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Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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miércoles, 31 de diciembre de 2025
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El padre Custodio Ballester frente a los leones del siglo XXI | Pablo Gª Conde
2026, el año decisivo: Cárcel o golpe institucional de Sánchez
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Olivera Ravasi explica lo de Nigeria a la luz de la DSI
Una exmusulmana convertida al catolicismo alerta del silencio eclesial ante el islamismo en Europa
Selección por José Martí
NIGERIA, TRUMP y la Guerra justa. ¿Está bien lo que hacen?
Hace unos días, el presidente Trump brindó apoyo militar para que Nigeria, a pedido de su gobierno, pudiese controlar los ataques indiscriminados que los yihadistas vienen realizando contra la comunidad cristiana de ese país. Se nos ha preguntado acerca de si esa ayuda brindada podría ser lícita desde la moral católica, a pesar de que Trump no fuese católico.
Sin embargo, venga aquí para nosotros un resumen sobre el tema.
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DURACIÓN DEL VIDEO 23:46 MINUTOS
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1. El principio magisterial de la guerra justa
La Iglesia boga por la paz, no por el pacifismo (que son cosas distintas), por lo que enseña que, el uso de la fuerza armada, puede ser moralmente lícito bajo ciertas condiciones.
– “La legítima defensa puede ser no sólo un derecho, sino un deber grave, para quien es responsable de la vida de otros”. (Catecismo, nro. 2265)
– “La Iglesia propone los criterios tradicionales de la llamada ‘guerra justa’.” (Catecismo, nro. 2309)
Pero: ¿Cuáles son esos criterios para que una guerra sea considerada justa desde la moral? La doctrina católica, comenzando por San Agustín y pasando por Santo Tomás los ha resumido así:
a. Debe haber un daño cierto, grave y duradero: pues bien, en Nigeria, desde hace años vienen dándose de parte de los musulmanes radicales, una serie de asesinatos masivos, secuestros, limpieza religiosa y ataques sistemáticos a civiles sin que el gobierno pueda frenarlos.
b. Ineficacia de otros medios: en ese país, durante años se han intentado negociaciones fallidas ante una grave incapacidad del Estado, lo que permitió la expansión del terrorismo. Es decir, los medios pacíficos demostraron ser insuficientes.
c. Fundadas probabilidades de éxito: el apoyo militar de USA debilitó estructuras terroristas, permitió proteger zonas concretas e, importante, fue solicitado o aceptado por autoridades locales.
d. Proporcionalidad: lo sucedido, no se trató de una invasión total, de una guerra indiscriminada o de un castigo colectivo, sino de operaciones limitadas contra grupos armados, por lo que el principio de proporcionalidad podría considerarse respetado al menos en la intención.
A su vez, por lo que intenta verse hasta el momento (por más que puedan existir otras intenciones ocultas como las económicas, petroleras, etc.), la intención parece clara: proteger civiles, detener un mal grave y ayudar a una nación desbordada que ha pedido ayuda.
Que alguien diga “es que Trump está contra los migrantes” o que “es un mujeriego”, etc., nada tiene que ver. La moral católica no juzga personas, sino actos.
“¿Que podrán haber abusos y pecados concretos, como en toda guerra?” Pues ¡claro que sí!, pero esto no invalida el juicio moral de los actos. Si hubiesen ataques deliberados a civiles, excesos injustificados o violaciones al derecho humanitario, claro que también sería un acto reprochable, pero esto no invalida en sí la licitud del principio de intervención defensiva.
2. Algunas opiniones de algunos prelados nigerianos
Dado que no somos nosotros los que tenemos la información completa como para juzgar, desde nuestros escritorios, lo que allí está sucediendo por lo que, como corresponde a quien desea analizar la realidad, es bueno ir a los que están en el fango. Veamos:
– “Fue la mejor noticia que Nigeria ha recibido en 20 años… es una garantía de que lo que sucede en Nigeria no es desconocido en el mundo y que al mundo le importa lo que nos pasa” (Padre Patrick Alumuku, Director de Comunicaciones de la Arquidiócesis de Abuja). https://www.aciafrica.org/news/19337/us-strikes-on-isis-in-nigeria-potentially-helpful-way-to-bring-some-hope-catholic-bishop-says-as-priest-concurs
– “Ya era hora… Es bueno que el gobierno nigeriano esté abierto a la asistencia internacional frente a una inseguridad abrumadora” (Mons. John Bogna Bakeni, Obispo auxiliar de Maiduguri) https://www.osvnews.com/nigerian-catholic-church-leaders-give-mixed-reaction-to-us-airstrikes
– “El ataque estadounidense ha sido declarado una operación conjunta por las autoridades nigerianas como una acción bienvenida para disminuir los ataques de insurgentes y terroristas… Esto puede dar algo de esperanza contra la violencia que ha perdurado por largo tiempo” (Mons. Emmanuel Adetoyese Badejo, obispo de Oyo). https://www.aciafrica.org/news/19337/us-strikes-on-isis-in-nigeria-potentially-helpful-way-to-bring-some-hope-catholic-bishop-says-as-priest-concurs
– “Sin el apoyo de Estados Unidos, Nigeria no tiene oportunidad contra los yihadistas que han infiltrado incluso a la clase política” (Mons. Moses Aondover Iorapuu (vicario general, Diócesis de Makurdi) https://www.osvnews.com/nigerian-catholic-church-leaders-give-mixed-reaction-to-us-airstrikes
Veremos cómo sigue en el futuro.
Salvo mejor opinión
P. Javier Olivera Ravasi, SE
30 de Diciembre de 2025
León XIV, accidentes restaurados, sustancia pendiente
Nuestro admirado Wanderer ha hecho un inventario minucioso —y confieso que en buena medida gozoso— de los pequeños signos de normalidad litúrgica, estética y protocolaria que León XIV ha ido recuperando en apenas unos meses. Y no seré yo quien niegue el alivio espiritual que produce volver a ver una muceta, una faja bordada o una sotana que no transparenta como mortaja de hospital. Hay cosas que, sencillamente, reconcilian con la vista y con la memoria.
El problema no es que esos signos sean irrelevantes. El problema es creer que bastan.
Porque mientras celebramos —con razón— que el Papa vuelve a vestirse como Papa, cuesta no advertir que al mismo tiempo sigue nombrando y sosteniendo obispos abiertamente heréticos, algunos con currículo ideológico impecable y otros con historial pastoral directamente devastador. La muceta está bien; el episcopado que la rodea, no tanto.
Nos alegramos de que la Misa del Gallo haya recuperado una hora sensata, acercando a la medianoche su espesor simbólico, su silencio y su espera. Pero el reloj litúrgico, por muy bien ajustado que esté, no compensa el hecho de que las víctimas de abusos sigan encontrando muros, silencios o biografías oficiales que las retratan poco menos que como un estorbo. La liturgia gana profundidad; la justicia, no.
Celebramos que Castelgandolfo vuelva a tener vida papal, que haya descanso, natación, conciertos y una cierta normalidad humana que Francisco había convertido en sospechosa. Pero ese aire veraniego no disimula que el actual Pontífice haya estampado su firma en uno de los documentos marianos más empobrecedores que se recuerdan, reduciendo a la Virgen a una figura funcional, casi decorativa, cuidadosamente despojada de su papel como Mediadora de todas las gracias.
Es verdad: el escudo pontificio vuelve a estar bordado donde corresponde. Y sin embargo, ese mismo Papa ha equiparado públicamente la pena de muerte con el aborto, colocando en el mismo plano un mal intrínseco absoluto y una cuestión moral compleja ya tratada con precisión por la Tradición. Mucho hilo de oro… y demasiada confusión conceptual.
La sotana, al menos, ya no es transparente. Es más gruesa, más digna, más romana. Lástima que esa densidad textil no se haya trasladado al discurso teológico, donde la corredención de María se diluye hasta casi desaparecer, cuidadosamente minimizada para no incomodar sensibilidades contemporáneas.
Hay gestos que reconfortan: reliquias de mártires de la Cruzada, adoración eucarística con jóvenes, silencio real, rodillas en tierra. Son momentos buenos, auténticos, que uno querría conservar. Pero incluso esos destellos quedan ensombrecidos cuando el mismo pontificado bendice bloques de hielo en clave Agenda 2030, eleva el cambio climático a dogma moral y acoge jubileos identitarios que legitiman, simbólicamente, una antropología incompatible con la fe católica y atraviesan la puerta Santa de san pedro con sus banderas arcoiris.
Sí, el Fiat 500 ha sido aparcado. Ahora hay un coche acorde al rango. Pequeña victoria estética. Pero no hay cambio de vehículo que tape una biografía oficial que ataca vilmente a víctimas de negligencias pasadas, reescribiendo la historia con una frialdad que no se cura con terciopelo rojo ni con madera dorada.
Todo esto no invalida lo que Wanderer señala. Al contrario: lo confirma. Las tradiciones importan. Los signos importan. Los accidentes revelan la sustancia.
El problema empieza cuando los accidentes brillan mientras la sustancia se agrieta.
Agradecemos la muceta. Celebramos la dalmática. Nos alegra el latín, el canto, los candelabros y la cruz central, todavía escorada. Pero la Iglesia no se salva con escenografía, ni con una restauración estética que no va acompañada de claridad doctrinal, justicia moral y verdad sin rebajas.
Con todo el cariño —y precisamente por ese cariño— conviene decirlo claro:
los signos son buenos cuando acompañan a la verdad; cuando la sustituyen, se convierten en coartada.
Y de eso, por desgracia, ya tenemos demasiada experiencia.
Carlos Balén | 31 diciembre, 2025
