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martes, 20 de mayo de 2025

La Paz de Cristo y nuestras preocupaciones (Padre Alfonso Gálvez)



Homilía del 6 de abril de 1982

Duración 24:37 minutos

León XIV. ¡Qué decepción!



No podría ser más conciliar (o más bien conciliarista) que esto. Cito la conclusión del discurso pronunciado hoy por León XIV a los representantes de las demás religiones aquí presentes y las consiguientes reflexiones generales. No sin antes continuar con otras consideraciones sobre todo el contenido del documento. Por favor, profundice más a través de los numerosos enlaces de referencia porque de lo contrario tendría que escribir un artículo kilométrico (y no tengo fuerzas para ello).

Queridos todos, gracias nuevamente por vuestra cercanía. Invoquemos la bendición de Dios en nuestros corazones: que su infinita bondad y sabiduría nos ayuden a vivir como sus hijos y hermanos entre nosotros, para que la esperanza crezca en el mundo. Muchas gracias.

Es la falsa “hermandad” herética de Bergoglio.

Mientras tanto me pregunto en qué consiste Cristo en el Centro en el lema y en las palabras de este Papa, cuando sobre las afirmaciones precedentes me veo obligado a hacer las siguientes aclaraciones.

Todos somos criaturas de Dios, pero sólo podemos ser hermanos en Cristo, porque -en Él, con el sello del Bautismo- somos hijos adoptivos en el Hijo unigénito del Padre, a quien podemos decir Padre nuestro... [ ver ]

El defecto básico está en Gaudium et spes , 22 que afirma (y es la raíz de todas las herejías posteriores) “con la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre” ( Ipse enim, Filius Dei, incarnatione sua cum omni homine quodammodo Se univit ).

Permítame aclarar mi afirmación inicial. El Hijo es Uno y no fue creado sino engendrado antes de todos los siglos y se hizo hombre, en el seno de la Virgen María, en Jesús de Nazaret y no en toda la humanidad , aunque Cristo tomó la naturaleza humana para redimirnos, lo que hace posible la fraternidad (y mucho más)... Cristo Señor no da un sentimiento de fraternidad, cambia nuestra naturaleza, la transforma con su gracia que recibimos en los sacramentos; lo que nos permite vivir la fraternidad y comportarnos en consecuencia. De hecho, Cristo es el Verbo, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Trinidad, engendrada, no creada, de la misma sustancia (consustancial) que el Padre, que se hizo hombre en Jesús, no en todos los hombres .

Por eso somos hijos sólo en el Hijo y sólo si lo acogemos. Por eso los hombres, criaturas siempre a imagen y semejanza de Dios, no participan ontológicamente de la naturaleza divina de Cristo sino que se hacen hijos -y reciben la filiación divina por adopción, es decir, ven su naturaleza humana incorporada y transformada pero no sustituida en el sello del Bautismo-, y, entonces, deben permanecer en Cristo Señor, pues de lo contrario se convierten en hijos degenerados. El Prólogo de Juan 12-13 nos enseña esto: “ Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios .” Por tanto no creado, sino inserto en la generación eterna del Hijo, el amado, aquel en quien el Padre se complace porque reconoce su Verdadera imagen.

“Suyos”, es decir, los cristianos nos hacemos hijos por adopción –y no por naturaleza– y recibimos el don de irnos configurando cada vez más con Él (nuestra naturaleza se transforma pero no se sustituye), en sentido paulino (2 Co 3,18). Es lo que los Padres llaman Teosis , por la gracia que la vida de fe y por tanto de fidelidad nos dona a través de la oración y del munus sanctificandi de la Iglesia. Es precisamente esta distinción entre adopción-participación en Cristo y la naturaleza la que marca la diferencia. Y me parece que se crea confusión entre lo natural y lo sobrenatural al no tenerlo en cuenta.

Todos los hombres participan de la criatura y de la imagen del Creador, pero la connaturalidad , que es configuración con el Hijo Unigénito Jesucristo, se recibe en y desde la Iglesia. Lo cual no quiere decir que Cristo no se encarnó por todos y no salvó a TODOS; pero esa salvación no es un hecho automático: hay que acogerla (aquí está también la razón del pro multis ( aquí ) con respecto a todos ). Y es función de la Iglesia, confiada a ella por su Señor, anunciarla y dispensarla, de lo contrario ¿qué sentido tendría la Iglesia?

Así, el Vaticano II, al proponer una innovación como la prevista en el art. 22 GS, ha comportado un cambio en el sentido de la misión de la Iglesia, cuyo nuevo mensaje es ahora el siguiente: los hombres contemporáneos deben tomar conciencia de que, ya con la Encarnación, Cristo se ha unido a cada uno de ellos, elevándolo así a una dignidad sublime y confiriéndole una altísima misión, indicada por el Concilio y hecha propia por la Jerarquía como tarea específica; misión que consiste en realizar la paz en el mundo, la fraternidad universal en el diálogo que no pretende convertir sino adquirir las posiciones del adversario para superarlas en una comunión universal de amor, una Iglesia nueva, « ecuménica », un encuentro solidario de todos los pueblos y de todas las religiones!

Las declaraciones restantes

Leo con no poco horror la serie de otras referencias repetidas textualmente (que podéis leer en el documento aquí ), que lamentablemente confirman plena y sin vacilaciones los otros graves errores (eufemismo) de Bergoglio, a partir de ' Fratelli tutti ' ( aquí ), con la clara referencia a la declaración de Abu Dhabi ( aquí ) y, después, a Nostra Aetate ( aquí ) y a la falsa relación privilegiada con los judíos ( véase ) así como la falsa afirmación de que adoramos al mismo Dios que los musulmanes [véase aquí - aquí - aquí (la cuestión del "único Dios")]. Más sobre la sinodalidad ( aquí - aquí índice de artículos sobre el reciente sínodo).

No tengo palabras para expresar mi dolor y mi indignación. Me encomiendo al Señor para permanecer tranquilo en Él, confiado a Él en el Corazón de Su tierna Madre y nuestra, ahora en la convicción de que Él continúa poniéndonos a prueba; Mientras el mundo, también y sobre todo a causa de la grave crisis de la Iglesia, se desmorona... Nuestra civilización, surgida sobre las raíces grecorromanas del cristianismo, está extinta y ni siquiera se nos permite reavivarla con reflexiones y afirmaciones sentidas y precisas. Prueba de ello es también esta reciente iniciativa a nivel europeo ( La UE financia el Corán y borra el cristianismo ) que he publicado ( aquí ) para evitar que me censuren otro artículo y me retiren el blog.

Mañana publicaré una nota sobre la situación de la censura ahora casi diaria y las consiguientes iniciativas al respecto que, junto con el problema de género y cuestiones afines, se han convertido en temas tabú desde nuestro punto de vista auténticamente católico... En el fondo, ya no podemos hablar según nuestros parámetros de judíos o musulmanes o de inversiones de ningún tipo.Este artículo, en esta plataforma, también está en riesgo.

Tu consternada, pero no rendida, María Guarini

DISCURSO A LAS DELEGACIONES ECUMÉNICAS E INTERRELIGIOSAS CONVENIDAS PARA EL INICIO DEL MINISTERIO PETRINO DEL PAPA LEÓN XIV





Sala Clementina
Lunes, 19 de mayo de 2025






Queridos hermanos y hermanas:

Con gran alegría les dirijo mi cordial saludo a todos ustedes, representantes de otras Iglesias y Comunidades eclesiales, así como también a los de otras religiones, que han querido participar en la celebración inaugural de mi ministerio como Obispo de Roma y Sucesor de Pedro. Mientras expreso mi afecto fraterno a Su Santidad Bartolomé, a Su Beatitud Teófilo III y a Su Santidad Mar Awa III, les hago llegar también mi más sentido agradecimiento a cada uno de ustedes. Su presencia y su oración me sirven de gran consuelo y aliento.

Uno de los puntos clave del pontificado del Papa Francisco ha sido el de la fraternidad universal. En este tema, de verdad que el Espíritu Santo lo ha “impulsado” a dar grandes pasos hacia adelante en las aperturas e iniciativas que ya habían comenzado a asumir los Pontífices precedentes, sobre todo desde san Juan XXIII. El Papa de la Fratelli tutti promovió tanto el camino ecuménico como el diálogo interreligioso, y lo hizo sobre todo cultivando las relaciones interpersonales de modo que, salvaguardando los vínculos eclesiales, se valorizara siempre el aspecto humano del encuentro. Que Dios nos ayude a atesorar su testimonio.

Mi elección ha tenido lugar mientras se conmemora el 1700 aniversario del Primer Concilio Ecuménico de Nicea. Ese Concilio representa una etapa fundamental para la elaboración del credo compartido por todas las Iglesias y Comunidades eclesiales. Conforme estamos caminando hacia el restablecimiento de la plena comunión entre todos los cristianos, reconocemos que esta unidad debe ser unidad en la fe. En cuanto Obispo de Roma, considero uno de mis deberes prioritarios la búsqueda del restablecimiento de la plena y visible comunión entre todos aquellos que profesan la misma fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

En realidad, la preocupación por la unidad ha sido siempre una constante en mí, como atestigua el lema que he elegido para mi ministerio episcopal: In Illo uno unum, una expresión de san Agustín de Hipona que recuerda que también nosotros, aun siendo muchos, «en Aquel uno —o sea en Cristo—, somos uno» (Enarr. in Ps., 127,3). Nuestra comunión se realiza, en efecto, en la medida que convergemos en el Señor Jesús. Cuanto más le somos fieles y obedientes, más unidos estamos entre nosotros. Por eso, como cristianos, estamos llamados a orar y trabajar juntos para alcanzar paso a paso esta meta, que es y será siempre obra del Espíritu Santo.

Consciente, además, de que sinodalidad y ecumenismo están estrechamente relacionados, deseo asegurar mi intención de proseguir el compromiso del Papa Francisco en la promoción del carácter sinodal de la Iglesia Católica y en el desarrollo de formas nuevas y concretas para una sinodalidad cada vez más intensa en el ámbito ecuménico.

Nuestro camino común puede y debe entenderse también en un sentido amplio, que involucra a todos, según el espíritu de fraternidad humana al que me refería antes. Hoy es tiempo de dialogar y de construir puentes. Y por eso me alegra y agradezco la presencia de los representantes de otras tradiciones religiosas, que comparten la búsqueda de Dios y de su voluntad, que es siempre y únicamente voluntad de amor y de vida para los hombres y mujeres y para todas las criaturas.

Ustedes han sido testigos de los notables esfuerzos realizados por el Papa Francisco en favor del diálogo interreligioso. A través de sus palabras y acciones, ha abierto nuevas perspectivas de encuentro, para promover «la cultura del diálogo como camino; la colaboración común como conducta; el conocimiento recíproco como método y criterio» (Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, Abu Dabi, 4 de febrero de 2019). Y agradezco al Dicasterio para el Diálogo Interreligioso por el papel esencial que desempeña en esta labor paciente de alentar los encuentros y los intercambios concretos, orientados a construir relaciones basadas en la fraternidad humana.

Deseo dirigir un saludo especial a los hermanos y hermanas judíos y musulmanes. Debido a las raíces judías del cristianismo, todos los cristianos tienen una relación particular con el judaísmo. La Declaración conciliar Nostra aetate (cf. n. 4) subraya la grandeza del patrimonio espiritual común entre cristianos y judíos, alentando al conocimiento y la estima mutuos. El diálogo teológico entre cristianos y judíos sigue siendo siempre importante y es muy valioso para mí. Incluso en estos tiempos difíciles, marcados por conflictos y malentendidos, es necesario continuar con entusiasmo este diálogo tan valioso.

Las relaciones entre la Iglesia Católica y los musulmanes han estado marcadas por un compromiso creciente con el diálogo y la fraternidad, favorecido por el aprecio hacia estos hermanos y hermanas «que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres» (íbid., 3). Este enfoque, basado en el respeto mutuo y en la libertad de conciencia, representa una base sólida para construir puentes entre nuestras comunidades.

A todos ustedes, representantes de las demás tradiciones religiosas, les expreso mi gratitud por su participación en este encuentro y por su contribución a la paz. En un mundo herido por la violencia y los conflictos, cada una de las comunidades aquí representadas aporta su sabiduría, su compasión y su compromiso con el bien de la humanidad y el cuidado de la casa común. Estoy convencido de que, si estamos unidos y libres de condicionamientos ideológicos y políticos, podremos ser eficaces al decir “no” a la guerra y “sí” a la paz, “no” a la carrera armamentista y “sí” al desarme, “no” a una economía que empobrece a los pueblos y a la tierra y “sí” al desarrollo integral.

El testimonio de nuestra fraternidad, que espero podamos manifestar con gestos concretos, sin duda contribuirá a construir un mundo más pacífico, como lo desean en lo más profundo de su corazón todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Queridos amigos, gracias nuevamente por su cercanía. Invoquemos en nuestros corazones la bendición de Dios: que su infinita bondad y sabiduría nos ayude a vivir como hijos suyos y como hermanos y hermanas entre nosotros, para que crezca la esperanza en el mundo. Les agradezco de corazón.