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Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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domingo, 1 de octubre de 2023
martes, 12 de abril de 2022
El significado y las consecuencias de la consagración del 25 de marzo
¿Cual es el significado y cuales serán las consecuencias de la consagración de Rusia y de Ucrania al Corazón Inmaculado de María hecha por el Papa Francisco en San Pedro el 25 de marzo de 2022?
En la aparición del 13 de julio de 1917 en Fátima, la Virgen anunció a los tres pastorcitos: Vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados.
En una revelación privada posterior a Sor Lucía, que tuvo lugar el 13 de junio de 1929 en el monasterio de Tuy, la Virgen dijo que ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los Obispos del mundo, la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón; prometiendo salvarla por este medio.
Ni Pío XI ni sus sucesores acogieron esta petición, a no ser parcialmente. En 1952 Pío XII consagró Rusia al Corazón Inmaculado de María, pero sin unir a los Obispos del mundo a su acto. Juan Pablo II utilizó en 1984 el neologismo encomendamos en lugar del término consagración y no mencionó específicamente a Rusia. El modo requerido por la Virgen, sin embargo, está todo presente en el acto del Papa Francisco, que pronunció las siguientes palabras:
Nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania. Acoge este acto nuestro que realizamos con confianza y amor, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. El “sí” que brotó de tu Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la paz; confiamos que, por medio de tu Corazón, la paz llegará. A ti, pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo
La incorporación de Ucrania a Rusia es perfectamente legítima, entre otras cosas porque Kiev es la cuna de la civilización rusa y Ucrania formaba parte de Rusia en 1917. El uso de la palabra solemnemente da especial importancia al acto del Santo Padre, que se realizó en San Pedro, en una austera ceremonia penitencial.
En el centro de la basílica no estaba el Papa, sino la imagen de Nuestra Señora de Fátima, con la corona en la cabeza y un rosario en las manos, delante del altar de la Confesión iluminado como un día de sol. Quienes temían momentos de desacralización o alejamiento de las costumbres y tradiciones de la Iglesia tuvieron que recapacitar. El Papa Francisco realizó este acto rodeado de cardenales, obispos, representantes del mundo diplomático, sacerdotes, religiosos y religiosas y simples fieles: una parte cualificada, casi un microcosmos del mundo católico. En ese mismo momento, en todo el mundo, miles de obispos y sacerdotes se unieron a las palabras de la consagración. Los guardias suizos inmóviles alrededor del trono papal parecían recoger el eco de un recuerdo lejano, pero nunca eliminado de la historia.
Hubo un consenso casi unánime en que la consagración había correspondido a las peticiones hechas por Nuestra Señora a los tres pastorcitos de Fátima. Las escasas expresiones de desacuerdo de algunos tradicionalistas no se refieren al acto en sí, sino a la persona de Francisco, al que se consideran personalmente inadecuado para realizar un acto de tanta importancia sobrenatural. Es necesario decir, sin embargo, que para algunos de estos tradicionalistas el Papa Francisco ha perdido el pontificado. Si Francisco no es el Papa legítimo, es obvio que su acto es ilegítimo e inválido. Si, por el contrario, a pesar de todas las reservas que se puedan tener a su respecto, él ocupa legítimamente la Cátedra de Pedro, su acto no puede sino ser válido, independientemente de lo que haya hecho en el pasado y de sus intenciones, que sólo Dios conocer.
Puede parecer paradójico que un Papa tan abierto a la secularización como Francisco sea el autor de un gesto que es en sí mismo la negación del principio laicista. La secularización es, de hecho, un proceso de exclusión progresiva de Dios de la esfera pública. La consagración, en cambio, reafirma el dominio de Dios sobre las naciones y la sociedad en su conjunto. Es la razón por la cual los teólogos progresistas y los mariólogos quot minimalistas siempre se han opuesto al uso del término consagración;, tanto a nivel público como individual. Durante el Concilio Vaticano II, el P. Yves Congar (1904-1995) escribió en su Diario: Hago la mayor campaña posible contra una consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María, porque veo el peligro que se forme un movimiento en ese sentido (Diario del Concilio: 1969-1966, Edizioni San Paolo, 2005, vol. II, p. 120).
En esta misma línea, el sacerdote montfortiano Stefano De Fiores (1933-2012), en su ensayo póstumo Consacrazione o affidamento (Consagración o entrega), escribió que «es difícil comprender cómo algunos autores proponen un retorno a la consagración a María o al inmaculado corazón de María; «porque en Fátima Nuestra Señora usó este lenguaje». De hecho, «en 1917 era más que normal hablar como lo hizo Nuestra Señora. No nos permitimos ninguna crítica al lenguaje utilizado por ella en ese preciso momento histórico. Pero hoy la Iglesia ha recorrido un itinerario bíblico-teológico que exige un uso más riguroso del lenguaje al hablar de Cristo o de María” (“Vita Pastorale”, n. 5, mayo de 2012, p. 30).
Diez años después de la muerte del P. De Fiores, Nuestra Señora parece haberse vengado de su pretensión de darle lecciones de teología y para ello eligió al Papa que parecía menos apto para hacer un quot;regreso a la consagración a María;. El Papa Francisco no hizo la consagración al Inmaculado Corazón cuando fue a Fátima los días 12 y 13 de mayo de 2017, y el 12 de diciembre de 2019 durante una Misa dedicada a la Virgen de Guadalupe, incluso negó a Nuestra Señora el título de "corredentora", pero el 25 de marzo atendió inesperadamente la petición del mensaje de Fátima.
¿Es consciente el Papa Francisco de la importancia histórica de su acto? Durante la ceremonia, y en los días siguientes, apareció en mal de salud y casi aplastado por los acontecimientos. El hecho de que la consagración haya correspondido a las modalidades deseadas por Nuestra Señora no significa que se evitará el castigo que pesa sobre la humanidad. Para que esto suceda, la consagración debería ser acompañada de la práctica reparadora de los primeros sábados de mes y sobre todo de un profundo espíritu de penitencia. Estas condiciones faltan y el mundo continúa corriendo hacia el abismo, pero la consagración del 25 de marzo anuncia que se acerca la hora del cumplimiento de la profecía de Fátima se avecina y ello significa no sólo un gran castigo, sino sobre todo el triunfo final del Corazón Inmaculado de María.
En una carta al Padre Gonçalves fechada el 18 de mayo de 1936, Sor Lucía relata una conversación que tuvo poco antes con el Señor sobre el tema de la consagración de Rusia:
«Hablé íntimamente con el Señor sobre el tema; y hace poco le preguntaba por qué no convertía a Rusia sin que Su Santidad hiciera la consagración. ´Porque quiero que toda mi Iglesia reconozca esta consagración como un triunfo del Inmaculado Corazón de María y así extender Su culto y poner junto a la devoción a Mi Divino Corazón, la devoción de este Inmaculado Corazón. Pero, oh Dios mío, el Santo Padre no me creerá si Tú mismo no lo mueves con una inspiración especial. ¡El Santo Padre! Orad mucho por el Santo Padre. ¡Él la hará, pero será tarde! Sin embargo, el Inmaculado Corazón de María salvará a Rusia. A él le ha sido confiada».
Fátima no anuncia el fin del mundo ni el advenimiento del anticristo, sino el triunfo del Inmaculado Corazón de María, que es la Civilización cristiana, sacral porque ordenada a Dios y pacífica, porque está sometida al Hijo eterno de Dios hecho Hombre cuyo nombre es Princeps, como lo recordaba Pío XII en su Mensaje radiofónico del 24 de diciembre de 1951 y como lo definió el Papa Francisco el 25 de marzo. La consagración de Rusia acelerará la hora del triunfo del Inmaculado Corazón, trayendo al mundo nuevas gracias de conversión. Esto es suficiente para colmar de alegría a los corazones de los devotos de Fátima en esta hora oscura de nuestra historia.
martes, 22 de marzo de 2022
A 89 horas para la consagración al Inmaculado Corazón de María se desconoce aún el texto del acto
Medianoche en Roma, 00:00 horas, Mar-22-2022; 23:00 horas UTC, Mar-21-2022. Faltando un poco más de 89 horas para que se realice la anunciada consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María, ya ha transcurrido una semana desde entonces y todavía no se conoce el texto que se recitará para la ocasión. La consagración presumiblemente se realizará en el marco de la celebración penitencial anunciada, esa sí con bastante antelación, por la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice. Decimos ‘presumiblemente’ porque ni siquiera se conoce el libreto de cómo se va desarrollar esa celebración penitencial, el cual debería ya conocerse y haber sido publicado en este enlace, si el libreto estuviera publicado, allí en algún renglón se especificaría en qué momento de la celebración Francisco procedería a recitar el texto de la consagración.
Nosotros aspirábamos a que ese texto hubiera sido dado a conocer el pasado Domingo, para que los párrocos, rectores, capellanes, etc, dentro de la Misa dominical, en los avisos antes de la bendición final invitaran a unirse a esa consagración e indicaran la forma en la que se proporcionaría el texto a recitarse para la ocasión. Sabemos que a las conferencias episcopales se les haría llegar ese texto porque al menos dos nuncios (el de EEUU y el de Irlanda) en correspondencia oficial con carácter “urgente” lo han afirmado; al parecer era urgente que los obispos invitaran a los católicos del mundo a unirse, pero no es tan urgente divulgar el texto a recitar, lo cual han postergado en demasía.
Y como nosotros somos mal pensados, ¿qué tal que el texto en su redacción contenga algo, digamos, ambiguo, que genere resistencias y es mejor darlo a conocer sobre la hora para que no haya margen de protesta? Por ejemplo, que en su redacción no se diga “consagrar” sino algo como “encomendar” ó “confiar”; ó que no se consagre a Rusia como país sino a los pueblos rusos, habitantes rusos, población rusa, o alguna otra expresión que no implique una totalidad de Rusia. Más pesimistamente, que se tome el texto que recitó Juan Pablo II en Mar-25-1984, con la disculpa que se va a hacer una renovación de una consagración que ya ha sido efectuada desde esa fecha. En fín, son solamente conjeturas, pero el hecho es que a estas horas no se sabe cuál es el texto que se recitará en la consagración.
Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
jueves, 17 de marzo de 2022
El obispo Schneider pide a todos los obispos unirse al acto de Consagración de Rusia
El obispo auxiliar de Astaná, Athanasius Schneider, ha hecho un llamamiento a todos los obispos a unirse al Papa a la Consagración de Rusia y Ucrania que celebrará el Santo Padre el próximo 25 de marzo.
«La Santa Sede anunció que el Papa Francisco consagrará Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María el viernes 25 de marzo, en la fiesta de la Anunciación, a las 5 p. m. durante la celebración penitencial en la Basílica de San Pedro», ha escrito el obispo.
Para Schneider «este mensaje debería llenar a todos los católicos de profunda alegría, consuelo y coraje. Esperamos que traiga paz y respiro también a nuestros queridos hermanos y hermanas ortodoxos en Rusia y Ucrania». Además, ha recordado que «como sabemos por el pedido de Nuestra Señora a Sor Lucía, el Papa debe invitar a todos los obispos a unirse en torno a él en el acto de consagración. Esperamos que, incluso en ausencia de una invitación formal del Papa, muchos obispos se unan en un acto de consagración».
Por último, el obispo auxiliar de Astaná ha recordado que estamos «en un momento en que la Iglesia y el mundo atraviesan una crisis espiritual sin precedentes», y por ello pone especial valor al acto colectivo de consagración al Inmaculado Corazón.
Unido a esa petición a todos los obispos del mundo, Schneider ha invitado a todos los fieles a unirse a una Novena de oración, hecha por él, para preparar la Consagración.
Novena en preparación a la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María
Inmaculado Corazón de María, Santa Madre de Dios y Madre nuestra queridísima. Mira la angustia en la que se encuentra la Iglesia y toda la humanidad a causa de la propagación de la impiedad, del materialismo y de la persecución de la fe católica, errores que advertiste en Fátima.
Eres la Mediadora de todos los favores. Pide la gracia para nosotros de que todos los obispos del mundo, en unión con el Papa, puedan dedicar Rusia y Ucrania a Tu Inmaculado Corazón el 25 de marzo de 2022. Esperamos que a través de esta consagración, como nos dijiste en Fátima, en el tiempo señalado por Dios, Rusia se convertirá y la humanidad tendrá una era de paz. Esperamos que a través de esta consagración se acerque el triunfo de tu Inmaculado Corazón y que la Iglesia se renueve genuinamente en la gloria de la pureza de la fe católica, la santidad de la liturgia y la santidad de la vida cristiana.
Reina del Santo Rosario y Madre nuestra queridísima, vuelve tus ojos misericordiosos al Papa, a los obispos y a cada uno de nosotros y escucha con gracia nuestra oración ferviente y confiada. Amén.
Quien ya ha anunciado que se unirá ha sido el obispo estadounidense Joseph E. Strickland. «Me uno al obispo Schneider en este llamado a la oración. Unámonos con el Papa Francisco para rezar la Consagración de Ucrania y Rusia a la Inmaculada Virgen María. También los insto a todos a unirnos a la oración de Novena que ofrece el obispo Schneider», ha escrito el obispo de Tyler.
martes, 15 de marzo de 2022
El Papa Francisco consagrará Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María
Esta noticia puede leerse también en SECRETUM MEUM MIHI
El Papa Francisco consagrará Rusia y Ucrania al Corazón Inmaculado de María. Así lo ha comunicado esta tarde a través de una nota el director de comunicación de la Santa Sede Matteo Bruni. Sin duda, una noticia muy esperada por todos.
«El viernes 25 de marzo, durante la Celebración de la Penitencia que presidirá a las 17.00 horas en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco consagrará Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María. El mismo acto, el mismo día, será realizado en Fátima por Su Eminencia el Cardenal Krajewski, Limosnero Apostólico, como enviado del Santo Padre», es el breve comunicado ofrecido por la Santa Sede. La Consagración se producirá el mismo día en el que san Juan Pablo II consagró en 1984 el mundo entero al Corazón Inmaculado de María.
En esa Consagración, san Juan Pablo II pidió a la Virgen «Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios». ¡Oh Madre de los hombres y de los pueblos!, tú que «conoces todos sus sufrimientos y esperanzas», tú que sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas que invaden el mundo contemporáneo, acoge nuestro grito que, como movidos por el Espíritu Santo, elevamos directamente a tu corazón y abraza, con el amor de la Madre y de la Sierva, este nuestro mundo humano, que ponemos bajo tu confianza y te consagramos, llenos de inquietud por la suerte terrena y eterna de los hombres y de los pueblos. De manera especial ponemos bajo tu confianza y te consagramos aquellos hombres y naciones, que necesitan especialmente esta entrega y esta consagración».
Petición de los obispos de Ucrania
Esta noticia llega tras la reciente petición de los obispos ucranianos al Papa para que realizara esta Consagración, pedida hace 100 años por la Virgen de Fátima. Recientemente, el pasado 2 de marzo, al poco de estallar la guerra de Ucrania a causa de la invasión de Rusia, los obispos de Ucrania pidieron al Papa Francisco lo siguiente:
“¡Padre Santo!”, invoca la carta enviada por los obispos ucranianos. “En estas horas de dolor inconmensurable y terrible prueba para nuestro pueblo, nosotros, los obispos de la Conferencia Episcopal de Ucrania, somos portavoces de la incesante y sentida oración, sostenida por nuestros sacerdotes y consagrados, que nos llega de todo el pueblo cristiano para dedique Su Santidad nuestra Patria y Rusia”.
“Respondiendo a esta oración, pedimos humildemente a Su Santidad que realice públicamente el acto de consagración al Sagrado Inmaculado Corazón de María de Ucrania y Rusia, como lo solicitó la Santísima Virgen en Fátima”. “Que la Madre de Dios, Reina de la Paz, acoja nuestra oración: Regina pacis, ora pro nobis!”. Pues bien, está petición de los obispos ucranianos ha sido escuchada y aceptada por el Santo Padre.
Lo que dijo el cardenal Burke
Recientemente, nuestro articulista Carlos Esteban escribió sobre la Consagración realizada por Juan Pablo II precisamente el 25 de marzo de 1984.
“Es evidente que la consagración (de Rusia) no se hizo como pidió Nuestra Señora”, declaró en 2017 el Cardenal Raymond Burke en su discurso durante la conclusión de la Cumbre sobre el Centenario de Fátima, que se ha llevado a cabo este fin de semana.
“No dudo en absoluto de la intención del Papa San Juan Pablo II cuando llevó a cabo la consagración el 25 de marzo de 1984”, dijo Burke, añadiendo que Sor Lucía declaró que “Nuestra Señora la aceptó”.
Pero el cardenal norteamericano insiste en reconocer “la necesidad de una conversión total del materialismo ateo y del comunismo a Cristo, como también la urgencia de que Rusia siga la llamada de Nuestra Señora de Fátima y se consagre a Su Inmaculado Corazón siguiendo las explícitas instrucciones de la Virgen”.
El ex prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica volvió a hacer un llamamiento para realizar la consagración de Rusia según las instrucciones específicas de Nuestra Señora. Citó también el final del famoso secreto a los niños, en el que Nuestra Señora predijo: “Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.
¿Qué dijo la Virgen de Fátima sobre la Consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María?
Los tres pastorcillos, Lucía, Francisco y Jacinta, contaron que en la aparición de junio de 1917, la Santísima Virgen les dijo: «Vendré a pedir la Consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado. Si atienden a mis peticiones, Rusia se convertirá y el mundo tendrá paz”.
Los pastores dijeron que el 13 de julio de 1917, la Virgen María les dijo: «Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado. Si hacen lo que les digo, muchas almas se salvarán, y habrá paz. La [Primera] guerra [Mundial] terminará; pero si los hombres no dejan de ofender a Dios, otra guerra más terrible comenzará durante el pontificado de Pio XI. Cuando vean una noche iluminada por una luz extraña y desconocida, sabrán que ésta es la señal dada por Dios para indicarles que está apunto de castigar al mundo por sus crímenes, con la guerra, el hambre, y persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para prevenir esto, vengo a pedir que Rusia sea consagrada a mi Inmaculado Corazón… Si mis peticiones se cumplen, Rusia se convertirá y habrá paz. Si no, Rusia esparcirá sus errores alrededor del mundo, trayendo nuevas guerras y persecuciones a la Iglesia. Los justos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, y muchas naciones serán aniquiladas. Pero al final, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, y ésta se convertirá y se le concederá al mundo un período de paz”.
Años más tarde, Sor Lucía declaró que la Virgen de Fátima se le apareció nuevamente el 13 de junio de 1929, y le dijo: «Ha llegado el momento en que Dios pide: Al Santo Padre que realice, en unión con todos los Obispos del mundo, la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón. Dios promete salvarla por este medio. Son tantas las almas que la justicia de Dios condena por pecados cometidos contra mí, que vengo a pedir reparación; sacrifícate por esta intención y reza”.
El próximo viernes 25 de marzo tendrá lugar dicha Consagración pedida por la Virgen de Fátima. Se hará de modo simultáneo desde Roma y Fátima. De aquí, según las promesas de la Virgen, vendrá la paz y la conversión de Rusia. Será por tanto una fecha histórica a marcar en el calendario a la que todos los católicos debemos proponernos unirnos en oración para este acontecimiento.
jueves, 27 de mayo de 2021
viernes, 14 de mayo de 2021
Fátima, ciento cuatro años después (Roberto De Mattei)
Se han cumplido ciento cuatro años de la aparición de la Virgen en Fátima el 13 de mayo de 1917.
A lo largo de estos ciento cuatro años se han cumplido muchos de los sucesos que anunció Nuestra Señora a los tres pastorcitos, Lucía, Jacinta y Francisco, aunque la profecía todavía aguarda su cumplimiento.
El triunfo del Inmaculado Corazón de María que tantas almas esperan y en el que tantos han confiado vivamente durante estos ciento cuatro años no se ha cumplido todavía. ¿Será inminente? ¿Estará aún lejano? Ninguno lo sabemos.
Viendo las cosas desde un punto de vista lógico y humano, se diría que Dios se ha retrasado, porque la Iglesia y la sociedad entera atraviesan una crisis sin precedentes, la humanidad no se ha arrepentido y el Demonio está celebrando su victoria. Pero sabemos que la Divina Providencia rige con sabiduría cuanto sucede en el universo.
Desde esta perspectiva, los momentos dispuestos por Dios no coinciden con los de los hombres, tanto desde un punto de vista cuantitativo como desde el que podríamos llamar cualitativo.
El punto de vista cuantitativo es el cronológico; se refiere a la duración. No midamos el tiempo con la medida de nuestra frágil vida. Dios, que es infinito y no está sujeto a medida, mide según el patrón de la eternidad. Por eso afirma el Eclesiástico: «El número de los días del hombre, cuando mucho, es de cien años, que son como una gota de las aguas del mar; y como un granito de arena, tan cortos son los años a la luz del día de la eternidad» (Eclo.18,8).
Si comparamos con la eternidad con el tiempo más largo que pueda durar la vida humana, ya sea cien, doscientos o novecientos años como para quienes vivían antes del Diluvio, esos años –dice el P. Nieremberg– le parecerían un solo instante a quien fijase la mirada en lo inmenso de la eternidad. El tiempo, tan breve y fugaz, posee no obstante una cualidad valiosísima, que es ser la ocasión de la eternidad, ya que en el breve espacio de nuestra vida aquí en la Tierra decidimos si seremos eternamente felices en el Paraíso o desdichados por la eternidad en el Infierno.
En Fátima, la Virgen enseñó a los pastorcitos a la siguiente oración: «Dios mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del Infierno y lleva al Cielo las almas más necesitadas de tu misericordia».
Esta oración acompaña a todo rosario y debería acompañar todo momento de nuestra jornada, sobre todo en el mes de mayo, porque procede del Cielo. Si esta oración la enseñó la Virgen, eso quiere decir que tenemos necesidad de rezarla; es decir, que para nosotros y para muchas almas el peligro del Infierno es grande, real y próximo. Vivimos en peligro continuo, y por eso hemos de velar constantemente, implorando la ayuda de Dios. Nos espera la eternidad.
Gracias a esta oración comprendemos el valor inestimable del tiempo, valor que no depende de su duración sino de la importancia de las decisiones que tomemos en todo momento a lo largo de nuestra vida. Este aspecto cualitativo del tiempo, que es el más misterioso, nos ayuda a entender la demora en el cumplimiento de la promesa de Fátima. Aunque sabemos que Dios es infinitamente justo y misericordioso, nuestra mente no es capaz de pensar simultáneamente en estos atributos de Dios, que coinciden en Él en un solo instante de la eternidad. Pero pensándolos por separado, como lo permite nuestra inteligencia, podemos entender cuándo llegar el cumplimiento de la promesa de Fátima.
Dios espera el momento en que Él recibirá la máxima gloria ejerciendo al mismo tiempo la suprema justicia y la suprema misericordia. Justicia suprema castigando a un mundo que ha rechazado la gracia de la conversión y es preciso reconstruir desde sus cimientos; y misericordia suprema inaugurando una era en la que quienes hayan permanecido fieles serán llenos de su Gracia y con ella construirán el Reinado Social de Jesús y María. No se trata del mundo sin pecado de las teorías milenaristas, sino un Reino en el que el pecado, en la esfera pública, estará sujeto a las mismas limitaciones a las que hoy están sujetos la verdad y el bien; o sea, una radical exclusión social.
Es lícito desear el triunfo del Corazón Inmaculado para que contribuya a ello, pero más perfecto aún es desearlo para adorar a Dios, que ejerce su máxima justicia misericordia.
No sólo debemos desear el fin de nuestros males, que de todos modos terminarán con nuestra muerte, sino el fin de los males de la Iglesia militante, que después de nuestra muerte proseguirá su camino hasta el fin del mundo. Y ante todo debemos desear el triunfo de la Iglesia sobre el Demonio y sobre la Revolución que desde hace tantos siglos la acomete.
(Traducido por Bruno de la Inmaculada)
Roberto De Mattei
jueves, 13 de mayo de 2021
Fátima y el posible cisma alemán
Duración 23:49 minutos
https://www.youtube.com/watch?v=gnMqVc9a2Xw&t=14s
Ante los acontecimientos que están ocurriendo en Alemania, una breve reflexión para, Que no te la cuenten... P. Javier Olivera Ravasi, SE
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sábado, 28 de marzo de 2020
Una escena única en la Historia de la Iglesia y las profecías de Fátima (Carlos Esteban)
Nunca volveremos a ver lo que vimos ayer en la Plaza de San Pedro, gigantesca y espectral en la noche vacía, durante la bendición de Su Santidad. La impresionante escena llevó a muchos a buscar signos y paralelismos con el Tercer Secreto de Fátima y la visión que desarrolla.
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Cuando, precisamente en la Festividad de la Virgen de Fátima, el Papa Juan Pablo II sufrió el atentado del turco Ali Agca, no pocos vieron en la escena el cumplimiento de esa misma profecía, pero al menos partes de ella parecen ajustarse visualmente mucho mejor a lo que vimos ayer.
Ignoro cuál es el valor del texto confiado a Sor Lucia. Sé que no es obligatorio creerlo y que, de hacerlo, hasta qué punto se presta a interpretación, cuánto tiene de alegoría, de recreación, de ‘estampa’ que requiere ser descifrada. Me limitaré, por eso, a reproducir el texto que hoy he releído viendo la escena del Papa solitario subiendo trabajosamente las escaleras hacia el altar, bajo la Cruz.
La profecías no están para saciar nuestra curiosidad sobre el futuro, sino como advertencia para enseñarnos. Son casi siempre condicionales, es decir, el resultado depende, en buena medida, de nuestra propia respuesta.
El papa Francisco mandó una bendición a todo el mundo ante la crisis del #COVID19. Ofició una misa en el Vaticano, en la plaza de San Pedro totalmente vacía. Así fue la ceremonia inédita: pic.twitter.com/tOZykTSMfh— Ciro Gómez Leyva (@CiroGomezL) March 28, 2020
Ignoro cuál es el valor del texto confiado a Sor Lucia. Sé que no es obligatorio creerlo y que, de hacerlo, hasta qué punto se presta a interpretación, cuánto tiene de alegoría, de recreación, de ‘estampa’ que requiere ser descifrada. Me limitaré, por eso, a reproducir el texto que hoy he releído viendo la escena del Papa solitario subiendo trabajosamente las escaleras hacia el altar, bajo la Cruz.
“Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre vuestra y mía.
“Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto, al lado izquierdo de Nuestra Señora, un poco más en lo alto, a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba, con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos, en una inmensa luz que es Dios, ‘algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él’, a un Obispo vestido de Blanco; ‘hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre’. También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios”.
La profecías no están para saciar nuestra curiosidad sobre el futuro, sino como advertencia para enseñarnos. Son casi siempre condicionales, es decir, el resultado depende, en buena medida, de nuestra propia respuesta.
El papa Francisco mandó una bendición a todo el mundo ante la crisis del #COVID19. Ofició una misa en el Vaticano, en la plaza de San Pedro totalmente vacía. Así fue la ceremonia inédita: pic.twitter.com/tOZykTSMfh— Ciro Gómez Leyva (@CiroGomezL) March 28, 2020
Carlos Esteban
lunes, 2 de marzo de 2020
"God Will Punish the World in a Terrible Way"
Duración 2:46 minutos
In December 1957, Mexican Father Agustin Fuentes conversed with Sister Lucia, the only seer of Fatima, who then was still alive, in her convent in Coimbra, Portugal. Back in Mexico, he revealed what Sister Lucia had told him. Tempi di Maria published excerpts on Italian Gloria.tv.
Heaven’s Punishment is “imminent”
Sister Lucia told Father Fuentes that Our Lady said that nobody paid attention to her message in Fatima. “Believe me, Father,” Sister Lucia said, “God will punish the world in a terrible way. Heaven's punishment is imminent.” But, this was over sixty years ago, and the imminent punishment seems not to have materialized.
The Year 1960
Sister Lucia specifically alleged that the year 1960 would be a “very sad year for everyone” if the world did not pray and do penance. She could not give details because it was still a secret. There is no indication that the world started praying and doing penance. Nevertheless, 1960 did not stand out in terms of sadness.
Did She Mean Cultural Marxism?
Sister Lucia stressed that Our Lady said “many times” that Russia will be the instrument chosen by Heaven to punish the whole world if we do not first obtain the conversion of this poor nation". At the time, Russia was the Soviet Union. Perhaps, Sister Lucia meant Cultural Marxism which spread from the Soviet Union into the West where it is still rampant.
Three Reasons
Our Lady didn’t tell Sister Lucia that the Last Times had arrived, but Lucia had three reasons to believe so. First, Our Lady told her about an imminent final battle between the devil and Our Lady. Second, Our Lady gave two last remedies against evil: the Rosary and the Devotion to the Immaculate Heart of Mary. The third was that the world did not pay attention to the message of Fatima.
jueves, 27 de febrero de 2020
FÁTIMA Y EL CORONAVIRUS: Extraña coincidencia
Cristina Siccardi pointed out on Correspondenza Romana a strange coincidence. While the world is fighting the coronavirus, on February 20, the centenary of the death of Saint Jacinta Marto was celebrated, one of the seers of Fatima. She died at the age of ten because of the Spanish flue, the coronavirus of her time. Her brother Francisco had died ten months earlier also at the age of 10.
A Pandemia
Between 1918 and 1920, the virus of the Spanish flue infected about 500 million people, including some inhabitants of remote islands in the Pacific Ocean and the Arctic Ocean, causing the deaths of 50 to 100 million people, three to five percent of the world population at the time. It caused more victims than the 14th century Black Plague. Before Jacinta died she spent almost seven months in hospital.
Dramatic Words
Speaking about the people who are far away from God, the ten-year-old Jacinta exclaimed: “If they only knew that the acts of this earthly life have eternal value.” She said that this is the big problem of modern man, “He no longer knows what he is doing in this world, and thus searches hard for the meaning of things, without ever finding it.” Jacinta died completely alone in a Lisbon hospital.
Signs of Times
The centenary of Jacinta’s death coincides with a time when Mass is suspended in big parts of Italy, the country where the Vatican is located. Italy is among the countries most infected by the coronavirus. Lent begins with the quarantine of many. Never before as now, the Church keeps speaking about the signs of the times, and never before it was so unwilling to see and listen to them.
domingo, 28 de enero de 2018
OTRA VEZ EL PACTO DE METZ (II) (Capitán Ryder)
“El comunismo es intrínsecamente perverso; y no se puede admitir que colaboren con él, en ningún terreno, quienes deseen salvar la civilización cristiana”.Queda para el lector la calificación del pacto de Metz.
Es muy interesante lo que cuenta Monseñor Lefebvre sobre lo ocurrido en el Concilio con respecto a este tema.
La petición de condena al comunismo, redactada por el Coetus Internationalis Patrum , obtuvo la firma de 454 obispos, representando a 86 países.
Monseñor Lefebvre entregó personalmente esta petición, dentro del plazo previsto, el 9 de noviembre de 1965, al secretario del Concilio.
En su biografía del Arzobispo, Monseñor Tissier de Mallerais comenta en detalle cómo el Pacto de Metz fue rigurosamente respetado por Pablo VI.
A este respecto es muy interesante el siguiente extracto de la biografía de Monseñor Lefebvre:
¿Qué pasó entonces? El 13 de noviembre, la nueva redacción del esquema no tomó en cuenta los deseos de los solicitantes; el comunismo seguía sin ser mencionado.
Por eso, Monseñor Carli protestó el mismo día ante la presidencia del Concilio y presentó un recurso dirigido al tribunal administrativo …
El Cardenal Tisserant ordenó una investigación que reveló que ..., por desgracia, la petición se había “extraviado” en un cajón.
En realidad, lo que pasó fue que Monseñor Achille Glorieux, Secretario de la comisión competente, después de recibir el documento, no lo hizo llegar a la comisión.El “olvido” de Monseñor Glorieux fue objeto de disculpas públicas por parte de Monseñor Garrone pero, como quiera que sea, el plazo concedido para introducir el párrafo sobre el comunismo ya había caducado. Por otro lado, una condena del comunismo habría discrepado demasiado con la intención del Papa Juan, que había decidido que el Concilio no condenaría ningún error.
Eso era negar el carácter “intrínsecamente perverso” del comunismo, según el Papa Pio XI, y aceptar la colaboración de los católicos con el comunismo ...
Como árbitro del debate, pero heredero de Juan XXIII, Pablo VI mantuvo el silencio sobre la palabra “comunismo”, y se contentó con añadir el 2 de diciembre una mención de las “reprobaciones del ateísmo hechas en el pasado”, lo que era falsificar la doctrina de Pío XI, que condenaba el comunismo en cuanto organización y método de acción social perversos (una técnica de esclavitud de masas y una práctica de la dialéctica, en palabras de Jean Madiran) ... y no sólo en cuanto atea.
El comentar este tema en voz alta acarreará para cualquiera la ira de los papólatras que, en el catolicismo, son legión, y que consideran que todos, todos los actos del Concilio son inspiración directa del Espíritu Santo.
Un dato que añade más sal en la herida es el de las Apariciones de Fátima. En dichas apariciones, aprobadas por la Iglesia, sor Lucía había insistido, como algo especialmente querido por la Virgen, en “la Consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón”, pues si no se hacía “Rusia esparciría sus errores por el mundo”.
El tiempo se estaba agotando: Pío XII había consagrado al mundo al Inmaculado Corazón de María el 31 de octubre de 1942. En el texto pontificio faltaba la mención especial de Rusia. A esta Consagración respondía sor Lucía:
“Dios Nuestro Señor –manifestaba la vidente- me ha mostrado ya su complacencia con el acto, aunque sea incompleto conforme a su voluntad, realizado por el Santo Padre y por varios obispos. En recompensa, promete acabar en breve con la guerra; la conversión de Rusia para más tarde”.El 26 de diciembre de 1957, Lucía insistía una vez más:
“Rusia será el instrumento de castigo escogido por el Cielo para el mundo entero si no logramos de antemano la conversión de esa pobre nación”.Ésta era la situación antes del Concilio Vaticano II: ningún Papa había realizado la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María, tal y como había solicitado la Virgen. Sólo se había realizado la Consagración del mundo, sin citar expresamente a Rusia.
Lo que en 1917, fecha de las Apariciones de Fátima, no dejaba de ser una especulación –Rusia esparcirá sus errores por el mundo- ya se había revelado una trágica realidad.
Falta otro elemento, objeto de la próxima entrada, para establecer el contexto en el que se firma el pacto de Metz.
Continuará…
Capitán Ryder
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martes, 21 de noviembre de 2017
Monseñor Fellay: Fatima y la crisis actual (Fatima center). Conferencia en Rusia
Duración 91:56 minutos
viernes, 11 de agosto de 2017
BREVE HISTORIA DE LA GRAN APOSTASÍA (FÁTIMA)
Éste fue sin dudas el mayor y más lato triunfo que se reportó la Revolución, mayor que la caída de los viejos regímenes políticos: el de la extensión orbital de una conciencia caótica que toma a la indeterminación como principio, capaz de mirar sin ver y oír sin entender, roto el vínculo natural entre los sentidos y la inteligencia. No se requiere clarividencia para advertir que esta disposición, hecha habitual, es la que explica la inestabilidad de las instituciones primarias, de los compromisos, de los propósitos mismos del hombre.
Tan lejos se llega en este extravío que incluso los profesionales cuya incumbencia sería la de escuchar la ajena exposición de hechos que se aspira a conocer, oponen con frecuencia de muletilla a la mera presentación objetiva de esos hechos reparos del tenor de «ésta es su interpretación, ¿no?». No se soporta el habla asertiva, no se admite la posibilidad de la nuda descripción de cosas ocurridas: todo debe adscribirse a una hermenéutica al fin de cuentas intransferible, ya que si no hay lugar para afirmaciones elementales y comunes, no la habrá sino para la opacidad insalvable de lo real.
Y lo más desasosegante es el olvido de que toda hermenéutica, así como remite a Hermes, así supone, por lo mismo, la alusión a un mensaje que irrumpe -que no a humo o gas. Más aún: exige la primacía del mensaje sobre sus glosas, por muy obligadas que éstas pudieran ser cuando aquél no fuera del todo unívoco u ofreciera dificultades para su comprensión. Cosa mucha más cierta cuando el mensaje recibe el apoyo de signos, como ocurrió en los inicios de la predicación evangélica.
Los milagros de Nuestro Señor y, luego, los de los Apóstoles, fueron a título de auxilios concedidos por la misericordia divina para que la enseñanza, de más que obligado primer orden, no se escurriera por oídos fácilmente proclives a la distracción, como lo son los oídos humanos. Y como una enseñanza tan prioritaria fue acompañada de señales tan inauditas como el devolver la vista a ciegonatos, la marcha a paralíticos y la vida a muertos, así en Fátima plugo a Dios infundir el más admirable de los heroísmos en tres niños que no pasaban los diez años y hacer bailar al sol en el firmamento, de modo que la importancia del mensaje a transmitir resultara rotundamente manifiesta.
A ello alude quien fuera el archivero oficial de Fátima, el padre Joaquín María Alonso, al referirse a la historia de la salvación, tal como resulta jalonada en los extraordinarios eventos transcritos en las Sagradas Escrituras:
«Se trata de hechos históricos que conllevan una intención divina, porque están movidos por el mismo Dios que dirige la historia de la humanidad [...] Para nosotros, tales hechos, hasta en su realización misma histórica, son auténticos gesta Dei. Están cargados de intención teológica. Hay, sí, en ellos sin duda una doctrina clara; hay un logos, una palabra dicha que se dirige a la inteligencia, suprema facultad del hombre; pero esta palabra está corroborada por los hechos, y éstos superan su contextura puramente natural».
De ahí que, por la relevancia del mensaje y de sus hechos concomitantes, la conclusión no se haga esperar: «Fátima posee hechos que se presentan en un contexto religioso de historia de la salvación. Los pequeños videntes dan al mundo mensajes que no pertenecen a la vida terrenal, sino que orientan al hombre hacia su destino supremo en Dios». Los desgraciados hechos contemporáneos adquieren entonces «un sentido teológico profundo cuando, en Fátima, son presentados como efectos de los crímenes de los hombres; y cuando el Cielo propone la poderosa intercesión de Nuestra Señora como único remedio» (Fátima, escuela de oración, Editorial Sol de Fátima, Madrid, 1980).En Fátima se nos advierte acerca de la proyección eterna de nuestros actos y de la irrevocabilidad de la voluntad en el momento de la muerte; se nos recuerda el carácter a la vez dramático y épico de nuestra vida y de la historia, y se nos ofrece el auxilio más eficaz para alcanzar la victoria: nada que no constara en la conciencia habitual de los cristianos de todos los siglos, pero que estaba a punto de ser archivado en el arcón de los añosos objetos perdidos.
Cien años son casi como una edad geológica para medir los cambios operados en las conciencias, cumplido al fin el exponencial despliegue de la Revolución. En Fátima, en el tiempo de las Apariciones, todavía prevalecía un sentido realista de la existencia, y los escépticos y curiosos que se concitaron para saludar con burlas la última aparición, la del 13 de octubre (entre éstos no faltaban redactores de periódicos adscritos a la masonería), supieron rendirse a la evidencia del milagro cósmico.
Este último no fue ofrecido a la retina de nuestros estrictos contemporáneos, como tampoco a las de los contemporáneos de los tres pastorcitos residentes en latitudes ajenas a las de éstos, pero la noticia de setenta mil testigos simultáneos del milagro, con añadidura de testimonios gráficos, tendría que ser asaz convincente para una generación siempre pagada de cifras y llena de fiducial apego al juicio de la prensa. Vale para ella la terrible conclusión de aquella parábola: si no atienden a Moisés y los profetas, ni aunque resucitara un muerto creerían. (Lc 16, 31)
Luego, a la zaga de estas clamorosas apariciones de la Virgen, muy pronto reconocidas por la Iglesia, acudirían nuevos asombrosos hechos para compulsar, siendo el móvil de todos ellos la común resistencia a Dios: la Segunda Guerra Mundial, profetizada en Fátima como paga a la prevaricación universal, lo demuestra con creces.
Pero lo que más horroriza es la negligencia de los sucesivos pontífices en atender un pedido celestial tan notorio, ora prefiriendo sujetarse a la Ostpolitik que contentar a a la Madre de Dios con la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón, ora echando el texto del zarandeado Tercer Secreto «en uno de esos archivos que son como un profundo pozo negro, negro, al fondo del cual los papeles caen sin que se pueda ver más nada», según lo precisó en su momento el cardenal Ottaviani a propósito del escritorio de Juan XXIII, qué fue de aquel manuscrito de sor Lucía que debía de ser dado a conocer «a lo más en 1960, porque entonces se vería más claro».
Ya lo dijo la propia sor Lucía: desdeñar la voluntad expresa de la Virgen supone pecar contra el Espíritu Santo. Resulta cuanto menos una paradoja colosal que quienes se avengan a vestir este sayo sean precisamente los mismos papas que anunciaron el advenimiento de un «nuevo Pentecostés».
Los años siguieron transcurriendo y, al paso que los pontífices omitían revelar aquel mensaje que les fuera confiado al oído para que lo repitieran desde las azoteas, la Iglesia iba dejando caer en el olvido el contenido eminente de las Apariciones, aquello que la Virgen había venido a recordar previendo su inminente preterición: los novísimos del hombre y de la historia, la urgencia de la conversión y la penitencia, la reparación por los pecados propios y ajenos.
Esta coincidencia en la omisión de un mandato tan primario, al mismo tiempo que ilustra una como causalidad recíproca (el silencio de los papas en estricta coincidencia con el de la Iglesia toda, informándolo y fundiéndose con éste), permite atisbar el más que presumible contenido del secreto escamoteado, que no sería otro que el de la apostasía «empezando desde el vértice». ¿Qué otra cosa revela el naturalismo en crudo vigor entre bautizados, sino la desidia culpable de los pastores en comunicar la fe y sus contenidos?
Ya conocemos el tobogán de despropósitos que se fueron prorrumpiendo desde Roma en torno a esta auténtica piedra de tropiezo para el credo modernista, desde la implícita alusión a los videntes (¿y a la Virgen misma?) como a «profetas de desgracias» en el mismísimo discurso de apertura del último concilio, hasta la presentación tardía del presunto tercer secreto por Juan Pablo II en el año 2000, asfixiado el texto (si real o fraguado, queda sin saber) por una hermenéutica desopilante a todas luces.
El centenario no podía dejar de ser sazón para avanzar un poco más en la espiral del fraude, y Francisco hizo lo previsible para neutralizar el hecho: lo reinterpretó en su clave más dilecta. Así, la sociología tomó el lugar de la teología moral y el optimismo más estulto sustituyó el contenido profético. Fátima ya no trata de los pecadores como de los seres más urgidos de misericordia, sino más bien de los excluidos, de los jubilados, de los que no pueden pagarse los medicamentos. Y más, siempre más, hasta que Dios disponga el fin de tan insultante banalidad: «el mensaje de Fátima fue llevado a la humanidad por tres grandes comunicadores que tenían menos de 13 años. Lo cual es interesante. ¿Qué puede esperar el mundo? Paz. ¿Y de qué voy a hablar yo de aquí en adelante con quien sea? De la paz».
Resulta consolador, en todo caso, oír a un rabino que dice lo que toda la Jerarquía junta no osa hoy decir, y que a los bergoglismos de rigor opone verdades como estocadas.
- «Es muy importante para la humanidad que la Iglesia se tome en serio los hechos de Fátima».
- «El fracaso de la consagración de Rusia simboliza una Iglesia impotente que no quiere hacer la guerra, que no quiere enseñar a una humanidad que ha desertado de Dios. Se trata de una Iglesia cobarde».
- «Creo que Fátima se ofrece como un escándalo para la Iglesia conciliar porque asume muy seriamente la fe y la moral».
- «Si se tomaran aquellos errores reseñados en los varios syllabi de Pío Nono y Pío Décimo, quizás la Iglesia contemporánea y sus jefes creerían en muchos de ellos».
- «La consagración de Rusia es parte del simbolismo del mensaje de Fátima, por lo que creo que la Iglesia conciliar, infestada como está de relativismo, subjetivismo y pluralismo religioso, querría sacarse a Fátima de encima y esconderla, o bien ignorarla y decir que su mensaje ya tuvo cumplimiento»
In expectatione
viernes, 4 de agosto de 2017
El Concilio Vaticano II y el mensaje de Fátima (por Roberto de Mattei)
Rorate Caeli, Corrispondenza Romana y otras webs católicas han difundido una excelente conferencia de monseñor Athanasius Schneider titulada «Interpretación del Concilio Vaticano II y su relación con la crisis actual de la Iglesia». Según el obispo auxiliar de Astaná, el Vaticano II fue un concilio pastoral y sus textos deben leerse y juzgarse a la luz de la enseñanza perenne de la Iglesia.
De hecho, «desde un punto de vista objetivo, las afirmaciones magisteriales (del Papa y de los concilios) con carácter definitivo tienen más valor y más peso comparados con las de naturaleza pastoral, que son de por sí mudables y temporales en función de las circunstancias históricas o de situaciones pastorales circunscritas a un momento determinado, como sucede con la mayoría de las declaraciones del Concilio Vaticano II».
Al artículo de monseñor Schneider ha seguido la publicación, el pasado 31 de julio, de un equilibrado comentario del padre Angelo Citati FSPX, según el cual la postura del obispo alemán recuerda mucho a la que constantemente reiteró monseñor Marcel Lefebvre: «Decir que evaluamos los documentos del Concilio a la luz de la Tradición quiere decir, evidentemente, tres cosas inseparables: que aceptamos los que se ajustan a la Tradición, interpretamos según la Tradición los que son ambiguos y rechazamos los que son contrarios a la Tradición» (Monseñor M. Lefebvre, Vi trasmetto quello che ho ricevuto. Tradizione perenne e futuro della Chiesa, edición de Alessandro Gnocchi y Mario Palmaro, Sugarco Edizioni, Milán 2010, p. 91).
Al haberse publicado en el sitio oficial del distrito italiano, el artículo del P. Citati nos ayuda también a entender cuál podría ser la base para un acuerdo que regularizase la situación canónica de la Fraternidad San Pío X. Hay que añadir que, a nivel teológico, se pueden y deben hacer todas las distinciones para interpretar los textos del Concilio Vaticano II, que fue un concilio legítimo: el vigésimo primero de la Iglesia Católica. Sus documentos podrán calificarse a veces de pastorales o dogmáticos, de provisionales o definitivos, de conformes a la Tradición o discordantes con ella.
En sus últimas obras, monseñor Brunero Gherardini nos brinda un ejemplo de lo claro que puede ser un juicio teológico cuando se quiere ser preciso (Il Concilio Vaticano II un discorso da fare,Casa Mariana, Frigento 2009 e ID., Un Concilio mancato, Lindau, Turín 2011). Para el teólogo, cada texto tiene un carácter particular y un grado distinto de autoridad y fuerza persuasoria. Por tanto, el debate sigue abierto.
Ahora bien, a nivel histórico, el Concilio Vaticano II constituye un bloque macizo: posee unidad, una misma esencia y naturaleza. Teniendo en cuenta sus raíces, su desarrollo y sus consecuencias, puede calificarse como una revolución de la mentalidad y el lenguaje que ha alterado profundamente la vida de la Iglesia, desencadenando una crisis religiosa y moral sin precedentes. Si el juicio teológico puede ser vago y general, el histórico es implacable y sin apelación. El Concilio Vaticano II fue algo más que un concilio frustrado o fallido: fue una catástrofe para la Iglesia.
Ya que este año se cumplen cien de las apariciones de Fatima, centrémonos en ello. Cuando se inauguró el Concilio en octubre de 1962, los católicos de todo el mundo esperaban la revelación del Tercer Secreto y la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María. El Ejército Azul de John Haffert (1915-2001) había emprendido hacía años una activa campaña con este fin.
¿Qué mejor ocasión para Juan XXIII (fallecido el 3 de junio de 1963), Pablo VI y los aproximadamente 3000 obispos reunidos con ellos en el corazón de la Cristiandad de cumplir de manera unánime y solemne los deseos de la Virgen? El 3 de febrero de 1964, monseñor Geraldo de Proença Sigaud entregó personalmente a Pablo VI una petición firmada por 510 prelados de 78 países que imploraba que el Sumo Pontífice, en unión con todos los obispos, consagrase el mundo, y de modo explícito a Rusia, al Inmaculado Corazón de María. El Papa y la mayoría de los padres hicieron caso omiso de la petición. De haberse llevado a cabo ésta, habrían llovido gracias sobre la humanidad. Se habría emprendido un movimiento de regreso a la ley natural y cristiana.
El comunismo habría caído con muchos años de antelación, y no de modo ficticio sino auténtico. Rusia se habría convertido y el mundo habría conocido una época de paz y de orden. La Virgen lo había prometido. La frustrada consagración ha permitido que Rusia siga difundiendo sus errores por el mundo y que dichos errores alcancen la cúpula de la Iglesia, atrayendo con ello un terrible castigo para toda la humanidad. Pablo VI y la mayoría de los padres del Concilio tomaron sobre sí una responsabilidad histórica cuyas consecuencias podemos evaluar actualmente.
Roberto de Mattei
(Traducido por J.E.F)
jueves, 6 de julio de 2017
La anti-Iglesia ha llegado. ¿Por qué los fieles católicos no deben tener miedo? (Rvdo Linus Clovis) FÁTIMA Y LA IGLESIA [1 de 4]
El 18 de mayo en "Rome Life Forum", en un evento organizado por “Voice of the Family", el Padre Linus Clovis habló de un enfrentamiento actual entre la Iglesia y una anti-Iglesia: “Es evidente que la Iglesia Católica y la anti-Iglesia actualmente coexisten en el mismo espacio sacramental, litúrgica y jurídicamente.”
Está en inglés y el video subtitulado en español es de 52 minutos. Por eso divido esta entrada en cuatro con sus correspondientes trozos de vídeo. Pueden verse todos de una vez o en varias veces. Pero realmente merece la pena, porque aclara las ideas a todos aquellos católicos que viven hoy confusos este mundo en el que nos ha tocado vivir y, en particular -y de un modo muy especial- en la Iglesia actual.
La noticia, en Inglés, se encuentra en LIFE SITE NEWS
Hay un vídeo de la intervención del padre Linus Clovis, que ha sido traducido por Veritas TV. Amor a la verdad
The anti-Church has come. Why faithful Catholics should not be afraid (Rvdo Linus Clovis)
Whenever the pendulum of human and salvation history swings through a period of encroaching darkness and turmoil, God often inspires prophets to speak so that some light may be cast to dispel the darkness and, that the turmoil may be assuaged with hope. These prophets appealed for more trust in God’s active and caring concern for His people (2).
Thus, for example, with entreaties to have faith in God’s loving providence, Isaiah (3) begged King Ahaz to ask God for a sign before he acted and, Jeremiah (4) warned that God would save Jerusalem from total destruction only if the city surrenders to the Babylonians. The Church herself, has not been deprived of the blessings of the prophetic grace as is amply demonstrated by God raising up saints such as Bernard of Clairvaux, Francis of Assisi, Catherine of Siena, Margaret Mary Alacoque and, in more recent times, by sending His Blessed Mother to Lourdes, La Salette and Fatima.
A century ago, God sent the Queen of Prophets to the Cova da Iria in Fatima, Portugal with a double pronged message for our contemporary world. First, She warned that the world was already facing a peril far more destructive than that which faced Jerusalem and, secondly, She presented a heavenly solution, wiser and more prudent than that offered to Ahaz who had refused to ask God for a sign either as “deep as Sheol or high as heaven” (5).
On October 13, 1884, exactly 33 years before Our Lady’s appearance at Fatima, Pope Leo XIII, had an extraordinary spiritual experience. He overheard a conversation between God and Satan in which Satan challenged God, boasting that, given greater power over priests (6), he could destroy the Church within 100 years. God granted him that time to test the Church - ultimately for His own honour and glory (7) and also, to confirm that His Church was indeed built on rock and able to sustain the attacks of hell (8) with as much fortitude as the Patriarch Job. In preparation for this trial, Pope Leo immediately composed the Leonine prayers, with a particular invocation of St Michael, for the defence and protection of the clergy and he ordered their recital after every Mass.
Aware of how desperate modern times would be, with the battle being fought at fever pitch, the Virgin proposed a strategy which, if adopted would secure the salvation of a great number of souls.
Está en inglés y el video subtitulado en español es de 52 minutos. Por eso divido esta entrada en cuatro con sus correspondientes trozos de vídeo. Pueden verse todos de una vez o en varias veces. Pero realmente merece la pena, porque aclara las ideas a todos aquellos católicos que viven hoy confusos este mundo en el que nos ha tocado vivir y, en particular -y de un modo muy especial- en la Iglesia actual.
La noticia, en Inglés, se encuentra en LIFE SITE NEWS
Hay un vídeo de la intervención del padre Linus Clovis, que ha sido traducido por Veritas TV. Amor a la verdad
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Rvdo Linus Clovis |
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ROME, May 18, 2017 (LifeSiteNews) -- Pope St John Paul II’s first words, on appearing on the loggia of St Peter’s Basilica, on 16th October, 1978, the day of his election, were “Be not afraid”. Now, thirty-nine years later, in light of the events that have overtaken contemporary Catholicism, his first words seem to be, not only prophetic but more, a clarion call in preparation for battle (1).
Whenever the pendulum of human and salvation history swings through a period of encroaching darkness and turmoil, God often inspires prophets to speak so that some light may be cast to dispel the darkness and, that the turmoil may be assuaged with hope. These prophets appealed for more trust in God’s active and caring concern for His people (2).
Duración 12:52 minutos
A century ago, God sent the Queen of Prophets to the Cova da Iria in Fatima, Portugal with a double pronged message for our contemporary world. First, She warned that the world was already facing a peril far more destructive than that which faced Jerusalem and, secondly, She presented a heavenly solution, wiser and more prudent than that offered to Ahaz who had refused to ask God for a sign either as “deep as Sheol or high as heaven” (5).
The Virgin, however, from maternal solicitude, established the gravity and veracity of Her twin message with a vision and a sign. On 13th July, 1917 ‘deep as Sheol’ was illustrated by a disturbing vision of hell. Four months later, on 13th October, ‘high as heaven’ was confirmed with a sign, the awe-inspiring miracle of the “dance of the sun” which was witnessed by more than seventy thousand people.
Aware of how desperate modern times would be, with the battle being fought at fever pitch, the Virgin proposed a strategy which, if adopted would secure the salvation of a great number of souls.
The strategy required that, in order to “appease God, who was already so deeply offended”, three major conditions should be satisfied, namely, a reform of morals with full adherence to natural and divine laws, the Five First Saturdays devotion and the Consecration of Russia to the Immaculate Heart of Mary.
Then to further emphasise how perilous the approaching times would be, the Virgin, with motherly concern, warned of the consequences of ignoring Her message: wars, Russia spreading her errors, the persecution of the Church and of the Holy Father. She, nonetheless, concluded Her message with a vestige of hope: “in the end my Immaculate Heart will triumph and a period of peace will be given to the world.”
On 13th August, 1917, the children were kidnapped and, through no fault of theirs, were unable to keep their tryst with the Lady. Appearing to them six days later, the Lady asked them to return to the Cova da Iria on 13th September, confirming that She would work the promised miracle, although it would not be “as great”. This incident highlights the importance of observing all Heaven’s instructions exactly (9) since partial compliance diminishes the proffered blessings.
On 13th August, 1917, the children were kidnapped and, through no fault of theirs, were unable to keep their tryst with the Lady. Appearing to them six days later, the Lady asked them to return to the Cova da Iria on 13th September, confirming that She would work the promised miracle, although it would not be “as great”. This incident highlights the importance of observing all Heaven’s instructions exactly (9) since partial compliance diminishes the proffered blessings.
In 1929, Our Lady specifically promised a period of world peace if the Pope, in union with the bishops of the world, would consecrate Russia to Her Immaculate Heart. This specific consecration has not yet been done and, I believe, that, this has contributed to the present crisis.
While blessings may follow partial compliance to Heaven’s requests, these, no doubt, are bestowed as encouragement to proceed to full compliance. Thus, both Spain and Portugal were spared the Second World War, after their bishops consecrated those countries to the Immaculate Heart of Mary. Similarly, the Second World War was shortened, after Pope Pius XII, even without the bishops’ participation, consecrated the world to the Immaculate Heart and, Communism collapsed soon after Pope John Paul II, with the bishops’ participation but with no explicit mention of Russia, consecrated the world to the Immaculate Heart.
The social and political uncertainties of the post World War I years provided the conditions for the twin spectres of Nazism and Communism to grow until 25-26 January, 1938, that fateful “night of the unknown light”. This “unknown light” signified the imminent outbreak of a worse war which, Our Lady of Fatima predicted, in July 1917, would occur during the pontificate of Pius XI. This Second World War ended in 1945 with the defeat of Nazism but peace was not assured as the now hungry spectre of Communism, having swallowed half of Europe, ominously and threateningly, loured and looked to further territorial expansion.
The election of a cardinal from Communist Poland at the second Conclave of 1978 was sufficiently a threat to the status quo that an attempt to eliminate him was made on 13th May, 1981. Two years, prior to his election as Pope John Paul II, Karol Wojtyla, the archbishop of Cracow, delivered a prophetic message in Philadelphia on the occasion of the bicentennial anniversary of American Independence.
We are now standing in the face of the greatest historical confrontation humanity has gone through. I do not think that wide circles of American society or wide circles of the Christian community realize this fully. We are now facing the final confrontation between the Church and the anti-Church, of the Gospel versus the anti-Gospel.
We must be prepared to undergo great trials in the not-too-distant future; trials that will require us to be ready to give up even our lives, and a total gift of self to Christ and for Christ. Through your prayers and mine, it is possible to alleviate this tribulation, but it is no longer possible to avert it. . . .How many times has the renewal of the Church been brought about in blood! It will not be different this time.
Today, forty years later, this speech has such an ominous ring to it that, in the current global climate, it is difficult not to recall Our Lord’s own words: People will faint from fear and foreboding of what is coming upon the world, for the powers of the heavens will be shaken. (10) At present we are experiencing recurring afflictions and uncertainties causing fear which can be attributed to the wilful neglect of the Virgin’s warning.
There is a growing sense, even among the least sophisticated, the spiritually indifferent and the historically naive, that something is wrong, that something has to give or, as W. B. Yates expressed with poetic elegance:
Things fall apart; the centre cannot hold;
Mere anarchy is loosed upon the world,
The blood-dimmed tide is loosed, and everywhere
The ceremony of innocence is drowned;
The best lack all conviction, while the worst
Are full of passionate intensity. (11)
Certainly, in regard to the Church, it seems that the centre can no longer hold. The Petrine authority has stealthily been whittled away that it seems to no longer possess the supremacy of judicial power but rather only that of primus inter pares. One need only recall Paul VI’s prohibition against Communion in the hand and the outright disobedience, if not defiance, of several hierarchies that forced his capitulation or, the uproar and denunciation that followed his issuance of Humanae Vitae. Equally the declaration (12) of John Paul II against female altar servers was soon undeclared by a new and authentic interpretation of Canon 230§2 in the Code of Canon Law. Benedict XVI’s Summorum Pontificum, like a lame duck, fared no better.
Perhaps even more serious is the feeling that “things ecclesiastic and catholic” are falling apart and a pastoral anarchy has been loosed upon the Church. The current media spin presents the Petrine office as little more than the opinion, even the most insouciant, of the incumbent. Yet, even in the midst of this imbroglio, there seems to be a hidden exercise of power at work that can reform the marriage annulment process without the customary consultation of the appropriate Roman dicasteries; issue a broad and scathing rebuke of the Roman Curia in a Christmas address; purge a dicastery’s membership, which effectively vitiate the influence of its Prefect who had stood firmly against innovations injurious both to the teachings on marriage and to the tenets of the liturgy; cripple the Franciscan Friars of the Immaculate; and shut down the Melbourne campus of the John Paul II Institute. One can hardly be blamed for judging like Isaac, mutatis mutandis that “Although the voice is Jacob’s, the hands are Esau’s” (13).
With such teachings and with unespied power behind it (14), it is no surprise that the “best lack all conviction, while the worst are full of passionate intensity”. Indeed, the sensus catholicus is troubled and voices that should be raised in its defence are muted, while the spirit of the age is not short of tongues that proclaim from the housetops (15) what could well be the anti-Gospel of which, four decades ago, Cardinal Wojtyla had spoken. It becomes even more dire as the Cardinal went on to warn that we should be “prepared to undergo great trials in the not-too-distant future; trials that will require us to be ready to give up even our lives, and a total gift of self to Christ and for Christ”.
Cardinal Wojtyla’s anxiety gives us additional grounds to take the message of Fatima seriously. In August 1931, Our Lord Himself appeared to Sister Lucia and, referring to His command for the collegial consecration of Russia, commanded her to “Make it known to My ministers that given they follow the example of the King of France in delaying the execution of My request, they will follow him into misfortune.” (16) This warning, together with the Cardinal’s declaration that this trial cannot be averted, is perhaps, what has so many fearful. Like every passion, fear, in order to be morally good, must be regulated by reason.
The social and political uncertainties of the post World War I years provided the conditions for the twin spectres of Nazism and Communism to grow until 25-26 January, 1938, that fateful “night of the unknown light”. This “unknown light” signified the imminent outbreak of a worse war which, Our Lady of Fatima predicted, in July 1917, would occur during the pontificate of Pius XI. This Second World War ended in 1945 with the defeat of Nazism but peace was not assured as the now hungry spectre of Communism, having swallowed half of Europe, ominously and threateningly, loured and looked to further territorial expansion.
The Church
The election of a cardinal from Communist Poland at the second Conclave of 1978 was sufficiently a threat to the status quo that an attempt to eliminate him was made on 13th May, 1981. Two years, prior to his election as Pope John Paul II, Karol Wojtyla, the archbishop of Cracow, delivered a prophetic message in Philadelphia on the occasion of the bicentennial anniversary of American Independence.
We are now standing in the face of the greatest historical confrontation humanity has gone through. I do not think that wide circles of American society or wide circles of the Christian community realize this fully. We are now facing the final confrontation between the Church and the anti-Church, of the Gospel versus the anti-Gospel.
We must be prepared to undergo great trials in the not-too-distant future; trials that will require us to be ready to give up even our lives, and a total gift of self to Christ and for Christ. Through your prayers and mine, it is possible to alleviate this tribulation, but it is no longer possible to avert it. . . .How many times has the renewal of the Church been brought about in blood! It will not be different this time.
Today, forty years later, this speech has such an ominous ring to it that, in the current global climate, it is difficult not to recall Our Lord’s own words: People will faint from fear and foreboding of what is coming upon the world, for the powers of the heavens will be shaken. (10) At present we are experiencing recurring afflictions and uncertainties causing fear which can be attributed to the wilful neglect of the Virgin’s warning.
There is a growing sense, even among the least sophisticated, the spiritually indifferent and the historically naive, that something is wrong, that something has to give or, as W. B. Yates expressed with poetic elegance:
Things fall apart; the centre cannot hold;
Mere anarchy is loosed upon the world,
The blood-dimmed tide is loosed, and everywhere
The ceremony of innocence is drowned;
The best lack all conviction, while the worst
Are full of passionate intensity. (11)
Certainly, in regard to the Church, it seems that the centre can no longer hold. The Petrine authority has stealthily been whittled away that it seems to no longer possess the supremacy of judicial power but rather only that of primus inter pares. One need only recall Paul VI’s prohibition against Communion in the hand and the outright disobedience, if not defiance, of several hierarchies that forced his capitulation or, the uproar and denunciation that followed his issuance of Humanae Vitae. Equally the declaration (12) of John Paul II against female altar servers was soon undeclared by a new and authentic interpretation of Canon 230§2 in the Code of Canon Law. Benedict XVI’s Summorum Pontificum, like a lame duck, fared no better.
Perhaps even more serious is the feeling that “things ecclesiastic and catholic” are falling apart and a pastoral anarchy has been loosed upon the Church. The current media spin presents the Petrine office as little more than the opinion, even the most insouciant, of the incumbent. Yet, even in the midst of this imbroglio, there seems to be a hidden exercise of power at work that can reform the marriage annulment process without the customary consultation of the appropriate Roman dicasteries; issue a broad and scathing rebuke of the Roman Curia in a Christmas address; purge a dicastery’s membership, which effectively vitiate the influence of its Prefect who had stood firmly against innovations injurious both to the teachings on marriage and to the tenets of the liturgy; cripple the Franciscan Friars of the Immaculate; and shut down the Melbourne campus of the John Paul II Institute. One can hardly be blamed for judging like Isaac, mutatis mutandis that “Although the voice is Jacob’s, the hands are Esau’s” (13).
With such teachings and with unespied power behind it (14), it is no surprise that the “best lack all conviction, while the worst are full of passionate intensity”. Indeed, the sensus catholicus is troubled and voices that should be raised in its defence are muted, while the spirit of the age is not short of tongues that proclaim from the housetops (15) what could well be the anti-Gospel of which, four decades ago, Cardinal Wojtyla had spoken. It becomes even more dire as the Cardinal went on to warn that we should be “prepared to undergo great trials in the not-too-distant future; trials that will require us to be ready to give up even our lives, and a total gift of self to Christ and for Christ”.
Cardinal Wojtyla’s anxiety gives us additional grounds to take the message of Fatima seriously. In August 1931, Our Lord Himself appeared to Sister Lucia and, referring to His command for the collegial consecration of Russia, commanded her to “Make it known to My ministers that given they follow the example of the King of France in delaying the execution of My request, they will follow him into misfortune.” (16) This warning, together with the Cardinal’s declaration that this trial cannot be averted, is perhaps, what has so many fearful. Like every passion, fear, in order to be morally good, must be regulated by reason.
(Continúa)
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