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miércoles, 12 de noviembre de 2025

EL PAPA FRANCISCO Y LA IGLESIA CATÓLICA




Texto de la contraportada del libro:


La Iglesia está atravesando hoy por uno de los momentos más graves desde su fundación por Nuestro Señor Jesucristo. Tomando como punto de partida el Concilio Vaticano II (1962 - 1965) y con la supresión, de facto, de la Misa Tradicional en latín (Misal de Juan XXIII, 1962), la evolución experimentada ha ido de mal en peor, alcanzando su zénit con el papa Francisco, elegido como tal el 13 de marzo del 2013. En su desastroso Pontificado, que ha durado poco más de 12 años, y que ha confundido a tantos fieles, se ha producido una escisión, como si hubiera dos Iglesias: una que proviene de la aplicación modernista de algunos puntos de los documentos del concilio Vaticano II, que tiene sólo 60 años de antigüedad; y la Iglesia de siempre, con casi dos mil años de existencia, que se ha mantenido fiel a la Sagrada Escritura, a la Tradición y al Magisterio Perenne de la Iglesia.

Puesto que la Iglesia no comenzó con el Concilio Vaticano II (que es el número 21) sino que está fundada por Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, no tiene ningún sentido darle tanta importancia al Vaticano II y menos después de haber visto los “frutos” podridos que ha producido.

El papa Francisco falleció el 21 de abril de 2015, siendo elegido, el 8 de mayo, un nuevo Papa, que adoptó el nombre de León XIV. Tenemos la esperanza de que las aguas vuelvan a su cauce, aunque llevará mucho tiempo deshacer los “desaguisados” de Francisco. 

Pedimos con fuerza al Señor que ilumine al papa actual y que le conceda su gracia para actuar como conviene por el bien de toda la Iglesia, aunque para ello tenga que enfrentarse, con fe y entereza, a los grandes Poderes que rigen nuestro mundo.

El papa León XIV cuenta con la oración de todos los fieles católicos y con la promesa de Jesucristo de que “las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia” (Mt 16,18)

José Martí

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Mis otros tres libros son:


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Dios no es un aguafiestas


"Fundamentalismo" cristiano


El nuncio en EE. UU. pide seguir “el camino de Francisco” y el Concilio Vaticano II como hoja de ruta de la Iglesia



Durante la asamblea plenaria de otoño de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB) en Baltimore, el cardenal Christophe Pierre, nuncio apostólico y próximo a cumplir 80 años, ofreció un discurso ante los obispos del país.

En su intervención, el representante pontificio llamó a los prelados a mantener la fidelidad al camino pastoral de Francisco y a la “visión del Concilio Vaticano II”, insistiendo en que el futuro de la Iglesia debe avanzar por la senda marcada por esos dos referentes.

“Aunque algunos se inclinen por un camino que diverge de la visión pastoral de Francisco, sabemos que el modo de avanzar en la Iglesia es no apartarse de esa visión”, afirmó Pierre.

“El Concilio es el mapa del futuro”

El nuncio subrayó que los documentos del Concilio Vaticano II constituyen “el mapa para el viaje que tenemos por delante”, y citó palabras de Francisco: “No es tiempo todavía de un Vaticano III, porque aún no hemos terminado de aplicar el Vaticano II.”

“La visión del Concilio fue profética, una orientación hacia el futuro”, dijo Pierre.

Pidió a los obispos “resistir la polarización” y “asumir el estilo sinodal de comunión y discernimiento” como modo de hacer concreta la unidad.

En su discurso, también hizo referencia al papa León XIV, afirmando que sus primeros gestos y escritos son “una maduración del legado de Francisco”, y que ambos pontificados comparten “la fidelidad al espíritu del Concilio Vaticano II”.
Una Iglesia que no comenzó en 1962

El problema, sin embargo, es más profundo.

El discurso del nuncio —recogido por The Pillar— vuelve a presentar el Concilio Vaticano II como el punto de partida y de destino de la Iglesia contemporánea, como si el cristianismo hubiera comenzado hace apenas seis décadas.

Esta visión parece ignorar que la Iglesia no nació en 1962 ni con Francisco, sino con Jesucristo, que la fundó sobre Pedro hace más de dos mil años y la ha guiado a través de siglos de fe, magisterio, santos, mártires y concilios, y aún más antes de eso Dios ya preparaba el camino para la venida de su hijo al mundo.

La fidelidad eclesial no consiste en reinterpretar indefinidamente un concilio reciente ni entronar a Francisco como el profeta de la Iglesia sinodal y ecológica que hoy pretenden imponer, sino en permanecer en la Tradición viva que se remonta al Evangelio mismo:

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6).

El riesgo de una Iglesia sin memoria

El cardenal Pierre apeló a “seguir el camino de Francisco” y a “profundizar en el Concilio”, pero sin mencionar la continuidad doctrinal que debe unir cada época de la Iglesia con su raíz apostólica. Ese es el peligro de la retórica conciliar sin contenido dogmático: una Iglesia que se mira a sí misma, pero olvida a Cristo.

La verdadera renovación no consiste en “avanzar” hacia lo desconocido, sino en volver a la fuente, al Evangelio y a la Tradición que los Padres y Doctores de la Iglesia transmitieron con fidelidad. Como recordó Benedicto XVI, el auténtico desarrollo eclesial se da sólo en la “hermenéutica de la continuidad”, no en la ruptura.

De Francisco a León XIV: Fernández y la continuidad de la agenda doctrinal



A comienzos de 2025, cuando el Papa Francisco aún se encontraba hospitalizado y su pontificado entraba en su fase final, el entonces prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, cardenal Víctor Manuel Fernández, adelantó la inminente publicación de dos textos: uno sobre la monogamia y otro sobre los títulos marianos de la Virgen, en particular Corredentora y Mediadora

Nueve meses después, ambos documentos ven la luz bajo el pontificado de León XIV, confirmando —según Specola— la continuidad teológica y estructural de la llamada “era Francisco”.

Para muchos observadores, este gesto supone una prueba decisiva del rumbo doctrinal del nuevo Papa: ¿mantendrá sin revisión los textos más controvertidos del pontificado anterior, o marcará distancia con el estilo autoritario y ambiguo de la Doctrina de la Fe bajo “Tucho” Fernández?
Un pontificado heredado

Specola describe el momento con ironía:
“Si el deseo del Papa León es tranquilizar las cosas, parece que vamos en el peor de los caminos”.
Ambos documentos —el de la monogamia y el dedicado a los títulos marianos— habían sido redactados y promovidos por Fernández antes de la muerte de Francisco, pero no llegaron a publicarse. La decisión de León XIV de no archivarlos, sino de ratificarlos y difundirlos oficialmente, muestra que el nuevo pontífice ha optado por dar continuidad a la línea doctrinal que pretendía cerrar debates más que iluminarlos.

El problema, señala Specola, no es sólo el contenido, sino el método:
“Todos estos textos —de Fiducia Supplicans a Traditionis Custodes— son documentos divisivos: sofocan la discusión con el ejercicio de un poder autoritario y alejan a los fieles de la fe”.
La Nota mariana y su ambigüedad teológica

La Nota Doctrinal Mater Populi Fidelis, dedicada a los títulos de la Virgen María, ha sido el detonante más visible de esta controversia. El documento desaconseja el uso del título “Corredentora” y modera el de “Mediadora”, alegando un riesgo de “malentendidos teológicos”. Para sus críticos, el texto es una negación velada del papel singular de María en la obra de la redención y una muestra de desconfianza hacia la tradición mariológica clásica.

El historiador Roberto de Mattei lo expresó con dureza:
“Tras un tono meloso, el documento esconde un contenido venenoso: pretende despojar a la Virgen de su grandeza sobrenatural, reduciéndola a una mujer cualquiera”.
De Mattei ve en esta Nota “la culminación de la deriva mariológica posconciliar”, que en nombre de la moderación ha optado por un minimalismo doctrinal que desfigura a la Madre de Dios.


El debate entre la corrección y la timidez

El teólogo Mario Proietti, en cambio, defiende una lectura positiva:
“La Nota niega con palabras lo que afirma con la doctrina”.
Según él, el texto reconoce implícitamente la cooperación de María en la redención y su intercesión materna, aunque evite los títulos tradicionales.
“El documento enseña que María cooperó de manera singular en la obra redentora de su Hijo y continúa ejerciendo una función de mediación maternal: esa es la definición clásica de Corredentora y Mediadora. Solo que el texto defiende la verdad, pero teme su propio nombre”
Proietti concluye que la Nota “no incurre en error dogmático”, pero peca de timidez pastoral, evitando proclamar lo que de hecho sostiene.

Una Iglesia que teme nombrar lo que enseña

Specola subraya que el problema de fondo no es lingüístico, sino espiritual: una Iglesia que teme pronunciar las palabras de su propia tradición acaba defendiendo la verdad en silencio. La Nota Mater Populi Fidelis no niega formalmente la corredención ni la mediación mariana, pero renuncia a afirmarlas con la claridad que exige el Magisterio.

El resultado es una teología sin voz: ortodoxa en la letra, insegura en el tono, incapaz de inspirar devoción o certeza.

Así, León XIV hereda no sólo los documentos de Francisco, sino su crisis teológica más profunda: una Iglesia que, en nombre de la «prudencia», teme enseñar y defender lo que siempre ha creído.