Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
Ha fallecido el Padre Alfonso Gálvez y por caridad lo mejor que hacemos es rezar por su eterno descanso en la firme esperanza de tener un fuerte intercesor en la eternidad. Doy gracias a Dios por el don de haberle conocido y tratado en tres visitas a su casa. Defensor de la tradición católica es su mayor fama, pero yo quiero resaltar su testimonio vivo de alegría, sano humor, naturalidad libre de toda afección artificial, y por último los buenos consejos espirituales que me dio en momentos duros de mi vida.