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jueves, 18 de diciembre de 2025

Lefebvre nunca fue Sedevacantista (Siscoe/Salza Refutan a Cekad)



La desesperación del Padre Cekada cae aún más bajo: Acusa al Arzobispo Lefebvre por su sedevacantismo

El P. Cekada publicó ayer otro video en respuesta a nuestro libro, True or False Pope? Refuting Sedevacantism and Other Errors (¿Papa Verdadero o Falso? Refutando el Sedevacantismo y Otros Errores). Pero como en todos sus videos anteriores, Cekada no intenta confrontar ninguno de nuestros argumentos teológicos refutando su posición. Esto es bastante revelador, ya que le hemos entregado casi 700 páginas de argumentos teológicos a criticar, y muchas de esas páginas están dedicadas a exponer con particular detalle y atención, sus propias posiciones erróneas. Al no responder a nuestros argumentos ni enfrentar la teología de nuestro libro, el P. Cekada concedió efectivamente que no puede responder. No tiene respuesta.

¿Cuál fue el propósito del último video de Cekada? Créase o no, Cekada intenta defenderse y defender su posición Sedevacantista acusando al Arzobispo Lefebvre de ser Sedevacantista, ¡y luego acusa al Arzobispo por conducirlos a él y algunos colegas al Sedevacantismo cuando eran seminaristas! Lo que lee es correcto. Dado que Cekada no puede defenderse a sí mismo y sus teorías erróneas en cuanto a los asuntos teológicos, ¡su nueva táctica es darle todo el crédito por su Sedevacantismo al Arzobispo Lefebvre – si bien el Arzobispo no era Sedevacantista, e incluso expulsó a sacerdotes de su sociedad religiosa por ser Sedevacantistas! ¿Pueden imaginarse, queridos lectores, una maniobra más desesperada y reveladora? Nosotros, francamente, no podemos. Y evidentemente muchos católicos concuerdan con nosotros, porque estamos inundados por correos electrónicos sobre la desesperación de Cekada en su último video, cosa que cualquier católico tradicionalista puede ver.

La acusación del P. Cekada que el Arzobispo Lefebvre era Sedevacantista no es sólo una total mentira, sino que el argumento entero es una clásica maniobra de distracción, diseñada para alejar la atención del púbico de su incapacidad para responder a nuestro libro. Al argumentar de esta manera, Cekada simplemente nos informa que no puede defender su posición teológicamente. Sino que debe recurrir a distracciones y artimañas que en sus videos disfraza con humor barato, con la esperanza de poder mantener a su audiencia entretenida y alejada de los verdaderos asuntos teológicos. De hecho, no hay duda que Cekada elige filmar videos antes que comprometer sus respuestas por escrito, como hacemos nosotros; es más fácil cubrir las deficiencias y persuadir a una audiencia simple a través de videos atractivos, que a través de una genuina erudición. Esta es considerada una respuesta afeminada de los que no pueden refutar los argumentos de sus oponentes sobre temas sustanciales. Pero el que ríe no es el público a quien el video fue destinado (si bien no hay nada gracioso en un sacerdote que pasa su tiempo generando videos tan sonsos en el santo tiempo de Cuaresma).

Por supuesto, quienes han seguido este debate pueden ver fácilmente que el sacerdote con “anteojos de sol” y “silla de director” (tal como lo describe su colega el Obispo Dan Dolan) se juega al todo o nada en una campaña por contener los daños, luchando por salvar su fama a cualquier precio, incluso a expensas de la reputación del venerable Arzobispo Lefebvre. Ciertamente, cuantos más videos hace Cekada, mayor daño hace a su propia posición y credibilidad, y su desesperación resulta patentemente obvia para todos. Y su último esfuerzo por “llevarse” al Arzobispo Lefebvre consigo sólo muestra que Cekada sabe que su Sedevacantismo está prácticamente hundido.

Sin embargo, por ridículo que parezca el último video de Cekada, ofrece información que revela por qué abrazó personalmente el Sedevacantismo, y ayuda a explicar por qué no puede defender su posición teológicamente. Puntualmente, en el video, el P. Cekada admite que de seminarista aceptó el Sedevacantismo como una respuesta emocional, no teológica, a la crisis de la Iglesia; incluso admite que no pudo explicar su decisión en “términos teológicos formales” (si bien en primer lugar la cuestión de si un Papa es un Papa verdadero es una profunda cuestión teológica). No, Cekada basó su decisión en lo que él llama “el sentido católico que poseía,” en otras palabras, un sentimiento o emoción (que, irónicamente, es la manera en la que operan los Modernistas).

Esto nos ayuda a comprender por qué Cekada, incluso hoy, no puede defender su posición en “términos teológicos formales”. Esta es la razón por la que recurre a la voluntad, y no al intelecto, de su audiencia poco sofisticada, con videos que muestran caricaturas graciosas y sátira cómica, en lugar de una verdadera erudición. Nos dirigiremos a la raíz del error de Cekada (cómo se convirtió en Sedevacantista) en un próximo artículo. Por el momento, deseamos refutar su indignante acusación que el Arzobispo Lefebvre era Sedevacantista.

El Arzobispo Lefebvre Nunca fue Sedevacantista

Cualquiera con un mínimo de conocimiento sobre la posición del Arzobispo Lefebvre en la crisis de la Iglesia haría una mueca ante la poco convincente acusación de Cekada que Lefebvre era Sedevacantista. Evidentemente, la desesperación del P. Cekada llegó a un punto donde la verdad y su propia reputación son irrelevantes para él, al intentar defender la tesis Sedevacantista a toda costa. Para ser claros, los registros demuestran claramente que el Arzobispo Lefebvre nunca fue un Sedevacantista, en ningún momento de su vida. Como el P. Cekada sabe (o debiera saber) esto convierte su acusación en una mentira pública. Pero, como ha mostrado este reciente debate, el P. Cekada no está interesado en la verdad, incluso después de haber sido corregido públicamente.

Por ejemplo, en su video, “El Papa Habla. ¡Usted Decide!,” el P. Cekada mintió cuando dijo que “la SSPX financió el libro de Salza/Siscoe.” Le recordamos esta falsedad a Cekada en un artículo con el que le respondimos y titulamos “El Papa es Elegido. ¡Usted Decide!” No obstante, el P. Cekada ha persistido en su mentira pública repitiendo en su último video sobre el Arzobispo Lefebvre que “la SSPX financió el libro de Salza/Siscoe”, por lo tanto, convirtiendo su afirmación una mentira subjetiva (culpable). El P. Cekada continúa publicando esta afirmación falsa por escrito en su página web, perpetuando aún más la mentira.

El P. Cekada también mintió en un video reciente sobre Nestorius, al declarar que nosotros insinuamos que el Cardenal Billot estaba equivocado en cómo un Obispo hereje pierde jurisdicción, si bien nuestro artículo muestra claramente no sólo que estamos de acuerdo con Billot, sino que además mostramos que la posición de Billot refuta el Sedevacantismo. Ciertamente, el P. Cekada demostró ser un hombre que no está interesado en la verdad, y parece no tener escrúpulos en violar públicamente el Octavo Mandamiento con tal de defender su posición. Si bien podría decirse más al respecto, volvamos al tema del Arzobispo Lefebvre.

Para ayudarnos a entender la posición del Arzobispo y sus declaraciones sobre la crisis en la Iglesia, creemos que es importante explicar los pasos lógicos necesarios para convertirse en Sedevacantista. Hay cinco estadíos claros que uno atraviesa, siendo el último no sólo el rechazo del Papa, sino también el rechazo de la entera Iglesia visible sobre la cual él gobierna. Al explicar estos estadíos, demostraremos que el Arzobispo Lefebvre nunca fue más allá del primer estadío, el inicial, en el que simplemente se cuestiona si es posible que los Papas conciliares sean Papas ilegítimos. Este primer paso es uno que muchos católicos tradicionalistas (incluyendo estos autores, tal como mencionamos en nuestro libro) hantomado – pero la mayoría nunca avanza hasta el segundo estadío.

Los cinco estadíos: De Católico a Sedevacantista

Estadío 1 – Fase de cuestionamiento: como hemos indicado, la primera fase es una en la que muchos católicos tradicionalistas alguna vez han estado. Ciertamente escandalizados por las palabras y acciones de los Papas recientes y la situación desesperante de la Iglesia, se preguntan si quizás la respuesta es que estos hombres no fueron Papas verdaderos (algunos quizás lo pregunten en público, pero sin llegar a formar un juicio definitivo al respecto). Ambos autores enfrentamos esta fase, al menos preguntándonos en privado entre nosotros mismos, lo que nos llevó a investigar la posición Sedevacantista. Luego de la renuncia del papa Benedicto XVI y la elección del papa Francisco, quien ha hecho mucho daño a la Iglesia en un período corto de tiempo, incluso muchos católicos conservadores (no tradicionalistas) ahora también se encuentran en esta fase de cuestionamiento. A la luz de los continuos escándalos papales del Vaticano, esta fase es entendible, y ciertamente no hay nada malo ni pecaminoso en ello. Sin embargo, casi todos los católicos que entran en este estadío nunca van más allá.

Estadío 2 – Opinión Privada: La siguiente fase ocurre cuando uno concluye personalmente (el intelecto llega al juicio y lo sostiene) que el Papa no es el Papa verdadero. Algunos sacerdotes que alcanzan este estadío se niegan a incluir el nombre del Papa en el canon de la misa. Esta persona es un Sedevacantista privado.

Estadío 3 – Opinión Pública: la siguiente fase ocurre cuando la persona profesa públicamente su opinión que el Papa no es el Papa verdadero, e incluso puede intentar persuadir otros de tomar esa posición. Mientras que esta persona es un Sedevacantista público, también está en condiciones de aceptar que su opinión podría estar teóricamente equivocada.

Estadío 4 – Hecho público/Sedevacantismo: la siguiente fase ocurre cuando la persona presenta su opinión de que el Papa no es el verdadero Papa como un hecho, sin ninguna posibilidad de error. Consecuentemente, la persona sostiene que otros también deben aceptar su opinión como un hecho, o dejarían de ser católicos, al menos en el orden objetivo. Estas personas son conocidas como Sedevacantistas “dogmáticos”.

Estadío 5 – Hecho público/Ecclesiavacantismo: la fase final es la conclusión lógica de la anterior. En esta fase, la persona perdió la fe en la entera Iglesia visible. Cuando la persona llega a este estado, considera que la Iglesia es una Iglesia completamente falsa, y ataca viciosamente a la Iglesia con el objetivo de desacreditarla. En esta fase, que usualmente va de la mano con la fase anterior, los errores del clero no se exponen con el objetivo de defender la fe, sino para burlarse y desacreditar a la misma Iglesia. Aquellos que se encuentran en esta fase, declaran que uno no puede tener nada que ver con la Iglesia visible, ya que creen que es una Iglesia falsa. También suelen (no siempre) declarar que está prohibido incluso asistir a una misa “una cum” – es decir, una misa en la que es mencionado el nombre del Papa. Claramente, los apologetas más importantes del Sedevacantismo entran en esta categoría (P. Cekada, Ob. Dan Dolan, Ob. Sanborn, Mario Derksen, John Lane, John Daly, Gerry Matatics, los hermanos Dimond).

Comprendiendo estos estadíos, podemos ver más claramente cómo el P. Cekada equivocó por completo la posición del Arzobispo Lefebvre, que nunca fue más allá del cuestionamiento del Primer Estadío.

La Maniobra Protestante del P. Cekada:
(Utilizando Citas fuera de Contexto para Servir sus Pretextos)

Fiel a su método de apelar a la voluntad (y no el intelecto) de su audiencia, el P. Cekada comienza su video jugando la carta de la pena, aduciendo que el propósito de ¿Papa Verdadero o Falso? era describir a los Sedevacantistas “como totalmente, totalmente, malignos,” y habiendo “perdido la fe en la Iglesia.” Obviamente, el propósito del libro es refutar sobre bases teológicas los muchos errores del Sedevacantismo, y demostrar que el error no conduce a la pérdida de la fe en la Iglesia (Quinto Estadío). ¿No ha perdido acaso el P. Cekada la fe en la Iglesia que todo el mundo, exceptuándolos a él y sus colegas Sedevacantistas, llama la Iglesia Católica Romana? ¿Cómo puede el P. Cekada declarar que no ha perdido la fe en la Iglesia cuando sostiene que la jerarquía entera ha fallado, y no puede puntualizar dónde se encuentra hoy la unidad social visible (la verdadera Iglesia)? Sus compañeros Sedevacantistas, el Obispo Donald Sanborn, hasta prohíbe a sus seminaristas afirmar que hoy hay Obispos con jurisdicción. Si esto fuera verdad, no habría una jerarquía legítima en la Iglesia, dado que una “jerarquía legítima” requiere no sólo de Obispos válidamente consagrados, sino de Obispos válidamente consagrados con jurisdicción (otorgada por el Papa a los Obispos). Si una jerarquía legítima ya no existe, como afirma el Obispo Sanborn, eso significaría que la Iglesia infalible ha fallado. [1]

El P. Cekada luego pregunta: “¿Cómo llegamos a tanta maldad? ¿Quién nos condujo por este oscuro camino?” Después de acusarnos de llamar “enemigos de Cristo” a los Sedevacantistas (cuando nos referimos como enemigos de Cristo a los judíos del Viejo Testamento, cuyos pasos siguen los Sedevacantistas al perseguir al Cuerpo Místico de Cristo), el video se esfuma en una imagen grande del Arzobispo Lefebvre, seguido por el P. Cekada diciendo:

“Fue el mismo fundador de la Sociedad de San Pío X, Marcel Lefebvre, Arzobispo titular de Synnada en Phrygia, ¡y Sedevacantista! [Aquí Cekada agrega la introducción de la Tocata y Fuga en D menor de Bach, para dar un efecto especial.] Por eso es una idiotez que los sacerdotes de la FSSPX respalden las 700 páginas de hiperventilación anti-Sedevacantista de Salza y Siscoe. Si desean llamar a los Sedevacantistas como yo enemigos de Cristo, más les vale llamar también así a su fundador, el Arzobispo Lefebvre. ¿De dónde creen que obtuvimos la idea en primer lugar?”

La verdadera “idiotez” aquí es el vergonzoso intento de revisionismo histórico del P. Cekada, afirmando que Lefebvre era Sedevacantista, que “condujo a muchos de nosotros al Sedevacantismo,” cuando en realidad el Arzobispo rechazó enfáticamente la posición Sedevacantista (como veremos más abajo). Lo que también es una “idiotez” absoluta es que Cekada se refiera a nuestro compendio de teología de 700 páginas como “hiperventilaciones anti-Sedevacantistas.” Si nuestro libro tiene tan solo “hiperventilaciones” (insinuando que no tiene contenido teológico), entonces ¿por qué el P. Cekada no eligió directamente encarar los argumentos teológicos del libro, incluso después de haber asegurado a su audiencia que lo haría y que nosotros le desafiamos a que lo haga? Especialmente cuando esas 700 páginas contienen refutaciones teológicas detalladas de las propias teorías novedosas de Cekada. ¿Por qué, en su lugar, Cekada eligió ensuciar el buen nombre del Arzobispo Lefebvre, acusándolo de una posición que no sostuvo, y que Cekada evidentemente no puede sostener por sí mismo? La desesperación de Cekada no podría ser más palpable.

En un esfuerzo por respaldar su falsa declaración de que Lefebvre era Sedevacantista, el P. Cekada procede ofreciendo “a modo de catecismo” (según sus palabras) “algunas afirmaciones del Arzobispo en favor del Sedevacantismo.” “¿En favor del Sedevacantismo?” ¿Cómo “favorece” uno una posición que realmente rechaza? Cekada no lo dice. Pero de manera verdaderamente Protestante, Cekada despliega preguntas que él mismo generó para su video (ej., ¿Qué debemos pensar de los errores del Vaticano II? Si el Papa se adhiere a la Iglesia Conciliar, ¿cuál es el efecto?, etc.), y luego continúa con una cita fragmentada del Arzobispo Lefebvre, ¡como si el Arzobispo estuviera contestando directamente las preguntas que el mismo Cekada elaboró!

En otras palabras, Cekada fabrica preguntas y respuestas ficticias entre el Arzobispo Lefebvre y él, incluso dirigiéndose a Lefebvre en primera persona, como “Monseñor, díganos…” (¡como si Cekada estuviera hablando con él!), y luego tuerce las citas de Lefebvre fuera de contexto, es decir, fuera del resto de la tradición enseñada por el Arzobispo y la sociedad sacerdotal que él fundó – ¡que siempre rechazó el error del Sedevacantismo! El P. Cekada incluso recurre a un comentario que el Arzobispo supuestamente le hizo a él en 1979 (¡hace 37 años!) en una conversación privada, que presenta como cita, rodeada por un marco y acompañada con una foto de Lefebvre, como “evidencia oficial” de la posición Sedevacantista del Arzobispo (y que, como las demás citas, no prueba nada). Francamente, toda la presentación es un espectáculo triste y perturbador, especialmente porque viene de un sacerdote (y que, dada su conversación ficticia con el Arzobispo, no parece estar en su sano juicio).

Por supuesto, torcer citas fuera del contexto original es precisamente lo que hacen los Protestantes cuando intentan interpretar las Escrituras de manera contraria al significado dado por la Iglesia. Pero la técnica de Cekada es un gran ejemplo de cómo el espíritu del Sedevacantismo es el mismo que el del Protestantismo, donde el Sedevacantista/Protestante nos dice lo que la cita/Escritura significa realmente, aunque sea contrario al verdadero significado, según la misma fuente que citan.

Como puede ver cualquiera que mire el video, en ninguna de las citas elegidas por Cekada (y suponemos que eligió las “mejores”) el Arzobispo Lefebvre adopta una visión Sedevacantista. ¡En ninguna de ellas! Las citas simplemente muestran que el Arzobispo, como la mayoría de los católicos tradicionales alguna vez, se encontraba en la fase de cuestionarse (Primer Estadío) si un Papa verdadero podía hacer las cosas que los Papas conciliares hicieron. Pero él nunca fue más allá de este estadío, como el P. Cekada debe saber. De hecho, la presentación del P. Cekada es tan ridícula que él mismo debió tener un momento de lucidez, dado que al final del video se vio forzado a admitir que “por supuesto podría ser posible armar una colección de citas titulada: Marcel Lefebvre: Anti-Sedevacantista, o Marcel Lefebvre: Reconozca y Resista; y uno podría encontrar la misma cantidad de material.” (NB: en realidad, uno podría encontrar mucho más material del Arzobispo Lefebvre apoyando explícitamente la posición Reconozca y Resista.)

Pero al hacer esta concesión, el P. Cekada admite abiertamente que la misma evidencia que reúne para probar su tesis (las citas), ¡realmente no prueba su tesis! ¿Podía diseñar una presentación más perjudicial, más “dispárese a usted mismo”? Si un abogado presentara este caso, se le reirían en la corte y su cliente lo demandaría por mala praxis.

El Arzobispo Lefebvre rechaza la posición Sedevacantista

Como parte de su presentación, el P. Cekada nos critica por no incluir en nuestro libro las citas que eligió de Lefebvre, como si hubieran podido tener algún impacto en la conclusión del libro. Pero nosotros sí presentamos la posición del Arzobispo Lefebvre, al principio del libro, en el prefacio. De hecho, nos referimos a la acusación más condenatoria del Arzobispo Lefebvre sobre Juan Pablo II, en la que Lefebvre especula en 1986 que si el Papa continúa con su adoración interreligiosa (como en Asís 1986), posiblemente podría ser considerado un hereje público (lo cual el P. Cekada ciertamente incluye en su video).

Cuando se le señala que el Arzobispo Lefebvre vivió para ver las continuas y regulares participaciones de Juan Pablo II en las adoraciones paganas que se desarrollaron en Kioto (1987), Roma (1988), Varsovia (1989), Bari (1990) y Malta (1990), el Arzobispo aún se abstenía de declarar al Papa un hereje manifiesto (cosa que Cekada también sabe pero omite completamente en su video). También observamos que el Obispo Tissier (que fue consagrado por Lefebvre y estaba más familiarizado con la teología del Arzobispo que Cekada, quien de hecho sabe poco de teología) claramente articuló la posición del Arzobispo: “En sí mismo, él prefería considerarlos como Papas. Esto supone que no se sentía poseedor del conocimiento suficiente de los hechos pertinentes ni con poder necesario como para hacer tal juicio. Es de suma importancia tener esto en mente.» [2]

Esto sólo confirma que el Arzobispo nunca pasó del primer estadío (del cuestionamiento), dado que el segundo estadío requiere de un juicio, que, tal como el Obispo Tissier dijo, el Arzobispo no se sentía capaz de formular. Y es de crucial importancia tener esto en mente, especialmente para aquellos como el P. Cekada, que no tienen vergüenza de acusar de manera irresponsable que el difunto Arzobispo sostenía una posición que en realidad rechazó y que la misma Iglesia condenó, en el Cuarto Congreso Ecuménico de Constantinopla. Las aseveraciones del P. Cekada son verdaderamente despreciables, especialmente dado que él sabe bien que el Arzobispo incluso exigió a todos los seminaristas de Ecône que firmen un documento de “declaración de posición” afirmando que no eran Sedevacantistas, antes de ordenarlos. La razón que lo llevó a tomar esta medida fue que algunos de los que ordenó eran secretamente Sedevacantistas “Estadío 2” que sólo salieron del closet, por así decirlo, luego de ser ordenados; una práctica que Lefebvre quería aplastar a través del acuerdo escrito.

El P. Cekada también sabe que el Arzobispo reprimió a quienes promovían públicamente la posición Sedevacantista dentro de la Sociedad, e incluso expulsó al P. Guerard des Lauriers en 1977 y a Bernard Lucien en 1979 por su promoción del Sedevacantismo. ¿Dónde están estos datos dentro del video de Cekada? El Arzobispo también se negó a ordenar miembros de la comunidad religiosa del P. Olivier de Blignières que eran abiertamente Sedevacantistas. Nuevamente, ¿dónde se encuentran estos datos en el video de Cekada? Omitidos, por supuesto, porque el video de Cekada no está diseñado para transmitir la verdad, sino para engañar, para poder acusar al Arzobispo Lefebvre por haberlo llevado a adoptar la posición Sedevacantista (que, sospechamos, él ahora reconoce que es falsa). Nuestro libro, por el contrario, presenta fielmente la posición del Arzobispo. En todo caso, podríamos ser cuestionados por no incluir las muchas citas anti-Sedevacantistas de Lefebvre, que excluimos deliberadamente para dar crédito a los Papas, Concilios y teólogos clásicos de la Iglesia (sobre los cuales el mismo Lefebvre confiaba, y a quienes el P. Cekada no encontró manera de responder).

Para mostrar los delirios del P. Cekada sobre el asunto – un hombre claramente conducido por la emoción (voluntad) y no la teología o las enseñanzas de la Iglesia (intelecto) – en su página web, Cekada tiene un artículo escrito por un apologeta Sedevacantista, John Daly, en el que Daly afirma explícitamente que el Arzobispo Lefebvre nunca fue Sedevacantista. Es correcto. Luego de una introducción abierta por el mismo P. Cekada, Daly escribe:

“Hasta donde sabemos, el Arzobispo Lefebvre nunca formó un juicio definitivo acerca de si Juan Pablo II era o no un verdadero Papa. Entonces, si dividimos el espectro eclesial en dos categorías, aquellos para quienes la sede está legalmente vacante y aquellos para quien está legalmente ocupada, el Arzobispo Lefebvre se encontraría en el bando no-sedevacantista.»3

Pero no nos fiemos de las palabras del Sedevacantista John Daly. Tal como recomendó el P. Cekada en su video antes de desplegar las citas escogidas por él, dejemos que el Arzobispo Lefebvre “hable por sí mismo”. Hagamos eso, P. Cekada, con una sola cita del Arzobispo, que ofreció antes de expulsarlo a usted y su séquito Sedevacantista de la Sociedad. Y tomémosla de noviembre 1979, período en el que Cekada alega que Lefebvre fue un “Sedevacantista” que “conducía a otros hacia el Sedevacantismo”. En palabras del propio Arzobispo:

“Un Papa, ¿puede ser liberal y permanecer Papa? La Iglesia siempre ha amonestado severamente a los católicos liberales. No los ha excomulgado a todos. También aquí debemos permanecer dentro del espíritu de la Iglesia. Debemos rechazar el liberalismo, venga de donde venga, porque la Iglesia siempre lo ha condenado con severidad por ser contrario al Reinado de Nuestro Señor y en particular al Reinado Social.

«El alejamiento de los cardenales de más de 80 años y los conciliábulos que prepararon los dos últimos Cónclaves no tornan inválida la elección de esos Papas: inválida es mucho afirmar, pero sí eventualmente dudosa. Mas la aceptación unánime del hecho, posterior a la elección por parte de los cardenales y del clero romano, basta para convalidarla elección. Esta es la opinión de los teólogos.

«La cuestión de la visibilidad de la Iglesia es demasiado importante para su existencia, como para que Dios pueda omitirla durante décadas. El argumento de los que afirman la inexistencia del Papa pone a la Iglesia en situación confusa. ¿Quién nos dirá dónde está el futuro Papa? ¿Cómo podría ser designado un Papa donde no hubiera más cardenales? Este espíritu es un espíritu cismático, al menos para la mayoría de los fieles, que se afiliarán a sectas verdaderamente cismáticas como la del Palmar de Troya, la de la Iglesia Latina de Toulouse, y otras. Nuestra Fraternidad rechaza absolutamente compartir estos razonamientos. Queremos permanecer adheridos a Roma, al sucesor de Pedro, pero rechazamos su liberalismo por fidelidad a sus Antecesores. No tenemos miedo de decirlo respetuosa pero firmemente, como San Pablo frente a San Pedro.

«Por eso, lejos de rechazarlas oraciones por el Papa, aumentamos nuestros rezos y suplicamos para que el Espíritu Santo lo ilumine y lo fortalezca en el sostén y defensa de la fe.

«Por eso jamás he rechazado ir a Roma a su llamado o al llamado de sus representantes. La Verdad debe afianzarse en Roma más que en cualquier otro lugar. Pertenece a Dios, quien la hará triunfar.

“En consecuencia, no se puede tolerar en los miembros, sacerdotes, hermanos, hermanas, oblatas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X que rehúsen rezar por el Papa y que afirmen que todas las Misas del Novus Ordo Missae son inválidas. Ciertamente sufrimos por esta incoherencia continua, que consiste en elogiar todas las orientaciones liberales del Vaticano l1 y al mismo tiempo tratar de atenuar sus efectos… Pero esto nos debe incitar a rogar y a mantener firmemente la Tradición, pero no por eso afirmar que el Papa no es Papa.»

Aquí tenemos el verdadero pensamiento del Arzobispo en cuanto al Sedevacantismo y la propia Iglesia visible. Él rechazó el “espíritu cismático” del Sedevacantismo y se “negó” a “tolerar” a aquellos que, como Anthony Cekada, abrazaron dicha posición. En otras palabras, el Arzobispo Lefebvre rechazó el Sedevacantismo, tanto en teoría como en la práctica. Y sin embargo, el P. Cekada, en su video, tuvo la imprudencia de declarar: “para el Arzobispo Lefebvre, el Sedevacantismo era una posición sostenible por un católico.” No puede ser más evidente que el P. Cekada se burla del Arzobispo Lefebvre y de la verdad misma, y tiene el descaro de llamarse a sí mismo sacerdote católico tradicionalista. Él es un hombre que ha perdido toda credibilidad.

Es interesante que al final del video del P. Cekada, el espectador perceptivo verá que inconscientemente Cekada admite que no quería probar que el Arzobispo Lefebvre era Sedevacantista (no puede, por supuesto). Antes bien, Cekada revela que el propósito del video era hacer que la gente deje de escucharnos (a Salza y Siscoe), al representarnos como los “malos muchachos”, mientras que él y sus camaradas (¡incluyendo al Arzobispo Lefebvre!) son los “buenos muchachos”. Dice que el video y sus citas escogidas “bastan para nuestro único propósito aquí: un intento cínico a través de los señores Salza y Siscoe, de disparar el aire caliente de la Sociedad de San Pío X, para demonizar el Sedevacantismo y retratar a quienes se adhieren a él como engendros de Lutero. ¡No les crean, amigos!”

En otras palabras, él mismo lo admite, el único propósito del video de Cekada fue un completo acto de contención de daños. ¡No les crean, amigos! ¡No escuchen a los demonizadores, Salza y Siscoe, amigos! Por supuesto, el P. Cekada tiene una buena razón para preocuparse que sus “amigos” estén “creyendo” lo que nosotros (Salza y Siscoe) dicen sobre su secta, dado que no ha podido ofrecer una sola refutación teológica a nuestro libro o nuestros artículos que exponen sus muchos errores y deshonestidad (para más información, vayan a www.trueorfalsepope.com, y vean las secciones “Sedevacantist Watch” (Observador Sedevacantista) y “From the Mail” (Desde el Correo).

Sí, P. Cekada, los “amigos” lo están creyendo, y su último video en el que intenta culpar al Arzobispo Lefebvre por el Sedevacantismo porque usted no puede defender su propia posición, sólo le ha causado a usted más perjuicio, si eso fuera posible. Ciertamente, el único que en este debate está lleno de “aire caliente” es el P. Anthony Cekada. Y su globo acaba de reventarse.

John Salza y Robert Siscoe

[Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original.]

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Notas

1 “La Infalibilidad del Cuerpo Magisterial [es decir, la jerarquía legítima] es al mismo tiempo una condición y una consecuencia de la infalibilidad de la Iglesia… el Cuerpo Magisterial en su conjunto no podría morir o fallar sin destruir irreparablemente la continuidad del auténtico testimonio” Wilhelm, Joseph y Scannell, Thomas, Un Manual de Teología Católica, vol. 1, 3ra Edición (Nueva York, Cincinnati, Chicago: Benzinger Bros., 1906), pp. 45-46.

2 Fideliter, 1988 (las negritas son nuestras).


4 Texto del Arzobispo Lefebvre, “La Nueva Misa y el Papa,” citada por Michael Davies, en Apologia Pro Marcel Lefebvre, Volumen 2, Capítulo XL.










martes, 16 de diciembre de 2025

EL ODIUM PLEBIS Y EL CARDENAL FERNÁNDEZ (Bruno Moreno)



Los distintos cánones jurídicos que ha aprobado la Iglesia a lo largo de la historia muestran a menudo una gran sabiduría, que maravilla al lector interesado. Es una sabiduría cimentada tanto en la fe como en la experiencia de siglos y milenios, en criterios a la vez teológicos, jurídicos y de un apabullante sentido común. Un ejemplo podría ser el concepto de odium plebis en lo relativo a los motivos de remoción de un párroco.

Antiguamente, era mucho más difícil que ahora retirar a un párroco de su parroquia. Un buen número de los párrocos, de hecho, tenían la parroquia “en propiedad”, lo que no significaba que fuera literalmente de su propiedad, sino que habían accedido por oposición al cargo de párroco de esa parroquia en particular. En esos casos, el obispo no podía cambiarles sin más de parroquia, como en la práctica sucede ahora, sino que tenía que poner en marcha un arduo proceso canónico de remoción. Como todo tiene sus pros y sus contras, con ello los obispos de entonces tenían menos libertad de acción, pero a cambio los sacerdotes ganaban en seguridad jurídica.

Sea como fuere, uno de los motivos de remoción existentes según el antiguo Código de 1917 era el de odium plebis, es decir, odio del pueblo: el hecho de que el rebaño que debía pastorear el párroco aborreciese al sacerdote en cuestión. Era un criterio practico, porque, si ese aborrecimiento fuera “tal que impidiese el ministerio parroquial útil y no se previese que fuera a cesar en breve” (c. 2147), la labor del párroco se haría imposible y no tendría sentido que continuase al frente de la parroquia.

No se trataba de un castigo al párroco, sino de una cuestión de sentido común. De hecho, se admitía como motivo el odio del pueblo “quamvis iniustum et non universale”, aunque fuera injusto y no afectase a todo el rebaño. Si, por la razón que fuese, una gran parte de los fieles no podían tragar al párroco, probablemente lo mejor fuera buscar a otro que desempeñara el cargo. A fin de cuentas, la ley suprema en la Iglesia es la salvación de las almas, como sigue señalando el nuevo Código de Derecho Canónico, precisamente en relación con la remoción de los párrocos (c. 1752).

En el Código actual ya no se usa el término odium plebis, que ha sido sustituido por la expresión algo más suave de aversio in parochum, “aversión contra el párroco”, junto con la “pérdida de la buena fama a los ojos de los feligreses honrados y prudentes” (can. 1741), pero la sustancia es la misma, incluida la posibilidad de que el motivo de remoción se dé “sin culpa grave del interesado” (can. 1740).

Llevo un tiempo pensando en todo esto en relación con el actual Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Por supuesto, los cánones citados no son directamente aplicables, ya que no se trata de un párroco y, además, los cargos de la curia Romana son de libre disposición del Papa, que puede nombrar y retirar a sus colaboradores a voluntad. Sin embargo, tiendo a pensar que, por analogía al menos, el criterio de odium plebis puede darnos algo de luz en este caso.

Escribo en un medio de comunicación católico y tengo que encargarme periódicamente de la moderación de los comentarios de los lectores, una labor bastante pesada, pero que proporciona una visión privilegiada de cómo está y cómo va cambiando la opinión pública en la Iglesia o, al menos, entre los católicos hispanohablantes. Pues bien, esos comentarios, unidos a lecturas y conversaciones con multitud de clérigos y laicos de diversos países, me indican que existe algo bastante parecido al odium plebis en relación con la figura del actual Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

En InfoCatólica hace bastante que sabemos que, si en una noticia aparece el cardenal Víctor Manuel Fernández, aunque sea porque ha dicho o hecho algo bueno y sensato, los comentarios serán en su gran mayoría fuertemente negativos y, en una buena proporción, insultantes y necesitados de moderación. Algo parecido sucede en las conversaciones privadas con seglares, sacerdotes e incluso obispos. Multitud de artículos en otros medios de comunicación lo corroboran (mencionemos, por ejemplo, al Catholic Herald, al Wanderer o a la Bussola Quotidiana). El hecho es que una buena proporción de los fieles y los clérigos simplemente no acepta nada que venga del cardenal.

Me estoy refiriendo, por supuesto, al auténtico pueblo de Dios, no a aquellos que se dicen católicos, pero se han apartado de la fe de la Iglesia y opinan lo mismo que el mundo. Estos últimos parecen encontrarse a gusto con el cardenal Fernández, creyendo al parecer que introducirá cosas como el divorcio, las relaciones del mismo sexo e inmoralidades similares en la Iglesia, pero su opinión es irrelevante, porque no son católicos más que de nombre. Entre los que tienen fe, en cambio, se observa que cuanto más serios, piadosos y formados son los fieles, más marcado resulta ese odium plebis.

Al margen de cualquier otra consideración, se trata de una situación lamentable, que perjudica significativamente al pueblo de Dios. Precisamente aquellos que son obedientes y a los que les importa lo que diga el Dicasterio para la Doctrina de la Fe desconfían de lo que pueda decir el Dicasterio y ya no se fían de que vaya a ser acorde con la fe de la Iglesia. Esto es la definición de una situación que impide “el ministerio útil” de un Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

Las razones para haber llegado a esta situación son muy numerosas. El cardenal, a fin de cuentas, fue protagonista de las páginas menos brillantes del pontificado anterior. Por ejemplo, es sabido que fue uno de los asesores que estaban detrás del texto de Amoris Laetitia que no solo negaba el dogma de fe de que Dios siempre da la gracia necesaria para no pecar, afirmaba asombrosamente que Dios a veces quiere que pequemos y negaba la doctrina moral básica de que el fin no justifica los medios y la existencia de actos intrínsecamente malos, sino que de hecho introducía el divorcio en la Iglesia. Asimismo, tiene en su haber un documento, Fiducia supplicans, que permitía lo que el mismo Dicasterio había prohibido dos años antes, tuvo que ser “aclarado” solo dos semanas después y fue rechazado públicamente por una gran cantidad de obispos por introducir la ambigüedad en un tema, las relaciones del mismo sexo, en que la Iglesia debe ser clarísima. No podemos olvidar que es responsable de que el Papa firmara un texto en el que se corregía a la misma Palabra de Dios, afirmando que “algunas consideraciones del Nuevo Testamento sobre las mujeres” y “otros textos de las Escrituras […] hoy no pueden ser repetidos materialmente”. Su último documento sobre los títulos marianos de Corredentora y Medianera de todas las gracias han recibido, merecidamente, fuertes críticas por su confusión y escaso nivel teológico y argumentativo, además de por silenciar las enseñanzas de papas y doctores anteriores en contra de su tesis personal. Como prefecto y como obispo ha manifestado en varias ocasiones opiniones claramente erróneas y ofensivas a oídos piadosos. Ya antes de ser obispo tenía fama de heterodoxia, que fue investigada por la antigua Congregación para la Doctrina de la Fe y obstaculizó su nombramiento como rector de la Universidad Católica Argentina, una dificultad que solo se salvó por el empeño personal del cardenal Bergoglio. Es, además, autor de textos (¡y libros enteros!) decididamente impropios para un alto prelado de la Iglesia, con una fuerte carga erótica. Todo esto es lo contrario de lo que conviene para un Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

Es decir, no faltan razones que expliquen esta situación. De todas formas, como hemos visto en el caso de los párrocos, no es necesario meterse en consideraciones de culpabilidad o inocencia del interesado, de que merezca o no merezca lo que sucede. Solo el hecho de la aversión entre el pueblo fiel basta para que convenga que el Papa considere la posibilidad de solucionar este problema, quizá retirando al cardenal de su cargo.

A fin de cuentas, ¿de qué sirve un Dicasterio para la Doctrina de la Fe del que los fieles católicos desconfían? En la Iglesia, si por la razón que sea se pierde la auctoritas, toda la potestas del mundo no hará posible desempeñar un cargo para “la salvación de las almas”, que es la ley suprema. Por desgracia, parece que don Víctor Manuel se ha granjeado el odium plebis, ha perdido “la buena fama a los ojos de los feligreses honrados y prudentes” y ya no tiene la auctoritas necesaria, algo que, lamentablemente y al margen de su responsabilidad personal, le incapacita para ejercer su misión.

Bruno Moreno

Renovar la esperanza cristiana



DURACIÓN 19:23 MINUTOS

¿Qué está mal en el Personalismo y en la ‘Teología del Cuerpo’?

ADELANTE LA FE


Una entrevista a Don Pietro Leone, por el Hermano André Marie, M.I.C.M.

Me gustaría agradecer a New Catholic por publicar el análisis de Personalismo y Teología del Cuerpo. Mis agradecimientos van también al Hermano André Marie por su autorización, así como por brindar la ocasión de ofrecer a los lectores una síntesis más estructurada de los dos sistemas. Hago llegar mi bendición sacerdotal a todos los lectores, deseándoles todas las gracias y la felicidad en el Señor.

Don Pietro Leone

¿Qué está mal en el Personalismo y en la ‘Teología del Cuerpo’?

Una entrevista a Don Pietro Leone, por el Hermano André Marie, M.I.C.M.

Hermano André Marie

Catholicism.Org

13 de mayo del 2020

Fue un gran agrado entrevistar al estimado sacerdote y teólogo Don Pietro Leone sobre el Personalismo y la “Teología del Cuerpo” (TDC). La entrevista se desarrolló vía e-mail y fue gentilmente facilitada por la editorial en inglés Loreto Publications.

Me interesé en entrevistar a Don Pietro leyendo su sensacional libro, The Family under Attack [La Familia Atacada], que él menciona en la entrevista.

Que tanto el Personalismo del Papa Juan Pablo II, como su TDC están completamente abiertos a la crítica y a la impugnación como construcciones filosóficas y teológicas no infalibles, es algo que está fuera de toda discusión. Sin embargo, el hecho es que algunos pueden escandalizarse por tales críticas que, como señala Don Pietro, se formulan “únicamente a la luz de la Fe y de la Razón: a la luz de la Verdad, sobrenatural y natural”. La teología personal y hasta el “auténtico Magisterio” están, sin duda, sujetos a esa crítica, en tanto la crítica se realice según la Tradición y la analogía de la Fe, estas obras per se no infalibles están tan abiertas a la crítica como el pensamiento de cualquier otro teólogo o filósofo. Aquellos que se sientan confundidos, están invitados a leer Amoris Lætitia y el ‘Magisterio Auténtico’. *

Aparte de su libro, al que ya me he referido, mi Reverendo interlocutor menciona también en sus réplicas un ensayo en cinco partes, publicado por Rorate Cæli. Ver más abajo, los links a las siguientes partes:

1. SEXUALIDAD A LOS OJOS DE LA IGLESIA Y DEL MUNDO: https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/03/the-church-and-asmodeus-part-1.html

2. RECIENTE DOCTRINA MARITAL DE LA IGLESIA, HASTA EL PAPA FRANCISCO: 1. ‘AMOR’:  https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/03/the-church-and-asmodeus-part-2.html

3. RECIENTE DOCTRINA MARITAL DE LA IGLESIA, HASTA EL PAPA FRANCISCO: 2. PECADO MORTAL Y SAGRADA COMUNIÓN: https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/03/the-church-and-asmodeus-part-3-and.html

4.-AMORIS LÆTITIA: https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/03/the-church-and-asmodeus-part-3-and.html

5. CONCLUSIÓN

Esta es la entrevista:

¿Qué está mal en el Personalismo y en la ‘Teología del Cuerpo’?

Una entrevista a Don Pietro Leone, por el Hermano André Marie, M.I.C.M.

  1. En su libro, usted escribe con pesar del “personalismo”. Al parecer hay numerosos personalismos– como en sistemas diferentes, pero relacionados- en la filosofía moderna. ¿Cómo definiría al personalismo que usted critica? ¿Cuáles son sus características más destacadas?

El término ‘personalismo’ es usado en las teorías éticas que acuerdan preeminencia a la persona en un cierto campo. Podemos distinguir dos tipos principales de personalismo: uno político y uno personal. El primero es la teoría de que el bien personal adquiere prioridad sobre el bien común; el otro es una teoría que podemos expresar con las palabras del Papa Juan Pablo II en su libro ‘Amor y Responsabilidad’ como la teoría de que un ser humano es ‘una persona y no una cosa’, un bien que sólo con amor puede ser adecuadamente tratado.

Este segundo tipo de personalismo, que es el que estaremos considerando, ha sido sostenido por diferentes filósofos modernos tales como Max Scheler, Emmanuel Mounier, Dietrich von Hildebrand y, por supuesto, por el Papa Juan Pablo II. Podemos aproximarnos al personalismo del entonces Papa, por vía de Max Scheler, por quien estuvo muy influido.

El Personalismo de Max Scheler

Además de las tesis éticas previamente mencionadas, hay otras cuatro características centrales del personalismo de Scheler que será bueno señalar:

  1. El amor es el principio formal del personalismo, que determina a éste como un sistema ético. En síntesis, se trata de una ética del amor.
  2. El amor en cuestión es amor como experiencia: en efecto, es el amor de los sentidos. Esto significa que su ética es fenomenológica: concierne a la experiencia, cómo son experimentadas las cosas, cómo aparecen.
  3. El amor, según él, también desempeña un rol epistemológico, revelando la esencia y el ‘valor’ de una persona.
  4. Finalmente, el amor desempeña un rol adicional, el metafísico, determinando a la persona en cuanto tal.

En síntesis, podemos entender su personalismo en los términos más generales como una ética del amor; es decir, del amor de los sentidos, que tiene, a la vez, un aspecto epistemológico, al revelar el valor de la persona, así como un aspecto activo, al determinar el yo.

Procedemos a criticar estas cuatro características de su personalismo, una a una.

  1. El amor es el principio formal de su filosofía y, en cuanto tal, es su punto de partida: la filosofía de Scheler procede del sujeto, es decir, de la experiencia del amor, que supuestamente revela verdades acerca de las personas. Aquí, el personalismo traiciona su descendencia del padre de la moderna filosofía subjetivista, o sea, Descartes. La filosofía de este último también procede del sujeto, para ser precisos, del sujeto en su acto de pensar, del cogito: ‘Pienso, luego soy’.

El problema con el subjetivismo es que ignora o menosprecia la realidad objetiva, que es el ‘Ser’, como se le conoce técnicamente. La filosofía del Ser, en contraste, procede, pues es su punto de partida, del Ser.

  1. El amor de los sentidos

Al identificar al amor con el amor experiencial, ignora el otro tipo principal de amor que, esencialmente, no es experiencial en absoluto; es decir, el amor como virtud (por ejemplo, el amor de la voluntad que se orienta al Bien objetivo). Y, sin embargo, es esta última forma de amor, con la cual toda seria ética del amor se preocupa: es esta forma de amor la que, cuando es elevada por la gracia para hacerse el amor sobrenatural de la Caridad, es el amor que Dios nos ordena y que es el único que será juzgado en el último día.

  1. El amor en su aspecto epistemológico

Toma el amor de los sentidos como un principio epistemológico; en otras palabras, como una guía para conocer a la persona. Y, sin embargo, tal amor no es una guía apropiada para el conocimiento, pues:

  1. El amor experiencial es difuso, en el sentido de que no revela con claridad su objeto– ese ‘valor’ de que nos habla Scheler. De hecho, no revela su naturaleza, ni su fuente: ¿la fuente de este valor o bondad que yo veo en la otra persona, reside en ella o, de hecho, sólo en mí mismo y en que sólo estoy ‘proyectando’ en ella, algo mío?
  2. La facultad humana de conocer no es el amor de los sentidos, ni el de la voluntad, sino más bien el intelecto. Proclamar que el amor revela la naturaleza de una persona es, de hecho, dar al amor prioridad  sobre el conocimiento. Pero lo contrario es, de hecho, cierto: debo conocer algo o a alguien, antes de amarle.
  1. El amor, en su aspecto activo

Sostiene que la persona se determina a sí misma, como una persona, mediante el amor. Percibe a la persona, no como una sustancia, sino como un principio activo; no como un ser, sino como devenir. Pero esta teoría es contraria a la realidad, al prescindir de la sustancia y del Ser.

*

El primer problema que criticamos en el personalismo de Scheler fue su subjetivismo. En la práctica, el subjetivismo es un problema esencial, sobreponiéndose a todos los demás. Los otros tres que hemos criticado son todos subjetivistas en sus fundamentos: es subjetivista preferir al amor como una experiencia al amor orientado al Bien objetivo, dar al amor prioridad por sobre el conocimiento, prescindir de la sustancia y del ser.

La Filosofía del Ser, en cambio, procede de la realidad objetiva, presenta una visión coherente y precisa de lo que es esa realidad y en este nuestro presente campo de interés, de lo que es la persona, su valor y lo que es el amor.

El Personalismo del Papa Juan Pablo II

El Papa está preocupado por dar al personalismo un fundamento en la fe y en Santo Tomás. A diferencia de Scheler, el Papa distingue entre el amor de los sentidos del ‘verdadero amor’ que somete nuestros sentidos al verdadero bien o valor de la otra persona percibido como un don de sí mismo. Se refiere aquí, por supuesto, al amor de la voluntad, la expresión definitiva que encuentra en el amor de Cristo, Quien se dio a Sí mismo, por nosotros, en la Cruz y nos anima a imitar este amor en el amor a nuestros hermanos. Además, acepta la definición tomista de persona como la ‘sustancia individual de naturaleza racional’.

Y, sin embargo, es innegable que el amor experiencial desempeña un rol importante en el personalismo del Papa, más notablemente en toda su visión del amor y unión marital. Sin duda, en el amor experiencial explícitamente se distancia del tomismo, declarando que Santo Tomás no habla de las ‘experiencias vividas por la persona’.

También debería decirse que el Papa típicamente no define en absoluto el amor en su larguísima encíclica Familiaris consortio, que se ocupa principalmente del amor. Sólo lo describe y eso, en términos de auto donación o, para ser más preciso, como la ‘auto donación total”. Cuando, en consecuencia, él habla de ‘amor’ en general y en el contexto del matrimonio en particular, es lógico concluir que típicamente entiende el amor en su sentido normal, vale decir, como amor experiencial, amor de los sentidos. No obstante, en cualquier caso, él entiende el amor, o sea, como lo entenderá el lector promedio, de manera que, en efecto, su doctrina del amor se remonta finalmente a una doctrina del amor experiencial.

Si el Papa no integra bien las doctrinas personalista y tomista en materia de amor, tampoco integra bien sus doctrinas sobre la persona. Frecuentemente habla del rol creativo del amor por la persona (tanto por uno mismo como por el otro), pero no explica qué quiere decir con este rol creativo: ¿es moral o metafísico? ¿Quiere decir, en otras palabras, que amando me hago persona, en el sentido moral, como una buena persona? ¿O quiere decir que, amando, me hago una persona, en el sentido metafísico, como una persona tout court [a secas]? No se nos da ninguna explicación.

Por consiguiente, se asume que entiende el concepto en su significado más obvio: el último, el sentido personalista, que ya hemos examinado previamente. Lo mismo es cierto para otros conceptos importantes para él, tales como el valor y la libertad. Éstos no están definidos y, por lo tanto, se asume que los entiende en su sentido más obvio: ‘valor’, entendido como el valor que atribuyo a las cosas; la ‘libertad’, como la libertad de hacer lo que quiero. Un sentido personalista, subjetivista, en ambos casos.

Vemos, en conclusión, que el Papa Juan Pablo II, aunque propenso a dar una base metafísica católica a su personalismo, en la práctica no lo consigue. La causa probablemente se encuentre en su visión personalista subyacente de la realidad.

En el análisis final, entonces, su personalismo difiere del de Scheler, como lo hemos delineado ya: aparte del postulado básico del personalismo (que un ser humano es una persona que debe ser tratada con amor y no una cosa); típicamente, el Papa a) toma al amor como un punto de partida filosófico; b) entiende el amor (al menos el marital) como un amor de los sentidos; c) sostiene que el amor revela el valor de una persona y d) sostiene que el amor hace de una persona, una persona. En efecto, discrepa de Scheler esencialmente al sostener esta cuádruple posición, no explícita, sino implícitamente.

En la medida en que comparte el personalismo de Scheler, también cae víctima del error esencial de ese sistema que es el subjetivismo. Este fue, sin duda, el error por el cual fue criticado por el maestro de su tesis doctoral, en Roma, probablemente el mayor teólogo tomista del siglo XX, el Padre Reginald Garrigou-Lagrange, OP.

  • ¿Tiene el personalismo algún primer principio? Si es así, ¿cuál es?

Consideraría como primer principio el ético mencionado más arriba: que el ser humano es una persona y no una cosa que debe ser tratado con amor.

  • ¿Hay algo que el personalismo haga bien?

Claramente este primer principio es correcto, aunque es importante especificar de qué forma de amor estamos hablando. De hecho, la forma de amor relevante en este asunto es el último que mencioné antes, literalmente la virtud del amor, el amor de la voluntad: buscar el bien del otro, tener una actitud de buena voluntad hacia toda la especie humana.

  • ¿Cómo contrastaría el personalismo con la antropología aristotélico-escolástica de Santo Tomás?

La antropología aristotélico-escolástica es parte de la Filosofía del Ser y, en tanto tal, es de carácter objetivo. Percibe al hombre a la luz de su naturaleza, que es la naturaleza humana y de su fin último; del mismo modo, percibe su amor a la luz de esa misma naturaleza humana y a la luz del fin último del amor en cuestión. Por tanto, contrastaría esta antropología con la personalista diciendo que la anterior es objetiva y ésta, subjetiva.

  • ¿También el personalismo tiene un contraste con la primitiva antropología platónico-patrística de los Padres? ¿y cómo?

A primera vista, el personalismo tiene más en común con esta temprana tradición que con la aristotélico-tomista, puesto que tanto para Platón como para San Agustín (el Padre de la Iglesia más influido por Platón), el amor y el corazón asumen una posición de gran prominencia. Recordamos la doctrina platónica del eros y la famosa frase de San Agustín: ‘Ama y haz lo que quieras’, Dilige et quod vis fac.

No obstante, cualquier similitud que pudiese haber entre el personalismo y su tradición están menos marcados que sus respectivas divergencias. Para Platón, así como para San Agustín, el amor está arraigado en la realidad objetiva. Para Platón, el amor (eros) es de dos tipos: el amor de los sentidos (el amor experiencial) y el amor a la Verdad. Su descripción, en el Simposio, del ascenso del alma hacia Dios, traza la transformación del amor inferior en el amor superior. En términos más generales, no está principalmente interesado en el sentir, sino en el querer (que es la razón por la cual el ascenso es también percibido como un proceso ascético) y en la Verdad (razón por la que llama el ascenso, una ‘dialéctica’). Para San Agustín, el corazón tiene su propia ley y lleva grabado, indeleblemente, sobre sí, las ‘Leyes del Bien’.

También vemos que tanto Platón como San Agustín se interesan, por sobre todo, en la transformación del amor terrenal en el amor a Dios: en el desapego de todo lo que es bueno y hermoso de este mundo, sean personas o cosas, para adherirse a la esencia inmutable y eterna de toda la bondad y belleza que es Dios. Con Platón, esta visión está relacionada con su primer principio metafísico de las ‘Ideas’, con San Agustín se relaciona con su profunda fe y santidad.

Por supuesto, el Papa Juan Pablo II, como católico, Papa y hombre de Dios, comparte esta visión, pero estamos hablando aquí de él como un personalista y el personalismo está preocupado, en primera instancia, de la ética interpersonal.

  • El Papa Juan Pablo II y otros filósofos personalistas se vieron profundamente afectados por los totalitarismos rivales del siglo XX, principalmente el nacismo y el comunismo soviético. ¿Piensa usted que su filosofía personalista fue, de alguna manera, una sobrerreacción a la naturaleza brutalmente despersonalizadora de estas ideologías ateas y estatistas?

Esto es correcto con toda seguridad. El comunismo marxista, por supuesto, no ve al ser humano como persona, sino como un ‘individuo’ carente de valor en sí y los regímenes totalitarios en general ven al hombre como un objeto. El personalista Dietrich von Hildebrand estaba entre los más conspicuos opositores a Hitler y el Papa Juan Pablo II sufrió bajo el comunismo soviético. El trasfondo totalitario del siglo pasado era y es una invitación para que todos meditemos seriamente sobre el amor y la dignidad humana, como sin duda lo es el totalitarismo que estamos presenciando en la China de hoy y en la Unión Europea, conducida por los masones, con su visión del hombre como un objeto y su promoción de la impureza y la carnicería de los nonatos a escala masiva.

Sin embargo, no es necesario elaborar ninguna nueva teoría filosófica para entender tales cosas. La fe, junto con la teología, la patrística y la filosofía perenne, nos proporcionan la más profunda comprensión que hay del hombre, su dignidad y su amor.

  • Respecto de la llamada Teología del Cuerpo (TDC), ¿fluye lógicamente del personalismo y cómo fluye?

Podríamos notar, en primer lugar, dónde se encuentran los escritos del Papa sobre el personalismo y la TDC. El primero puede ser encontrado particularmente en sus publicaciones previas a su elección al papado (por ejemplo, en ‘La Persona en Acción’ y en ‘Persona y Responsabilidad’) y esta última en sus discursos del Ángelus, de 1979 a 1984, aunque ambas doctrinas caracterizan generalmente su Magisterio auténtico, así como en el Nuevo Catecismo.

 Teología del Cuerpo es el nombre dado al sistema de ética sexual del Papa. Su ética sexual debe ser vista como parte de su ética marital que, a su vez, es parte de su ética personal, que es el ‘personalismo’. Vemos entonces que la Teología del Cuerpo y la ética marital, en la que está situada, son sistemas personalistas de pensamiento.

Como los sistemas personalistas de pensamiento, la ética sexual y marital del papa tienen al amor como su principio formal. En otras palabras, el amor sexual es lo que determina su ética sexual y el amor marital es lo que determina su ética marital. En Familiaris Consortio (Nº 11), describe estas dos formas de amor, respectivamente, (junto con su relación de una con la otra) como: ‘una auto donación corporal completa, la señal y fruto de una auto donación personal completa’.

  • ¿Qué características de la TDC están más en contraste con la tradición católica, filosófica y teológica?

Permítame presentar diez de esas características. Para más características y detalles, refiero al lector a mi libro ‘Family under Attack’ [La Familia Atacada] y el ensayo posterior ‘The Church and Asmodeus’ [La Iglesia y Asmodeo], en el sitio ‘Rorate Caeli’.

  1. La primera característica de la TDC (y del sistema marital al que pertenece), que contrasta con la Tradición Católica que hace del amor su principio formal: enseña que el amor determina la ética.

La Tradición supone, por el contrario, que es la ética la que determina el amor. La realidad objetiva de la naturaleza y la sexualidad humanas, con sus finalidades como están expresadas en la Ley Natural determinan la forma cómo el hombre debería amar. Esto se expresa en términos escolásticos, diciendo que el conocimiento es lógicamente previo al amor: el conocimiento de la realidad objetiva, de la Verdad, nos indica qué amar y cómo amarlo.

  1. Un segundo rasgo de la TDC (y su ética marital) que contrasta con la Tradición es que trata característicamente al amor de los cónyuges en solitario, con exclusión del amor que existe entre padres e hijos.
  2. Otro problema es el del (los) fin(es) del matrimonio. Dado que la ética sexual y marital del Papa son una ética del amor, el amor entre los cónyuges se convierte en la única finalidad del matrimonio y la sexualidad.

Sin embargo, esto excluye la finalidad para la cual el matrimonio y la sexualidad han sido orientados por el Creador, léase la procreación. En términos escolásticos, el finis operandi (la meta del que trabaja) desaloja o al menos oscurece la finis operis (el propósito de la obra). Para ser consecuente, el Papa describió el acto conyugal como esencialmente un acto del amor, ‘con la posibilidad… de la procreación’ (Persona y Comunidad, capítulo 19).

De esta forma, la TDC entra en conflicto con la doctrina de la Iglesia respecto del orden de los fines del matrimonio. Esta enseñanza sostiene que el fin primero del matrimonio es la procreación (y educación) de los hijos y que el segundo es el amor entre los cónyuges.

El Papa Pío XII definió la doctrina tradicional y condenó explícitamente la inversión de los fines del matrimonio, tanto en De Finibus Matrimonii, de 1944, como en el ‘Discurso a las Matronas’, de 1951. En la primera, rechaza la teoría de que ‘el mutuo amor y la unión de los esposos deberían ser desarrollados y perfeccionados por la auto entrega corporal y espiritual’, en el segundo, agrega que ‘tales ideas y actitudes contradicen clara, profunda y seriamente el pensamiento cristiano’.

La visión condenada por el Papa Pío XII, así como tantas posturas heterodoxas, posteriormente fueron contrabandeadas en el Magisterio, de modo oblicuo, mediante el Concilio Vaticano II. Después entró en el Código de Derecho Canónico, en el Nuevo Catecismo y en varias encíclicas, encontrando su forma más burda, a la fecha, en Amoris Lætitia. Esta visión ha sido promovida y popularizada ampliamente por la TDC.

  1. Si el amor entre los esposos es considerado el único fin del matrimonio y de la sexualidad y se ignora el fin procreativo, entonces ambos cónyuges deben ser puestos al mismo nivel, en pie de igualdad, en el matrimonio. Vemos que el Papa mantiene esta posición, por ejemplo, en Familiaris Consortio. Esto contradice la perenne doctrina de la Iglesia, de que el marido es la cabeza de su mujer y de la familia.
  2. Otra característica de la TDC (y del sistema marital al que pertenece), que se opone a la tradición católica es el tipo de amor que es; es decir, el amor personalista de la ‘auto donación total’.

La Tradición católica no ve el amor marital y sexual de ese modo. Por el contrario, ve al amor marital como un amor de la voluntad, más particularmente como un amor de amistad y de compañía, que implica la mutua asistencia al punto del sacrificio personal que característica pero no esencialmente abarca el amor sexual. La Tradición católica ve este último amor como un amor de los sentidos, desordenado por el Pecado Original, que, en consecuencia, debe ser moderado por, y en cuanto sea posible, el amor de la voluntad. Ambas formas de amor deben ser elevadas por los cristianos, con la ayuda de la gracia, al amor sobrenatural de la caridad.

Hay dos razones por las que la tradición no puede considerar el amor marital o sexual como una total auto entrega, en el sentido propio del término. La primera es metafísica y reside en la incomunicabilidad de la persona humana: es imposible que la persona humana se dé a sí misma a otra; la segunda razón es moral y reside en el Mandamiento de amar a Dios en un sentido total, o sea, con todo el corazón, con toda el alma, etc., pero al prójimo sólo en un grado menor, vale decir, como a uno mismo.

Alguien podría, por supuesto, replicar (al menos en el caso del amor marital, en general) que los esposos deberían amarse entre sí con un amor totalmente sacrificado, según la sentencia de Nuestro Señor: ‘Amaos unos a otros, como Yo os he amado’, y que esto, por cierto, está en concordancia tanto con la Tradición, como con la teología del Papa. No obstante, no se puede decir que un amor tan completamente sacrificado encuentre su expresión en un acto radicalmente sensual como lo es el acto de la unión conyugal. La clase de acto que es ‘señal y fruto’ de un amor completamente sacrificado, de una vida de auto entrega total, debe ser algo del orden del martirio.

Hay otra razón por la cual la Tradición no puede considerar al amor sexual, en particular, como una total entrega de sí y esa es que el amor sexual implica no sólo dar, sino también tomar: tomar la posesión del otro y el recibir el placer- sin el cual el acto del amor sería indudablemente imposible.

  • El amor de la auto entrega total es inadecuado como principio formal de la ética sexual y marital, porque es muy amplio en su campo, permitiendo, por ejemplo, la anticoncepción, así como las relaciones entre parejas no casadas o del mismo sexo. El Papa entiende la totalidad del amor como excluyendo la anticoncepción, pero claramente no puede excluir todos los demás pecados de impureza, tales como la cohabitación extramarital. Para demostrar que todos los actos contrarios al Sexto Mandamiento están errados es necesario acudir a doctrinas tales como la de la finalidad procreativa del matrimonio, la del vínculo matrimonial y  la del sacramento.
  • Una consecuencia particular de considerar el amor marital y sexual como una ‘total auto entrega’ es divinizarlos, en el sentido de elevarlos al nivel del amor del hombre por Dios. Porque el amor de ‘auto entrega total’ es el amor que Nuestro Señor nos manda practicar para con Él, como lo acabamos de recordar e indudablemente  es posible tener sólo para con Él. Luego, aquí el Papa, lisa y llanamente amalgama dos tipos de amor que, según la Tradición, son completamente diferentes: el amor de los sentidos y el amor divino (aquí, en el sentido del amor del hombre hacia Dios).
  • Un efecto de idealizar el amor marital y sexual de esta forma es que ya no pueden ser vistos coherentemente como imperfectos en ningún sentido. Esto puede explicar el por qué el Papa desprecia la concupiscencia inherente al amor sexual, el desorden heredado del Pecado Original, a veces hablando de la ‘Inocencia Original’, como un estado al cual es posible retornar.
  • Su idealización del amor sexual y marital también explica cómo el Papa (en Familiaris Consortio y en el Nuevo Catecismo, por ejemplo) es capaz de poner los estados de casado y de celibato en el mismo nivel, en oposición con la Tradición de la Iglesia (ver Concilio de Trento, sesión 24, canon 10). Porque la Iglesia siempre enseñó que el estado del celibato es el único estado que permite, tanto al varón como a la mujer, amar con una entrega total de sí mismo, pero si el matrimonio ofreciese la misma entrega amorosa total, entonces las dos formas de vida pasarían a ser equivalentes (al menos en este sentido).
  • Hay otras dos formas en las cuales el Papa diviniza el amor de los esposos y que está en presentar el amor sexual como una expresión (o sea, es una imagen) del amor de Dios por el hombre (que es el Cristo por Su Iglesia) y como una expresión (imagen) del amor de Dios por Sí Mismo, al interior de la Santísima Trinidad.

Este tipo de acto humano puramente natural es, sin embargo, muy diferente del amor sobrenatural de Dios por el hombre, así como de Su amor por Sí Mismo, que se dice ser una expresión (o imagen) de tal acto. Además, debería decirse que la divinización de tales actos es completamente ajena al pensamiento católico. La generación física, aunque en el nivel puramente natural promueve el mayor bien humano, es decir, la conservación de la especie humana, en el nivel sobrenatural pasa por la muerte, tanto física como espiritual (si la descendencia no renace con el bautismo y no termina su vida en estado de gracia). Por esta causa, San Gregorio de Nisa describe la Virginidad Consagrada como un triunfo sobre la muerte. La divinización de tales actos indudablemente pertenece, no a la Iglesia Católica, sino, por el contrario, a la tradición gnóstica, manifiesta de modo particular en la tradición y el simbolismo masónicos. El fundamento para su divinización no es nada más profundo o edificante que la visión masónica de que el hombre es divino, lo que implica que el acto del hombre, en su vida, también debe ser divino.

Concluyamos estos comentarios sobre la TDC con una palabra acerca de su naturalismo y subjetivismo inherentes, en el cual sus errores fundamentales, teológicos y filosóficos, descansan respectivamente:

Naturalismo:

Al identificar el amor de total auto entrega, un amor del orden natural, como el principio formal de la ética marital y sexual, el papa efectivamente excluye el orden sobrenatural y los dones de la fe.

En su presentación de la TDC, como TDC, el Papa ignora gran parte de la doctrina marital de la Iglesia, tanto filosófica como teológica, como ya vimos, en los siguientes casos: la naturaleza del amor entre los esposos, el hecho de que abarca no solamente el amor entre los cónyuges, sino también su amor por los hijos; el hecho de que está llamado convertirse en el amor sobrenatural de la caridad; el vínculo espiritual del matrimonio; el sacramento del matrimonio; los fines del éste, en su orden tradicional, que son la procreación, la mutua asistencia y el remedio de la concupiscencia y su fuente en el Pecado Original; el rol del varón como cabeza de la esposa y de la familia.

Otra importante doctrina de la Iglesia, estrechamente relacionada a la ética marital y sexual, que es ignorada, es la de la dignidad sobrenatural del hombre derivada de su ejercicio de la caridad. Vemos al Papa insistiendo, por contraste, en la dignidad puramente natural del hombre, tanto aquí como de manera más general, en el Nuevo Catecismo.

El naturalismo es, además, evidente no solo en el desprecio del orden sobrenatural, sino también en el intento de naturalizar las doctrinas sobrenaturales, notabilísimamente la de la Santísima Trinidad. Es en el naturalismo, entonces, que situamos el error teológico fundamental de la TDC.

De hecho, podríamos preguntarnos si esta atribución de las verdades de la teología trinitaria a la ética interhumana (respecto de la auto entrega total de las Personas Divinas y su constitución de su Personalidad)- no fueron el punto de partida para el personalismo del Papa en cuanto tal. La total auto donación y su constitución de personalidad son, indudablemente, dos de los axiomas de su personalismo, como lo hemos señalado en nuestra respuesta a la primera pregunta de más arriba. Estos dos elementos se hicieron particularmente evidentes en la TDC.

Subjetivismo

El sistema ético marital y sexual del Papa, siendo personalista, procede del sujeto; el amor es su principio formal: el amor al bien en lugar del conocimiento de lo verdadero; de este modo, se aparta de la realidad objetiva, es decir, en concreto, de la tradición filosófica y teológica: de las doctrinas enumeradas en la sección precedente. Absorbe en sí misma la doctrina de la Santísima Trinidad, en un sentido naturalizante, revirtiendo, en consecuencia, los roles de sirvienta y de ama, propios de la filosofía y de la teología, respectivamente. Es esencialmente, un amor entre los esposos, más que un amor dirigido principalmente a los hijos; se caracteriza por la experiencia, también por la aprehensión del valor del otro y por la libertad los que, en ausencia de una definición, son entendidos en un sentido subjetivo. La TDC en particular, como una ética del amor sexual, se caracteriza por el placer; este amor ha sido divinizado. Todos los elementos enumerados en este párrafo son marcas propias del subjetivismo de la TDC, las cuales describiríamos como su error filosófico fundamental.

Mirando a la TDC en su contexto histórico, podríamos decir que apunta a trasponer elementos del amor del Mundo en un contexto católico para purificarlo; no obstante, el amor sigue siendo excesivamente mundano y de autoestima: algo que es esencialmente para los cónyuges un fin en sí mismo. Una actitud similar se ve en Humanæ Vitæ de Paulo VI, quien, mientras condena laudablemente la anticoncepción, habla explícitamente de una evaluación ‘personalista’ y ‘subjetiva’ del matrimonio, ofreciendo la “paternidad responsable’ como un nuevo ideal para las parejas como algo opuesto a la generosidad de los padres.

  • ¿La TDC, como otras de las llamadas ‘teologías del caso genitivo’, no es propiamente una teología, en absoluto, porque no tiene a Dios como su finalidad? ¿Es demasiado antropocéntrica para incluso, ser considerada una ‘teología’?

El Papa usa el término ‘Teología del Cuerpo’, en primer lugar, porque entiende el cuerpo como una imagen de Dios. Aquí entra en conflicto con toda la Tradición Católica, que entiende al hombre como hecho a imagen y semejanza de Dios en vez de poseer un alma espiritual (ver, por ejemplo, la Summa de Santo Tomás I Q. 93). El cuerpo, por contraste, como todo lo creado, más bien debe ser visto como un vestigio de Dios, en su derivación del creador.

El Papa igualmente entiende la unión conyugal como una imagen de Dios. Por el contrario, Santo Tomás ve el gozo en la posesión de un bien compartido con una compañera (I Q. 39) (eminentemente verdadero acerca del amor marital) y la procreación misma (I Q. 93), solo como vestigios de la Santísima Trinidad.

Se puede concluir que la relación entre Dios y el cuerpo es demasiado remota como para justificar el término ‘Teología del Cuerpo’.

  1. Muchos católicos declaran haber sido ayudados por la TDC, porque, por medio de ella, se apartaron de ciertos vicios o de erróneas visiones del mundo y comenzaron a llevar una vida católica. Algunos sostienen que la TDC les ayudó en su matrimonio. Estas personas, debería señalarse, estaban generalmente atrapadas en el vicio sexual y los errores asociados de la revolución sexual. ¿Qué diría a esa gente que está ofendida por su crítica a una cosa que ella considera útil?

No tengo la intención de ofender a nadie, ni de faltar a la piedad respecto del Santo Padre el Papa Juan Pablo II, un gran hombre, admirable en muchos sentidos. Gran parte de sus enseñanzas sobre el matrimonio y la sexualidad es simplemente una reiteración de la revelación católica y de la Ley Natural. Es tal enseñanza la que puede ayudar a la gente a superar verdaderamente los vicios, a vivir en castidad y a vivir virtuosamente el matrimonio católico.

En cuanto a que esta enseñanza va más allá o hasta contrasta con la Tradición Católica, he intentado criticarla solamente a la luz de la fe y la razón, sobrenatural y natural. Si la gente encuentra que una u otra de mis conclusiones es errónea, deberían dejarla a un lado, pero si está correcta, deberían aceptarla, porque Nuestro Señor vino para que conociésemos la Verdad, la Verdad que ‘nos hace libres’.

  1. ¿Cómo respondería a la superficial acusación de que criticar a la TDC es ‘puritano’, ‘victoriano’ o ‘jansenista’?

Si la crítica a la TDC se hace a la luz de la fe católica, entonces es irrebatible. La Iglesia ya tiene un sistema de ética marital y sexual: vivido fielmente trae la felicidad y el gozo. Si alguien lo pone en duda, que intente vivirlo coherentemente. Es cierto que el personalista Dietrich von Hildebrand sostenía que la ética marital católica subestimaba el amor de los esposos, pero en el clima actual, lo que es más urgente e indudablemente lo más urgentemente requerido, desde mi punto de vista, es una comprensión de la realidad objetiva o el Ser: Dios y Su Voluntad como expresados en la creación y una vida que se conforme radicalmente a ellos.

  1. Si la TDC no es la cura a lo que aflige a los católicos que son atacados brutalmente por la actual cada vez peor revolución sexual, ¿cuál es esa cura?

La pureza y la castidad dentro del matrimonio, pero particularmente dentro la vida consagrada: un testigo, una luz que derramar en las tinieblas de un Mundo Caído.

Referencias:

*https://catholicism.org/amoris-laetitia-authentic-magisterium.html

https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/03/the-church-and-asmodeus-part-1.html

https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/03/the-church-and-asmodeus-part-2.html

https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/03/the-church-and-asmodeus-part-3-and.html

https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/04/the-evils-of-amoris-laetitia-church-and.html

https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/04/the-church-and-asmodeus-part-5.html

Título original:

What’s Wrong with Personalism and ‘Theology of the Body’? An Interview with Don Pietro Leone by Brother André Marie, M.I.C.M

https://rorate-caeli.blogspot.com/2020/07/whats-wrong-with-personalism-and.html

Traducción: Valinhos