El documento de Mater Populis Fidelis ha llegado como el primer balde de agua fría del pontificado de León XIV, sin embargo, la nota, heredada de Francisco y firmada por el Papa actual, representa una línea doctrinal que viene desde «Fiducias Suplicans».
Sin restar responsabilidad al Papa en ejercicio en el momento de publicación de los documentos, ya es evidente que hay una «mente maestra» tras la concepción y elaboración de estos documentos: el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Ya lo exponíamos en la nota: De Francisco a León XIV: Fernández y la continuidad de la agenda doctrinal.
Ahora, ha comenzado a circular una petición dirigida al Papa León XIV que pide que el cardenal Víctor Manuel Fernández sea reemplazado como prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, por considerar que su permanencia en el cargo “provoca confusión y división en la Iglesia”. El texto cuestiona la idoneidad doctrinal del cardenal y pide un cambio para proteger la fidelidad al Evangelio.
Una carta que expresa el malestar de muchos católicos
La carta comienza así:
“Querido Santo Padre: Con el respeto que le debo como hijo de la Iglesia, creo que debo manifestarle mi profunda preocupación por la continuidad del Cardenal Víctor Manuel Fernández al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.”
El documento cita directamente la reciente Nota Mater Populi fidelis, en la que el Dicasterio desaconseja el uso del título de Corredentora para referirse a la Santísima Virgen María.
El autor —en representación del sentir de muchos fieles— denuncia que ese texto “ha causado desconcierto y división”, y plantea una pregunta que ha resonado en el mundo católico:
“Con el argumento de que no hay que divinizar a María, se propone retirarle el título de corredentora. Pero, ¿quién está divinizando a María?”
El texto recuerda que hasta un niño de primera comunión entiende que la Virgen no está al nivel de Dios, y subraya el absurdo de los temores que inspiran la Nota:
“Desde que aprende a rezar, pide a la Virgen: ‘ruega por nosotros’, y le llama ‘abogada nuestra’ (no juez). ¿Por qué conviene ahora no llamarla corredentora?”
Un peligro de fondo: la negación del papel de María en la Redención
El documento advierte de un problema teológico más profundo: la tendencia —propia de la teología protestante— a negar la participación activa de los fieles en la obra redentora de Cristo.
Cita con precisión el texto de San Pablo a los Colosenses (1,24-26):
“Completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo, en beneficio de su Cuerpo que es la Iglesia.”
Y recuerda la enseñanza del Papa Benedicto XV en 1918, quien afirmó que María “redimió al género humano juntamente con Cristo” (Carta Inter sodalicia). El contraste con el planteamiento del Dicasterio actual es, según la carta, flagrante:
“¿A quién hacemos más caso?”, pregunta, en alusión a la ruptura entre la tradición magisterial y las nuevas interpretaciones.
Un prefecto marcado por la confusión doctrinal
La petición también recuerda otros episodios de confusión atribuibles al cardenal Fernández, incluyendo su participación en la redacción de Amoris laetitia y de Fiducia supplicans, documentos que han abierto la puerta a interpretaciones ambiguas sobre la moral conyugal y la bendición de uniones irregulares.
El texto menciona además su libro Sáname con tu boca – El arte de besar, considerado inapropiado por su tono y contenido, y su relación con el entorno intelectual del padre Marko I. Rupnik, cuya obra ha sido asociada a un inquietante “misticismo erótico”.
“Mantener al cardenal Fernández en un puesto tan crucial no sólo pone en riesgo la confianza de los fieles, sino que provoca ambigüedad en la orientación doctrinal del magisterio”, advierte el autor de la carta.
El riesgo de una fe desfigurada
La petición al Papa León XIV concluye con una invocación al Espíritu Santo y una súplica a la Santísima Virgen “verdadera Madre y corredentora del género humano”.
Más allá de su tono piadoso, el texto refleja un clamor profundo dentro del pueblo católico: la preocupación por una Iglesia que, bajo el pretexto de “actualizar” el lenguaje doctrinal, pierde el sentido del misterio y de la Verdad revelada.
No se trata de una rebelión contra el Papa, sino de un llamado a la responsabilidad: una defensa del Magisterio frente a quienes, desde dentro, lo relativizan.
Y ese llamado apunta directamente a Roma: si el nuevo pontificado de León XIV desea restaurar la unidad y la claridad, deberá empezar por la cabeza del organismo encargado de custodiar la fe.
Lea la carta completa aquí: