallos y pecados humanos y los integra en su plan para hacer algo aún más maravilloso.
Puede que los cardenales se equivoquen o actúen mal, pero Dios no se ha equivocado al darte un Papa, como veíamos en el apartado 2. El Papa que tienes es el que Él tenía preparado para ti antes de la creación del mundo. Puede que sea un santo o quizá sea una catástrofe andante o ni chicha ni limoná, pero es el que Dios te ha dado y Él sabe lo que hace. Es el Papa que tú necesitas para ser santo, que es lo que importa. Dios escudriña los corazones y sabe lo que necesita el tuyo, aunque tú no lo entiendas.
Es necesario, por lo tanto, tener siempre en cuenta estos cuatro posibles sentidos de la aparentemente sencilla pregunta sobre si al Papa lo elige el Espíritu Santo, porque hacen que tenga respuestas paradójicas, que parecen contradictorias pero no lo son. Como todas las vocaciones cristianas, la llamada a ser Sucesor de Pedro implica a la vez la grandeza del don y la pequeñez del receptor de ese don, la fuerza de Dios y la debilidad humana, el plan divino y la libertad del hombre.
Además de estas respuestas conceptuales, creo que, para entender bien la cuestión, conviene poner un ejemplo más cercano a nosotros: nuestro párroco. El caso del Papa nos confunde, porque lo tenemos muy lejos y la lejanía lo envuelve en un halo de misterio. En cambio, al párroco lo conocemos bien: sus defectos y cualidades saltan a la vista. Nos resultan familiares su historia, sus problemas, lo mal o bien que predica, su predilección por la sidra de barril y el hecho de que lo nombraron porque había fracasado en la parroquia anterior o porque es amiguete del obispo o porque siempre ha sido un santo.
Pues bien, aunque parezca sorprendente, lo cierto es que tu párroco es elegido por el Espíritu Santo en el mismo sentido que el Papa es elegido por el Espíritu Santo y no es elegido por el Espíritu Santo en el mismo sentido que el Papa no lo es. Es decir, sí en los sentidos 2 y 4, pero no en los sentidos 1 y 3. Al igual que sucede con el Papa, su nombramiento puede deberse a decisiones equivocadas y, como es evidente, no tiene por qué ser un santo ni un gran sabio. Sin embargo, ha recibido del mismo Dios su misión de colaborar con un Sucesor de los Apóstoles y de pastorear a los fieles de una parroquia y es también el párroco que Dios tenía planeado para ti desde antes de crear el mundo, precisamente el que tú necesitas.
Si nos parece que algo así es muy poco glamuroso para un Papa, quizá sea porque pensamos como los hombres y no como Dios. Si creemos que la elección del Papa es sustancialmente diferente de la elección de nuestro párroco, quizá estemos confundiendo al Papa con una especie de superestrella religiosa. Si los defectos de un Papa nos quitan la fe, puede que nuestra fe sea más humana que sobrenatural. Si no somos capaces de tratar al Papa (y a nuestro párroco) con respeto, quizá nos haga falta un poco más de ascesis. A fin de cuentas, en este tema como en tantos otros, es posible equivocarse tanto por exceso como por defecto.
En definitiva, nuestra comprensión de la misión del Papa y nuestra relación con él deben estar guiadas por la fe, la esperanza y la caridad. Como esas tres virtudes son teologales y se reciben de Dios, lo que nos toca es orar sin desfallecer, de modo que el Espíritu Santo ilumine al Papa… y nos ilumine también a nosotros.
Bruno Moreno
Por el honor de la Iglesia (Roberto De Mattei)
El funeral del papa Francisco en la Plaza de San Pedro y el traslado de su féretro a Santa María la Mayor, en el grandioso ambiente de la Roma antigua, la barroca y la del siglo XIX, ha constituido un momento histórico henchido de simbolismo. Soberanos, jefes de estado y de gobierno y personajes públicos de toda índole llegados de todas partes a la Ciudad Eterna no han rendido honores a Jorge Mario Bergoglio, sino a la institución que él representaba, a igual que en las exequias de Juan Pablo II. Si bien muchas de dichas personalidades profesan otras religiones o incluso son ateas, todos eran conscientes de lo que significa todavía la Iglesia de Roma, caput mundi, centro del cristianismo universal. La imagen de Donald Trump y Vladimir Zelensky frente a frente en sendos sencillos asientos en la basílica de San Pedro se veía como una expresión de su pequeñez bajo la cúpula de una basílica en la que se congrega el destino del orbe. Y daba la impresión de que los 170 dirigentes congregados en la Ciudad Eterna se interrogasen sobre el futuro del mundo, en vísperas del cónclave que dará comienzo el próximo 7 de mayo.
El cónclave que elegirá al sucesor de Francisco será, como todos, una ocasión extraordinaria en la vida de la Iglesia. Lo cierto es que, en los cónclaves, se diría que el Cielo y la Tierra se reúnen para elegir al Vicario de Cristo. Los cardenales, que constituyen el senado de la Iglesia, han de escoger al que estará destinado a guiarla y gobernarla. La ocasión es tan importante que el propio Cristo prometió a la Iglesia que la ayudaría mediante la influencia del Espíritu Santo. Como pasa con toda gracia, la que se debe a la intervención especial del Espíritu Santo presupone no obstante la correspondencia de los hombres, que, en este caso particular, son los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina. A los cuales, en realidad, la asistencia divina no les quita la libertad humana. El Espíritu Santo les asiste, pero no determina la elección. La asistencia del Espíritu Santo no quiere decir que en el cónclave será elegido necesariamente el mejor candidato. Ahora bien, la Divina Providencia es capaz de sacar el mejor de los bienes posibles del peor de los males, como podría ser la elección de un papa malo. Porque quien siempre triunfa en la Historia es Dios, no es el Demonio. Por eso, a lo largo de la historia han sido elegidos pontífices santos, pero también papas débiles, indignos, inadecuados para su alta misión, sin perjudicar por ello en modo alguno la grandeza del Papado.
Como todos los cónclaves de la historia, también el próximo será objeto de tentativas de interferencia. En el de 1769, fue elegido Clemente XIV después de 185 escrutinios y más de tres meses de intentos, tras comprometerse con las cortes europeas a suprimir la Compañía de Jesús. En el de 1903, que eligió a San Pío X, el emperador Francisco José de Austria vetó la elección del cardenal Rampolla del Tindaro. Y también en el que eligió a Pío XII, y sobre todo en el que siguió a la muerte de este pontífice, hubo presiones políticas. En 1958 la acción política de mayor carácter invasivo fue la que ejerció Francia por medio del general De Gaulle, que ordenó a su embajador ante la Santa Sede Roland de Margerie que hiciera todo lo posible por impedir que fuesen elegidos los cardenales Ottaviani y Ruffini, considerados reaccionarios. El partido francés, emcabezado por el cardenal Eugenio Tisserant, apoyó en cambio al Patriarca de Venecia Giusseppe Roncalli, que resultó elegido y asumió el nombre de Juan XXIII. En tiempos más recientes han sido notorias las maniobras de la llamada mafia de San Galo en los cónclaves de 2005 y 2013 para evitar que fuese elegido Benedicto XVI y obtener la elección del papa Francisco. La primera vez fracasó la maniobra; la segunda sí tuvo éxito.
De todos modos, la eventual invalidez de una elección no depende de semejantes presiones. En la constitución Universi Dominici gregis del 22 de febrero de 1996, sin llegar a prohibir que durante la sede vacante pueda haber intercambio de ideas en cuanto a la elección, dice Juan Pablo II que los cardenales electores se abstendrán de «de toda forma de pactos, acuerdos, promesas u otros compromisos de cualquier género, que los puedan obligar a dar o negar el voto a uno o a algunos. Si esto sucediera en realidad, incluso bajo juramento», decreta «que tal compromiso sea nulo e inválido y nadie esté obligado a observarlo», conminando además «la excomunión latae sententiae a los transgresores de esta prohibición» (nº81-82). La mencionada constitución apostólica declara nulos los acuerdos, pero no las elecciones que se hagan a continuación. No deja de ser válida la elección aunque se hayan llevado a cabo pactos ilícitos, salvo que se dé algún vicio sustancial gravísimo que comprometa la libertad del cónclave.
Universi Dominici gregis dispone que el Pontífice debe ser elegido por una mayoría calificada de dos tercios, pero que en caso de prolongarse el cónclave por más de 30 escrutinios en 20 días los cardenales podrán elegir al nuevo papa por mayoría simple de sufragios (nº74-75). El cambio no era de poca monta, porque la mayoría absoluta hace más verosímil la hipótesis de que pueda impugnarse la elección de un papa al bastar la invalidez de una papeleta para anular la elección de un pontífice elegido con un voto mayoritario. Tal vez por esta razón, Benedicto XVI restableció con la carta apostólica De aliquibus mutationibus in normis de electione Romani Ponteficis del 11 de junio de 2007 la norma tradicional por la cual es siempre obligatoria una mayoría de dos tercios de los votos de los cardenales electores presentes. La exigencia de los dos tercios consolida la posición de una minoría, y significa que el cónclave puede prolongarse también, cosa que ha sucedido en numerosas ocasiones en tiempos modernos. Basta recordar el cónclave que eligió a Barnaba Chiaramonti (Pío VII, 1800-1823), que duró más de tres meses, desde el 30 de noviembre de 1799 al 14 de marzo de 1800, o el que eligió a Gregorio XVI (1831-1846), que se prolongó por unos cincuenta días, desde el 14 de diciembre de 1830 al 2 de febrero de 1831. Resultó elegido Bartolomeo Alberto Cappelari, monje camaldulense y prefecto de la congregación Propaganda Fide, que ni siquiera era obispo en el momento de ser elegido. Una vez elegido, fue primero creado obispo y continuación coronado.
Las exequias del papa Francisco han sido una ocasión de aparente unidad. El inminente cónclave, reflexionando sobre la verdadera situación de la Iglesia, ¿será por el contrario escenario de divisiones e impondrá a los purpurados que cumplan con su deber por el bien de la Iglesia? La púrpura, símbolo de la sangre de los mártires, recuerda a los cardenales que tienen que estar dispuestos a luchar y derramar su sangre en defensa de la Fe. Un cónclave es siempre un campo de batalla en el que combate la parte más noble del Cuerpo Místico de Cristo. El pasado 26 de abril en la Plaza de San Pedro un mundo que la combate rindió sin saberlo honores a la Iglesia. En la capilla Sixtina los cardenales, o al menos una minoría de ellos, habrán de combatir por el honor de la Iglesia, actualmente humillada por sus adversarios, sobre todo internos. Un cónclave largo y reñido abre por esa razón horizontes de esperanza más amplios de los que nos podría deparar un cónclave breve en el que desde el principio se eligiera a un candidato de conciliación.
El mejor pontífice no será el papa políticamente correcto que proponen los medios informativos, ni el papa político que, presentándose como pacificador, obtenga el pontificado mediante garantías y promesas que no cumplirá.
La Iglesia y el pueblo fiel tienen necesidad de un papa íntegro en la doctrina y en las costumbres que no haga concesiones en cuanto a lo que es en la Fe, la moral, la liturgia y la vida espiritual un derecho irrevocable de los fieles: necesitan un auténtico Vicario de Cristo que haga de la Cátedra de San Pedro un faro de luz de la verdad y la justicia. De lo contrario, si al mundo le falta esa luz, no le quedará otra cosa a la Iglesia que los méritos del sufrimiento y el recurso de la oración.
PING PONG sobre BIOÉTICA. Eutanasia, fecundación artificial, DIU. Con el P. Jorge Hidalgo. Lo que nadie te explicó sobre la procreación … y lo que la Iglesia realmente enseña.
- “Padre, ¿y esto se puede?”
- “¿Y si no puedo tener hijos de forma natural?”
- “¿Y los métodos que dicen ser naturales pero no lo son?”
Preguntas como éstas se repiten en confesiones, charlas prematrimoniales y sobremesas silenciosas. La verdad es que hay un vacío enorme de formación —incluso dentro de ambientes católicos— sobre temas vinculados a la procreación humana, la ética médica, y los límites morales que no debemos cruzar. Muchas veces reina el silencio, la confusión… o el tabú.
Por eso te recomendamos este video de una hora que arroja luz, con claridad y caridad, sobre un terreno difícil pero urgente.
🎙️ ¿Quiénes hablan?
Dos voces confiables y bien formadas:El Presbítero Mg. Jorge Hidalgo, sacerdote, magister en bioética.
El Presbítero Dr. Javier Olivera Ravasi, sacerdote, docente y divulgador católico, con el carisma para hacer accesible lo profundo.
💬 En este diálogo vas a descubrir:
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🙏 Este video es una herramienta valiosísima para matrimonios, novios, agentes de pastoral, catequistas y cualquiera que quiera vivir la fe con madurez y formación.
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Una hora de tu día puede ayudarte a entender lo que muchos no se animan a decir.
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Duración 68 minutos
Cónclave. Eijk y Sarah marcaron el tono de la Primera Congregación. Sarah la más aplaudida.
Mientras los italianos están agitados y los españoles brillan por su ausencia, dos voces resuenan fuerte en el aula sinodal: la del holandés Willem Eijk y la del africano Robert Sarah. El tono general entre los cardenales sorprende por su serenidad.
El lunes fue un día importante en este precónclave que poco a poco va tomando forma. Y no por maniobras, pérdidas o bloqueos, sino por lo que más debe contar: el contenido de las intervenciones. Y entre todas las palabras escuchadas en la Congregación General de ayer, dos sobresalieron claramente por su profundidad, claridad y acogida: la del cardenal Willem Eijk y la del cardenal Robert Sarah.
Mons. Eijk, arzobispo de Utrecht, habló con la sobriedad que le caracteriza, pero también con una fuerza doctrinal que no dejó indiferente a nadie. Un diagnóstico claro, sin dramatismo: una Iglesia desorientada en Europa, sin dirección moral ni litúrgica, víctima de su propia confusión interna más que de amenazas externas. Lo más sorprendente fue su tono: ni derrotista ni alarmista, sino profundamente realista. Muchos han comentado que Eijk dijo en voz alta lo que la mayoría de la gente piensa en silencio.
Sarah, por su parte, no decepcionó. Su discurso fue, según varias fuentes, uno de los más aplaudidos de la jornada. Habla con firmeza, con serenidad, con su estilo que mezcla un vigor africano contenido con la espiritualidad monástica. No hizo política, no dio nombres, no buscó notoriedad: simplemente recordó que la crisis actual sólo se superará volviendo a Dios, al silencio, a la adoración, a la verdad. Grandes palabras, pero no grandilocuentes. Parecían necesarios.
Aunque estas dos voces se alzaron con autoridad, el resto del panorama era más difuso. Los italianos siguen nerviosos, distribuyen nombres sin conseguir generar consenso ni entusiasmo. Y los españoles, en masa, permanecen dispersos. No hay intervenciones pendientes, no hay propuestas claras, no hay un intento mínimo de liderazgo. Es como si hubieran acordado jugar a la irrelevancia.
Lo que sorprendió a todos fue el buen tono general. Después de años de tensiones, sospechas, divisiones y silencios incómodos, las congregaciones son sorprendentemente cordiales. Nos escuchamos unos a otros. Aplaudimos. Incluso sonreímos. Podría ser un respiro temporal. O tal vez, cuando Francisco murió tan abruptamente, los cardenales sintieron el vértigo de tener que reconstruir, esta vez con más humildad.
En cualquier caso, si hay algo que dejó claro el lunes es que hay rumores que todavía pueden tomar vuelo. Y que los cardenales, cuando quieren, todavía pueden hablar como pastores, no como administradores.
Llamamiento a una cruzada mundial de oración por el próximo cónclave (Monseñor Schneider)
Después de la tarjeta. Burke [aquí] y la carta abierta del obispo Strickland [ aquí ] El obispo Schneider también invita a orar por el próximo cónclave.
Llamamiento a una cruzada mundial de oración por el próximo cónclave
Que el Señor, en su infinita misericordia, mire las oraciones, lágrimas y sacrificios de todos los verdaderos católicos que aman a nuestra Madre Iglesia, quienes en estos días imploran humilde y confiadamente la infinita Misericordia de Dios para que nos conceda un nuevo Papa, que, ardiendo de celo por la gloria de Cristo y la salvación de las almas, "confirme a los hermanos en la fe" (Lc. 22, 32), siendo incondicionalmente fiel a su nombre y a su deber como Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo en la tierra.
Que el Señor, a través de un nuevo Papa, ardiente de celo por la gloria de Cristo y la salvación de las almas, defienda al rebaño de Cristo de los lobos intrusos de clérigos incrédulos y mundanos que, con descaro, queman incienso ante los ídolos de las ideologías de la época, envenenando espiritualmente la vida de la Iglesia, que se asemeja a un barco sacudido por la tormenta, en el que «ha crecido el agua de sentina de los vicios, y los tablones podridos ya resuenan con el naufragio», como describió el Papa San Gregorio Magno, al asumir el cargo papal, el estado de la Iglesia Romana en su época.
Que el Señor, por medio de un nuevo Papa, ardiente de celo por la gloria de Cristo y la salvación de las almas, venga en ayuda de la Sede Apostólica, que en nuestros días se encuentra espiritualmente encadenada, a semejanza de las cadenas materiales en las que fue colocado el Apóstol Pedro al comienzo de la vida de la Iglesia, liberando a la Sede Apostólica de las cadenas del alineamiento con la agenda globalista materialista, moralmente depravada y anticristiana de este mundo.
Que el Señor nos conceda un nuevo Papa, que, ardiendo de celo por la gloria de Cristo y por la salvación de las almas, esté dispuesto a defender la integridad de la fe católica, la liturgia católica y la disciplina eclesiástica, si es necesario, a costa del supremo testimonio de su vida por amor a Jesucristo y a las almas inmortales.
Que todos los verdaderos hijos e hijas de la Iglesia imploren la gracia de la elección de un nuevo Papa, que sea plenamente católico, plenamente apostólico y plenamente romano. Pueden hacerlo mediante la oración, especialmente con las Horas Santas de Adoración Eucarística, el Santo Rosario, ofreciendo los sacerdotes y obispos el sacrificio de la Misa con esta intención, y también mediante los sacrificios personales, que pueden consistir en llevar pacientemente las cruces de la propia vida, los dolores físicos y espirituales, las mortificaciones corporales, el ayuno y sobre todo los actos de amor sobrenatural a Dios y al prójimo.
Creemos que el Señor vendrá en ayuda de su Iglesia, que en nuestros días se asemeja a una nave en la noche “en medio del mar, luchando por remar porque el viento es contrario”. Que el Señor regrese «a eso de la cuarta vigilia de la noche, caminando sobre el mar y diciendo: “¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!”» (Mc 6,47-50).26 de abril de 2025, Fiesta de Nuestra Señora del Buen Consejo
+ Athanasius Schneider
jueves, 1 de mayo de 2025
“Los cismas en la Iglesia suceden cuando no hay claridad doctrinal” (Cardenal Müller)
ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
Roma
El cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller (Maguncia, 77 años) ha sido una de las voces más destacadas de la oposición al papa Francisco, y probablemente la más respetada. No solo por su sólida formación teológica —fue el prefecto de Doctrina de la Fe con Benedicto XVI, y siguió con Francisco hasta que este lo apartó en 2017—; también porque siempre ha hecho una crítica dura pero directa y abierta, en cartas, artículos y entrevistas. En el cónclave encabeza el sector más conservador, que espera una corrección de rumbo de la Iglesia tras un Papa al que ha acusado de debilidad doctrinal, confusión institucional y decisiones erráticas y autoritarias.
Pregunta. Usted ha sido muy crítico con Francisco. ¿Qué cree que se debería corregir?
Respuesta. Yo nunca lo he criticado como persona. Había preguntas de los fieles que como obispo tengo que responder. Por ejemplo, Jesús definió la indisolubilidad del matrimonio, y entonces ¿cómo es posible, en algunos casos, dar la comunión a los divorciados [que se han vuelto a casar]? Los documentos deben interpretar las palabras del papa a la luz del Evangelio y no al revés.
P. ¿Estos años ha visto la Iglesia en peligro?
R. Sí, porque el papa Francisco ha hecho cosas muy buenas en la dimensión social de la Iglesia pero debemos hablar también sobre la misión de la Iglesia de reunir a los hombres en Jesucristo, el cristocentrismo. El Papa, por supuesto, no lo niega, pero ha habido dudas, no en la sustancia de su doctrina sino en la presentación. Ha habido interpretaciones opuestas. Es absolutamente necesario ser obediente a Cristo.
P. Cree que el Papa se ha equivocado en algunas cosas.
R. El Papa tiene que decir la verdad. Los apóstoles cuando vinieron a Roma no dijeron: ‘Aquí hay muchos dioses, podemos poner Cristo al lado’. No, dijeron que Cristo era el único. Ahora, en China se puede poner el retrato de Xi Jinping en las iglesias [dentro del controvertido acuerdo entre la Santa Sede y China]. Esto es una ideología. No podemos pasar por esto, adorar a los hombres.
P. ¿Cree que Francisco ha buscado la popularidad?
R. Sí. Estar cerca del pueblo de Dios es la misión de cada pastor de la Iglesia; otra cosa es el populismo. Pero no quiero criticarlo, es nuestro siglo, con estos medios de comunicación... El Papa ha dicho muchas veces: yo soy el párroco del mundo. Yo creo que esto no es verdad. El párroco es el párroco. Sí, entiendo lo que quería decir, pero la impresión es que los obispos y los párrocos son solo instrumentos para multiplicar las palabras del Papa. Con todas estas entrevistas del Papa, cada día había un mensaje.
P. Su crítica a Francisco es que doctrinalmente fue problemático.
R. No era un profesor de teología como Ratzinger. Pero no es necesario que un papa lo sea. Los latinoamericanos son distintos de nosotros.
P. ¿El próximo Papa tendría que volver a ser europeo?
R. No depende del país. Tenemos que hablar más de Jesucristo.
P. Usted pide corregir el rumbo. Otras voces dicen que el camino de Francisco es irreversible.
R. La doctrina de los papas es solo obligatoria en cuanto es conforme a la revelación. Lo que el papa diga sobre las cosas civiles, seculares... Tiene que tener una opinión, claro, como confrontarse con la inmigración. [Pero] la Iglesia no tiene una solución para todos los problemas del mundo, solo la misión de guiar a la gente a la vida eterna, responder a las preguntas existenciales. Y no hacer comentarios de cualquier tema.
P. ¿Estos años ha tenido miedo de un cisma?
R. Los cismas en la Iglesia siempre han sido cuando no hay claridad en la doctrina. Y de la claridad en la doctrina es responsable el papa, junto a los obispos. Esta claridad no viene cuando uno solo, autoritariamente, dice ‘Lo hacemos así’ (da un golpe con el puño en el brazo del sillón), como en un partido político.
P. Usted es crítico con la sinodalidad [el gobierno compartido de la Iglesia, con laicos y mujeres]. Ha dicho que la Iglesia no es una democracia.
R. El sínodo de los obispos es de los obispos, que constituyen el magisterio de la Iglesia. Se tiene que distinguir de la cooperación de laicos. No se debe confundir el sínodo de los obispos con una asamblea que discuta los problemas. Ahora tenemos una confusión institucional.
P. Uno de los asuntos más controvertidos fue permitir la bendición de parejas homosexuales.
R. Bendecir a las personas individualmente siempre fue posible. Cuando la gente me ve me pide una bendición para sus niños, y no pregunto si son católicos. Pero bendecir una pareja que no es un matrimonio es una señal que relativiza el matrimonio, no es conforme a la moral cristiana.
Con relación al próximo Papa (Entrevista al cardenal Müller)
Un papa que no sea esclavo de los lobby y que no sea una copia de su inmediato predecesor. Es lo que augura el cardenal Gerhard Ludwig Müller, de 77 años, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe y curador de la opera Omnia de Benedicto XVI. Llamado a Roma por el propio Joseph Ratzinger en 2012 para dirigir el dicasterio que el papa teólogo había dirigido durante casi un cuarto de siglo, en 2014 recibió el birrete rojo de manos de Francisco. Luego, en 2017, al final de su primer quinquenio al frente del departamento, Bergoglio lo destituyó abruptamente. Teólogo refinado y hábil divulgador, decidió contarle a Il Fatto cómo se prepara para el Cónclave. Su casa es un museo: de 1981 a 2005, es decir, hasta su elección al pontificado, el propio Ratzinger residió allí.
¿Su Eminencia, con qué animo entrará en la Capilla Sixtina?
Con la confianza depositada en el Espíritu Santo, pues Él guía a la Iglesia y nosotros, los cardenales, tenemos la responsabilidad de elegir a una nueva persona idónea según los criterios de naturaleza, carácter y, también, según los criterios sobrenaturales de la fidelidad a la doctrina católica, a la revelación y al amor de Jesucristo. El Papa, ni nadie en la Iglesia, debe confundir esta misión personal que viene de Jesucristo de ser el vicario de Cristo en la tierra, el sucesor de Pedro, con un cargo político, con poder, viviendo y hablando según los gustos del mundo, de los medios de comunicación masivos o de los diversos lobby que, con su agenda globalista o de ideología de género, quieren gobernar el mundo según los criterios del ateísmo que niegan la naturaleza humana, niegan también la naturaleza divina y la vida divina. Queremos un Papa que también esté dispuesto al martirio con su palabra y su vida.
Usted hablaba de lobby. Un documento controvertido del pontificado de Francisco fue la declaración Fiducia supplicans sobre la bendición de las parejas homosexuales. ¿Qué sugeriría al próximo papa sobre este tema?
Fiducia supplicans fue solo una pequeña declaración del prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, no de todo el dicasterio. El Papa la vio y la firmó con una “F”. Nadie sabe exactamente qué hay detrás de esta declaración. No hubo ningún consejo de los demás miembros del dicasterio. Y por eso el nivel de autoridad de esta declaración es muy bajo. No hubo ninguna recepción por parte de la Iglesia en África. Pero solo aquí algunos afines a esta ideología han elogiado y pensado que, con esta declaración, la Iglesia se ha vuelto moderna y así todas las parejas homosexuales ahora entrarán en la Iglesia. Creo que estos lobby solo quieren instrumentalizar la Iglesia para su propaganda, pero no les interesa la nueva vida en Jesucristo.
También fue controvertido el motu proprio Traditionis custodes de Francisco, que restringió el uso de la misa en latín.
También hay que tener en mente la atención pastoral. Hay muchas personas que prefieren la forma litúrgica anterior. Hay quienes han crecido, desde la infancia, con la misa en latín y tienen mayor sensibilidad hacia ella. Son católicos que prefieren esta forma de liturgia sin negar la autoridad del Concilio Ecuménico Vaticano II. Esto está fuera de discusión para un católico.
El cardenal Camillo Ruini pidió un Papa bueno y católico, es decir, ortodoxo en la doctrina. ¿Acaso no fueron buenos los papas precedentes?
No hay alternativa. No somos dualistas. Pero claramente el fundamento es la doctrina. El Papa es responsable de la unidad de toda la Iglesia. Todos los obispos deben vivir en la unidad de la Iglesia, pero unidad en Cristo, en la verdad. No solo una unidad como la de un partido político, sino unidad en la fe. Por otro lado, el Papa, todos los obispos e incluso los párrocos son pastores, buenos pastores; no son comandantes de un ejército, ni menos como algunos políticos que son de un cierto autoritarismo. El Papa no debe ser una persona débil, debe tener un sano carácter.
Se cree que Usted y otros cardenales que han sido muy críticos frente a Bergoglio han interpretado el papel del hijo mayor en la parábola del hijo pródigo, el “amargado” porque el menor es celebrado tras haber dilapidado la herencia del padre.
A diferencia de quienes criticaron a Pablo VI por la Humanae Vitae o a Juan Pablo II y Benedicto XVI, poniendo en duda la base del primado, lo que se considera parte de la fe católica, yo y otros no hemos criticado al Papa en su papado. He dado respuesta a muchos fieles en mi competencia como obispo, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y también como teólogo, sobre cómo podemos interpretar o debemos comprender algunas señales o declaraciones del Papa Francisco que han sido malinterpretadas o tergiversadas. Cuando hay dudas, declaraciones del Papa hechas en aviones o sobre algunos de sus documentos, se debe retornar a la palabra de Cristo, porque el Concilio Ecuménico Vaticano II hace del magisterio del Papa solo una autoridad formal. Los llamados progresistas creen que, aunque no tengamos los argumentos en las Sagradas Escrituras, con la autoridad del Papa podemos hacer lo que queramos, incluso transformar la Iglesia Católica en una Iglesia Anglicana o Luterana. El Papa no tiene poder absoluto, sino solo relativo a su misión.
¿Se sintió incomprendido por Francisco?
El Papa Francisco tuvo su propia línea y experiencia de vida. Escribió muchas autobiografías donde explicó su personalidad, pero desde un punto de vista teológico, todo esto no forma parte del magisterio. Son elementos personales, no sustanciales para ser católico: la vida personal, la espiritualidad y la experiencia del papa. La mayoría de los buenos católicos no conocen personalmente a su obispo; esto no es necesario. Hoy, en la era de la comunicación masiva, cada frase del Papa, en un segundo, se escucha en todo el mundo con ventajas, pero también con desventajas, porque no somos la Iglesia del Papa. Algunos han hablado de la Iglesia del Papa Francisco. Esto duele al oído de un teólogo. No existe la Iglesia de Bergoglio, o de Ratzinger o de Pacelli. Solo existe la Iglesia de Jesucristo, en la que el Papa ejerce su ministerio como siervo de los siervos de Dios.
¿Espera que el nuevo Papa se llame Benedicto XVII
El nuevo Papa tiene libertad para elegir su nombre, pero en esta situación preferiría que no se diera un nombre que pudiera interpretarse casi como un programa para imitar a los últimos papas. Debemos escapar de esta situación. Algunos dicen: “Necesitamos a Francisco II”. En el sentido de que el próximo Papa sea una copia de su predecesor inmediato. Y este no es el significado de esta indicación divina. Cada uno, con su personalidad, debe seguir a Jesucristo y predicar el Evangelio, dar testimonio del Evangelio según las palabras de Jesús sobre el primado de Pedro.
martes, 29 de abril de 2025
«El Papa tiene que ser Fiel al Magisterio de la Iglesia. No puede hacer lo que quiera». Entrevista de ABC al Cardenal Gerhard Müller
El cardenal Gerhard Ludwig Müller (Maguncia-Finthen, 31 de diciembre de 1947) es una figura clave en los últimos pontificados. Nombrado obispo de Ratisbona por Juan Pablo II, fue amigo personal de Joseph Ratzinger, y se encargó de organizar su histórica visita a Baviera ya como Benedicto XVI, quien después le llamó a sucederle en la Congregación para la Doctrina de la Fe. Fue Francisco quien le creó cardenal. Con 77 años, tiene justo la edad intermedia con la que fueron elegidos los dos anteriores pontífices. Recibe a ABC en su casa, un discreto pero bien situado apartamento cercano al Vaticano en el que el amplio despacho-biblioteca ocupa casi todos los metros y en el que vivió también Joseph Ratzinger en sus años de cardenal. Bromeamos antes de la entrevista sobre la falsa humildad de la que muchos presumen pero no siempre practican. Nos confiesa entre risas una 'maldad': »Hay muchos a los que se les podría aplicar a frase de que «la humildad es la única virtud de la que estoy orgulloso».
- ¿Cuánto hay de continuidad y cuánto de movimiento pendular en los últimos pontificados?
La imagen del péndulo tiene sus límites. Con esa idea hay que dejar claro que desde una visión teológica y dogmática todos los papas tienen la continuidad en una misión que viene del mismo Cristo. Los cardenales los han elegido, con la guía del Espíritu Santo, pero quien lo ha hecho Papa es Cristo. Esta es la clave del ministerio petrino. Luego, cada uno tiene su personalidad. Esa es también nuestra antropología: Dios ha creado a cada uno individualmente y ninguno puede ser una copia de otra persona. El Papa Juan Pablo II vino de la experiencia del totalitarismo, de la ocupación de Polonia, primero por los nazis, después la guerra, y más tarde por los comunistas. Para el fue clave la cuestión de la libertad y de la reunificación del mundo del este y del oeste, los dos pulmones de Europa como los llamaba. Benedicto XVI fue el gran teólogo y profesor. Tenía la capacidad de presentar las ideas de forma simple, que no simplificadas. Normalmente los libros de teología los leen solo los profesores, pero él era capaz, sin perder el nivel, de expresarse de manera que le entendiera una persona sin conocimientos teológicos. Nuestro Papa Francisco tenía otra experiencia en América del Sur muy diversa de la academia alemana y un carácter muy diferente. Su focus estaba en su cercanía a los pobres, los marginados, la dimensión social, y también en las consecuencias de la situación general en el mundo, la paz frente al peligro peligro de una tercera guerra mundial.
- Quedan varias cuestiones abiertas que el próximo Pontífice tendrá que afrontar, como la bendición de parejas homosexuales o en situación irregular, que ha suscitado una gran controversia, incluso un continente entero como África se ha negado a aplicarlas. ¿Puede el próximo Papa modificar esta disposición?
Esa es la cuestión de la elección entre la dogmática y la pastoral. En la pastoral no se puede hacer cosas diversas que no estén en total unidad con la doctrina. Porque la doctrina, no es una teoría elaborada por algunos profesores de teología, sino que la fe, la moral y la doctrina vienen de la palabra de Dios, que no es arbitrario, es logos. No es por casualidad que existan el hombre y la mujer, y la existencia biológica, intelectual, moral y cultural de la humanidad depende de la diferencia y unidad del hombre y mujer en la sexualidad. Según las palabras de Jesús mismo, el matrimonio de hombre y mujer está en el centro y el fundamento de la existencia humana. Sin embargo, la ideología LGBT es atea y niega totalmente la base de la antropología cristiana y quieren relativizar el matrimonio. Eso hay que diferenciarlo del hecho de que hay algunas personas con las que tenemos que hablar, ayudar, estar cerca, pero estas cosas no están claras en la 'Fiducia suppplicans'. Las demás confesiones cristianas, sobre todo los ortodoxos, y muchos obispos católicos, han lamentado la falta de un claro fundamento teológico. Este es el problema del pontificado, la buena voluntad del Papa Francisco, pero el Papa tiene que ser fiel al magisterio más alto de la iglesia. Eso no implica, como dicen algunos que no tienen conocimientos de teología, que el Papa puede hacer lo que quiera. En la Iglesia católica no existe un absolutismo, todos nosotros somos hombres, y también los Papas, los obispos, el Concilio también. Podemos actuar como maestros, pero no podemos corregir la Palabra de Dios porque nuestra misión es llevar a todos los hombres lo que Jesús ha enseñado.
- Ahí hay una confusión, incluso una cierta utilización de este papel del Espíritu Santo, tanto en la elección en el cónclave, como después en las decisiones que toma el Pontífice, como si todas ellas estuvieran respaldadas desde el Espíritu.
Todo depende de los diversos grados de la asistencia del Espíritu Santo, no es un automatismo, no es un oráculo. El magisterio depende de la palabra de Dios en la Sacra Escritura y de la tradición. Esa es la doctrina. Por ejemplo, en Nicea, hace 1.700 años, ante el arrianismo, los padres conciliares no inventaron, ni hicieron un sorteo, ni decidió la mayoría. Ni cuando Lutero dijo contra la doctrina que existen sólo dos sacramentos, los padres del Concilio dijeron, hacemos un arreglo y lo dejamos en cinco. Han persistido en la verdad revelada incluso hasta la muerte y el martirio. Pero en estos tiempos de medios de comunicación, muy secularizados, las televisiones, algunas personas y hasta filósofos creen que es el Papa quien decide lo que es la verdad. Frente a eso tenemos una clara doctrina sobre el primado y también sobre sus límites. Cualquiera lo puede leerlo. Cuando he recordado la doctrina, que el poder del Papa no es ilimitado, algunos dicen que el cardenal Müller es un enemigo del Papa. Pero quien quiere informarse, tiene que leer los números del 7 al 10 de la 'Dei Verbum'. El Papa sólo explica la fe, no crea la fe. No puede decir mañana que los laicos pueden celebrar la misa. Hay límites en su potestad. Y no puede decir: «yo solo con algunos sacerdotes gobierno la Iglesia». El episcopado es de derecho divino. El Papa no tiene ninguna potestad sobre el Derecho Divino. También en la doctrina. El matrimonio es sacramental, es indisoluble. Y cuando uno está en el estado del pecado mortal, el Papa no puede darle el permiso de comulgar.
- Otra cuestión compleja es el sínodo de la sinodalidad en el que el Papa ha abierto la participación a laicos, religiosos o sacerdotes, más allá de los obispos. ¿Cómo debe continuar el sínodo, teniendo en cuenta que Francisco aprobó durante su hospitalización prolongar sus sesiones?
En el futuro tenemos que esclarecer totalmente lo que es un sínodo de los obispos y lo que es una asamblea eclesiástica o un simposio. En estos no hay ningún problema de hacerlos. Todos los días se reúnen estudiantes con sus profesores en las facultades y tratan sobre temas de teología. Pero el sínodo de los obispos, la institucionalización de la colegialidad de los obispos, es un concepto de derecho divino. Hay quienes no entienden nada o poco de la teología y piensan que el Papa ha abierto el sínodo también a los laicos, las mujeres, pero ha cambiado totalmente la naturaleza de esta asamblea.
- En este pontificado un grupo de cardenales ha utilizado una vía para pedirle al Papa que clarifique algunos aspectos de la doctrina, las ‘dubia’, y su pregunta ha sido interpretada como un ataque a Francisco. ¿Por qué esta polarización en la Iglesia?
Esta forma de preguntas al Papa existe desde siempre. Cuando antes las utilizaron con otros Papas ninguno protestó porque las dudas venían desde sectores de izquierda. En aquellos momentos muchos estaban de acuerdo con la posibilidad de la comunión a los divorciados y eso no se veía como un ataque al Papa. Lo repito, el Papa no puede afirmar algo que va contra la verdad revelada.
- Usted mismo se ha visto inmerso en esta polarización cuando una entrevista que concedió estos días a un diario italiano se ha interpretado como una forma de «calentar el cónclave».
La gente me pregunta sobre las cosas de la teología y respondo desde lo que sé, según la teología dogmática. Los periodistas secularizados tienen que aprender que las categorías que ellos siempre aplican a la Iglesia –conservador y progresista, izquierda o derecha– son absolutamente falsas. No piensan nunca en categorías de revelación, de la voluntad de Dios, de la sacramentalidad de la iglesia, Hay una gran diferencia entre la Iglesia y un estado o un partido político. Nosotros somos la comunión de los fieles y Cristo es la cabeza. Que algunos representantes de la opinión pública entiendan poco de teología no puede tener como consecuencia que el profesor Müller tenga que callar, no decir nada y no refutar esos errores. Si no quieren leer mis libros están invitados a profundizar en los de Ratzinger, Balthasar, Rahner, que tienen respuestas similares.
— Me sorprende este ataque porque usted es un claro ejemplo de esa dificultad de encuadrar a una figura de la Iglesia en estas categorías políticas. Amigo personal de Ratzinger, también tuvo una buena relación con Gustavo Gutiérrez, uno de los padres de la teología de la liberación.
Es que esa contradicción de dos categorías bipolares ideológicas es falsa. Nosotros tenemos la libertad de reflexionar sobre la base de la palabra de Dios, como la teología de la liberación. No estuve cerca de Gustavo Gutiérrez porque viviera un momento en la izquierda. La doctrina social de la iglesia no es de la izquierda, no es el comunismo. Al contrario, es la absoluta superación del comunismo porque tiene en el centro una verdadera antropología. Los comunistas hablan de la justicia social, pero nunca se ha realizado en ningún sistema comunista, porque carecen de un concepto de persona. En cambio, la teología de la liberación en sustancia viene del Concilio Vaticano II, de la Gaudium et Spes, que da el mandato a la Iglesia de dar una respuesta al mundo con todo el potencial del Evangelio, para mejorar las situaciones anti-humanas de gente que no tiene nada que comer, que no tiene acceso a la educación. Gustavo Gutiérrez no hizo un compromiso con los comunistas, porque la verdadera teología de la liberación es la superación de comunismo, porque parte de que todos los hombres tienen la misma dignidad y con la fuerza del evangelio podemos cambiar estas situaciones.
- Es una simplificación muy de película…
Siempre con esos prejuicios de un Vaticano oculto, cerrado con muros altos y la imagen de unos cardenales que somos casi criminales y piensa cada noche como ser el más malo (dice entre risas). Pero la mayoría de nosotros venimos de la clase media, tenemos esto es el estilo de la vida humilde y no es una humildad para aparentar.
- ¿Cuál es el perfil que desea para el próximo Papa?
El Papa no debe ser necesariamente un profesor de teología pero debe acercarse a buenos pensadores, dejarse asesorar por gente de buen juicio y por los cardenales. Estoy convencido de que el colegio cardenalicio debe reunirse con el Papa por lo menos una vez al año, para ayudar al Papa con los grandes desafíos actuales de la Iglesia. También le puede ayudar el sínodo de los obispos, en la forma clásica. Eso no excluye que se puedan hacerse, aquí en Roma o en otros lugares del mundo, asambleas con laicos y consagrados, como ya tenemos los consejos parroquiales y diocesanos, para discutir, informar, avanzar sobre como presentar a la Iglesia católica los contenidos de esperanza contra el nihilismo, contra el antinatalismo, contra el transhumanismo, que son corrientes muy peligrosas para la humanidad. También hay que convencer a los políticos que la guerra no puede resolver los problemas. Otra de las cuestiones son las grandes migraciones y tenemos que analizarlo desde una perspectiva múltiple, no sólo como poderlos acogerlos aquí, cual es su forma de integración y cómo quedan en los países de origen si los más jóvenes y mayor capacidad los abandonan para migrar. Pero insisto que el sínodo de los obispos es una institución del magisterio y no puede participar con voto más quienes tienen la ordenación episcopal. Eso no lo puede cambiar nadie. Se puede cambiar algo para transformar o para destruir, y en este caso será para destruir. No podemos transformar el sínodo en un parlamento, el propio Papa Francisco ha dicho que no es un parlamento. Algunos hablan de la influencia del Espíritu Santo, pero es algo muy vago, cada uno hace esos juegos.
- Parece que algunos quieren instrumentalizar de esa forma al Espíritu Santo, haciéndole la base de sus decisiones. Eso casa muy mal con la idea de la humildad.
Suele ser alguien que en su intervención dice algunas tonterías pero no tienen argumentos para apoyarlas y dicen que les ha venido del espíritu santo y le hacen responsable de sus propias tonterías.
JOSÉ RAMÓN NAVARRO PAREJA
ENVIADO ESPECIAL AL VATICANO
domingo, 27 de abril de 2025
Oración del Cardenal Burke por un Vicario “digno” de Cristo en la tierra
El cardenal Raymond Leo Burke ha compuesto una oración para ser recitada después del entierro del Papa Francisco y durante los nueve días previos al Cónclave Papal.La novena comienza el 26 de abril y termina el 5 de mayo de 2025
Novena por el Sagrado Colegio Cardenalicio reunido para el Cónclave para elegir al Romano Pontífice
Me arrodillo ante ti, oh Virgen Madre de Dios, Nuestra Señora de Guadalupe, Madre compasiva de todos los que te aman, claman a ti, te buscan y confían en ti.
Oramos por la Iglesia en un momento de gran prueba y peligro para ella. Así como acudiste en ayuda de la Iglesia en el Tepeyac en 1531, te rogamos que intercedas por el Sagrado Colegio Cardenalicio reunido en Roma para elegir al Sucesor de San Pedro, Vicario de Cristo, Pastor de la Iglesia Universal.
En este momento tumultuoso para la Iglesia y para el mundo, intercede ante tu Divino Hijo para que los Cardenales de la Santa Iglesia Romana, su Cuerpo Místico, obedezcan humildemente las inspiraciones del Espíritu Santo. Que por tu intercesión elijan al hombre más digno para ser Vicario de Cristo en la tierra.
Contigo pongo toda mi confianza en Aquel que es el único auxilio y nuestra salvación. Amén.
¡Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti confían, ten piedad de nosotros!
Nuestra Señora de Guadalupe, Virgen Madre de Dios y Madre de la Divina Gracia, ¡ruega por nosotros!
Cristo en las empresas (Bruno Moreno)

Todos somos hijos de nuestro tiempo, al menos en cierta medida. Es inevitable. Como los peces no notan el agua, nosotros apenas notamos la omnipresente ideología de nuestra época, que nos empuja por todos lados, desde que nacemos, en cada momento de nuestras vidas y sin descanso para que actuemos “como todo el mundo”, para que no nos salgamos de lo admisible, de lo políticamente correcto.
Uno de los grandes dogmas de esa ideología es la privatización de la fe: la fe católica resulta admisible para nuestra época siempre que permanezca en el ámbito de lo privado y no se manifieste públicamente ni afecte en nada a la vida social económica o política. Es decir, el ideal es una fe vergonzante, guardada como un secreto culpable o un polvoriento y arcaico traje regional en el armario, que no moleste ni pretenda ser relevante para nadie más que para el propio interesado e incluso para él solo sentimentalmente.
En ese contexto, me alegró conocer no hace mucho a un argentino, Gabriel Manrique, que estaba de viaje por España con su familia. No solo me alegró por la agradabilísima conversación que mantuvimos, sino en particular porque me contó algo políticamente incorrecto, pero muy esperanzador.
Me explicó que había consagrado públicamente sus empresas, el Grupo Himan, al Sagrado Corazón. Contra los dogmas de la modernidad, no lo había hecho él de forma privada y personal, sino con sus empleados y entronizando en la sede central una bonita imagen que unía los atributos del Sagrado Corazón y de Cristo Rey. Con ello, quería poner al Hijo de Dios en el centro de su negocio y que fuera precisamente eso, el rey de todas sus actividades empresariales.
Como dice el propio Gabriel al explicarlo, “en esta época en la cual Dios ha sido echado del ámbito público al ámbito privado, nos vemos en la obligación de dar este testimonio público de fe”.
En otras épocas, ese testimonio se daba de forma natural, sin que a nadie le pareciera extraño ni tuviera que pensar mucho en ello, pero en la nuestra exige un esfuerzo a contracorriente. Por eso, no contento con consagrar su propio grupo empresarial, Gabriel ha empezado a animar a otras empresas y negocios a que hagan lo mismo.

Para ello, les proporciona la fórmula de la consagración, una serie de oraciones de preparación para los ocho días anteriores y, de regalo, la imagen del Sagrado Corazón Rey para que la coloquen solemnemente en la empresa. También les anima a leer las encíclicas Annum sacrum, de León XIII, y Quas primas, de Pío XI, y, sobre todo, a que inviten a otras empresas a hacer lo mismo. Sorprendentemente, más de 25 empresas han aceptado esa invitación políticamente incorrecta y se han consagrado al Corazón de Cristo. Solo había que ser valiente y proponérselo.
Esta consagración de las empresas a Cristo no es un detallito piadoso, como pensarán sin duda algunos, sino el signo de algo que tiene gran calado. Me atrevería a decir que la única forma de que la economía sea justa y verdaderamente humana es que Cristo esté presente en ella. El Verbo se hizo carne para redimir al hombre entero y, por lo tanto, no hay ninguna realidad humana que no necesite ser redimida, purificada y renovada por Dios. La economía, fuente de tantísimas injusticias en nuestro mundo caído, necesita especialmente la presencia de Cristo para purificarse de todo lo que resulta contrario a la ley de Dios y al bien de los hombres.
Antes o después, los católicos tendremos que convencernos de que la fe no es algo privado o folclórico y de que necesitamos ir al mundo entero a proclamar el Evangelio. Será consagrando públicamente empresas, saliendo a las calles a predicar, creando medios de comunicación como InfoCatólica, dando la vida cuando llegue la persecución o como Dios le pida a cada uno, pero si no lo hacemos, se perderá la fe en Occidente. ¡Y qué grande será la oscuridad!
Bruno Moreno
sábado, 26 de abril de 2025
Los desafíos del próximo Papa: Restaurar la fidelidad doctrinal, la unidad eclesial y el respeto al derecho canónico

Es aún pronto para hacer balances y análisis sobre lo que ha supuesto para la Iglesia y todos los católicos estos doce años de pontificado de Francisco. De nada sirve lamentarse en estos momentos por sus errores (como todos los tenemos). Toca pasar página y mirar ya al futuro.
La Iglesia católica, aquella verdaderamente fundada por Jesucristo sobre Pedro, su roca firme, vive tiempos convulsos y es momento de no perder la esperanza. Hay quienes sumidos en el pesimismo más absoluto ya sacan a pasear el popular refranero alertando de que «otro vendrá que bueno le hará», pero toca confiar en que dentro de unos días en la Capilla Sixtina también entre esa ola de sentido común que está empezando a resplandecer en algunos países de Occidente.
No en vano, el futuro Papa tiene por delante una ardua tarea. Son múltiples los temas que deberá abordar el 267º Papa de la Iglesia católica. Y no, la sinodalidad, la conversión ecológica o el fomento de la inmigración masiva no son prioridades. Tras el fallecimiento del Papa Francisco, la Iglesia Católica se encuentra en un momento de reflexión profunda. El próximo Pontífice enfrentará la tarea de abordar diversas cuestiones que han generado debate y división en los últimos años.
Volver a respetar el Derecho Canónico
Uno de los retos más urgentes que deberá abordar el futuro Papa es la restauración del respeto y la aplicación coherente del Derecho Canónico, la ley fundamental que rige la vida interna de la Iglesia. Durante el pontificado de Francisco, numerosos canonistas y observadores vaticanos han expresado preocupación por lo que consideran una administración personalista y, en ciertos casos, contraria al espíritu del orden jurídico eclesial. Casos concretos y ampliamente discutidos, como el famoso ‘Caso Gaztelueta’, han puesto sobre la mesa la inquietante percepción de que el Papa ha intervenido en procesos judiciales sin el debido respeto a las instancias establecidas por la ley canónica.
En el caso Gaztelueta, por ejemplo, se señala que el Papa intervino directamente en una causa que ya había pasado por las instancias judiciales eclesiales pertinentes, desautorizando de facto la sentencia y ordenando una revisión en términos que, para muchos, comprometían la imparcialidad del sistema judicial interno. Este tipo de actuaciones han sido vistas por numerosos juristas católicos como una señal de deterioro institucional, donde la figura del Papa se impone por encima de los procedimientos establecidos, rompiendo con siglos de tradición legal en la Iglesia. Principios elementales del derecho fueron pisoteados y despreciados por el Pontífice y su delegado para este caso, el obispo José Antonio Satué, tal y como han demostrado numerosos juristas. El último en denunciarlo fue el expresidente del Foro de la Familia Benigno Blanco en un certero artículo publicado en ABC.
Del mismo modo, ha sido motivo de escándalo el modo en que el Papa Francisco ha removido a varios obispos sin que mediaran procesos claros o públicos. Si bien el Papa tiene autoridad para remover prelados, el modo en que se han llevado a cabo algunas de estas destituciones ha generado un ambiente de inseguridad jurídica y desconfianza. Pastores con años de servicio han sido apartados sin explicación oficial, y en algunos casos, sin haber cometido delitos ni errores doctrinales manifiestos. Esto ha dado pie a acusaciones de arbitrariedad y a un malestar creciente entre los miembros del episcopado, que temen ser cesados no por razones objetivas, sino por motivos ideológicos o personales. Muchos han guardado silencio por miedo a perder la poltrona.
Paradójicamente, todo esto ha ocurrido en un pontificado que ha hecho bandera de la sinodalidad, es decir, de un estilo de gobierno basado en la escucha, la participación y la colegialidad. Sin embargo, en Roma ha sido común en estos años escuchar que, más allá de la retórica, la forma real de gobernar del Papa Francisco ha tenido tintes más propios de un régimen absolutista. El hecho de que el Papa sea, en efecto, un monarca absoluto en términos canónicos, no debe ser excusa para ejercer ese poder de forma despótica. El papado no es una monarquía oriental ni una dictadura: es el servicio más alto en la Iglesia, que debe reflejar en su forma y fondo la figura de Cristo, el Buen Pastor.
Es por ello que se vuelve imperioso recuperar un gobierno eclesial que no solo proclame la justicia, sino que la practique conforme a los procedimientos establecidos. Que el sucesor de Pedro sea verdaderamente ipse Christus, el que sirve, guía y santifica, no quien gobierna como un pequeño dictador de república bananera. En definitiva, el próximo Papa tendrá que recuperar la dignidad del Derecho Canónico, no como un obstáculo a la misericordia, sino como el cauce justo, prudente y transparente que garantiza la verdadera caridad y el orden en la Iglesia.
Reafirmar la ortodoxia doctrinal
Durante el pontificado de Francisco, documentos como Amoris Laetitia y Fiducia Supplicans han generado debates sobre la interpretación de la doctrina católica, especialmente en lo referente a la comunión de divorciados vueltos a casar y la bendición de parejas en situaciones irregulares. Estas situaciones han provocado confusión entre los fieles y han resaltado la necesidad de una enseñanza clara y coherente con la tradición de la Iglesia.
El próximo Papa deberá proporcionar claridad doctrinal en estos temas, reafirmando la enseñanza tradicional de la Iglesia y ofreciendo una pastoral que combine la verdad con la caridad. Inexplicablemente, son muchos los perseguidos que visten sotana o alzacuellos y defienden postulados tradicionales. En cambio, aquellos clérigos acostumbrados a vestir de vaqueros y camisas de cuadros y que predican una teología contraria a la fe católica o en el límite, han gozado de total impunidad. Es evidente que en este pontificado ha existido una doble vara de medir. Hay quienes han logrado salir de rositas como Zanchetta o Rupnik. En cambio, otros con menor o ninguna culpa han sido guillotinados por la maquinaria vaticana dependiendo de si gozaba de la simpatía o no del Pontífice.
Promover la unidad en la verdad frente a la polarización
El obispo Joseph Strickland describió el pontificado de Francisco como uno de los más polarizantes de la historia de la Iglesia, señalando que se ha dado cabida a opiniones alejadas de la fe y la moral católica. La promoción de la sinodalidad, aunque con la intención de escuchar a todos, ha sido interpretada por algunos como una apertura a doctrinas y estilos de vida contrarios a la enseñanza tradicional.
El famoso «todos, todos, todos» supuso un punto de inflexión para colar pensamientos, teorías, doctrinas y estilos de vida pecaminosos. Ya no se habla de conversión o de vida de fe profunda y espiritual. Se ha dado rienda suelta al libre albedrío para dar cabida a la diversidad con la idea de fondo de que nadie se aleje, pero la realidad es que sería una falsa compasión hacia aquellos que tienen derecho a que se les diga la verdad, la cual no está en contraposición a la unidad que ha de estar siempre fundamentada en la verdad. Todo lo demás es humo.
El próximo Papa deberá trabajar para restaurar la unidad en la verdad, asegurando que la diversidad de opiniones no comprometa la integridad doctrinal de la Iglesia.
Recentrar la misión espiritual de la Iglesia
Durante el pontificado de Francisco, la Iglesia ha enfatizado temas sociales como la inmigración, la conversación ecología, el cambio climática y la pobreza. Estos asuntos, han copado gran protagonismo en las intervenciones y discursos del Papa Francisco en detrimento de cuestiones fundamentales de las que se espera que hable un Papa.
No son pocos los fieles que se han sentido en cierta medida huérfanos estos años de un verdadero padre que les confirme en su fe. También conocemos casos de unos cuantos católicos que han tenido que dejar de leer los escritos de Francisco para poder mantener una fe fuerte y no sentirse decepcionados por quien debería habernos llenado de Dios en estos años.
El próximo Pontífice deberá recuperar y recordar la misión esencial que tiene la Iglesia: la salvación de las almas, la promoción de la vida sacramental y la profundización en la oración y la espiritualidad.
Aclarar cuestiones doctrinales polémicas
Sea quien sea el sucesor de Francisco, tendrá que cortar con los temas polémicos: el próximo Papa debe recordar que el sacerdocio es algo reservado para el hombre tal y como zanjó san Juan Pablo II y que algunos pretenden volver a «estudiar» aprovechando el problemático Sínodo. Que no habrá ni siquiera diaconado femenino. Derogar Fiducia supplicans y recordar que la Iglesia no puede aprobar ni bendecir el pecado. Insistir en la acogida con caridad pastoral a las personas con tendencia homosexual que quieran vivir acordes a la enseñanza de la Iglesia.
Apostar por la riqueza valiosa que supone el celibato sacerdotal. Dejar de perseguir a movimientos e instituciones que hacen bien a la Iglesia y empezar a cortarles las alas aquellos que están infectando la Iglesia con sus tesis heréticas. Que la Iglesia no es una moneda de dos duros que deba contentar a todo el mundo.
El nuevo Papa tendrá trabajo y sí, deberá ser continuista pero con la fe y doctrina que nos dejó Cristo en el Evangelio y no estar a merced de las modas y cambios que reclama la secularizada sociedad actual.
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