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martes, 31 de octubre de 2023

Claves para desenmascarar Halloween: el consumista, el satanista y las alternativas



La noche del 31 de octubre muchos celebran Halloween, una pseudo fiesta pagana de origen norteamericano que gracias al imperialismo se ha extendido por Occidente a través de las películas, la afición al género de terror, los disfraces, una cierta cultura de la transgresión. Y es que la imposición de Halloween se extiende a todos los niveles. No hace falta ser cristiano para entender el espíritu macabro que hay detrás de Halloween.

Esta fiesta -o mejor dicho, “antifiesta”- puede parece inofensiva. Pero lo cierto es que se ha convertido en un instrumento más de adoctrinamiento infantil. Las televisiones o plataformas de entretenimiento cambian su programación con el fin de resaltar su importancia en la vida de los niños. Las tiendas se llenan de telarañas, murciélagos o calabazas. Incluso los colegios se decoran en estos días con motivos de Halloween. Todo repleto de elementos feos, macabros y terroríficos.

Vale la pena entender esta fiesta pagana., sus orígenes, efectos y alternativas, antes de practicarla con nuestros hijos.
1. El origen del nombre

La Solemnidad de todos los Santos es el 1 de noviembre y en la Iglesia se empieza a celebrar desde la noche anterior. Por ello la noche del 31 de octubre, en el inglés antiguo, era llamada “All hallow’s eve” (víspera de todos los santos). Más adelante esta palabra se abrevió a “Halloween”.

Pero el Halloween es otra cosa. No celebra los santos. Por el contrario, exalta la fealdad y el horror. Promueve todo lo que es contrario a los atributos de Dios, esto es: la fealdad, el horror, la irreverencia, la oscuridad y el mal gusto. En definitiva, busca promover el mal que es, “La privación del bien, la verdad y la belleza”.
2. Las raíces celtas y el trato con muertos

Antropólogos e historiadores consideran que al menos desde el siglo VI antes de Cristo los celtas del noroeste europeo celebraban el fin de año con la fiesta de “Samhein” (o Samon), festividad del sol que se iniciaba la noche del 31 de octubre y que marcaba el fin del verano y de las cosechas. Creían que el dios de los muertos permitía esa noche que los difuntos llegaran a la tierra, cosa preocupante para los vivos, que debían buscar las formas de protegerse, bien con sacrificios (a veces humanos) o, según otros, disfrazándose para no ser reconocidos.

Como las fronteras con el Otro Mundo se debilitaban, también era un buen momento para practicar adivinación, hablar con ciertos dioses, con los muertos, buscar lo oculto… En este caso la motivación ya no era el respeto a los difuntos y servirlos (o protegerse de ellos) sino la búsqueda de poder, la idea de que con la metodología adecuada (magia, brujería, poder al fin y al cabo) es posible forzar o engañar al Otro Mundo a entregar sus secretos o su fuerza.
3. Se intenta destruir y sustituir la festividad de Todos los Santos

Muchos pueblos celtas cristianizados mantuvieron a nivel popular distintas costumbres y festejos de origen pagano. Además, la coincidencia cronológica de la fiesta pagana del “Samhein” con la celebración de Todos los Santos y que el 2 de noviembre se celebre la de los Fieles Difuntos, mezcló los festejos en las mismas fechas.

Pero el Halloween actual se está utilizando como una auténtica invasión que está intentando devorar la tradición del día de Todos los Santos.

Además, Halloween invita a la desesperanza, todo lo contrario del día de Todos los Santos. En efecto, y es que realmente no se promueve el miedo como a priori se puede pensar, sino, más bien, la desesperanza. Basta recordar las palabras inscritas en el dintel de las puertas del infierno de la Divina Comedia de Dante: “Vosotros, los que entráis, dejad aquí toda esperanza” (Infierno, Canto III, 6).
4. El Halloween consumista. El gran negocio de la celebración

Hollywood ha contribuido con la expansión celebrativa del Halloween a través de numerosas películas en las que la violencia gráfica y los asesinatos crean en el espectador un estado morboso de ansiedad y angustia, provocando muchas veces una idea errónea de la realidad.

El Halloween mundano y consumista, por el contrario, olvida por completo al difunto real -puesto que eso obligaría a pensar seriamente en el sentido de la vida- y lo sustituye por el difunto ficticio, o sea, el monstruo, el no muerto, el vampiro o el zombie… y procurando no profundizar demasiado en una narrativa, pasando rápidamente a la bebida y la diversión.

Los comercios han apoyado la fiesta porque les hace vender: se vende turismo, alcohol, disfraces, cine, teatro, ocio, fiesta en general. En un país volcado en el ocio, la fiesta y el turismo como España es inevitable que algo así se fomente desde las patronales.

Entre los adultos jóvenes, exceptuando aquellos que les guste específicamente el cine o la literatura de terror, es una mera excusa para beber, ir de fiesta y ligar. Las tiendas de disfraces hace años que tienen comprobado que los disfraces femeninos que se venden o alquilan más en octubre no son estrictamente de miedo, sino «sexis»: «diablesa sexy», «bruja sexy», «vampiresa sexy»…

Por su parte, las niñas pequeñas quieren lo que salga en la TV (por ejemplo, las muñecas Monster High) y los únicos de verdad interesados en intentar dar miedo son los niños varones.

En definitiva, exalta la cultura de la muerte. La asimilación de la desesperación al final lleva a lo que desea la revolución secularista: “Comamos y bebamos que mañana moriremos”. Por eso no es extraño que muchos adolescentes y adultos, una vez pasada la infancia, tomen Halloween como una bacanal para “divertirse por la noche”.

Asimismo, las máscaras, disfraces, dulces, maquillaje y demás artículos son motivo para que algunos empresarios fomenten el «consumo del terror» y saquen su provecho económico de esta «moda» estadounidense.
5. El Halloween esotérico o satanista

Un peligro del «Halloween mundano» o «consumista» es que puede llevar al «Halloween esotérico» o demoníaco. El primero anima a «disfrutar al límite en esta noche especial», con un elemento de «arriésgate, asume peligros». El segundo refuerza esa idea: «en esta noche especial, da un paso más, arriésgate a lo sobrenatural y adquirirás poder».

Según el testimonio de algunas personas que practicaron el satanismo y luego se convirtieron al cristianismo, Halloween es la más importante fiesta para los cultos demoníacos porque se inicia el nuevo año satánico y es como una especie de «cumpleaños del diablo».

Grupos satánicos, esotéricos y brujeriles en general han heredado de los celtas la idea de que se trata de una noche «poderosa», en la que los rituales obtienen «poder». Ex-satanistas explican que en esta noche se realizan los rituales supuestamente de «más poder», para los que algunos grupos intentan conseguir víctimas humanas, que pueden ser voluntarios fanáticos, jóvenes drogados o bebés o niños.

Tratar con lo demoníaco es como tratar con la mafia que asegura protegerte: te engancha y te cobra tarifas brutales. Con todo, el 99,9% de lo que pueda interesar al demonio en esta noche probablemente es el mero hedonismo, despilfarro o superstición.
6. Alternativas

Un punto débil de Halloween es que, al contrario que la fiesta de los Reyes Magos, por ejemplo, no tiene una historia, un cuento, una leyenda, no hay una narrativa fundacional para contar.

Pero lo que de verdad puede contrarrestar el Halloween consumista es hablar de los muertos de verdad, de los difuntos, de nuestros seres queridos que ya murieron y de las condiciones en que nos reencontraremos con ellos…

Recordarlos y orar por ellos es un auténtico contacto con la Otra Vida, que gestiona Dios. Eso es algo profundamente instalado en el corazón de cualquier ser humano que ya haya perdido un ser querido. Detenerse un momento y reflexionar sobre eso puede transformar a una persona.

Y ahora que ya tienes una breve síntesis de lo que es Halloween, piensa si es buena idea celebrarlo con tus hijos. De ti depende

sábado, 3 de noviembre de 2018

Halloween: no es para tanto (Bruno Moreno) [Comentado por José Martí]



Preveo que algunos lectores no estarán de acuerdo, pero me gustaría señalar que, a mi juicio, las críticas “católicas” que se hacen contra Halloween son bastante (por no decir totalmente) exageradas. Todos los años por estas fechas, hay quien critica la fiesta norteamericana, tachándola de pagana, anticristiana o incluso demoniaca. Otros, con muy buena intención que Dios premiará sin duda, buscan “alternativas cristianas” a Halloween, como “Holywins”, que es una simple copia de la primera pero con trajes de santos.
La realidad, como sabe cualquiera que haya vivido un tiempo en Estados Unidos, es que Halloween no es pagana, anticristiana ni demoniaca por la sencilla razón de que no tiene calado suficiente para serlo. Es una fiesta completamente superficial, sin ninguna pretensión de significado. Los que critican esos supuestos significados perversos hacen, a mi entender, más un ejercicio de fantasía que de análisis de la realidad.
Tendemos a intentar comprender lo que sucede en Norteamérica con un prisma europeo o hispanoamericano y eso es un error. En Europa y en la América Española, las celebraciones son generalmente milenarias y están enraizadas en la historia y en las creencias profundas de los pueblos, aunque la mentalidad dominante intente cortar esas raíces. En cambio, la mayoría de las festividades estacionales norteamericanas, con muy poquitas excepciones, son fiestas light, donde apenas se celebra más que el hecho mismo de celebrar.
No busquemos tres pies al gato (o cinco, como dicen en América), intentando encontrar motivaciones malvadas donde la realidad es mucho más prosaica. Incluso cuando en origen eran otra cosa, las fiestas estadounidenses se han convertido generalmente en conmemoraciones comercializadas hasta el extremo, que intentan, con no mucho éxito, aliviar un poco la monotonía de la terriblemente tediosa vida moderna. Podríamos llamarlas fiestas de plástico, tanto por su carácter prefabricado como por el hecho de que la mayoría de sus signos externos son, de hecho, artículos de plástico, obra de un mal gusto industrial que a veces llega a resultar entrañable por su ingenuidad.
En el caso de Halloween, la realidad difícilmente podría ser más prosaica: los niños se disfrazan generalmente de superhéroes, hadas, princesas o personajes de dibujos animados, como en cualquier fiesta de disfraces española. Y comen caramelos y chocolates, como en cualquier fiesta de cumpleaños. Incluso los adornos macabros de las casas buscan producir, no sé si consciente o inconscientemente, un efecto cómico (y bastante hortera), completamente alejado de cualquier cosa que pueda considerarse una genuina creencia. En general, los que adornan su casa en Halloween suelen ser los mismos que en Navidad colocan enormes muñecos hinchables en el jardín de Santa Claus, sus elfos, sus renos, sus trineos y, de paso, seis o siete dibujos animados, una costumbre tan estadounidense como el pastel de manzana. Nada que ver con lo demoniaco, lo paranormal o lo anticristiano.
Los orígenes paganos de Halloween también están exagerados y sobrevalorados. Como sucede con casi todas las fiestas, sus verdaderos orígenes son cristianos: Halloween viene de All Hallows’ Eve, que es la Víspera de Todos los Santos. Lógicamente, antes de que se cristianizara Europa ya había europeos, que eran paganos porque no podían ser otra cosa. Y lógicamente también, esos paganos tenían fiestas, algunas de las cuales coincidían a grandes rasgos con las posteriores cristianas en cuanto a la fecha de celebración (porque solo hay doce meses en el año) y a las formas de celebrar (porque los seres humanos somos muy poco originales). Sin embargo, deducir de esas ligeras semejanzas una conexión significativa sería como pretender que los cumpleaños son fiestas litúrgicas porque las velas de la tarta están copiadas de las velas de las iglesias. O como decir que las casas, en realidad, son paganas porque los paganos ya vivían en casas antes de Cristo.
Por supuesto, entiendo que, desde el punto de vista cultural y tradicional, a muchos les apene que en España o en Hispanoamérica se celebre “Jalowín”, se beba cocacola, se vean películas norteamericanas y se copie de tantas otras maneras las costumbres ajenas. Comparto esa sensación, aunque la triste realidad es que nuestra cultura no está siendo sustituida por otra porque alguien nos invada, sino porque nosotros hemos abandonado y despreciado nuestra historia y nuestra herencia, que estaban intrínsecamente ligadas a la fe católica. Como dice el refrán español, a perro flaco todo son pulgas. La cultura aborrece el vacío y, cuando se produce un vacío cultural, inmediatamente es llenado por lo que haya más a mano. Por muy light que sea.
En cualquier caso, como católico, me permito recomendar que no nos obsesionemos con enemigos imaginarios, ni mucho menos intentemos copiarlos para parecer más modernos y buscar desesperadamente ser relevantes. Vivamos nuestras fiestas católicas, amémoslas, disfrutemos de ellas como hacíamos antes, creámonos lo que se celebra, honremos a Dios, a Nuestra Señora y a los santos y no habrá fiesta light en el mundo que pueda competir. 

A fin de cuentas, nuestras celebraciones católicas son un reflejo de la fiesta eterna en el cielo, a la que todo el mundo, lo sepa o no, está deseando ser invitado.

Bruno Moreno

COMENTARIO
He recogido dos entradas en este blog, que hablan sobre Halloween, tomadas de Adelante la Fe, Infovaticana e incluso Infocatólica, donde escribe Bruno. Esa es la razón que me ha llevado a colocarlas aquí, pues me fío bastante de esos portales católicos. Éstas son las entradas a las que me refiero:

HALLOWEEN: ¿Está bien para un católico celebrarlo ? (Vídeos y artículos)  27 de octubre de 2018

Halloween no es un juego de niños 30 de octubre de 2018

A mí, la verdad, me parecía exagerado; pero, dada la autoridad -que así se supone- de las personas que hablan, pues pensé que algo de razón tendrán. No obstante, me quedaba algo intranquilo. 

Al leer este artículo de Bruno, al principio me quedé un poco atónito, pues contradice lo que se lee en mis entradas (cuyo contenido no es mío, todo hay que decirlo). Pero me dio qué pensar. ¿Y si tiene razón? ¿Y si lo que yo tenía «in mente» no era tan descabellado? Porque cuando se le concede tanta importancia a algo -aunque realmente no la tenga tanto- al final  acaba teniéndola.

He consultado con un sacerdote, muy amigo mío y con las ideas muy claras, completamente ortodoxo y fiel a las enseñanzas de la Iglesia de siempre. Le pregunté -en un e-mail- si había leido este artículo de Bruno. Y qué le parecía. Esto es lo que me contestó:
Lo vi el otro día y si te digo la verdad, me dio gusto. Porque es cierto que parece que se sacan las cosas de quicio. Tiene razón Bruno al decir que en USA no se ve esto con tanta ideología como aquí. Hay quien ve solamente algo demoníaco, pero yo no lo creo así. De todos modos, creo que aquí en España los enemigos del catolicismo se aprovechan de ello.
Y es que, a veces (por no decir siempre) el sentido común -al que apenas si hacemos caso, hasta el extremo de haberlo perdido ya casi por completo- es el que deberíamos tomar como guía, más que lo que puedan decir fulano, mengano o zutano, por muy «teólogos», «exorcistas»  o lo que quiera que sean. No pongo en duda sus buenas intenciones, porque -en efecto- eso es lo que se oye siempre que se habla de Halloween. Y eso es lo que te encuentras cuando buscas el significado de esta «fiesta».

Pero, después de la lectura de este artículo de Bruno y de lo que me ha dicho este sacerdote, amigo mío, me quedo con las últimas palabras de ese artículo:
Vivamos nuestras fiestas católicas, amémoslas, disfrutemos de ellas como hacíamos antes, creámonos lo que se celebra, honremos a Dios, a Nuestra Señora y a los santos y no habrá fiesta light en el mundo que pueda competir. 

A fin de cuentas, nuestras celebraciones católicas son un reflejo de la fiesta eterna en el cielo, a la que todo el mundo, lo sepa o no, está deseando ser invitado.
 Pues ¿qué es, si no, lo esencial para un cristiano?

José Martí 

martes, 30 de octubre de 2018

Halloween no es un juego de niños


Duración 6:33 minutos

Sobre Halloween ya hay una entrada en este blog, en la que, además de enlaces a artículos, se podían ver varios vídeos. No obstante, me ha parecido de interés, dada la proximidad de ese día (noche del 31 de octubre, anterior al día de todos los santos) añadir también este vídeo del padre Javier Luzón, ex-exorcista, que explica, con bastante claridad, la relación entre Halloween y el satanismo.

sábado, 27 de octubre de 2018

HALLOWEEN: ¿Está bien para un católico celebrarlo ? (Vídeos y artículos)

Duración 5:39 minutos

INFOVATICANA

¿Todos los Santos o Halloween?

Halloween y el Día de Todos los Santos

¡Cuidado con el Halloween!  fragmento programa catolico un cafe con galat

Duración 12:24 minutos

¿Deberíamos permitir a nuestros hijos celebrar el Halloween?   Padre Pedro Nuñez

Duración 5:21minutos

Fiesta de Todos los Santos 2014

Duración 3:01minutos

Un católico no debe celebrar Halloween

Duración 13:02 minutos

Selección por José Martí