Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
-En las ciudades es frecuente el abandono de ancianos y enfermos. - ¿Podemos ignorarlo? - Nuestras sociedades deberían de caracterizarse sobre todo por la solidaridad, que no consiste únicamente en dar al necesitado, sino en ser responsables los unos de los otros y generar una cultura del encuentro. - ¿Me acompañas en mi petición? - Para que los ancianos, marginados y las personas solitarias encuentren, incluso en las grandes ciudades, oportunidades de encuentro y solidaridad?