Todos recordarán el famoso Sínodo de la Amazonía de 2019, cuando en los jardines vaticanos el Papa Francisco y su séquito rindió culto a la Pachamama, ídolo que luego fue llevado en procesión de la basílica de San Pedro al aula sinodal. Y todos recordamos también al joven austrícado que sustrajo al ídolo de la iglesia de Santa María in Traspontina y lo arrojó al Tíber.
Pues pareciera que hoy el Papa León, de un modo más sutil, arrojó al mísmo ídolo, la Pachamama, al lago Titicaca. Se conoció el telegrama que envío a los obispos de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, reunidos en Bogotá, donde, estre otras cosas sitúa «el derecho y el deber de cuidar la «casa» que Dios Padre nos ha confiado como administradores solícitos, para que nadie destruya irresponsablemente los bienes naturales que hablan de la bondad y la belleza del creador, ni, mucho menos, se someta a ellos como esclavo o adorador de la naturaleza, ya que estas cosas nos han sido dadas para alcanzar nuestro fin de alabar a Dios y así obtener la salvación de nuestras almas» (23 («Principio y fundamento») de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola).
Creo que este será el modo que tendrá el Papa León de poner orden al desquicio que dejó Francisco en toda la Iglesia. No será a mi entender, con expulsiones, gritos y golpes en la mesa como hacía el Porteño empoderado, sino de un modo sutil pero, a la vez, con firmeza y claridad. Y no lo digo solamente por el telegrama que se conoció hoy. Lo digo por algunas buenas noticias, discretas pero prometedoras, que se están conociendo.
THE WANDERER